Este fic participa en el Reto "Slytherin y las verdades ocultas" del foro "El Mapa del Mortífago", todo lo que podáis reconocer es de la fabulosa JK Rowling y yo hago esto sin ánimos de lucro.

Este capítulo corresponde al Prompt I: Peluche.

Si queréis saber más sobre este reto pasaos por el forum El Mapa del Mortífago, encontraréis el enlace en mi perfil, no sólo tenemos retos sino que también tenemos juegos y otros muchos topics para todos los gustos y condiciones.

Advertencias: Este no es un fic de Pansy, este fic será una recopilación de personajes que pertenecen a la noble casa de Salazar y que se desarrollarán cada uno en base a uno de los prompts elegidos.

El rating, las advertencias y demás variará según el cap y el personaje.

Si tenéis cualquier duda o sugerencia o tomatazo no dudéis en enviármela a través de PM o review.


Capítulo I: Lo que calla Pansy Parkinson.

Porque ser la prefecta de tu casa te da muchas, muchísimas ventajas. Y eso Pansy Parkinson lo sabe muy, muy bien.

Al contrario de lo que mucha gente cree ella no es estúpida. No, sólo los alumnos más brillantes pueden competir para ser prefectos. Sus notas, sus perfectas calificaciones, no son a causa del dinero de su familia o de haber estado arrodillada en el despacho de Snape, o de ningún otro.

No, Pansy Parkinson se merece a pulso el puesto de prefecta.

Cuando Pansy fue nombrada prefecta todo el mundo que no la conocía bien, o sea, literalmente todo el castillo de Hogwarts, se extrañó muchísimo de que aceptara el cargo. A los ojos de todos los estudiantes ella no era más que una niña egoísta, adinerada, malcriada y algo estúpida.

A la heredera de los Parkinson le divertía hacerse pasar por estúpida. Era un papel que interpretaba a la perfección desde hacía años, la gente nunca se esperaba que la tonta y superficial Pansy tuviera un cerebro detrás de esa cara de porcelana perfecta.

— Al fin y al cabo, estoy en Slytherin por algo —le dice a Daphnee Greengrass con una sonrisa ladina y apenas mirándola por encima del hombro.

Y Daphnee la entiende completamente con esa escueta frase. Porque ellos, los slytherins, son taimados y astutos, no les importa qué deben hacer, o a quién deben destruir, para conseguir lo que quieren. A veces hasta lo toman sin preguntar.

Y Pansy Parkinson deseaba, necesitaba, ser prefecta de su casa.

Porque al ser prefecta tenías derecha, bendecida fuera Morgana por eso, a habitación propia.

La señorita Parkinson se había propuesto conseguir, tan buen punto pudiera, una habitación para ella sola.

Y no era porque no apreciara a sus compañeras o fuera un gran trauma para ella compartir cuarto o no pudiera llevarse a la cama a todo el que quisiera, que no nos engañemos, eso también influyó en su decisión.

No, las razones por las que ella quería un cuarto para ella sola estaban más allá de eso.

Ella quería un cuarto para ella sola porque necesitaba un sitio donde guardar su más preciado e importante objeto.

O más bien, objetos.

Porque al contrario de lo que todo el mundo creía, Pansy Parkinson, era una coleccionista, y no cualquiera coleccionista, no. Ella era una auténtica fan y entendida en lo que ella coleccionaba, valga la redundancia.

Y es que sí, señoras y señores, Pansy Parkinson coleccionaba algo, y ese algo eran peluches. Peluches muggles, para ser más específicos. Pero no os penséis que ella viajaba a lejanos países para conseguir cualquier tipo de vulgar peluche, no. Ella era una auténtica fan de los peluches de Pokémon.

Pansy Parkinson coleccionaba peluches de Pokémon.

Pansy podía recitarte todos los Pokémons, de todas las sagas, de todas las islas, por orden alfabético, habilidad, fuerza y ataques sin ni siquiera parpadear ni tener que consultar ni un solo pergamino sobre éstos.

Es por eso que Pansy necesitaba una habitación para ella sola, porque tenía tantos, tantos peluches (concretamente doscientos treinta y cuatro contando llaveros y mochilas con forma de esos animalitos tan monos) que no podían caber en una habitación compartida.

Admitámoslo, la magia es fabulosa pero tiene sus limitaciones.

Además, ella no podía permitir que sus compañeras, sus rastreras y envidiosas compañeras, supieran que a sus quince años aún duerme abrazada a un peluche, algo destartalado por los años, mediano de Squirtle (pokémon tipo agua, perteneciente a la primera generación, peso 9 Kg., altura 50 cm., su hábitat es el de aguas dulces, su habilidad es el torrente y su habilidad oculta cura lluvia), que ese chico muggle le había dado cuando se había perdido en el París muggle.

Siempre se acordaría de lo asustada que se sintió en aquel lugar desconocido y extraño para ella, lo mucho que le había ayudado la incesante charla de ese niño, y lo que la había relajado estrujar el peluche contra su cuerpo mientras él la ayudaba a buscar a sus padres.

Quizás era por él que coleccionaba esos peluches.

Quizás era por él, y que para Pansy ese fuera el único acto de bondad desinteresada que alguien le brindó, que un muggle pudo darle, que ella recuerda, mantiene vivo, ese gesto, esa conexión con él, a través de comprar más y más peluches sobre esos monstruitos.

Y es que lo que nadie sabe, lo que nadie se imagina de Pansy, es que años después ella sigue tratando de devolverle el peluche a ese chico, se lo menciona en cada carta que le escribe, y él no para de mandarle garabatos sobre tortugas.

Porque Pansy, como todos los slytherins, dice muchas cosas importantes y calla otras muchas. Porque así son ellos, personas complejas, llenas de matices, de las cuales nunca te esperarías las cosas que vas a leer sobre ellos.