Los personajes de Saint Seiya Clasico y Saint seiya Leyenda del santuario no me pertenecen
Capitulo 1
Ella y él.
El hombre se paró y observo lo que pasaba a solo unos metros de él. La figura miro hacia el abismo generado por el puente. Se alejó un poco y luego observo volvió a mirar por la barandilla y luego comenzó a subirse por ella.
-Me pregunto -La figura ladeo la cabeza y miro hacia él. Los ríos de lágrimas se dejaron ver con un ligero destello, arrancado por los débiles faroles y la mortecina luz de la luna. - ¿Que idiota te arrastro a esa estupidez? -Miro ligeramente la barandilla que estaba más próxima él- Es una fea caída... Hay formas menos dolorosas para morir y más higiénicas -Se apoyó en la barandilla- este rio es una mugre.
-¡LÁRGATE! -Ordeno la joven.
-Si quisieras saltar, lo hubieras echo apenas terminaste de pararte en la barandilla- Informo el hombre, a unos 10 metros de ella.- Si quieres puedo empujarte, a mí me es indiferente si te matas o no.
-¿Acaso eres psicólogo? -le llego el comentario burlón y sarcástico, con matices de angustia y llanto- Lárgate.
-¿Psicólogo? -El hombre dejo salir una risa fría, la cual heló la sangre de su interlocutora- No me dedico a eso...- Comento mientras descorría su chaqueta y dejaba a la vista un arma cromada- Me pagan para hacer lo que una idea desesperada, y mal concebida, quiere que hagas. -Miro de reojo a la joven- Me pagan para matar idiotas y no tan idiotas. -Comento mientras volvía a cerrar su chaqueta. -Si fuera tu bajaría y le mostraría al novio idiota...
-¡NO ES MI NOVIO! -El hombre miro a la joven- Son un montón de bastardos... ¡CADA UNO DE ELLOS! ¡SON UNOS MALNACIDOS!
-Acabas de ganar mi interés... -Se acercó a la chica, la cual se aferró al pilar que usaba de apoyo para no caer por la barandilla.- Puede que te ayude... y lo haga gratis.
-Yo no soy una puta. -De los ojos de la joven cayeron lágrimas. El hombre noto el gafete que tenía enganchado de su chaqueta.- Bastardo... -Se lanzó hacia adelante y evito la caída de la joven, no demoro en subirla y caer de rodillas con ella en brazos. Los sollozos de la chica no se hicieron esperar.- ¿Por qué...? Déjame morir... yo quiero morir...
-Tranquila doctora. -Comento, cuando vio las dos primeras siglas en el gafete- Hay peores cosas que la muerte y la que usted quería era una muy fea... -Acaricio con cuidado la cabeza de la chica, sintió el sedoso cabello de esta y el perfume frutal que emanaba de la piel de la misma.- Tranquila... mire lo bueno que tiene la vida y no lo malo de esta -Comento sereno, mientras la mujer seguía sollozando en sus brazos.
-Quiero matar a los bastardos...
-Eso se puede solucionar... -Susurro el frío asesino, mientras la mujer seguía sollozando.
El oficial se acercó al occiso. No le parecía una buena manera de comenzar su día yendo a ver un cadáver.
Uno en la cabeza y otro en el corazón, era la firma de un asesino profesional, era otra muerte por encargo. Eso significaba doble trabajo para él, dar con el asesino y con quien había dado la orden y puesto el dinero en la mesa.
-Odio cuando se tratan de sicarios -Comento su compañero. -La pregunta es... ¿quién querría muerto a un médico?
-¿Algún familiar molesto por mala praxis? -el hombre le miro -Aunque lo dudo -ahora era turno de su camarada de mirarle con expresión de duda- Él ya no operaba... tampoco trabaja con pacientes, era alguien que controlaba todo.
-¿Era el jefe del hospital?
-Si, por lo que tengo entendido. -ambos miraron al hombre, estaba en el piso del estacionamiento rodeado de sangre.- ¿Un negocio sucio de medicamentos?
-Todo es posible en esta ciudad. -Replico el otro.
Continuara.
