Hola!!! Después de mucho tiempo, aquí vengo a aparecerme con una nueva historia sobre nuestra pareja favorita!!

Así es, Harry y Hermione no me dejan la cabeza en paz, así que mientras sigan llegando historias a mi cabeza y el trabajo me dé el tiempo, yo seguiré escribiendo para ustedes!! :-D

Espero que tengan un fin de año genial y que el 2010 traiga alegrías y bendiciones a ustedes y sus familias!!

Como explicación del fic les puedo decir que me inspiró un capítulo de Smallville, si alguien lo vio va a saber cuál, pero quiero aclarar que sólo me inspiró para la primera escena, lo demás es obra de mi mente HHr retorcida jajaja.

Ah! Sí, también debo aclarar que el título no tiene nada que ver con la obra de Shakespeare, ok?

Bueno, sin más, aquí está mi regalo de año nuevo!

OoOoOoOoO

Sueño de una noche de verano

Acto I

Una Novela de Ficción

Escena 1

Bienvenido a un nuevo mundo

Por alguna razón el despertador no había sonado y lo más seguro era que se le hiciera tarde para ir a la academia, pero estaba tan cómodo que decidió no darle importancia en esa ocasión, seguro un par de minutos u horas tarde no le harían daño a nadie, se pondría al corriente en un dos por tres, seguro Hermione le ayudaría, sólo esperaba que no se hubiera quedado de ver con Ron.

– ¡Maldición! – se quejó ocultando su rostro en la almohada, había olvidado que desayunaría con Ginny, de seguro la chica estará hecha una furia cuando la vea, y de sólo pensar en lo que le esperaba le dolió la cabeza, pues últimamente sus citas con Ginny eran más bien encuentros bélicos, en los que cada diez minutos se pelaban porque la mosca había pasado por culpa del otro; pero, por alguna extraña razón, tenía la esperanza de que todo se solucionaría y volverían a ser la feliz pareja de su sexto curso.

Se desperezó y abrió los ojos para ver el reloj, deseando que no fuera demasiado tarde, y se sorprendió bastante al ver un reloj con forma de hipogrifo en lugar del reloj digital que le había regalado Ginny en su cumpleaños 17. No le importó la hora, más bien se dedicó a observar con detenimiento el buró que ocupaba el lugar de su mesilla de noche, en el que había una lámpara y una foto que no alcanzaba a distinguir, pero sí sabía que lo único normal ahí eran sus gafas redondas. Se las colocó con sumo cuidado, aún confundido por lo que estaba viendo, cuando sintió como si alguien se moviera debajo de su sábana y casi brinca fuera de la cama al sentir algo rozar su pierna.

Volteó bastante confundido, mientras con una mano buscaba sobre el buró su varita; tirando la foto en el intento, y se confundió aún más al ver la cabellera castaña que le daba la espalda, y que no tardó en reconocer como el cabello castaño de su mejor amiga. Pero qué demonios tenía ella que hacer en su cama a las... volteó de nuevo a ver su reloj o el reloj de quien fuera y se atragantó al ver que ya pasaban de las 10 de la mañana, cuando se había quedado de ver con Ginny a las 7.

Intentó acercarse a la chica que dormía a su lado para asegurarse de que fuera su amiga, pero se detuvo al ver que empezaba a moverse, y se echó para atrás intentando alejarse lo más posible de ella. La vio desperezarse con un débil bostezo, y se tensó al darse cuenta que comenzaba a voltear hacia él.

– ¡Hola! – lo saludó sonriendo antes de, para su enorme sorpresa, darle un suave y breve beso en los labios – ¿Qué tal dormiste?, sé que no dormiste mucho, pero ¿lograste descansar?, hoy será una larga tarde – le decía sonriendo y se volvió a acercar a él, mientras él intentaba atravesar el colchón al sentirla rozarle el abdomen con su pecho al pasar sobre él, y golpeó un par de veces el despertador – Ya te he dicho que debemos tirar esto, ya no sirve ni de despertador ni de reloj – le reclamó, aunque a él no le sonó a nada parecido a un reclamo.

