Disclaimer: Sherlock no me pertenece. Vikings tampoco. Solo juego un poco con la historia de ambos y las llevo a un universo alterno.

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Odín tiene otros planes

Después de un largo y terrorífico invierno, el cual se llevó las vidas de muchos de sus hijos, mujeres, hermanos, y ancianos, retornaba la primavera con la mayor de sus glorias. El calor podía sentirse en sus mejillas y el comienzo del despojo de sus abrigos de pieles daba inicio.

Así también, había muchas mujeres quienes debían despedirse de sus esposos o prometidos, y viceversa, ya que el nuevo Conde había decidido partir hacia el Este, como ya había sucedido cuatro años atrás. El mismo había narrado su experiencia en los saqueos en las tierras inglesas y lo accesible que tenían su oro. Aún parecía mentira que fuera tan fácil acabar con sus hombres y a la vez obtener tales tesoros.

John Watson había entrenado arduamente con sus fieles compañeros, y junto al mismísimo Conde Ragnar Lothbrock, por lo que se consideraba a sí mismo un gran guerrero. Sin mencionar su gran curiosidad, aquella que lo había llevado numerosas veces al borde de la muerte, pero siempre saliendo victorioso, al fin y al cabo.

Por otro lado, había mantenido conversaciones con el amigo del Conde, el cura que se había traído de eslavo de las tierras inglesas, pero que decidió liberar al poco tiempo, Athelstan. Con él tuvo intercambios de conocimientos respecto a medicinas para curar las enfermedades o lesiones que se podían presentar, y así, sus habilidades eran útiles tanto en el campo de batalla como cuando ésta había acabado y se requería curar de los heridos.

Innegable era que apenas llegada la primavera, tenía todo listo para partir de Kattegat y ayudaba a sus compañeros de viaje y guerra a guardar las provisiones en los barcos construidos por el increíble Floki, quien sin su ayuda la sola idea de viajar al este hubiera sido no más que un sueño.

En tan solo tres días, todos los barcos de las regiones vecinas que deseaban viajar con Ragnar estaban en las costas de Kattegat, las provisiones dentro de los barcos y todo viajero y guerrero listo para marchar. El Conde se despidió de su mujer y de sus hijos, quien prometió un sacrificio a Thor por nuestro buen viaje y éxitos en la obtención de grandes tesoros.

El joven guerrero, John, se movía por el barco con gran ansiedad. No solo porque nunca había viajado a mar abierto, sino que también deseaba conocer nuevos terrenos en los que luchar y por Odín, deseaba que fuera grandioso.

Al caer la noche, la marea se volvió violenta y los truenos resonaban en el cielo sin cansancio. A lo lejos oía los gritos de Floki que aclamaba que Thor se hallaba celebrando nuestro viaje golpeando su martillo. Esto infundió alegría en los corazones de los nórdicos y ansiedad por llegar a tierra firme.

La marea embraveció en el transcurso de la noche alejando los barcos unos de otros. Al amanecer John no podía encontrar a su alrededor ni a lo lejos rastro de otro bote. Mucho menos el del Conde Ragnar. Sin embargo, pasadas las horas, llegaron a tierra.

El proceso de anclar el barco para evitar su partida, desembarcar las provisiones y armas que se encontraban dentro del bote y construir un pequeño campamento comenzó. La brisa del mar golpeaba contra sus cuerpos trayendo a su vez el aroma salado propio de sí. No pasó mucho tiempo para que los guerreros ya se sintieran cómodos en esas tierras e hicieran bromas a diestra y siniestra. Algunos de los hombres habían ido de caza para tener algo fresco en sus bocas.

John bromeaba junto a su mejor amigo, Ulfric. Se conocían desde pequeños y habían entrenado siempre juntos. Por lo general, en las travesuras en las quese metía uno, podías encontrar al otro andando cerca o a su lado. Para el último tiempo, Ulfric había conocido a una mujer de las tierras del rey Horik y pasaba gran parte del tiempo a su lado, sin embargo, con este viaje, la mujer se había quedado en Kattegat y su amigo volvía a pasar tiempo con él.

Entre las bromas que se hacían y las conversaciones subidas de tono, para cambiar el tema y alejarlo de su amada, Ulfric desafió a John a escaparse del campamento sin ser vistos y visitar alguno de los pueblos o templos cercanos, adquiriendo en el proceso, algunos de sus tesoros, para luego regresar al campamento con éxito.

