Makoto continuó reparando los paneles del invernadero. El día anterior había estado haciendo demasiado viento y ahora tenía mucho trabajo por hacer. Se lamentó no poder ir a ver a Sousuke, pues ya era casi como una rutina ir por la mañana a verlo para desayunar. Claro, cuando no pasaba la noche ahí.

Se sonrojó al recordarlo.

Antes había pasado la noche en su casa, pero casi siempre había sido porque el mal clima lo retenía ahí o después de ver películas con Nagisa. Su rubio amigo le decía constantemente que era demasiado amable para negarse a ver películas que lo asustaban y Sousuke todavía se preguntaba cómo era posible que Makoto anduviera por los solitarios caminos del campo, en ocasiones sin una linterna siquiera y se atemorizara de películas que eran claramente una exageración.

El día anterior habían visto una que era supuestamente popular, en la que un par de jóvenes comenzaban a contarse historias de terror. La mayoría abordaban el tema de los muertos vivientes, ya fuera como epidemia o como asesinos que buscaban la vida eterna.

Cuando la parte en la que un doctor no quería hacer la prueba de contagio y quería lanzar al paciente a la horda de zombis y terminaba muerto (convertido obviamente en zombi), Nagisa comentó que sería divertido hacer una fiesta de disfraces como en América. Justo en la noche de halloween.

—Nosotros no celebramos esas cosas, Nagisa. —había dicho Makoto, mientras se envolvía en una manta y se hacía una bola temblorosa al lado de Sousuke.

—¿Por qué no? —los ojos del rubio brillaron con emoción. —Me vería bien como una bruja sexy, con mallas de rayas y falda corta. —comenzó a reír. —Sousuke también se rió entre dientes, bebiendo de su lata de cerveza.

—Sousuke podría ser un médico zombi, como el de la película. —y luego miró a Makoto. —Y tú la enfermera sexy. Con liguero y todo. —Makoto se sonrojó con furia y Sousuke se atragantó con la cerveza.

Nagisa reía histérico.

—No seas tonto, Nagisa. —masculló Makoto. —Esos disfraces son para mujeres delgadas.

Nagisa lo ignoró olímpicamente y se dirigió a Sousuke.

—¿A qué te da curiosidad?

Sousuke se sonrojó y decidió que lo más sano sería dejar de beber, o moriría ahogado.

Al final, no hicieron ninguna reunión además de su habitual noche de cine en casa de Nagisa, a la que sólo aceptaban ir Sousuke y Makoto, pues nadie más disfrutaba de las películas de terror como ellos. Bueno, Makoto lo hacía más que nada porque no podía negarse a su rubio y pequeño amigo y Sousuke, aunque secretamente gustaba de ese tipo de género, Nagisa sabía que lo que en realidad quería era tener pegado a Makoto cada vez que algún monstruo salía en pantalla.

Sousuke y Makoto eran más bien discretos con su relación en público. Sí, se les veía muy a menudo juntos, pero eran siempre actividades al aire libre a las que en ocasiones los acompañaban otras personas, como sus salidas a la playa, a pescar o sólo a pasear. Incluso Sousuke ayudaba en la granja a Makoto y Makoto en la clínica a Sousuke.

Nagisa, un día que desayunaban juntos en casa de Sousuke había mascullado con cierto hastío que parecían una pareja de viejitos, que no hacían nada divertido y Makoto se sonrojó, apresurándose a decir que la vida que llevaba ahí no era de viejito y se divertían mucho.

Sousuke arrugó su nariz un poco, decidiendo que Nagisa tenía algo de razón.

Por eso, esa tarde se plantó en casa de Makoto dispuesto a invitarlo a salir y le preguntó sobre qué tenía pendiente para el otro día. El padre de Makoto salió y lo miró fijamente, no dijo nada, pero la expresión seria de Sousuke parecía rivalizar con la del señor Tachibana. Al final lo invitó a pasar a comer con ellos, después de todo su mujer siempre preparaba comida para él también, y después ingresó a la casa.

Tanto Makoto como Sousuke se sorprendieron de aquella invitación y al terminar de comer, cuando el padre de Makoto invitó a Sousuke a beber sake, y le agradecía la ayudaba que brindaba a la granja (y al pueblo siendo el médico, por supuesto), Makoto le sonrió a su padre, pues aparentemente Sousuke le agradaba.