Observó de nuevo el reloj y se dio cuenta que la hora había cambiado, al parecer aún eran las ocho y cuarto de la mañana, aún así, se le había hecho tarde para su cita con Ginny y aún no entendía lo que pasaba con su amiga, no recordaba haberla invitado a pasar la noche en su casa ni que ella se lo hubiera pedido y menos recordaba alguna vez haberle dado un beso en los labios.

– ¡Hola! –

Volteó a ver confundido a su amiga, ¿porqué lo volvía a saludar?, pero no era a él al que le hablaba, por lo menos no lo estaba viendo a él. Se volvió a acostar intentando entender lo que pasaba y se dio cuenta de que esa no era su habitación, el techo era completamente diferente, más bien le recordaba a... ¿acaso era...?... pero él...

Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir unos delgados y cortos brazos rodearlo por el cuello, aferrándose a él por varios segundos, mientras él dudaba en cómo reaccionar, y al voltear pudo ver a su amiga sonriéndole con ternura.

– ¿Papi, hoy vamos a ir por el árbol de navidad? –

¿Árbol de navidad?, para qué iban a comprar un árbol de navidad si estaban en pleno verano, y ¿a quién le hablaba ese niño?

– ¡Oh, Harry, no seas así!, se lo prometiste a James desde la semana pasada – le dijo Hermione con tono serio, pero aún con ese brillo alegre en sus ojos – Vamos, hijo, tu papá aún no despierta – dijo con gesto burlesco mientras se reincorporaba, y al verla Harry estuvo a punto de irse de espaldas, pues su amiga estaba notoriamente embarazada – Iremos a preparar el desayuno... te esperamos abajo – le dijo sonriente, tomando al niño de la mano y salieron de la habitación.

La primera reacción de Harry fue levantarse de la cama y correr al baño. Sabía dónde estaba el baño, a pesar de no estar en su departamento, porque estaban en la casa de Godric's Hollow, de eso no tenía la menor duda y, hasta ese momento, era de lo único que estaba seguro. Se paró frente al lavabo y estuvo apunto de quitarse las gafas, pero se detuvo al ver algo diferente en su rostro, lo principal y más notorio era la discreta barba de candado y, sin necesidad de prestar mucha atención, podía darse cuenta de que su rostro no era el rostro de un chico de 22 años, no, ahora se veía más grande.

Aún confundido se quitó las gafas y se echó una abundante cantidad de agua al rostro, necesitaba despertar de ese extraño sueño o terminaría por volverse loco, si no era que ya estaba loco. Se volvió a observar en el espejo y el mismo rostro, que momentos antes había visto, le regresaba la mirada.

Si eso no era un sueño y no estaba loco, de alguna extraña manera era la realidad, y esa realidad consistía en que tenía un hijo que parecía ser de su mejor amiga, la cual estaba embarazada y, según le indicaba el anillo en su mano y la manera en que lo había saludado al despertar, era su esposa. Se sentó sobre la tapa del retrete, acomodándose las gafas. Pensó en todo lo que acababa de descubrir. Tenía un hijo de aproximadamente 5 años, que; según lo poco que había visto; se parecía a él, era igual de delgado de lo que había sido él a los 5 años y tenía el mismo cabello negro revuelto; estaba casado con su mejor amiga, que esperaba otro hijo suyo; o por lo menos eso suponía; y vivían en la casa de sus papás, lo cuál indicaba que en verdad quería a Hermione, pues él se había prometido que sólo se iría a vivir a esa casa si encontraba a una mujer a la que amara realmente.

Entonces... él amaba a Hermione... pero ¿porqué?... ¿desde cuándo?. De alguna forma lo tenía que investigar, si estaba enamorado de ella y viviría con ella debía saber cuándo y cómo había sucedido todo.

