Disclaimer: Naruto y sus personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto.

Hola n.n Pues este es mi primer fic, tanto de Naruto como el primer de todos. Hay muchas historias de post-guerra de Naruto y estoy consciente de ello, pero antes de decir "bah, otra más", espero que le deis una oportunidad:D Por el momento las cosas irán lentas, ¡pero os prometo mucho, mucho Sasusaku y Naruhina! Al principio será más Team 7, y después habrá un capítulo para cada pareja (en un futuro, si las cosas van bien y por lo menos una sola persona quiere que continué). ¡Espero que os guste de verdad! Acepto críticas y hasta tomatazos, las opiniones son las más importante para mí. ¡A leer!:DD

...

A TU LADO

Capítulo 1: ¡Un nuevo comienzo!

Había pasado una semana des del ataque de Obito y Madara. A pesar de la condición y las circunstancias, lograron salir victoriosos fuera del campo de batalla, pero a cuesta del sacrificio de muchas vidas arrebatadas. Al principio todo fue confuso. ¿Qué debían hacer? ¿Alegrarse o entristecerse?

-La situación económica de nuestra aldea está por los suelos. Todavía nos quedan muchos hogares por reconstruir, y eso por no hablar de las carreteras que deberán ser re-pavimentadas -la voz de Tsunade era firme y calma, muy poco común en ella.

Ellos lo habían hecho: ¡habían ganado esa maldita guerra, habían logrado escapar con vida! ¡Tenían que estar contentos! Pero... ¿Y los que no lo hicieron? Los centenares de muertos, de heridos... Niños que quedaron huérfanos... Madres y padres que perdieron a sus hijos... Los enfermos... Era realmente egoísta pensar que alguien podía alegrarse después de lo ocurrido, o al menos eso pensaban todos.

-¡Pero tampoco puedo enviar a mis shinobis de vuelta a las misiones ya mismo! -Tsunade había recobrado ya su tono de voz estridente que la caracterizaba. -¡Muchos de ellos están heridos y los que no lo están no creo que les apetezca ni mover un dedo! ¿Me entiendes, verdad Shizune?

-Claro que sí, Tsunade-sama -respondió.

Todos habían vuelto a sus casas y a sus familias: al menos, los que aún les quedaba familia. Sabían perfectamente que debían aprovechar el tiempo hasta que las cosas se arreglaran y pudiesen empezar de nuevo con las misiones. Debían descansar y nada era mejor que quedarse en el sofá haciendo absolutamente nada en todo el día, pero, desgraciadamente, no todos disponían de esos privilegios. Sakura y el resto del cuerpo médico, incluyendo a Ino que al principio se había negado rotundamente a hacerlo, se encargaban de los enfermos y los heridos en el hospital. Eran tantos y tantos que se vieron obligados a improvisar unas tiendas de campaña alrededor del edificio para los que ya no cabían dentro con los utensilios médicos más básicos a su disposición. El primer día, todo fue un calvario. Eran pocos médicos y muchos los que necesitaban ser atendidos. Nadie encontraba la manera de organizarse y el trabajo era más que agotador. Mientras un paciente era tratado, el otro lo necesitaba urgentemente ya también.

-He intentado pedirles ayuda a las otras aldeas, ¡pero están igual que nosotros! ¡Incluso Kumogakure está peor! Y eso que ellos no sufrieron el ataque de ningún Dios antes de esta guerra.

-Entiendo -dijo Shizune.

Entre el hospital, los otros shinobis que no hacían más que dormir y lamentarse y los aldeanos que seguían envueltos entre sus banalidades, estaba Naruto, tratando irremediablemente de acercarse a Sasuke que se había alejado tanto de él y de su equipo como de la peste. Después de pasar tres días entre las rejas de una celda con demasiada humedad y suciedad siendo interrogado por la misma persona una y otra vez, la Hokage había conseguido convencer al consejo de que le dieran una segunda oportunidad, dado que había ayudado notablemente en la guerra y tener a un ninja como él como aliado era una oportunidad que no podían rechazar. Habían aceptado, sí, pero algo le decía a la rubia que el consejo tenía sus propios planes con el Uchiha. Finalmente, optaron por los sellos de chakra, algo que lo había enfurecido notablemente al principio.

-¡Ya no sé que hacer, de verdad! ¡He estado tratando de pensar y pensar pero con el hospital ni siquiera tengo tiempo para eso! ¡De hecho ahora mismo estoy entre mis diez minutos de descanso! -la actual Hokage se había llevado las manos a la cabeza en señal de frustración -¿Qué debería hacer, Shizune? -sorprendentemente y muy a su pesar, casi parecía que se lo estaba rogando.

-Tsunade-sama, todos los médicos están haciendo un excelente trabajo ahora mismo. En una semana más o menos podremos darles a la mayoría el alta. La aldea está en una mala situación económica, es cierto, pero los aldeanos están ayudando con la estabilización de esta mediante el comercio. ¡Podremos aguantar hasta por más de un mes! Deberíamos dejarlos descansar, a todos ellos. Al menos por un tiempo, ya sabe usted que la experiencia fue muy difícil para todos, especialmente para los más jóvenes -dijo acariciando al pequeño cerdo que sostenía entre sus brazos.

