NOTA DE LA AUTORA: Bien, queridos lectores, les traigo ahora algo un poco diferente. Esta mañana mientras hablaba con mi hermana y amiga escritora Light Of the Moon 12 se nos ocurrió retarnos a duelo, una especie de batalla de fics donde ella me pedía un fic con ciertas características y yo hacía lo mismo para con ella, creado un one shot que sería entregado hoy mismo y que ustedes lectores decidirían que fic ha ganado.

El relato que Light Of the Moon 12 me pidió consistía tener un trío amoroso formado por ShevaxChrisxLeon y que fuera un poco romántico

Espero llenar las expectativas de todos ustedes y sobretodo la tuya hermana.

AGRADECIMIENTO ESPECIAL: A Nessio por siempre tener una opinión antes que varios de ustedes y a Light Of the Moon 12 por aceptar este pequeño juego. Sin más, a leer.


Resident Evil no me pertenece, solo las ideas locas que me inspiran a hacer más escritores y fans como yo.

Ruslán y Liudmila

Por GeishaPax

La misión en Kazajistán estaba terminando, Sheva respiraba a través de su bufanda mientras se movían hacia Rusia en aquel avión comercial. El frío era insoportable y no le agradaba la idea de vivir en el invierno por tanto tiempo.

No estaba acostumbrada a temperaturas inferiores a los 5 grados, pero ahora, se encontraba -11 y apenas comenzaba el día.

Su compañero de viaje era el agente de la Casa Blanca, Leon Scott Kennedy, enviado por F.O.S. para el éxito de la misión de investigación. No tenía referencias de él más que un informe sobre Las Plagas de hace más de diez años.

Era un hombre bastante atractivo, al menos le habían elegido un "esposo" atractivo para su misión.

—Sheva.

La voz del hombre la sacó de los pensamientos y la hizo volver al frío.

—¿No quieres otra frasada?

—No, gracias. — respondió cortés. —Solo debo acostumbrarme al frío.

Ya se sentía lo suficientemente tonta con todo lo que llevaba encima como para parecer una casa de campaña.

Estaban saliendo de una región desértica y fría que desconocía. Iban rumbo a Moscú y ella se sentía como turista en sitios que aún no descubría.

Leon hizo caso omiso y la cubrió junto con él.

—Sheva. — le susurró al oído. —Se supone que somos pareja, vamos a un país de paranoicos, ellos son especialistas en el espionaje, tenemos que ser convincentes.

Ella asintió y recargo la cabeza en el hombre del agente.

—¿Nunca has hecho un trabajo así? — le preguntó rodeándola con el brazo.

—Con honestidad, nunca. ¿Tú sí?

—No a este nivel, siempre me han mandado solo y no solía más que involucrarme con algunos objetivos. No entremos en detalles de eso.

La morena asintió.

Leon tenía facha de un James Bond que en cada misión seguramente alguna mujer caía rendida a sus pies.

—Nuestro destino es menos frío, te lo prometo.

Sheva suspiró.

Si no hubiera puesto tierra de por medio, si no quisiera tanto a un hombre que no le quería, si no fuese Leon su acompañante y fuese Chris…

Todo sería diferente.


El capitán Redfield no dejaba de revisar su correo y de realizar llamadas. Le debían varios directivos del planeta algunos favores y ahora se los estaba cobrando de una vez por todas.

—Chris…

Una avergonzada Rebecca entró a la oficina seguida de Parker Lucciani.

—Esperen. — el castaño levantó la mano mientras observaba a la nada. — Reynolds, sí, te escucho… entiendo. — empezó a anotar indicaciones en una hoja. — sí, ahora mismo ingreso, muchas gracias.

Colgó y empezó a teclear en la computadora.

—Chris. — habló Parker. — Tenemos información gracias a los contactos de Rebecca.

—Leon viajó a Kazajistán hace tres días y…

—Sheva también fue. — terminó la frase de la mujer. — es lo que estoy revisando, no hay registro de su salida del país.

—Te dejo la orden de misión de Leon. — le dijo la castaña mientras salía seguido del italoamericano.

Dejaron a un angustiado Chris en , la tensión se sentía en el aire.

—¿Crees qué la encuentre pronto?

—Espero que sí… — respondió la doctora.

Se sentía apenada, no debería estar sucediendo nada de lo que estaba pasando. Todo fue un maldito y cruel malentendido.

El hombre le acarició la cabeza.

