Kevin entró en casa y lanzó el maletín al sofá con fuerza. Fue al dormitorio y se tumbó en la cama. Cerró los ojos, tal vez así pudiera olvidar el horrible día que había tenido, la horrible semana en realidad.
A veces se preguntaba si su trabajo como abogado realmente merecía la pena. Veía niños con problemas y por más que lo intentaba no conseguía salvarlos a todos. Cuando comenzó con ese trabajo, ya sabía que muchos de esos niños, acabarían en al calle o peor aún en la cárcel. Pero se conformaba con poder ver a uno en el futuro y que le diera las gracias por haber ayudado a su familia a salir adelante.
Pero aquella no era una buena semana para pensar algo así. Una madre, de poco más de veinte años, alcoholizada, un bebé que no tenía a nadie que cuidara de ella, más que una vecina que se hacía cargo de la niña cuando su madre no estaba y un padre, en paradero desconocido. El coctel perfecto para que aquel bebé de grandes ojos castaños y cabello negro y ensortijado como Kevin, acabara vagando de orfanato en orfanato.
"¿Va todo bien?" Abrió los ojos, Scotty estaba en la puerta, sonriendo, como siempre, de la misma forma que siempre conseguía hacerle sentir mejor. "Tienes mala cara."
Se acercó a la cama y se sentó junto a su marido. Kevin se acercó a él y apoyó la cabeza sobre sus piernas. Con Scotty se sentía seguro, como si nada de lo que ocurriera a su alrededor, pudiera hacerle daño. Siempre lo había notado, desde que había conocido al que ahora era su marido, Kevin se había dado cuenta que Scotty tenía un aura especial, una fuerza realmente fuerte que le hacía sentirse también él mucho más fuerte, capaz de cualquier cosa.
"¿Qué ha pasado? El juicio no ha ido bien ¿verdad?"
Kevin negó con un movimiento de cabeza.
"No ha podido ir peor. ¿Pero sabes que es lo más frustrante de todo? He visto al bebé, mientras lo alejaban de su madre y ella no se ha inmutado. Es su hijo, va a pasar la noche y tal vez más días en un orfanato y a ella no le importa."
Había sido un día realmente duro, toda la semana había sido terrible para Kevin. Empezaba a pensar que se trataba del caso más duro que había tenido entre manos, pues aunque había tratado de no sentirse involucrado con aquel bebé indefenso, no había podido evitarlo.
La primera vez que había visto a esa criatura, el bebé estaba llorando en brazos de un asistente social. La mujer lo abrazaba con cuidado, pero aquella criatura no dejaba de llorar, parecía sentirse frustrado porque nadie comprendiera lo que le ocurría. Maggie, la asistente social, pese a parecer una persona tranquila y paciente, parecía estar a punto de perder los nervios.
"Tal vez pueda ayudar." Dijo Kevin cogiendo al bebé en brazos. En pocos segundos la criatura se había quedado en silencio, mirándole con sus enormes ojos castaños al momento se quedó dormida completamente, en sus brazos. "Eso es. El truco está en sujetarles la cabeza, que se sientan cómodos pero no aprisionados."
"Vaya, pareces todo un experto en esto. ¿Tienes hijos?"
Kevin bajó la mirada, aún con el tiempo que había pasado, todavía no se acostumbraba a esa pregunta y a tener que decir que no los tenía, cuando era lo que más deseaba en este mundo.
"Creo que no ha sido la mejor pregunta ¿verdad?"
Kevin no dijo nada al respecto, aunque no, no había sido la mejor pregunta. Sin embargo, ahora tenía otras cosas en las que pensar. Hacía unas pocas horas que le habían explicado el caso, que se lo habían presentado y no había tardado ni dos segundos en aceptarlo.
Lo había leído tantas veces, que ya se lo sabía de memoria, los problemas de la aquella mujer con la bebida y como había dejado a su hija durante días con algún vecino. No había tenido una vida fácil, pero eso no la exculpaba por cuidar tan mal a su pequeña. Kevin creía que el mundo no se merecía gente así, unos esperaban desesperadamente tener la oportunidad de ser padres, mientras que otros que ya lo eran olvidan lo que sus pequeños significaban para ellos.