"Vamos, John. ¿O es que acaso es demasiado arriesgado para ti?" Ulfric sonrió de lado, y cruzó sus brazos. En su respuesta, John entrecerró los ojos y se quedó pensativo por un momento, antes de sonreír.

"Lo haré y sabes que saldré triunfante."

"No lo sé. Debes escaparte del campamento sin que nadie se entere y también sabes que hay que esperar alguna noticia de Ragnar."

"Hemos perdido a Ragnar y ni él debe saber dónde estamos. Lo más seguro es que crea que nuestro barco se ha hundido." Refutó el rubio poniéndose de pie para analizar el campamento y armar una estrategia de escape. Ulfric se puso de pie a su lado con una sonrisa divertida, su cuerpo temblaba de emoción por la travesura que estaban a punto de realizar. Parecía más un niño que un adulto.

Dejaron que las horas pasaran y los hombres se sintieran cómodos en el campamento. Unos hombres y mujeres ya se habían ido a dormir, mientras que otros montaban guardia por si ingleses llegasen a aparecer.

Cuando solo quedaron dos hombres junto al fuego, intentando no quedarse dormidos, John y Ulfric decidieron tomar unas hachas y caminar por entre la oscuridad a gachas, para evitar ser vistos por sus compañeros. Ulfric tanteaba la tierra con su mano para ir despejando el camino de ramas, hojas y cualquier otra cosa que hiciera el suficiente ruido para alertar a quienes montaban guardia. John lo seguía de cerca, vigilando de reojo que los dos hombres no miraran para su lado, y mientras tanto guiaba a su amigo hacia dónde ir.

Cuando finalmente se alejaron lo suficiente del campamento, golpearon sus pechos como signo de victoria y se aguantaron las carcajadas para no alertar a nadie. Siguieron su camino, esta vez sin ir a gachas, pero con precaución en caso de encontrarse con guerreros ingleses. Si bien Ragnar y sus amigos habían dicho que los ingleses no estaban armados, que era como pelear contra niños, no quería correr ningún riesgo.

Caminaron alrededor de 40 minutos hasta que se toparon con una ciudad pequeña. Ambos amigos se miraron entre sí con asombro y sonrieron con alegría. Ninguno podía creer que se encontraran en tierras no exploradas, solos, y al borde de matar ingleses, y robar sus tesoros.

Ulfric, quien tenía una contextura física más grande que la de John, y era más de la fuerza bruta quería ir directo a una casa, pero John lo detuvo rápidamente y negó con la cabeza. Con su hacha señaló una estructura amplia y alta.

"Escuché al cura hablar de estos templos. Allí es donde guardan sus tesoros. Si no queremos alertar a los soldados ingleses." Su fiel amigo asintió y con recaudo se dirigieron al templo.

Antes de cruzar los caminos o calles, miraban a ambos lados y escuchaban con atención en caso de que algún guardia se aproximara o un ciudadano que pudiera alertar a los soldados. Llegaron sin dificultad a la puerta del templo e intentaron abrirla, sin embargo, la misma estaba bajo llave. El joven rubio frunció al respecto y se volvió frente a su amigo indicando en señas que rodearan la estructura para hallar otro método de entrada.

Sin mayores palabras se separaron. John contemplaba con asombro la arquitectura del templo, le sorprendía la belleza que poseía y se intrigaba por quienes la habían construido. Pero debía enfocarse y encontrar alguna ventana con fácil acceso. Esta tarea se le dificultaba ya que no contaba con buena altura y las ventanas que se podían observar estaban lejos de su alcance. Hizo un sonido, imitando un cuervo, para llamar a su compañero, mas éste no respondió. Debía ser que había encontrado un modo de ingresar, por lo que de inmediato se dirigió a la entrada del templo esperando que su amigo abriera sus puertas.

El tiempo transcurrió y aún las puertas se mantenían firmemente cerradas. Su preocupación aumentaba a medida que los minutos pasaban. Una mano firme y segura tomó su hombro y un escalofrío le recorrió la espalda paralizándolo en el lugar por un instante. Sin pensar demasiado tomó su hacha y arremetió contra el que lo había sorprendido.

Su golpe fue detenido por otro de los hombres que debía estar en el campamento. Se sorprendió y seguido empalideció al saber que habían sido descubiertos. Detrás de Furnir estaba el resto de los hombres, preparados con armas para batallar.

Furnir, quién lo había tomado por sorpresa, le dio un golpe en la cabeza a modo de reprimenda.