Sabía que Rebecca se sentía culpable por una escena mal interpretada por parte de la africana. Ella estaba ebria lamentándose por dejar ir al único hombre que la quería y Chris la abrazó, dándole un beso en la cabeza diciendo que él nunca se iría.

Con la diferencia de que Sheva desconocía de que Rebecca hablaba de un ex marine que dieron por muerto.

Días después Sheva había pedido su transferencia a Asia, y no de vuelta a la rama africana.


—Desmond y Molly Jones, bienvenidos a Rusia.

La chica de migración les devolvió los documentos con una sonrisa.

Leon abrazó a la mujer a su lado y recibió los documentos con una sonrisa encantadora.

—¿Ahora que sigue "Desmond"? — preguntó Sheva.

—Tenemos que ir al Teatro Bolshói en la noche, vamos por el equipaje. — contestó observando de nueva cuenta los pasaportes. — ¿Es en serio? ¿The Beatles?

Sheva rió, la creatividad de Helena para la documentación no parecía ser la mejor.

Al tener su equipaje en su poder y salir de la terminal, la morena observó con recelo al hombre. El clima no era mejor, pero no dijo nada, se acomodó mejor la bufanda y el gorro.

—¿En verdad tengo que salir en la noche con menos grados y en vestido?

—Será por breves instantes, no seas llorona. Tampoco me agrada el frío.

Sheva señaló un taxi y lo abordaron. Con un limitado uso básico del idioma local, el agente le indicó al taxista un sitio de renta de automóviles de uso empresarial. Al parecer era un sitio que ya había usado en el pasado.

Sheva solo se dedicó a sonreír y siguió a su supuesto esposo mientras llenaba la información en la ventanilla. Sacó la tarjeta de crédito y el encargado la pasó por una terminal. Afirmando con la cabeza y con un breve intercambio de palabras, le entregó las llaves al rubio.

El ojiazul asintió y tomó a Sheva por sorpresa, rodeándola por la cintura y caminando.

—Tenemos carruaje, Cenicienta.

—Mierda Leon… — Sheva intentó hablar en voz baja. —No vamos a llamar la atención dos empleados de la embajada con un Marussia F2.

Leon se encogió de hombros. — Vamos a un evento muy importante mujer, no es para menos.

—Pero un puto coche que es la competencia de un Lamborghini, ¿es en serio?

—Sube al auto y ya no digas nada, iré por las maletas.

La mujer esperó con paciencia mientras observaba la alianza falsa que reposaba en su mano, como un peso extra que no necesitaba su alma.

—¿De quién huyes? — la voz del ex policía la hizo volver de nuevo a la realidad.

—No huyo, solo necesito tiempo para mí.

—No sé quién te hizo sufrir, pero conozco muy bien el tema. Creo que en el poco tiempo de misión en Asia y aquí puedo decir que eres más valiosa de lo que crees que eres.

—¿Y tú Leon?

—Yo. — encendió el auto y sonrió con ironía. —Yo me quería retirar e irme con una mujer.

—¿Y qué pasó? — preguntó ahora con curiosidad.

—Fue muy tarde, y me di cuenta de que no nos amábamos. — empezó a conducir hacia el hotel.

El resto del trayecto fue en total silencio. Sheva sabía que a veces a gente como ella o el agente a su lado, las situaciones personales los llegaban a sobrepasar. A veces se les olvidaba también cuidar su vida sentimental y sobreponían la vida como soldados.

Llegaron a su habitación, dejaron las maletas y bajaron a comer algo. Leon la volvió a tomar por la cintura y le habló en el cuello, provocando un escalofrío en la agente SOU. La jaló a la pared del pasillo justo antes de llegar al elevador y la acorraló entre él y la fría pared.

—No quiero alarmarte Sheva, pero creo que nos están vigilando. Actúa como si estuviéramos en plena luna de miel.

La ojos de avellana levantó la mano y le acarició el rostro.

—¿Habrán puesto micrófonos en la habitación?

—Seguramente, Sheva, lo siento, pero voy a tener que besarte.

En los libros que se les daba a todos los estudiantes de la Academia Militar en su primer día de clases, había una lista que todos los soldados —incluso los capitanes— debían conocer. Parecían guías, pero delineaban todas las actitudes y responsabilidades que se esperaba que los soldados debían mostrar.

La regla número uno era: El deber antes que el honor. Las misiones eran siempre el primer lugar, los soldados —específicamente de la B.S.A.A.— debía sacrificar todo por el bien de su misión.

La regla número once enunciaba: "los soldados deben contener las emociones por el bien de la misión".