"El juicio… la madre no se ha presentado, no creo que le importaba si quiera su hija. Estamos hablando de un bebé Scotty y esa mujer la va a dejar en un orfanato porque está demasiado bebida como para aparecer."
"¿Qué pasará con la niña si su madre no aparece?"
Kevin no dijo nada, con lo que ya había contestado. Los dos sabían lo que pasaría, la niña acabaría en un orfanato y con un poco de suerte, sobretodo por no ser más que un bebé, alguien la adoptaría. Pero para eso, necesitaría ser una niña afortunada.
"Tenías que haberla visto. Es preciosa y en cuanto la tuve en mis brazos se quedó dormida. Es un ángel y va a tener que pasar por un infierno de vida. ¿Cómo puede alguien hacerle algo así a una criatura?"
Scotty tomó las manos de Kevin entre las suyas. Sonrió cariñosamente, mientras se preguntaba cuanta gente había como él. Podía tener muchos defectos, pero si había algo por lo que Scotty siempre le querría, era por ser tan bondadoso con todo el mundo y sobretodo con los niños. Se desvivía por sus sobrinos, siempre dispuesto a hacer todo lo que le pidieran, daba igual el trabajo que tuviera o lo cansado.
"Te preparé una taza de te, seguro que eso te ayuda a descansar. Además esta mañana Saul y yo hemos preparado una nueva receta de galletas. Te traeré unas pocas." Sonrió mientras se marchaba y se dirigía al restaurante.
Kevin se quedó solo, con la mirada perdida en la pared. No podía dejar de pensar en esa niña. Se sentía por el simple hecho de pensar que pudiera ocurrirle algo así a su propia hija. Se abrazó las rodillas, sintiéndose totalmente impotente. Pensó en el bebé. En ese momento estaría en la cuna de algún orfanato, tal vez llorando, buscando un poco de cariño y seguramente nadie le haría caso, pues sería tan sólo, un niño más.
Cuando Scotty salió de la cocina del restaurante, a punto estuvo de tirar al suelo el plato de galletas y la taza al suelo, pues la presencia de Kevin allí, le asustó. Estaba de pie, delante de la puerta, mirándole, como si hubiera preguntado algo y esperara la respuesta.
"¿Kevin va todo bien? Creo que este caso te está afectando demasiado. Deberías descansar."
"Tienes razón, este caso me está afectando, pero no como crees." Sonrió y se acercó a Scotty. "Se que vas a pensar que me he vuelto loco, pero creo que lo tengo que hacer." Scotty escuchó en silencio, aunque era cierto que pensaba que algo le estaba ocurriendo a Kevin. "Ven conmigo a ver a la niña."
"¿Cómo dices? Kevin…"
"Vamos Scotty, si hubieras visto a esa niña." Suspiró y volvió a sonreír.
Hacía mucho tiempo que Scotty no lo veía tan feliz. Si feliz, era el adjetivo, Kevin estaba feliz, radiante. Había pasado un año tan malo ente la muerte de Robert y la pérdida del bebé, que ahora parecía una persona completamente distinta. En silencio le ofreció la taza de te y una de las galletas.
"¿No te estarás encariñando de esa niña verdad?"
Kevin mantuvo la sonrisa. Con lo cerca que había estado de perder a la persona más importante de su vida, al hombre que más quería. Había sido un año difícil para todos, pero algo le decía que aquello estaba a punto de cambiar por fin. Tal vez fuera tener el propósito de ayudar a esa niña o simplemente, el sentimiento de que por fin, volvía a ser alguien útil, aunque tan sólo fuera para una niña de pocos meses.
"Podemos ayudarla. No es más que un bebé Scotty y se que necesita a alguien que cuide de ella. No tiene a nadie, no sabemos quien es su padre y desde luego no podemos contar con su madre. Scotty…"
"Se lo que vas a decir y tal vez sea un poco precipitado."
