Un fin de semana… ¿Normal?

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, solo me pertenece la trama.


Capítulo 1:

Bella POV:

Ring ring ring ring…

¡Apaguen esa cosa!

Ring ring ring ring…

Me di cuenta de que ese molesto sonido provenía de mi celular, que estaba sobre la mesita de luz. ¡Quién llama a esta hora!

―Alice, juro que si no es importante te mataré.

Buenos días a ti también, pequeña dormilona.

―¿Qué quieres, Alice? ―dije mordaz.

Nada importante… solo quería recordarte que es viernes, hay clases, y hoy tenemos un lindo examen de historia gracias a mi muy querido hermano Emmett ―respondió empleando todo el sarcasmo posible. Los recuerdos afloraron en mí como agua de una tubería.

Flashback

Era lunes, el día que más detestaba.

En cuanto estacioné mi furgoneta al lado de un Porsche Amarillo, una pequeña duende de piel blanquecina, de ojos color verde y cabello color azabache, cuyas puntas se dirigían en todas las direcciones posibles, vino corriendo hacia mí y me abrazó con una fuerza sorprendente para alguien de su tamaño.

―¡Bellaa! ―dijo largando la a― Pensé que no ibas a venir…

―Alice, es lunes y… ¡es muy temprano! ―recién ahí me percaté de que ella estaba sola― ¿Dónde está el resto?

―Al parecer a Rosalie le afectó el virus maternal, y como sus padres se fueron de viaje por toda esta semana, decidió cocinar algo para ella y su hermano. Y… bueno, conoces a Rose ―¿Rosalie cocinando? Reí internamente, tenía que ver eso.

La cocina no es una facultad de ella, aunque siempre lo intentaba, no le salía muy bien. ¡Podía quemar hasta el agua! Ya perdí la cuenta de cuantas veces tuvimos que probar sus platillos y disimular para no herir sus sentimientos. Pobre Emmett, siendo su novio era el que mas debía soportarlo, pero no se quejaba, la amaba la suficiente como para ir a Marte y buscar alguna prueba de la existencia de los extraterrestres.

―¿Qué pasó esta vez? ―le pregunté disimulando una carcajada con un carraspeo

―Ella y mi Jazz se intoxicaron, ahora están en reposo, quizás hasta la semana que viene ―dijo con un puchero, no aguante y me reí a todo pulmón.

Intenté parar, pero no podía, sabía que nada bueno pasaría si cocinaba, pero no creí que era para tanto. Mientras tanto Alice me miraba con furia en sus ojos, pero de repente una sonrisa apareció su rostro.

―Edward tampoco vendrá ―paré de reír abruptamente.

―¿Le…pasó… algo? ¿Por qué no vendrá? ―Ahora la que se reía era ella, y yo estaba sonrojada a mas no poder, sabía que me atraía de alguna manera su hermano, y la mayoría de las veces lo usaba en mi contra.

―No le pasó nada grave, no te preocupes ―suspiré aliviada―. Sólo se quedó dormido ―continuó― ¡Ninguno lo pudo despertar! Al parecer anoche no pudo dormir bien ―iba a interrumpirla, pero me cortó―. Y no, no se el motivo.

―¿Y Emmett? ―en cuanto terminé la pregunta, un Jeep se estacionó en el lado libre al lado de mi furgoneta. Alice rodó los ojos.

―Hablando de roma…

Un Emmett triste se acercó hacia nosotras.

A primera vista, su aspecto era intimidante, con la contextura física de un oso y de piel tan casi tan blanca como la nieve, sin duda podría asustar a cualquiera. Sin embargo, era como un niño en realidad, la inmadurez en carne y hueso, con sus bromas constantes y los hoyuelos que se le forman cada vez que sonríe; era como el hermano mayor que siempre quise.

―¡Se puede saber donde te has metido! ¡Sabes lo que me costó inventarle una excusa a mamá que se creyera! "Tiene un trabajo que hacer y volverá mas tarde" "Salió temprano al colegio porque anoche me dijo que no lo terminó" ¡Por dios! ¡Tienes diez segundos para darme una explicación! Y espero que sea buena, Emmett Cullen ―¿donde le entraba tanto aire? Creo que dijo todo sin respirar una sola vez, mirándolo acusatoriamente y señalándolo con su dedo índice. Sin duda Alice daba miedo, todos los que se encontraban en el estacionamiento habían volteado a vernos― Van cuatro ―canturreó. Parecía una psicópata.

―Alice, cálmate ―dije intentando que no se agazapara sobre él, cubriéndolo con mi cuerpo en un abrazo, aunque con lo grande que era no podía hacer mucho. Me dio una ternura su cara que no me resistí ― ¿Cierto que tienes una excusa, Oso? ―dije con vos tierna.