Intentó relajarse un poco y decidió bajar, debía enfrentarlos, no podía esconderse en el baño todo el día, además no podía ser tan malo estar casado con su mejor amiga.

Antes de bajar buscó sus pantuflas por toda su habitación, pero no las encontró y pensó que talvez Hermione las había tomado por error. Tardaría en acostumbrarse a compartir sus cosas con ella.

Aún antes de entrar a la cocina pudo escuchar las risas de Hermione y... su hijo, parecían estar pasando un gran momento y el sólo escucharlos inconscientemente lo hizo sonreír. Abrió la puerta y se asombró al ver el aspecto tan familiar que tenía la habitación, haciéndolo sentir tan cómodo.

Hermione y James lo voltearon a ver sonriendo al darse cuenta de su presencia y la castaña no tardó en invitarlo a ayudarles.

– ¿Quieres acompañarnos?, nos hacen falta un par de manos – le dijo sin dejar de sonreír, y no pudo evitar corresponder a su sonrisa acercándose a ellos automáticamente, como si ya estuviera acostumbrado a eso – Puedes ayudarnos con la sartén, James está muy entretenido añadiéndole chispas de chocolate a la pasta... – le dijo divertida logrando evitar que su hijo echara otro puñado de chispas al tazón.

Asintió tomando su lugar y aceptando el tazón comenzó con su tarea, pero no tardó en escuchar la risa de Hermione – ¿Qué? – le preguntó confundido.

– Pareciera que nunca has desayunado con nosotros – le decía sin mostrarse ni un poco molesta con él – Sabes que a James le gusta que hagas tus extrañas figuras... mira, así – dijo tomando el tazón, al ver que Harry no sabía qué hacer – Creo que aún sigues dormido – le sonrió antes de darle un beso en los labios.

Asintió torpemente y la observó derramar un poco de pasta en la sartén formando una especie de estrella.

– Bueno, yo no soy tan buena como tú... – dijo observando apenada su intento de estrella.

– Está bonita tu estrella, mami – le dijo James parándose de puntillas en el banco en el que estaba.

Hermione le devolvió la sonrisa acercándose tranquilamente a él para evitar cualquier accidente – Pero estoy segura de que te gustan más las figuras que hace tu papá – le dijo abrazándolo.

James asintió sonriendo divertido y no pudo evitar perderse en la risa de Hermione, todo se veía tan diferente... se sentía diferente. En silencio regresó a su labor y comenzó a hacer cualquier figura extraña que se le ocurriera, y se sorprendió al ver que tenía habilidad para eso.

– Uhm... Hermione... cuando me levanté no encontré mis pantuflas, ¿sabes dónde están? – le preguntó un poco inseguro al pisar una de las chispas que se le habían caído a James.

Hermione se rió, pero al ver la mirada de Harry lo observó con seriedad – Estás bromeando, ¿verdad?... – preguntó confundida, pero el ojiverde negó – Hace casi 5 años que no usas pantuflas – le recordó un poco confundida, pero no tardó en volver a sonreír – ¡Se está moviendo otra vez! – Harry la observó confundido, pero al verla tocarse el vientre entendió – ¡Ven, te lo perderás de nuevo! – le dijo tomando su mano y la colocó sobre su abultado vientre, e inmediatamente sintió cómo se movía un pequeño bulto.

Y con esa breve sensación se olvidó por completo que odiaba estar descalzo y continuó cocinando mientras escuchaba las risas de... de su esposa y su hijo... de su familia.

OoOoOoOoO

– No puedo creer que hayas olvidado que hoy es la víspera de navidad... – lo reprendió Hermione mientras terminaba de ponerse sus botas – Le prometiste a tu hijo que iríamos a comprar hoy el árbol de navidad y le prometiste a tu mejor amigo que cenaríamos en su casa, así que debemos apurarnos porque puedes estar seguro que James querrá adornar hoy mismo el árbol... – le dijo con tono serio y salió de la habitación acomodándose su bufanda, dejando solo a un contrariado Harry.