Después de todo el tiempo que llevaban juntos, Scotty había aprendido a leer la mente de su compañero, a comprender cada uno de sus gestos como si tuviera un cartel puesto en la frente, como si fuera un gran libro abierto. Por eso, no tuvo más que mirarle a los ojos y ver ese brillo que tan solo aparecía cuando deseaba algo con tanta fuerza que casi le hacía daño.
"Todavía es posible que aparezca su madre, lo admito." Durante un momento la alegría en los ojos de Kevin desapareció. Miró al suelo, sonaba egoísta pensar en separar a una madre de su hija, pero sabía que ellos serían mucho mejores padres que alguien que dejaba a su hija en un orfanato. "Pero no me estoy encariñando de ella, porque ya estoy cuidando de ella, llevo una semana entera haciendo lo que puedo por ese bebé en el juzgado y he retrasado su entrada en el centro de acogida todo lo que he podido."
Se sentó en la primera silla que encontró y se bebió lo que quedaba de te en la taza y que ya estaba frío. Ni siquiera lo notó, pues la imagen de Lucy en su mente lo ocupaba todo.
Scotty se arrodilló frente a él. tener una familia era el siguiente paso en su relación, incluso había sido uno de los motivos por los que habían estado a punto de romper su matrimonio. Pero también sabía que los uniría todavía mucho más.
"Lucy es un nombre precioso."
Kevin levantó la vista al notar la mano de su marido sobre su mejilla. Scotty le besó y dejó que poco a poco, su compañero dejara a un lado todas aquellas tensiones que no le habían dejado dormir durante los últimos días. Frotó su espalda y le escuchó suspirar tranquilamente.
"Supongo que Lucy merece que alguien esté con ella y le haga sonreír. Kevin, se que las cosas no han sido fáciles entre nosotros últimamente y que he estado a punto de fastidiarlo todo. Pero si de algo estoy seguro, es de que serás un padre inmejorable y que tarde o temprano, llegará nuestro momento."
Cuando las lágrimas se atascaron en su garganta, Scotty se vio obligado a dejar de hablar y abrazar a Kevin. Tal vez no lo hubiera dicho como Kevin, pero estaba deseando tener la oportunidad de ser padre y compartirlo todo con sus hijos.
"Cariño…"
"Lo siento. Pero no me había dado cuenta lo mucho que necesito esto tanto como tu. Me hablas de Lucy y siento que tengo que…"
No encontraba las palabras, no sabía como decir que necesitaba salir del restaurante y seguir a Kevin hasta el orfanato, porque ahora se daba cuenta que necesitaba coger a ese bebé entre sus brazos y decirle que todo estaba bien.
"¿Qué pasa si ninguno de los padres aparece?"
Kevin suspiró y sonrió casi sin pretenderlo, no se sentía bien pensando en una madre alejada de su hija. Pero al mismo tiempo deseaba tanto que no apareciera. Tal vez no fuera lo correcto, tal vez tuviera que rezar para que esa mujer volviera arrepentida, pero por no podía negar que aquella niña se había metido hasta el fondo de su corazón.
"¿Quieres venir conmigo y conocerla?" Scotty asintió. "Es una niña preciosa y en el caso de que ninguno de los padres apareciera, entonces otra persona podría intentar adoptarla. Alguien que demuestre que puede cuidar de ella, unas personas que aseguren que pueden ser sus padres."
Scotty se puso en pie y le ofreció la mano a Kevin. Su marido se abrazó a él sin decir nada y apretó su cuerpo con mucha fuerza. sabía que algo estaba a punto de cambiar, pero ya había tenido esa sensación hacía mucho tiempo. No quería hacerse ilusiones, pues ya sabía que era muy fácil que le rompieran el corazón. Pero al menos mantendría esa ilusión mientras pudiera. Tal vez Lucy era su oportunidad.