―Claro que si, Belly Bell's ―rodé los ojos ante el apodo y lo solté, su humor volvió ―Anoche fui a ver a mi Rose ―dijo con una sonrisa traviesa.

―Iuuuu ―Alice hizo una mueca de desagrado―. No hables mas, te lo suplico. No tengo deseos de devolver mi desayuno escuchando lo que hicieron anoche.

Emmett rio estruendosamente.

―Tranquila, duende. No hicimos nada, se sentía muy mal, solo le hice compañía. Pero no dejó que me quedase con ella, y me dio un discurso de que "estudiar es muy importante si quiero tener un futuro decente, y que ella no estaría con ninguna persona que no sabe mantenerse por si sola" ―todos sabíamos que aunque Rose dijera eso, nunca lo dejaría, también lo amaba demasiado―. Por cierto, ella y Jasper les envían saludos. En especial Jasper a ti Alice ―hizo una mueca y su hermana sonrió, otra pareja mas a la que aguantar, y yo ando… por ahí, haciendo las tareas del colegio.

Tocó el timbre y los tres nos dirigimos a nuestra primera clase, historia. ¡A qué clase de ser humano en la faz de la tierra se le ocurre poner historia como primera hora un lunes!

Fuimos de los primeros en llegar y tomamos asiento, Alice conmigo y Emmett detrás de nosotras sólo, ya que Rosalie no vino.

Estuvimos hablando hasta que el profesor entró… y ahí empezó el problema.

―Me siento sólo, sólo, solito… ―empezó a cantar susurrando.

―Emmett, cállate ―siseó Alice.

―No hay nadie aquí a mi lado… ―siguió, ignorando a su hermana.

―Emm, nos meterás en problemas ―dije intentando, sin obtener resultado, que se callara.

―Señorita Swan, preste atención, por favor.

―Lo siento, profesor Barner ―eso bastó para que continuara con la clase.

―Por dios, señorita Swan, contrólese, no ve que altera el orden de la clase ―dijo Emmett intentando imitar la voz del profesor. Ni Alice ni yo pudimos evitar soltar unas risitas, a lo que el profesor nos miró desaprobatoriamente.

―Señor Cullen, ¿tiene algo que decirle a la clase? ―después de eso, todos voltearon a vernos.

―A la clase no, pero a usted quiero preguntarle una cosa. ¿Puede acercarse? ―El profesor se acercó a regañadientes, él no era necesariamente su alumno favorito.

―¿Qué quería preguntar?

―Le quería preguntar si me daba el extraordinario placer de permitirme ir al baño ―dijo lo suficientemente alto como para que lo escuche toda la clase, y nadie intentó disimular las risas, mucho menos nosotras. El profesor estaba rojo de la ira, creo que se quedó sin palabras.

―¡Qué falta de respeto es esa, señor Cullen! ―casi gritó.

―Lo siento, profe, es que cuando hay que ir hay que ir ―otra ronda de risas.

―Retírese de la clase ―Upss, creo que se enojó.

―No sea aguafiestas, solo fue una pequeña broma ―dijo golpeándolo en el brazo, pero el grandulón seguro no midió su fuerza, y todo pasó en cámara lenta.

Por la fuerza del impacto el profesor se fue al piso, con una cara de lo mas graciosa. Pude ver que algo voló y cayó detrás de mí, pero no alcancé a distinguirlo. Después se escuchó un grito proveniente de Alice.

―¡AAAAAHHHHHHH! ¡Quítenmelo, quítenmelo! ¡Aaahhhhh! ¡Alguien sáquenme esta cosa de la cabeza!

Al voltear vi que sobre a cabeza de Alice había un peluquín, y ella seguía con los ojos cerrados y chillando que le sacaran eso de encima, junto a un montón de cosas que seguro nadie entendió, gracias a dios, porque no creo que sean cosas muy lindas.

―Alice, cálmate, deja de gritar ―dije intentando calmarla, pero no paraba de gritar y yo no me animaba a tocar esa cosa.

Escuché que alguien se aclaró la garganta y volteé a ver. El profesor estaba rojo de la vergüenza, ¡se notaba hasta en su calva! Al parecer todo el mundo salió de su estupor y la clase estalló en carcajadas, algunos hasta lloraron por la risa.

―¡SILENCIO CLASE! ―seguro eso se escucho hasta el estacionamiento.

―Los señores Cullen y señorita Swan al parecer están graciosos el día de hoy, muy bien, a la oficina del director ¡Ya mismo!

―Pero profesor… ―intenté protestar, pero me cortó.

―¡Dije ahora! ―dicho eso, le quitó la peluca a Alice y esta suspiró aliviada.