Sheva no podía ver cómo esta regla seguía siendo relevante. Los mejores soldados, policías y agentes que había conocido eran un foso de volátiles emociones que no les importaba esconder.

Pero era la regla sesenta y cuatro que la africana recordaba en ese momento decía: Cuando estén comprometidos cambien el compromiso.

¿La explicación? Si terminabas siendo descubierto mientras echabas un vistazo en un lugar donde se suponía no debías estar y sin ningún refuerzo o escape, tenías que intentar hacerlo ver como si fuera algo mucho menor de lo que actualmente era.

Ejemplo: Tomar a la persona más cercana a ti y comenzar a besarla sin compasión alguna.

La combinación del cuerpo del agente presionado tan íntimamente contra el de ella y la adrenalina en sus venas habían disparado algo en ella, no sabía si el ligero temblor que sentía era por los nervios o por el frío del país.

¿Qué podía decirle? "No Leon, discúlpame a mí por besarte". No tuvo más tiempo de pensar en eso cuando sintió los labios del rubio apretarse contra los suyos.

Podría decirse que era un beso gentil, esperando la autorización de la mujer para seguir con la labor.

Sintió un ligero apretón en el trasero y la voz de Leon casi imperceptible:

—Gime.

Sabía por qué quería que hiciera ruido: sólo la gente que estaba planeando algo se mantenía en silencio. Y un par de agentes infiltrados buscando terroristas serían los indicados para no hacer ruido, sin contar que estaba comprobado que las muestras de afecto eran evitadas por terceras personas como espectáculo visual.

Sheva sintió la brisa de aire seguida por la pisada de un grupo de turistas que reían por la vergüenza y entraban al elevador.

—Bien hecho.

No debió decir eso, la mujer se sintió como si ese fuese un activador de cosas eróticas, las chicas buenas no hacían eso con alguien a quien prácticamente no conocía.


Chris estaba en el avión apenas saliendo de territorio americano. La última pista que hubo fue de una pareja estadounidense que entró a Rusia. Pero no había mucha información, el gobierno era muy celoso con la información.

¿Qué demonios había sucedido con Sheva?

¿En qué estaba pensando cuando pidió su baja de la sede americana?

Rebecca le había insinuado que seguramente la mujer lo amaba, que había tomado a mal la escena de consuelo que le dió. Y tal vez era cierto, ya habían tenido un mal entendido con Jill Valentine antes, y Sheva era una persona con otra cultura, ellos suavizaban el "sí" o el "no", no hablaban abiertamente de sus sentimientos y se aislaban ante las negativas.

La quería.

Y no soportaba la idea de no tenerla cerca.

Después de su encuentro tras la pérdida de Piers, no sabía porque parecía que una fuerza, como un magneto lo atraía a ella. Y al momento en el que supo que se fue, tuvo la revelación.

Ahora estaba tomando un avión rumbo a una ciudad desconocida y tenía que conseguir entradas para ver Ruslán y Liudmila. Iría de apoyo y la llevaría de vuelta a Estados Unidos, así tuviera que llevarla a rastras; tenía menos de diez horas para hacer todo, así que esperaba que el maldito piloto militar privado fuera tan bueno como él.


¿Y ahora cómo se supone que iba a verlo a la cara? Estaba muerta de vergüenza comiendo en silencio mientras el rubio la observaba con detenimiento.

—Tenemos el tiempo indicado para ir a comprar un traje y un vestido elegante, ¿quieres que te acompañe a comprarlo?

—Eres mi esposo, se supone que eso hacen las parejas. — respondió antes de darle un último bocado a su plato.

—Es la primera vez que me caso.

—Eres un tonto. — empezó a reír divertida. —podemos ir juntos, no entiendo nada del idioma y necesito un traductor.


El tercer acto estaba comenzando, la obra consistía en cinco actos y ocho escenas. Era cuento de hadas épico, una mujer que se iba a casar es secuestrada por un ente mágico y el padre dará su mano a quien la rescate.

Ruslán, el protagonista estaba siendo cautivado por otra mujer, olvidándose por un momento de la amada Liudmila.

El castaño no había regresado a su asiento, caminaba por los pasillos hasta que divisó una silueta conocida en vestido naranja desapareciendo por una puerta. Intentó seguirla pero fue detenido por un grupo de sujetos armados.

¡Genial!


Sheva se había separado de su compañero, había visto a los guardias alejarse y entró al palco en donde estaba el sujeto apodado "S".

La única referencia que tenían de ese hombre era que siempre su equipo de seguridad era desplegado a donde sea que se moviese con gabardinas color vino. Un color nada sutil para alguien que no quiere llamar la atención.