Se había olvidado completamente de su amigo, ¿cómo lo vería a la cara?... ¿cómo se portaría frente a él cuando le había quitado a su novia? Había olvidado que Ron estaba enamorado de Hermione, ¿cómo... qué había hecho él para quitarle la novia a su mejor amigo?... de seguro Ron lo odiaba, y estaba en todo su derecho, no sólo había dejado a su hermana plantada, si no que además le había quitado a su novia.

Se terminó de vestir sintiéndose bastante confundido, tal vez las cosas con Ron no habían resultado tan mal, de lo contrario estaba seguro que jamás lo habría invitado a pasar la víspera de navidad con él.

Salió de su habitación y bajó al vestíbulo, donde se encontró diferentes fotos de ellos, había fotos de su hijo solo, pero no había una foto en la que no saliera él acompañado de Hermione y una sonrisa de verdadera felicidad en su rostro. Había una foto de su boda en la que abrazaba y besaba a una sonriente Hermione, otra en la que estaban en el hospital, Hermione recostada en una cama y James en los brazos de un orgulloso papá, que abrazaba a su esposa sin apartar la sonrisa de su rostro, y otra más en la que Harry parecía renuente a soltar a su esposa, que sonreía divertida sentada en su regazo mientras recibía besos de su esposo en la mejilla.

– Fue cuando te dije que estaba embarazada. Eso sí lo recuerdas, ¿verdad? – le preguntó con tono serio, observando la foto sobre su hombro.

Harry asintió intentando ocultar su confusión – Es sólo que me gusta... – y no mintió, había algo especial en esa foto que, a pesar de no recordar ese día, lo hacía sentir feliz.

Al escucharlo Hermione sonrió y lo abrazó, haciéndolo estremecerse al sentir su vientre descansar contra su pelvis, y correspondió a su abrazo dándose cuenta de lo bien que se sentía estar así.

– Vamos... James nos espera, creo que lo mejor será ir al parque, vi unos árboles muy bonitos y no está tan lejos – le dijo volteándolo a ver, sin separarse de él, pues Harry seguía abrazándola.

El moreno asintió y, sin pensarlo, le dio un beso en la frente. Si eso era sólo un sueño le ocasionaría muchos problemas al despertar.

Salieron de la casa y se encontraron a su hijo esperándolos sentado en un escalón de la entrada, y al verlos corrió hacia su papá y se prendió de sus piernas. Harry sonrió y no tardó en tomarlo en brazos, guiando a su esposa y su hijo a la camioneta, que esperaba fuera la de ellos.

Sacó las llaves del bolsillo de su pantalón y usando el control quitó el seguro antes de abrirle la puerta a Hermione, que le sonrió agradecida, después acomodó a su hijo en el asiento trasero y, luego de ponerle el cinturón de seguridad, ocupó su lugar. Y arrancando deseó recordar dónde se encontraba ese parque del que le había hablado Hermione, estaba seguro que ya había estado ahí antes.

Le bastó avanzar dos calles y doblar a la derecha para encontrar un parque lleno de pinos y gente que caminaba de lado a lado buscando el mejor árbol de navidad.

– ¡Vamos, vamos!... ¡Se van a llevar los grandotes! – los apremió James mientras observaba por la ventana cómo llegaba más y más gente.

Hermione sonrió – Habíamos quedado en que compraríamos sólo un árbol que entrara en la casa, no puede ser demasiado grande, James... – le recordó mientras abría la puerta y Harry se apresuró a acercarse para ayudarla a bajar – Gracias... – le dijo sonriendo un poco impresionada, lo cual sorprendió a Harry, ¿acaso no era caballeroso con su esposa?... Ginny se molestaba cada vez que él se distraía y olvidaba abrirle la puerta.

