Prodigio homicida
de Any Unborn Child.
Me han llamado de muchas maneras.
Sir Luciano Bradley.
El vampiro de Britania.
Un monstruo de la cabeza a los pies.
Como si me importara en serio.
No puedo pensar menos en esas cosas.
Pero me provocan.
No sé responder a los cumplidos.
Tampoco es que me los hagan a menudo.
Que se opongan a mí, me enloquece.
Si alguien se atreve a tentarme con idioteces del tipo "más sagrado", lo mato y ya.
Una daga a su corazón.
La yugular.
El estómago.
Donde se me ocurra.
Es la mejor forma de callarlos.
Es rápido también.
Supongo que podrías decir, al observarme, que estoy resentido con la humanidad.
Tanto como para matar todo aquello que se mueva.
Dirás que estoy enfermo de verdad.
Pero es cuestión de perspectivas.
¿No lo crees?
Me río de mis víctimas antes de finiquitarlas.
Me divierto al oír que gritan de terror.
En tanto ruegan para que los deje vivir.
Esos tontos desdichados.
Deberían darme las gracias por quitarles esas vidas aburridas y sin carentes de significado.
Arrastrándose a mis pies.
Todos.
Pero es solo mi fantasía.
Que muere cuando se van.
Oh, no.
De hecho, soy un Caballero de Asalto.
El número diez.
Nadie entiende cómo me las arreglé para obtener el puesto.
Y sé que nunca diré mi secreto a un alma.
¿Qué importancia tiene?
No le veo ninguna.
La gente que he matado son peones de mi juego.
Moscas en mi red.
Así que tengo derecho a hacerlas mías.
"¿Qué es lo más valioso para ti? ¿Para cualquiera?"
Es lo que les pregunto con frecuencia.
Tengo buenas razones.
La gente no parece valorar mucho sus propias vidas.
Pasan día tras día pensando que son Dioses, acomodados siempre en las vacías profundidades de sí mismos.
Se preocupan lo mínimo posible por aquello que quieren ser.
Quieren solo lo que pueden obtener.
Simplemente estoy aquí para desmentirlos.
Puedo hacer lo que quiera con quien yo quiera.
No vale la pena que se resistan.
O van a unirse a los muchos que han decaído hacia las tumbas de sus propios errores fatales.
Descansarán en paz.
Muertos, mientras que otros tontos siguen aquí.
No tienes oportunidad contra mí.
No puedes hacer nada para herirme.
Ni ahora.
Ni nunca.
