Novia a la fuga.
Lo que antes era amor ciego
Lo envuelve ahora la locura
Lo que antes era un sí quiero
Lo está matando la duda.
Había una vez una chica llamada…bueno, mejor lo leéis vosotros mismos:
Hermione Granger se encontraba en su habitación, parada frente a un espejo de cuerpo entero. Se suponía que aquel día era el más feliz de su vida. Sin embargo, allí parada y vestida con un precioso traje blanco, se sentía completamente sola.
-¡Herms! ¡Rápido! ¡Tenemos muy poco tiempo para llegar a la iglesia, los invitados y el novio ya están allí!- exclamo su amiga, Ginny Weasley, entrando en la habitación.
-Ya voy Gin-contesto ella acercándose a la puerta.
Las dos chicas aparecieron delante de una gran iglesia, a las afueras de Londres.
Las puertas se abrieron poco a poco y comenzó a sonar la marcha nupcial. Hermione comenzó a caminar poco a poco hacia el interior de la Iglesia.
La novia iba seguida por sus dos damas de honor: Ginny Weasley, su amiga del alma y una prima segunda de su futuro marido, de la cual ni siquiera sabía su nombre. Las dos llevaban preciosos vestidos color rosa claro.
Poco a poco llegaron hasta el altar. Allí esperaba el novio, con una sonrisa en la cara. Pero esa sonrisa no le pudo ser devuelta ya que, según pasaba el tiempo, la sensación de soledad crecía en el interior de la chica.
-Hermione Jane Granger, ¿quieres a Víctor Krum como esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe?-dijo el cura.
Solo hicieron falta dos segundos para que se diera cuenta de la verdad, y una sola palabra para hacerla realidad.
-No.-diciendo esto, Hermione tiró su ramo de flores por los aires y salio corriendo de la iglesia, para desaparecer por donde había desaparecido.
Apareció delante de una casa de campo, en lo que parecían las afueras de Hogsmeade.
Allí vivía la persona que había conseguido que todo cambiara para ella.
Sin pensarlo dos veces se dispuso a entrar.
En la iglesia reinaba el caos.
Los suegros y los padres se peleaban, Víctor Krum tenía la mirada perdida en algún punto del horizonte y su prima intentaba reanimarle, Harry y Ginny intentaban localizar a Hermione cuando…los dos se miraron y, con una sonrisa, dijeron al unísono:
-Ron.
Hermione entro corriendo en casa de su amigo de la infancia. Aunque realmente, ahora comprendía que para ella no era solo un amigo.
Le encontró en el salón mirando un aparato muggle que su padre le había regalado hacia tiempo, la televisión.
-¡Ronald!-exclamo para llamar su atención. El chico giro su cabeza hacia donde ella estaba y la miro confuso. Se levantó del sofá donde estaba sentado y se acerco a ella.
-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar casándote con iVicky/i?-preguntó.
-Te amo Ron.-dijo ella. Después, besó al pelirrojo. El chico la cogio en brazos y comenzó a dar vueltas con ella, mientras reía y gritaba:
-¡TE AMO HERMIONE GRANGER!
-No os preocupéis, Herms esta en buenas manos.-dijo riendo la pelirroja a los padres, suegros, invitados y novio.
-Pero…¿A dónde se ha ido?-pregunto Víctor, que ya había reaccionado.
-A cumplir su sueño.-contesto Harry sonriendo misteriosamente.
Y así termina la historia.
Quizá os preguntáis, ¿Qué pasó con todos los invitados a la boda? Pues aprovecharon que el banquete estaba pagado y se fueron a comer. Y a lo mejor también os preguntáis, ¿Qué pasó con Ron y Hermione? Hermione se fue a vivir con Ron y un mes después se casaron, ahora tienen una niña llamada Jane.
Y, como dicen en los cuentos de Hadas, todos fueron felices y comieron perdices.