La quinta entrelazó sus dedos y suspiró cansada en señal de derrota.

-Supongo que tienes razón... Por cierto, quiero que busques a Kakashi y le informes de que quiero hablar con él, por favor. Podrás retomar tu turno en el hospital después de eso.

-Entendido, Tsunade-sama. Con su permiso -dijo agachando la cabeza y haciendo una reverencia.

-¡Ah, casi lo olvido! -gritó cuando estuvo a punto de salir por la puerta. Esta giró sobre sus talones y miró a la Hokage esperando alguna que otra tarea, pero para su sorpresa, sucedió algo muy diferente: -Gracias, Shizune.

-De nada -sonrió ella, alejándose.

···

Diez fueron las veces que Naruto golpeó su puño contra la puerta de la mansión Uchiha, cada vez provocando un ruido más estridente. En el fondo, sabía que no deseaba verles, a él y a nadie, pero no se iba a ir de allí sin conseguir lo que se había propuesto, así que de un ágil movimiento saltó revisando cada ventana de esa enorme casa hasta toparse con la habitación de su amigo. Lo encontró recostado contra la pared, en el suelo y con los ojos cerrados, sin hacer absolutamente nada.

"¿Pero qué diablos le pasa a este?", se preguntó internamente el rubio. Chocó su puño contra el vidrio de la habitación tan fuerte como pudo, y eso solo por respeto, porque de lo enfurecido que estaba podría haberle hecho añicos la ventana allí mismo.

-¡Eh, Sasuke-teme! ¿¡Por qué no me abres, maldito idiota!? ¡Llevo como media hora esperando que lo hagas, dattebayo'! -intentando aguantar las ganas de degollarlo, Sasuke hizo ademán de no verlo, aún que hacía un buen rato que divisó el chakra de él dando vueltas alrededor de su casa -¡He dicho que me abras!

Al ver que seguía ignorándolo como si nada estuviera pasando, aumentó el ritmo de los golpes en la ventana y con su voz seguía pidiéndole a gritos que le abriera, pero el menor de los Uchiha no parecía que le iba a hacer ni el menor de los casos. Puso una mueca de fastidio dando un último golpe y justo cuando iba a perder la esperanza -aceptando el regaño que se avecinaba para él cuando este rompiese el cristal-, vio que Sasuke también había perdido la paciencia. Se levantó del suelo en un movimiento rápido y estampó la ventana contra toda su cara viendo como casi pierde el equilibrio.

-¿¡Qué es lo que quieres, joder!? -gritó.

-¿Puedo hablar un momento contigo? -le preguntó tranquilamente, frotando su cara con las palmas de las manos a causa del golpe que acababa de recibir.

-No. Ahora lárgate -Sasuke hizo ademán de volver a cerrar la ventana, pero ya se le había adelantado colándose dentro de su cuarto que era tan amplio y espacioso que fácilmente podría compararse con el apartamento en el que vivía él y, de hecho, hasta podría jurar que era un poco más grande. Tenia una cama confeccionada aparentemente para un matrimonio, o al menos para una pareja de dos, un pequeño televisor negro posicionado sobre una diminuta pero sofisticada mesita de noche y un sillón color turquesa entre otras pocas cosas, ya que la habitación carecía de objetos comunes como cuadros o utensilios corrientes. Lo más impresionante de todo era el gran ventanal que daba a una lujosa terraza con balcón. Cuando dejó de contemplar atónito entre las cuatros paredes que lo rodeaban, volvió a fijar su vista en el azabache que lo miraba con el ceño fruncido. -He dicho que te vayas... -repitió en un tono amenazador.

-¡Y yo te digo que me escuches! -reprochó el otro.

-¿O si no, qué? -le desafió mirándolo fijamente, a lo que el rubio contestó con una fuerte y sonora carcajada.

-¡Serás idiota! ¡Si sabes que con esos sellos de chakra no puedes hacerme nada! -dijo llevándose una mano al estomago tratando de controlar su risa.

Sasuke apretó fuertemente la mandíbula y cerró sus puños frustrado. Ante tal reacción no pudo evitar reír aún más señalando con el dedo a su amigo y burlándose de él. Cuando llegó a derramar hasta una lágrima a causa de las fuertes carcajadas, Sasuke omitió por completo el hecho de que si iban a empezar una pelea no tendría ninguna posibilidad contra él, y de un fuerte golpe contra su pecho, lo envió a tierra.

-Los sellos de chakra no impiden que pueda utilizar el taijutsu, imbécil -dijo sonriendo victorioso al ver al rubio hacer un puchero infantil, pero que fácilmente se le pasó.

-Vale, vale... Tú ganas. Pero por favor, ¡tan solo escúchame por cinco minutos! ¡Te lo imploro! -Naruto trató de poner su mejor cara de niño bueno e inocente y sonrió ampliamente al ver que finalmente había accedido rodando los ojos y dejando escapar un suspiro.