"¡Eres idiota!" Exclamó en un susurro, para no advertir a los ingleses. "¿Cómo se van así? Ragnar los mandaría a que les hagan el águila sangrienta por su estupidez. A todo esto, ¿dónde está Ulfric?" En el preciso instante en que terminó de formular la pregunta, un fuerte golpe se oyó dentro del templo. Seguido de eso, fuertes campanadas, aturdiendo sus oídos.

A los guerreros nórdicos se les puso el vello de punta y sin esperar un solo momento más corrieron a acabar a todo aquel que se pusiera en su paso. Entraban a las diferentes casas y asesinaban a hombres y mujeres sin piedad. Luchaban contra los soldados ingleses sin miedo a la muerte y dando todo de sí para triunfar.

John se había quedado paralizado, lo único que hacía era observar la vil escena que se presentaba frente a sus ojos. Mirara por donde mirara, lo único que se presentaba era sangre. Lo único que podía escuchar eran gritos de terror ante la inevitable muerte que iban a enfrentar. No podía encontrar a su amigo y eso lo asustó como nunca antes lo había hecho. Ni siquiera cuando se enfrentaron contra un oso tuvo tanto terror como en ese instante.

Giró rápidamente para adentrarse al templo. Con fuertes y desesperados hachazos derribó las puertas y entró corriendo en busca de Ulfric. Cuerpos de curas se encontraban en el suelo, pero no el de su amigo, lo que lo preocupaba más, y también lo aliviaba, ya que significaba que aún estaba vivo. Mientras subía las escaleras, tres escalones a la vez, llegando al siguiente nivel chocó contra alguien. El aire de sus pulmones salió repentinamente de ellos provocando que tuviera que detenerse a retomar el aire antes de continuar, o de arremeter contra quien había chocado.

Levantó la vista y un joven de aproximadamente su edad, alto, delgado, piel pálida como la de las doncellas, pómulos altos y unos ojos grises que lo perdieron por un minuto. Con solo verlo sintió su inocencia, su temor. Unos gritos en el piso inferior, lo volvieron al mundo real. Gritos en otro idioma, previos a una muerta, y los gritos ante heridas mortales. Compañeros nórdicos suyos estaban en el templo. Volvió su mirada al joven pelinegro y aunque su mente exclamaba acabar con él, no sentía que sus brazos respondían para levantar el hacha. Hizo una mueca y tomó del brazo al muchacho y lo arrastro contra su voluntad hacia una de las habitaciones que halló con sus puertas abiertas.

Cerró las puertas y observó la pequeña habitación. Se dirigió a la cama y dio vuelta el colchón, seguido de eso, fue a la mesa de noche y abrió sus puertas. Luego abrió el ropero y sacó cualquier tipo de prenda que pudiera haber. Todo objeto que pudiera haber en el pequeño dormitorio sacó de su lugar, y si no era de valor, era arrojado al suelo.

"Échate en el suelo, detrás de la cama." Dijo el rubio al inglés. Éste frunció el ceño y torció la cabeza ligeramente a un lado.

John bufó al darse cuenta de que el muchacho no comprendía su idioma y lo estúpido que había sido intentar hablar con él. Indicó con sus manos que se echara detrás de la cama y finalmente el joven lo hizo. John retrocedió a la entrada del dormitorio y observó hacia donde se encontraba el inglés. Desde aquella perspectiva solo podían verse los pies, y a menos de que alguien ingresara, parecía que era otro cuerpo más.

El rubio sonrió y juntó los pocos objetos de plata que había hallado y en el momento en que se giró para marcharse de allí, Ulfric apareció en la puerta con una herida al lado de su ojo izquierdo. Eso, estaba seguro, dejaría una gran cicatriz.

"¿Dónde te habías metido, John? Te he estado buscando por todos lados. Furnir está furioso. Parece que nuestra misión secreta ha fallado."

"No me digas. ¿Dónde habías estado tú? Creí que te hallaría muerto." Ante esa declaración su amigo se carcajeó.

"Vamos, ¿yo? Quien morirá primero serás tú. Ahora hay que marchar antes que Furnir o Jorgen vengan y nos aniquilen." Antes de marcharse, Ulfric dio una mirada a la habitación y asintió con una sonrisa al ver su víctima.

John siguió su mirada y se preguntó a sí mismo por qué había hecho aquello. Por qué había salvado al joven inglés, si no significaba nada para sí. Miles de veces había cuestionado la incapacidad del conde Ragnar por no haber acabado con el cura cuando lo encontró, pero ahora… quizás lo entendía. Aunque sea ligeramente.


Espero que les guste la historia. Cualquier crítica, pregunta, lo que sea, no duden en dejar un comentario.