Los personajes no me pertenecen; son propiedad de la asombrosa Suzanne Collins. Solo la historia es mía.


-¿Cuándo se los dirás?

-¿A quién? Espera ¿estas de acuerdo?

-Katniss, es evidente que será peligroso pero lo último que quiero es que te manipulen por el resto de tu vida.-hace una pausa- ya has sufrido bastante. Si quieres intentarlo, te acompañaremos, ya lo sabes, no es como si tuviéramos otra opción.

Sonríe juguetonamente y me mira a los ojos, acto seguido me abraza fuertemente. Prim no es tonta, aunque ya sabía que mi hermana tenía una idea en mente de cual era nuestra situación, tuve que pensármelo unos días antes de decidirme y contarle todo, y con todo, quiero decir todo. Lo cierto es que me siento un poco mejor.

-Entonces, ¿cuándo se los dirás? A Peeta y Haymitch quiero decir. Vendrán con nosotros ¿cierto?-exclama soltándome lentamente. Comienzo a caminar rápido , por lo que tiene que dar grandes zancadas para poder alcanzarme.

No sé qué contestar. Es decir, quiero que nos acompañen, eso es más que obvio pero hay un problema… Peeta. A Haymitch puedo ir y avisarle cuando regresemos a la Aldea. Pero a Peeta ni siquiera lo he visto, desde que regresamos de la Gira de la Victoria, literalmente. A pesar de la usual respuesta de Haymitch 'él está bien, no lo has visto porque ha estado ocupado' (cosa que no creo ni en lo más mínimo), para mí solo hay dos posibilidades, o la tierra se lo tragó o me está evitando, y para nada creo que la primera sea la causa. El hecho de que Peeta haya visitado a Haymitch y a mi ni siquiera me haya dejado verlo me duele. Un sentimiento de nostalgia se asienta en mi pecho.

-Cuando los vea.-respondo mirando al suelo.

-¿Y Peeta?-me quedo callada. Lo sabe; sabe que no he sabido de él desde que llegamos.

-También le…- paro de hablar en cuanto escucho el impacto de algo, levanto la cabeza y veo un montón de gente rodeando algo. Me temo lo peor.

En la plaza están los nuevos instrumentos de tortura. Sin pensarlo avanzo rápidamente hacia la multitud y comienzo a abrirme paso entre las personas. Alguien me reconoce y jala de mi brazo, deteniéndome.

-Katniss, vete a casa.-escuchar una voz familiar me tranquiliza un poco.

-¿Qué está pasando allá?

-Nada. Vete a casa.-puedo percibir la urgencia en su voz, lo que me pone aún mas ansiosa, con dificultad me suelto de su agarre y avanzo un par de pasos más hasta que una mujer se cruza en mi camino.

-Ese es tu novio ¿no es así?.

¿Mi novio? Estoy a unos pasos de saber qué es lo que ocurre realmente cuando siento que alguien jala mi brazo con fuerza.

-Katniss, ¡ve a casa!-me ordena Gale.

-¡Quién esta allá Gale!

Antes de poder replicar algo la voz de Prim llama mi atención.

-¡Katniss, es Peeta!-no sé dónde está pero su voz indica que está asustada, e instantáneamente, una sensación de terror y miedo me recorre de pies a cabeza. Como puedo, me libero de Gale y empujo a todos, tratando de llegar al centro. Cuando lo logro, lo único que me hace saber que, efectivamente es Peeta, es su cabello sucio pero imposible de confundir. La visión de Peeta arrodillado, sus manos atadas alrededor de un poste de madera, con la piel de la espalda destrozada y un agente de la paz a punto de golpearlo con un látigo me deja paralizada un segundo. Después, corro hacia ellos, gritando el nombre de Peeta.

-¡No!-de inmediato siento el dolor en la mejilla izquierda y caigo. Llevo una mano a la herida mientras con la otra me apoyo en el suelo.