-Date prisa. Tengo muchas cosas por hacer -dijo apoyando sus hombros contra la pared.

-Ya se ve... -respondió sarcásticamente, pero decidió no jugar más con su suerte cuando Sasuke lo empezó a fulminar con la mirada -¡Vale, vale! ¡Lo siento! Pues estaba pensando que quizás...

-¿Tú piensas? -ahora era el turno de Sasuke reírse de él y el de Naruto fulminarlo con la mirada.

-¿¡Me vas a dejar hablar o qué!? -trató de tranquilizarse sin ningún tipo de resultado al escuchar uno de los monosílabo favoritos de su amigo: "tsk" -¡Quería decirte que deberías mudarte, Sasuke-teme! ¡Estás aquí solo como un amargado y sabes perfectamente que el barrio Uchiha es el que está más alejado del resto de la aldea, 'ttebayo! -el Uzumaki se había llevado las manos a la cabeza, tirando de su cabello en un gesto dramático como si lo que acababa de decir representase el fin del mundo.

-¿Y qué? Me gusta estar solo -dijo con una mueca de indiferencia.

-¡Oh vamos, idiota! ¡Debes relacionarte con los demás si es que quieres volver a recuperar la confianza de los aldeanos!

-No me importan los aldeanos -respondió secamente. Naruto, debido a su nerviosismo, empezó a dar vueltas en círculos alrededor de la habitación, pensando en una buena réplica. Cuando finalmente la obtuvo, su expresión fue tan parecida a la de un niño que sabia el más grande secreto de todos, que hasta al mismo Sasuke le entró curiosidad.

-No, pero te importa la opinión del consejo. Y la de la vieja Tsunade. ¿Quieres que te quiten los sellos, no es así? -alzó una ceja interrogativa hacía su amigo, sabiendo que le dio en el clavo. Sasuke pareció pensárselo por unos segundos.

-No veo como mudarme podría ayudarme... -empezó.

-¡Pues que vas a socializar con la gente y ganarte su confianza, dattebayo'! Estando aquí encerrando como si estuvieses planeando la destrucción del mundo entero no le hace ningún bien a tu imagen, tenlo por seguro.

Lo miró por unos segundos, analizando su propuesta y por último suspiró rendido. En cierta parte, tenía razón, aún que no se lo dijera ni en un millón de años.

Estar sin la disposición de su poder le hacía sentir indefenso, como un genin que lo sabe todo sobre jutsus pero no puede realizar ninguno. ¡Ni siquiera podía activar su Sharingan! Y eso lo descubrió por las malas cuando un día intentó forzarlo tanto que acabó con un dolor de cabeza descomunal. Estaba claro que lo suyo era un sello muy complicado y poderoso, uno, de hecho, adecuado para un ex-criminal de su tamaño.

-Como sea -dijo tratando de tragarse por completo su orgullo.

-¡Sí! ¡Sabía que aceptarías, 'ttebayo! -sonrió ampliamente, a lo que Sasuke tan solo bufó -Pues hay un unos cuantos apartamentos vacíos de los cuales conozco el dueño. Fue, de hecho, él mismo propietario quien hizo la reparación después del ataque de Pain, aún que creo que no lo consiguió del todo, pues requiere mucho dinero y... -dijo colocándose un dedo en la barbilla.

-Aha. Pásate mañana por mi casa. A las cinco -habló con la típica cara de indiferencia que lo caracterizaba -Y ahora lárgate.

-¡Sí, sí! Ya me voy. ¡Adiós, Sasuke-teme! -le hizo un gesto de despedida con la mano y salió tal y como había entrado: por la ventana.

Durante su trayecto no pudo parar de sonreír ni un momento, tanto que en algún momento una pareja aparentemente feliz de aldeanos se pararon a mirarlo extrañados, como si de un loco se tratase. Y es que tenía su explicación: convencer a Sasuke Uchiha no era tarea para cualquiera.

En un principio pensó que le iba a costar mucho más que eso convencer a Sasuke. ¡Quizás hasta le hubiesen hecho falta días! Pero por alguna extraña razón, el pelinegro había aceptado. Claro que él no sabía con totalidad cual era el plan real de Naruto ni tampoco conocía sus verdaderas intenciones, ¡pero aún así valía!

Eran ya casi las siete de la tarde y Naruto corrió apresurado a recibir a su amiga que acabaría su turno en el hospital a las siete y media. Si todo salía bien, la convencería a ella también para que los acompañase en busca de un apartamento para Sasuke.

El sol estaba desapareciendo y sólo se veía la mitad del disco amarillo a lo lejos, mientras el cielo tomaba colores interesantes entre tonos rosados y anaranjados. Algunas de las hojas de los árboles estaban empezando a caer, el otoño avecinándose. Suspiró profundo y tomó una bocada de aire.

Solo esperaba que las cosas saliesen como las había planeado...

¡Hasta aquí el primer capítulo! Los otros serán más largos. ¡Espero de verdad que os haya gustado!:DD