―Por cierto, la próxima clase, toda la clase tendrá examen sobre la Revolución Francesa, sin excepciones ―al parecer, no tenía sentido quejarse y razonar con él. Estaba furioso. Emmett cerró la puerta tras de sí cortando todos los bullicios. Ahora nos encontrábamos en el pasillo, ninguno abrió la boca, y nos dirigimos a la oficina del director.

Luego de intentar convencerlo de que solo fue un accidente, nos suspendió por dos días.

Genial, Charlie me matará cuando se entere.

―Emmett, eres un idiota ―dijimos Alice y yo al unísono en cuanto salimos. Él solo nos miraba fingiendo inocencia.

―Pero si no hice nada… ―dijo, nos despedimos y cada uno se fue a sus respectivos autos

Fin de Flashback

¡Bella! ¡Bella! ¿Estás ahí? Bella, si no contestas le diré a Emmett que derribe la puerta.

Su grito me quitó de mi ensoñación e intenté levantarme rápido, pero mi torpeza hizo acto de presencia, y caí al suelo por culpa de las sábanas que estaban enredadas en mis piernas.

―¡Demonios, eso dolió!

No es momento de saludar a tu gran amigo el piso, si no te apresuras llegaremos tarde. Tienes treinta minutos para estar en el auto o iremos en tu búsqueda y vendrás como estés ―colgó el teléfono.

Lo mas rápido que pude me levanté del suelo y me metí a bañar. Me puse unos jeans entubados y una remera manga larga color azul, el día no estaba tan malo, solo nublado; me lavé los dientes, tomé mi mochila y mi cazadora. No me preocupé en desayunar o llegaría tarde.

Miré la hora en mi reloj y vi que solo había demorado veinte minutos, me felicité mentalmente, no llegaríamos tarde. Al salir, me encontré con un bello Volvo plateado y mi corazón se aceleró. Alice Cullen, juro que te mataré por no haberme avisado que Él venía.

Abrí la puerta trasera dudando y entré.

Ahí estaba él, con su sonrisa torcida particular, con su piel tan blanca como la de sus hermanos, su pelo cobrizo, imposible de peinar, sus facciones perfectas y unos ojos color verde esmeralda hipnotizantes, nunca había visto ojos así, y podía quedarme mirándolos todo el tiempo del mundo

―Hola, Bella ―reprimí un suspiro, como puede ser que con un simple saludo me deje sin palabras.

―Hola, Edward ―le respondí. Estaba sonrojada a mas no poder, me había tardado mas de lo necesario en responder. Tal vez no me escuchó. Como te va a escuchar si no hablas alto, ¡por dios, solo es un saludo! Me regañó mi conciencia

―Isabella Marie Swan, dime que has desayunado ―me regañó Alice, ¿otra mas?

―Hola, mamá ―eso sonó mas natural ¿Cómo no podía ser así con él?

―Responde –dijo ignorando como la llamé.

―Cla-claro que si… ―era pésima mintiendo, por favor, por favor, déjalo pasar, rogaba internamente. Hizo una mueca de disgusto.

―Eso explica porque eres tan liviana y debilucha, ¡si no comes nada! ―dijo Emmett pasando su fornido brazo por mis hombros, él se encontraba al lado mío.

―Lo siento si no puedo comer como un equipo de fútbol completo igual que tú ―dije golpeándolo en el pecho, claro que él ni se inmutó.

―Oye, hay que mantener este cuerpazo ―dijo señalándose de la cabeza a los pies. Presumido.

―¿En serio? Yo solo veo panza ―dije inocentemente; por su puesto que eso era mentira.

―Me ofendes ―dijo con un puchero. Automáticamente lo abracé y me reí, a lo que él me acompañó después y se sumó la risa de campanitas de Alice.

No me resistí y miré a Edward, que me miraba a través del espejo retrovisor, su semblante era serio y su mirada muy intensa.

―Ya llegamos ―dijo fríamente. ¿Y ahora que bicho le picó? No me había dado cuenta de que ya habíamos llegado.

Bajamos del auto y un segundo después sonó el timbre. Edward se dirigió a su clase de Matemáticas cerrando la puerta de un portazo, estaba muy tenso, parecía molesto. Nosotros lo mirábamos confundido mientras se alejaba y cuando desapareció de nuestra vista, emprendimos el camino hacia el salón.

Por suerte, llegamos unos segundos antes que el profesor. Saludó a la clase, bien, otra persona mas que parecía molesta.

―¿Como no va a estar molesto?

Ya cállate, no quiero escucharte.

Estoy en tu cabeza, soy un producto de tu mente, no me puedes callar.

―Estúpida voz interior ―susurré.

El señor Banner empezó a repartir los exámenes.

Suspiré. Iba a ser un largo día.


Recién empieza, pero no va a ser muy larga la historia.

Espero que les guste...

¿Algún comentario, crítica, queja?

Saludos,

Tellus :)