Sin soltar su mano abrió la puerta del pasajero y ayudó a su hijo a liberarse del cinturón, e inmediatamente intentó correr hacia los árboles, pero Harry no tardó en detenerlo – Espera un segundo... – dijo cerrando la puerta con el pie, pues aún sostenía la mano de Hermione con la suya y con la otra tomaba a James del brazo.

– ¿Te faltan manos? – le preguntó Hermione divertida y Harry asintió algo azorado – No te preocupes, ya hablé con él, no se separará mucho de nosotros... – lo tranquilizó haciendo que soltara a James, quien sonrió caminando con torpes brinquitos, pues la capa de nieve le impedía saltar con libertad. Al verlo Harry rió divertido, acompañado de la risa alegre de Hermione, quien tomaba su mano con ambas manos.

Podría ser un hermoso cuento de hadas, una familia feliz en la víspera de navidad, comprando un hermoso pino, si no fuera porque el feliz papá no recordaba nada de su vida en familia, ni de algún noviazgo con su esposa.

– ¡Papi, mira éste! – la voz de James lo sacó de sus pensamientos – ¡Es enorme! –

Sonrió al verlo intentar medir el árbol con sus cortos bracitos – Demasiado enorme... – le dijo acercándose a él junto con Hermione, quien los observaba sin dejar de sonreír.

– ¡Pero es muy bonito!, ¡es el más bonito de todos! – le decía con gesto ilusionado.

– No cabrá en la sala – dijo con tono serio, intentando no doblegarse ante la mirada suplicante que le dirigía el pequeño.

– ¡Se agacha! – le aseguró haciendo reír a sus papás – ¡Por favor, papi! – le pidió abrazando sus piernas.

Y no pudo evitar ceder al escuchar la risa de Hermione y sentir a James abrazarlo con fervor – Está bien, pero lo tendremos que poner en el jardín... – le dijo intentando fingir tono serio, pero no pudo ocultar su sonrisa.

James lo volteó a ver preocupado – Pero... y... ¿los regalos?... si no hay arbolito en la sala no llegarán los regalos... – le dijo completamente preocupado, haciéndolo reír enternecido por su preocupación.

– Bueno, compraremos otro árbol para la sala, pero dejaremos que tu mamá lo elija – le dijo sin dejar de sonreír, cargándolo con un solo brazo, sin soltar las manos de Hermione, que le dieron un suave apretón. James sonrió emocionado y, después de darle un sonoro beso en la mejilla, se deshizo de su agarre y corrió al árbol para asegurarse de que nadie más se lo llevara.

– ¿Te había dicho que eres un papá magnífico? – le preguntó su esposa acercándose a él – ¿Y un esposo maravilloso? – le dijo en susurro y Harry negó sonriendo anestesiado por el aliento de Hermione sobre su rostro – ¡Pues lo eres! – dijo antes de terminar la distancia que separaba sus rostros y lo volvió a besar en los labios, pero de manera diferente.

Y Harry no pudo evitar sorprenderse, una cosa era un simple y dulce beso en los labios, y otra muy diferente era un beso en los labios, un beso que exigía respuesta, una respuesta a la que ya estaban acostumbrados los otros labios, que se abrían paso entre los suyos mientras acariciaba con su lengua su labio inferior, incitándolo a responderle; y cerrando los ojos no dudó más en corresponder, la rodeó por la cintura inclinándose más a ella para profundizar el beso como ella lo pedía, pero siendo igual de suave que ella. Guió una mano a su cuello, mientras su lengua conocía fascinada cada recoveco de aquella dulce boca, y desganado se separó de ella, sólo por la necesidad de respirar, pues la emoción le había impedido aspirar el aire necesario.

La observó sonreír aún con los ojos cerrados, y se sorprendió al darse cuenta de lo hermosa que se veía con nieve en el cabello y la cara sonrosada por efecto del frío.

– ¡Vaya!... me hiciste recordar nuestro primer beso – le dijo abriendo los ojos, sonriendo ampliamente, y lo volvió a tomar de la mano para guiarlo a donde estaba su hijo – Vamos a buscar el otro árbol, tu papá le dirá a los encargados que nos aparten éste – le dijo sonriendo a su hijo.