-¡Lo vas a matar!- digo mientras siento las lagrimas inundar mis ojos, el dolor es insoportable. Levanto la cabeza ligeramente y veo a Gale paralizado, intento pedirle ayuda sin la necesidad de hablar pero el no se mueve. El agente de la paz levanta el arma ensangrentada con la intención de golpearme otra vez pero alguien lo detiene. Puedo escuchar y sentir los acelerados latidos de mi corazón en todo el cuerpo.

-¡Hey! alto- seguido por Prim, aparece un Haymitch medio sobrio corriendo entre la gente y tropezando con el cuerpo de ¿Darius? Está inconsciente y un enorme chichón sobresale en su frente, lo que me hace pensar que intentó ayudar a Peeta antes de que yo llegara. Me levanto lentamente, mirando al agente frente a mi a la cara. Parece fastidiado.

-Este muchacho está pagando por su crimen, no interfieran o se les castigará de igual manera-dice el agente alzando la voz.

-¿Su crimen?-pregunto desconcertada, ¿qué crimen podría haber cometido Peeta?

-¿Cuál es su crimen?-cuestiona Haymitch igual de sorprendido que yo.

-Peleó y desobedeció las ordenes que mis agentes le dieron. Borrachos como él,-hace una pausa y apunta a Peeta con la cabeza- que ponen en peligro la paz del distrito deben ser castigados.

-¿Borracho?-esto me confunde cada vez más.

-Después te explico-exclama Haymitch. ¿Qué? Peeta emite un sonido de dolor.

-Haymitch- suplico.

-¿Sabes quienes son estos dos?-me retira el pelo de la cara y levanta mi barbilla- son mis dos vencedores. ¿Sabes lo que te hará el capitolio cuando sepa lo que has hecho? ¡Su sesión de fotos para la boda es en una semana! ¿qué se supone que le diga a sus estilistas?

El agente me mira fijamente y luego en la dirección de Peeta, parece darse cuenta de la gravedad de lo que ha hecho.

-¿Y a mi qué? Ha desobedecido las reglas.

-Bien. Llamaré al Capitolio y veremos que sucede contigo y tus agentes.-el hombre parece pensárselo bien.

-Está bien, está bien. ¡Quiero que todos vayan a sus casas y que sepan: la próxima vez que alguien desobedezca mis normas, habrá pelotón de fusilamiento!-la gente comienza a retirarse, atemorizada, solo unos pocos se quedan-Si tu querido vencedor se vuelve a meter en problemas, no me detendré, no me importa lo que el Capitolio diga-después enrolla su látigo y se retira seguido por los demás, un pequeño grupo levanta a Darius y se lo llevan.

Prim corre hacia mi y checa mi mejilla.

-No te ha cortado el ojo, solo está hinchado.

Asiento y me dirijo al poste.

-¿Peeta?-pregunto temerosa en un susurro mientras intento desatar los nudos. La única respuesta es un gemido. Las manos me tiemblan tanto que necesito pedirle a Gale que lo haga él por mí. Haymitch y un grupo de mineros ayudan a poner boca abajo a Peeta en un tablero.

El camino a mi casa en la Aldea de los Vencedores me parece eterno. Prim coge nieve y me indica que la presione contra mi mejilla herida. El frio ayuda a calmar un poco el dolor. Multiplico el dolor que siento por unas cuantas decenas, el pensamiento me hace estremecerme, no puedo ni siquiera imaginar lo que Peeta está sintiendo. Cuando llegamos mi madre nos mira con cara de terror pero Haymitch solo necesita decir 'nuevo jefe' para rápido componerse y empezar a darle instrucciones a Prim mientras los hombres recuestan a Peeta boca abajo en la mesa del comedor, lo que hace que suelte un gemido de dolor. Me acerco a él y me inclino cerca de su oído, musitando palabras de aliento, pretendiendo tranquilizarlo.

-Katniss- suelta él un gemido.

-Shh, aquí estoy, tranquilo.

-¿Estará bien?-pregunto preocupada.

-Tranquila, antes del viejo Cray solía haber muchos azotamientos, tu madre era quien los curaba.