Según la fuente de la morena, el contrabandista del virus A dejaría una muestra oculta en el teatro, y en caso de ser necesario, la soltaría provocando el caos. Leon sospechaba que como en el pasado, habían usado las bebidas como el componente inactivo del virus.

Quiso avanzar hacia las butacas pero su espalda chocó con un duro cuerpo, y una cuchilla curveada y fría se posó alrededor de su cuello, haciéndola quedarse quieta.

—Seguro tú y tus acompañantes desearon llegar antes de darnos cuenta de que estaban aquí. — la voz sonaba extrañamente juvenil.

¿Por qué habló en plural? Su estómago comenzó a revolverse, dejó que su mano se alejara de la funda de la pistola de su pierna, en este momento tenía que obtener información del segundo sujeto y del paradero de Leon.

—¿En dónde están?

Observó entre las sombras la sonrisa del hombre mientras los ojos obtenían un brillo extrañamente rojo. La mirada se posó en la puerta por la cual ingresó y ella siguió también el camino.

Sus ojos se abrieron cuando de la puerta aparecieron las figuras de Leon y Chris, con las manos amarradas frente a su regazo. El mayor de los Redfield no dejaba de admirarla Cuando sus ojos se encontraron, él levantó sus manos atadas y las ondeó. —Hola.

Leon hizo un chasquido con la lengua, así que su "querido amigo" Chris Redfield era el responsable de herir a semejante belleza.

La africana ignoró a su compañero y observó la tela de lo que fue alguna vez la corbata y camisa del castaño cortada y el chaleco del frac considerablemente empapado de sangre.

—¿Estás bien?— preguntó, ignorando la amenazante cuchilla en su cuello.

—Mejor que nunca. —le respondió de vuelta, orgulloso. —Pero esto es un poco vergonzoso…

Aunque sus manos estaban atadas, no había nada que evitara que se liberara y lanzara por los aires a los hombres detrás de él, pero se estaba conteniendo.

Leon sabía que era probable que no fuera para nada inteligente hacer algo drástico. Un movimiento en falso y todo podía acabarse, así que solo le sonrió de vuelta a sus compañeros.

Obligaron a la mujer a arrodillarse a un lado de sus compañeros y el cuchillo en su cuello pasó de uno de los matones de bajo nivel a "S" que ya se encontraba detrás de ellos. Era un comienzo al menos.

—Así que… Desmond Jones. —"S" presionó la cuadrada punta de la cuchilla en el hombro de Leon. — O debería decir… ¡agente Kennedy!

Al parecer ser terrorista también significaba tener un gusto por el drama.

Leon miró al hombre con frialdad. —¿Oh, no le pude engañar? Sí, me atrapó. Soy ese hombre. Soy… el cabo Kennedy.

Chris suprimió una sonrisa presumida.

—Agente Kennedy. — lo corrigió.

—Eso. — asintió. —Lo que dijo. Soy él. No hay ningún error.

La duda se notó al no escuchar ningún comentario al respecto.

—No es importante…—habló el terrorista eventualmente, dándole la espalda a los hombres. —Sólo díganme dónde está el tanque con el virus que escondieron. —Movió la espada del hombro de Leon a la frente de Sheva. —O le volamos la tapa de los sesos a su niñita.

Sheva casi bufaba indignada ¿No era ella la que había orquestado esta misión? ¿Cómo de pronto hasta Chris era quien terminaba siendo interrogado y ella sólo la "niñita" de moneda de cambio?

¿Y qué demonios había hecho Leon con el tanque?

—¿Creen que no lo haré? ¿Qué fallaré? — se burló, incrementando la presión detrás de la cuchilla. Sheva gesticuló por el dolor mientras sentía algo caliente gotear sobre su nariz. —No voy a fallar. Es un objetivo lo suficientemente grande.

— ¡Oye! —La única cosa que detuvo a Sheva de lanzarse a su garganta en es punto era el hecho de que terminaría volándose la cabeza en el proceso.

—Yo que tú no seguía, mi amigo el grandote tiene mal genio y no es buen soldado. — comentó Leon.

—Te preocupas por esta chica, ¿No es cierto? — se dirigió a Chris. — ¿Qué es ella de ti, de verdad? ¿Es tu subordinada? ¿Es la amante de Kennedy? ¿Tu ex esposa que se besa con otros? ¿Tal vez fruto de tu aventura con una negra? ¿Tu hija?

Strike tres.

—Ella no es mi hija.

Continuará