Hola, queridos lectores. Esta es la primera historia que escribí y le tengo cariño aunque sea una historia cliché.

Agradezco a todas las personas que en su momento me leyeron y me aconsejaron para mejorar. Originalmente era una historia corta y sin diálogos, pero decidí modificarla para tener una historia un poco más refinada. Si esto es leído nuevamente, espero les sea de su agrado.

Aclaraciones: -Man pertenece a Katsura Hoshino.


Mal sueño

Aquel día las campanas de la Congregación no paraban de sonar.

El repique hacía vibrar cada oscuro rincón de la torre, ensordeciendo a quien lo escuchara; era el sonido que debía simbolizar alegría, sin embargo, para él era más bien de pena.

ɞ

Allen se observó en el espejo de la habitación, mientras acomodaba el nudo de su traje. Las facciones infantiles con las que había ingresado a la Orden, poco a poco habían desaparecido, su físico pertenecía al de un joven más maduro.

Un suspiro salió de sus labios.

—Vámonos, Tim —habló al golem que revoloteaba cerca de él.

Lentamente, su mirada se afiló.

Flashback

En algún momento, Lavi comenzó a pretender seriamente a Lenalee, con tanto empeño que realmente consiguió una relación con ella. Fueron meses de verse a escondidas, muy pocos lo sabían, él uno de ellos. El mejor amigo de ambos. Hasta que decidieron revelarlo.

Ese día fue considerado como una masacre por los Buscadores que resultaron con fracturas "leves", debido a la horda de komurines que se desplegaron por el lugar.

¡No permitiré que mi dulce Lenalee esté con un pulpo como ese! —vociferaba el Supervisor.

¡Detente, nii-san!

¡No, ¿dónde está ese pelirrojo?!

¡Komui, no he hecho nada malo! —Lavi se defendió, saliendo de su escondite.

¡Ahí estás! —lo apuntó, echándole encima una monstruosa máquina.

¡Nii-san! —insistió la morena, activando sus Dark Boots.

Como si la brisa fresca de un tornado soplara, todos los komurines salieron volando fuera del recinto, dejando a su creador debajo de los escombros de las paredes que habían sido derribadas.

¡Lenalee ya no me quiere!

Fin del Flashback

Sus labios se curvaron un poco al recordar la escena, en realidad, había sido gracioso.

Dobló la última esquina del pasillo, encontrándose con sus compañeros ahí. Krory lloraba mientras Chaoji intentaba que parase, Marie y Miranda conversaban con un rostro de preocupación, y finalmente, Kanda se mantenía a metros de todos.

—¡Finalmente llegas, Allen-kun! —exclamó Miranda.

Yuu situó su mirada en él, examinándolo.

—Moyashi —resopló.

—¡Eh, ¿qué te pasa, retardado?! —refunfuñó sin obtener respuesta. Una venita saltó por su frente—. Y díganme, ¿Bookman no piensa venir? —preguntó cruzándose de brazos.

—Lo dudo —la voz de Marie sonó preocupada—, tuvo problemas con Lavi.

—Es verdad —corroboró la mujer—, nunca lo había visto tan enojado.

Bookman no había aprobado la decisión de su aprendiz, una completa traición al clan.

—No perdamos más el tiempo —Kanda los interrumpió sorpresivamente—, vamos.

La cantidad de personas que habían asistido era impresionante, personal de la Rama Asiática y Norteamericana se encontraban allí. Walker llevó la mirada al frente, observando a Lavi crispado de los nervios, él también lo estaba, pero por motivos diferentes.

La marcha nupcial, cortesía de las cuerdas de Marie, sonó repentinamente; acompañando a la joven dama que entraba con elegancia en la capilla. Todos voltearon a verla, comenzando a murmurar por lo bajo, su rostro de muñeca hacía a todos sonrojar. Lavi en especial.

—¡Oigan, ustedes! —Komui alzó la voz con recelo—, ¡no miren así a mi preciosa hermana, ni siquiera tú, pelirrojo!

En el fondo, sabía que lo correcto era desear por la felicidad de su hermana. Incluso él mismo reconocía la valía de Lavi, pero las palabras salían así sin más.

—Supervisor… —Reever se cubrió el rostro con vergüenza ajena.

—"Nii-san, no" —la menor de los hermanos suspiró en silencio.

Allen no hizo por disimular su mirada. Lenalee se veía perfecta, como las musas de las que tanto hablaba su maestro, pero ni con tanta belleza frente a sus ojos, podía evitar sentir una opresión en el pecho.

La misa comenzó.

Él no la escuchaba. Tan solo imitaba los movimientos de los demás y balbuceaba lo que decían.

Si alguno aquí conoce una razón por la que esta pareja no deba estar junta, que hable ahora.

Sus sentidos se alertaron al segundo, todo él comenzó a temblar, su mano quería elevarse fuera como fuera. Quería levantarla frente a todos. Pero el fuerte agarre de Kanda se lo impidió.

No habiendo impedimentos, entonces frente a las leyes de Dios, los declaro en unión.

Los invitados se levantaron de sus asientos aplaudiendo. Sus ojos grises solo pudieron contemplar con cierta envidia como su mejor amigo la besaba, un poco tímidos los dos.

Yuu se levantó de su asiento también, clavando su mirada en el albino. Allen solo lo observó de reojo, sin saber qué responder.

Segundos después, Krory lo tomó del brazo, llevándolo al comedor donde todos celebrarían. Jerry seguramente habría preparado un gran festín, pero no se encontraba de ánimo para eso.

La pareja bailaba alegre. Y finalmente sonrió, sin poder contenerse, quizá porque era masoquista. Lenalee lucía más sonriente que en cualquier otro día, y eso en alguna parte de su lastimado corazón, lo alegraba.

Sin que los demás lo notasen, tal vez solo Kanda que intuía sus intenciones, se levantó de su lugar saliendo al laberinto de pasillos. Timcanpy salió del bolsillo de su chaleco, revoloteando alrededor de su cabeza, preocupado por él.

El golem dorado abrió la boca, revelando sus grandes colmillos, luego reprodujo una grabación:

Allen-kun, siempre seremos amigos, ¿vale? Decía la voz de Lenalee.

—Basta, Tim —pidió con la cabeza gacha.

La puerta de su habitación emitió un chirrido al cerrarse tras él. Estaba a oscuras, pero una tenue luz se colaba por la ventana. Apenas podía distinguir el cuadro colgado en la pared, un bufón cargando un ataúd. Era como algo salido de un sueño.

—Un mal sueño, eh —murmuró, dejándose caer en la cama—, parece que ahora mismo tengo uno —añadió, cubriendo sus ojos con su antebrazo.

Y las campanas continuaban repicando, diciéndole, que era real.