Al final, su plan de invitar a salir a Makoto no prosperó, pero al salir de la casa del castaño, con un recipiente con fideos para cenar y lo que quedó de una de las botellas de sake, se quedó con la sensación del novio que acaba de conocer al padre de la novia y este aprueba (un poco) la relación.


Makoto llegó a eso del mediodía a ver a Sousuke. El moreno había salido desde temprano a ayudar a la enfermera del colegio a dar unas pláticas sobre educación sexual y todavía no regresaba. Makoto decidió esperarlo en la cocina, mientras le ayudaba a limpiar un poco, pues dudaba que al doctor le quedara tiempo libre para hacerlo.

Sin embargo el lugar estaba impecable, por lo que puso a hervir agua para preparar té. Estaba apagando la hornilla cuando el timbre de la clínica sonó. Se acercó a la puerta y se topó con la señora Udou, la mujer a la que Yamazaki visitaba una vez por semana debido a que padecía diabetes.

—Buenos días. —la saludó con una sonrisa. La mujer le sonrió a su vez y Makoto se apresuró a hacerse a un lado para dejarla entrar.

—Oh, querido. No vengo a consulta. —habló la mujer mientras entregaba una bolsa al castaño. —Vine a avisarle al doctor que me iré a vivir con mi hija por un par de meses, a la ciudad, por lo que no será necesario que me visite.

Makoto le sonrió.

—Me alegra que pueda pasar un tiempo con su familia. ¿Empacó su medicina correctamente o quiere que la acompañe a hacerlo?

La mujer le sonrió con amabilidad a Makoto y negó con la cabeza.

—Erraste tu profesión, Tachibana, debiste ser enfermero, eres muy bueno ayudando al doctor. —Makoto se sonrojó.

—Tengo un poco de tiempo libre. —se excusó.

—Mentiroso. —y por supuesto que lo sabía, ella, como muchos en el pueblo sabían lo desgastante que era la vida de un agricultor. Inclinó un poco la cabeza a manera de despedida. —Es bueno que el doctor haya venido al pueblo.

Makoto cerró sus ojos al momento de sonreír.

—Le diré que pasó a despedirse. —la mujer se dio media vuelta y caminó hasta la entrada, en donde una mujer le hizo una pequeña reverencia a lo lejos y después ayudó a la mujer a abordar un auto.

Makoto entró a la casa y pocos minutos después sonó el timbre otra vez. Cuando abrió, se encontró con un muy sonriente Nagisa.

—Entonces, como buena esposa, ahora abres la puerta. —preguntó con un ligero tono burlón. Makoto se sonrojó.

—¡¿Qué?! —preguntó con sorpresa, Nagisa se rió entre dientes.

—Nada, nada, señora Yamazaki. —movió la mano, como restándole importancia a sus palabras. —El domingo vamos a la playa. Nos vemos en tu casa, ya le avisé a Ran, Rei estará de visita. —Nagisa sonrió.

Makoto asintió.

—¿Cuánto tiempo se quedará?

—Desde el jueves y todo el fin de semana, también pasará tiempo con sus padres, pero prometió ir a la sesión del gran Nakata el sábado.

Makoto sintió un tic en su párpado izquierdo. Llevaba suficiente tiempo viendo películas con Nagisa, como para saber a quién se estaba refiriendo con exactitud.

—Si Rei te acompañará a ver las películas…

—Ni lo pienses. Ya le dije que tú y Yamazaki irán. —casi gruñó.

—Ni siquiera conoce a Yamazaki… —comenzó Makoto, pero Nagisa le sonrió de nuevo.

—Sábado en mi casa, domingo en la playa Makoto, no intentes escaparte. —Nagisa se dio la vuelta para marcharse, Makoto suspiró. —¡Dile a Yamazaki!—casi gritó el rubio desde la entrada al jardín, sacudiendo su mano a modo de despedida.

Pero Sousuke no regresó para almorzar.


Hideo Nakata. Reconocido director japonés, famoso por haber dirigido "Ringu", película en la que se basó "El Aro".