Harry la observó un poco preocupado, sin deseos de soltar su mano, pero al sentirla apretar la suya la dejó ir, observándolos impresionado de lo mucho que le podían hacer sentir con sólo medio día de convivencia.

Habló rápidamente con uno de los encargados y le pidió que llevaran el árbol a su camioneta, que se alcanzaba a ver desde donde estaban. Apresuró su paso para alcanzar a Hermione y James, y los encontró observando un árbol pequeño, bueno, más pequeño en comparación al que había elegido James, pues este era varios centímetros más alto que Hermione... su esposa.

Comenzaba a acostumbrarse a pensar en su mejor amiga como su esposa, no era para nada molesto y en las fotos se veía que eran muy felices.

Al detenerse detrás de ellos, cargó a James con un brazo y rodeó a Hermione por la cintura con el otro.

– ¿Qué te parece? – le preguntó la castaña sin dejar de observar el árbol meticulosamente, era un pino sencillo, con ramas abundantes y un verde oscuro agradable.

Le sonrió y asintió – Me gusta... creo que quedará perfecto en la sala – dijo aún sonriendo.

– ¡Muy bien!, ¡entonces quiero éste! – le dijo sonriendo mientras lo rodeaba por la espalda con un brazo y apoyaba su otra mano en su pecho, y Harry no pudo contener los deseos de volverla a besar, era su esposa y podía hacerlo cuando quisiera, ¿no?

Sintió a Hermione sonreír a mitad del beso y se enojó con el invierno, pues era el culpable de que hubiera tanta ropa entre los dos. Se asustó al pensar en eso, y se separó de su amiga temiendo por lo que había pensado. Sí, era su esposa y seguramente habían hecho más que besarse, pero él no lo recordaba, para él seguía siendo su mejor amiga, que acababa de descubrir que besaba bien y se sentía muy bien en sus brazos, pero aún no estaba seguro de querer ir más allá.

– Bien... vamos, se nos está haciendo un poco tarde... – dijo Hermione bastante contrariada por la reacción de Harry, y se separó de él tomando a su hijo de sus brazos para dejarlo de pie y se encaminó al coche junto con James.

Se maldijo mentalmente porque sabía que debía tener cuidado, pues sólo dañaría a Hermione y a James. Ellos lo querían, podía estar seguro de eso, y era más que seguro que el Harry que ellos conocían también los quería.

Regresó al coche luego de hablar con el encargado que lo había atendido antes y pagar por los árboles que habían elegido. Los encontró observando atentamente el árbol que había escogido James, y por algo que él ignoraba completamente, James comenzó a reírse y abrazó a su mamá, que lo observaba sonriendo feliz. Pero, para decepción suya, al verlo llegar se puso seria.

Sin decirse nada ambos comenzaron a guiar a los empleados que se habían acercado a ayudarlos, Harry la observaba de reojo, sintiéndose más culpable que nunca por su silencio, deseaba sólo abrazarla y pedirle perdón por haber sido tan insensible, pero ella no lo volteaba a ver.

– Gracias... – le dijo Harry a los muchachos que les habían ayudado mientras Hermione acomodaba a su hijo en el asiento trasero, y al regresar a la camioneta le impidió a la castaña abrir la puerta, recibiendo una mirada confundida como respuesta – Lo siento, no quería... – decía apenado, pero Hermione lo interrumpió.

– No tienes porqué pedir disculpas... – dijo con tono serio, volviendo a intentar abrir la puerta, pero Harry la detuvo de nuevo.

– Sí tengo, porque estás enojada conmigo... y... no quiero... lamento haber reaccionado así, eso sólo que... – decía intentando encontrar una manera de explicar lo que había pasado, porqué se había separado de ella de esa manera, pero Hermione, de alguna forma, lo entendía.