Peeta alarga su brazo, intentando alcanzarme. Me preocupa que pueda lastimarse más así que agarro su mano fuertemente. La nieve en mi mano ya se ha derretido, el dolor vuelve con mas intensidad y mi ojo no deja de llorar. Mi madre y Prim comienzan a limpiar su espalda y unos minutos después puedo distinguir dónde dio cada golpe. Ahora los únicos presentes somos mi familia, Peeta, Haymitch, Gale y yo.

Mi madre trae un jarabe y se lo da en la boca a Peeta.

-Eso no calmará el dolor.-digo.

-Es lo único que hay.-responde ella.

-¡Entonces dale más! Eso apenas calmaría un dolor de cabeza. ¡Debe haber otra cosa!-chillo.

-Sáquenla de aquí.- ordena ella.

Haymitch y Gale me meten a otra habitación por la fuerza mientras le grito a mi madre que ella no sabe lo que se siente, y que no tiene ni idea del dolor que Peeta está experimentando. Después, cuando me calmo, me dejan volver con ellos. Peeta ya tiene una capa de hierbas molidas sobre la espalda y Prim entra con una cubeta llena de nieve acompañada por el señor Mellark quien entra y se sienta pacientemente al lado de su hijo.

Gale me trae un poco mas de nieve y yo no suelto la mano de Peeta hasta que alguien llama a la puerta. Yo abro. Es Madge, esta sonrojada y agitada, y tiene restos de nieve en su dorado cabello, trae una cajita en las manos, la cual me da apenas abro la puerta.

-Supe lo que pasó, mamá dijo que podía traerlas. Por favor, úsenlas.

Antes de poder decir nada, se hecha a correr de nuevo y se pierde en la tormenta.

-Niña loca- dice Haymitch.

-¿Qué es eso?- pregunta Gale.

-No lo sé- respondo abriendo la cajita. Saco un pequeño frasco y lo levanto en el aire.

-Morfina- dice mi madre. Extrae el liquido del frasquito con una jeringa y se lo inyecta a Peeta en el brazo. Inmediatamente, veo como su cara se relaja y deja de apretar la mandíbula. Me hago una nota mental: agradecer a Madge.


Mi madre y Prim se fueron a dormir, no sin antes dejarme algunas cuantas indicaciones. Dejo a Peeta y a su padre en el comedor; me dirijo a la sala, y me siento en el sillón, frente a Haymitch y Gale. Llevo esta pregunta rondándome en la cabeza desde hace horas.

-¿Qué pasó realmente? Los dos sabemos que tú lo sabes.- pregunto dirigiéndome a Haymitch.

-Primero prométeme que no reaccionarás como una loca.

-¿Qué sucedió?

-Promételo.

-Si, si. Lo prometo. Ahora dímelo.

-¿Sabes en qué estuvo gastando su tiempo desde que regresamos?

-No, solo me dijiste que estaba muy ocupado.

-Bueno-hace una pausa- no sé cómo decirlo.

-Sólo dilo.-espeto ansiosa.

-Resulta que el chico resultó ser pésimo para la bebida, pero siguió intentándolo. Es todo un ejemplo a seguir, nunca debes...

-¿Qué quieres decir?- lo corto.

-Snow no dejó pasar lo que hizo en el Distrito 11, pensamos que no habría repercusiones pero…- deja las palabras en el aire.

-¿Qué le hizo? ¿lo lastimó? ¿qué pasó?- ¿y si Snow amenazó a Peeta? ¿y si lo lastimó? Siento mis latidos acelerarse.

-¿Conoces a Delly?

-Sí. Es una… amiga, de Peeta ¿no?

-¿Celosa cielito?- pregunta juguetón. Siento que el ambiente se tensa y veo de reojo cómo Gale aprieta la mandíbula.

Le golpeo el hombro, lo que hace que se queje, demasiado exagerado en mi opinión.

-¿Qué tiene que ver ella?

-Murió.- dice serio.-Peeta me buscó en cuanto lo supo, se culpó a sí mismo, dijo que era su castigo por haber ofrecido el dinero a las familias de los tributos en el 11. Le ofrecí un poco de alcohol para desahogarse y él aceptó.

-¿Qué? ¿por qué no lo supe? ¿tú lo sabías?- digo dirijiendome a Gale, quien asiente con la mirada baja. ¿Él lo sabía?

-Todos hablablan de eso en las minas hace una o dos semanas.

-No eres muy sociable que digamos. Como te decía, después siguió culpándose, y siguió yendo a mi casa por alcohol. Casi nunca salía de allí. El pobre nunca esperó a que los dolores de cabeza pasaran para tomar de nuevo.

-¡¿Le diste alcohol?!

-Fue su decisión, no pensé que fuera a ser tan grave.

-Por eso ese agente lo llamo borracho.- digo en un susurro para mi misma.

-Thread. Así se llama.- dice Gale.

De un momento para otro estoy sobre mi antiguo mentor, golpeándolo lo más fuerte que puedo.

-¡Es tu culpa!

-¡Hey, hey! ¡tranquila!- intenta sujetar mis brazos sin éxito.

-¡¿Y qué si hubiera…! si hubiera muerto?- mi voz es apenas un susurro al final. La sola idea de perderlo me aterroriza. Me tranquilizo un poco y pregunto.

-De todos modos ¿por qué lo… lo azotaron? ¿alguno sabe qué hizo?

-Las personas que lo vieron todo dicen que comenzó a pelear con un agente de la paz, culpándolos de una muerte o algo así. Dijeron que no parecía él, ni siquiera lo reconocieron. Supieron quién era hasta que tú llegaste.- responde mi amigo.

Un carraspeo me hace girarme y veo al papá de Peeta parado, preparándose para salir.

-Desearía quedarme pero el resto de mi familia me espera en casa. Sé que lo dejo en buenas manos.

-No se preocupe.- digo parándome.

-Buenas noches.

-Eh… señor… señor Mellark, ¿usted sabía de lo de… Delly?- pregunto titubeante, no muy segura de su es buena idea preguntar.

-Peeta la quería mucho, era una joven muy linda y buena.-dice con tristeza. Asiento.

-Buenas noches señor Mellark.-digo. Hace un gesto con la cabeza y se retira.

-¿Por qué no me lo dijo?- un sentimiento de tristeza y resentimiento se instala en mi pecho ¿es que no me tiene confianza?

No hay respuesta.

Después de eso, prácticamente los corro a ambos de mi casa. Voy al comedor y decido traer más nieve, pues la que tiene en la espalda ya esta derritiéndose completamente.

Agarro la cubeta y me pongo la cazadora antes de salir. Cuando salgo, el aire helado me pega bruscamente y siento un dolor agudo en el pecho.

Me dispongo a llenar la cubeta con nieve e inconscientemente, me pregunto por qué Peeta no me dijo lo de Delly, si solo eran amigos por qué se puso tan… mal, deberían haber sido demasiado cercanos, pero sigo sin entender por qué bebió, y no fue solo una vez, sino muchas, eso no suena a Peeta. Mi mente se llena de más y más dudas a cada minuto. Dudas que debo aclarar en cuanto se recupere.

Vuelvo adentro y le pongo una nueva capa de nieve en la espalda. Luego acerco un banco a la mesa y me siento en él. Está dormido.

-Lo siento.- susurro, disculpándome por la muerte de su amiga. Sé que no puede oírme pero aún así, siento la necesidad de desírselo.

Comienzo a mirar detenidamente cada parte de su cara, deteniéndome unos segundos en cada detalle. Sin darme cuenta, también estoy acariciando su cara. Se le ve tranquilo a pesar de todo lo que ha pasado.

Sin pensarlo, me inclino un poco más y lo beso. No es un beso realmente, sólo junto nuestros labios un segundo y me separo rápidamente. Siento el calor subir a mis mejillas de inmediato. ¿Por qué lo hice? No lo sé, pero no me arrepiento.

Recuesto mi cabeza en la mesa, procurando no despertarlo o lastimarlo.

Antes de quedarme dormida, tomo su mano delicadamente y entrelazo sus dedos con los míos.


Bueno, tengo planeado no hacer muy extensa esta historia, tal ve capitulos:p

Si alguien lee esto y les gusta sería tan amable de dejar un review? acepto críticas constructivas espero que les guste. xoxo