– No te preocupes... – le sonrió débilmente y le dio un suave beso en los labios.

Harry le sonrió y le abrió la puerta ayudándola a subir, y antes de alejarse de ella la besó sólo acariciándole los labios con los suyos, y le sonrió rozando su mejilla con la mano, para luego alejarse cerrando la puerta del coche.

OoOoOoOoO

¡Perfecto!... ¿qué demonios debía ponerse para ir a cenar con Ron?, Hermione le había dicho que iban a cenar, pero ¿era una simple cena de amigos o una cena formal?, aunque era Ron, él odiaba las formalidades.

Entró a su habitación dirigiéndose al vestidor y abrió el armario encontrándose la ropa de Hermione, maldijo mentalmente, abrió otra puerta y encontró suéteres y chamarras. "¡Genial!" pensó enojado, e hizo una nota mental, en la noche; cuando Hermione estuviera dormida; revisaría toda la casa, si no volvería a equivocarse, y no podía hacer eso frente a su esposa e hijo.

– Tu abrigo está en la sala... – lo sorprendió la voz de Hermione.

– Oh... está bien... ehm... – intentaba preguntarle qué podía ponerse, pero no sabía cómo hacerlo, y no necesitó hacerlo.

– Recuerdas que irá el Ministro, ¿verdad? – le preguntó mientras abría las puertas que estaban a espaldas de él, y asintió torpemente, grabando en su memoria que ahí se encontraba su ropa – Muy bien, no sé cuándo comenzó a ser tan famoso, pero creo que le gusta... – decía mientras observaba las túnicas – Te verás muy guapo con esto... – le dijo sonriendo mientras le mostraba la túnica que había elegido, él asintió y la aceptó gustoso.

– Gracias – le dijo sonriendo antes de darle un beso en la mejilla y entró al servicio para ducharse.

Sonrió al recordar lo que le había dicho Hermione, Ron era famoso, como siempre había soñado. Se alegró por él, no dudaba que se mereciera todo lo que tenía, seguro se había esforzado bastante por conseguirlo.

Salió del baño, luego de una relajante ducha, pero por poco y se va de boca al ver a Hermione frente a él, mostrando su delgada espalda desnuda.

– Pensé que nunca saldrías, ya tenía mucho tiempo que no tardabas tanto – le decía mientras buscaba algo en el armario, y Harry observaba nervioso a todos lados sin saber qué hacer, si ella volteaba la vería desnuda y él no estaba preparado para eso. Abrió la puerta del armario que estaba a su lado y agradeció encontrarse con sus artículos personales, fingió buscar algo al percibir que se acercaba.

– ¿Podrías bañar a James? sigue jugando en el patio trasero... o asegúrate que se mantenga con su suéter puesto – Harry se tensó al sentir sus pequeñas manos sobre sus brazos y ahogó un gemido al sentir sus senos apretarse contra la piel de su espalda, mientras depositaba un húmedo beso en su hombro, haciendo que el calor se instalara en su vientre bajo.

La sintió sonreír mientras acariciaba su abdomen – Se- se nos hará tarde... – logró decirle, cerrando los ojos con fuerza para intentar olvidar la cercanía de Hermione.

– ¡Aguafiestas! – se quejó la castaña alejándose de él, dándole antes un beso en la espalda como para demostrarle que no estaba enojada realmente.

Y, a pesar de las circunstancias, sonrió, Hermione en verdad sabía hacerlo sentir mejor. Intentó relajarse, pero el pensar que jamás imaginó que su mejor amiga le haría sentir eso no ayudaba en lo más mínimo. Trató de no pensar en lo bien que se había sentido su piel contra la de él, en lo cálidas que eran sus manos y en lo suaves que habían sido sus labios al acariciar su espalda. Se golpeó la frente contra el borde de una de las repisas, debía dejar de pensar en eso o nunca podría salir de la habitación y menos alejarse del armario.

Intentó ignorar la tensión en su entrepierna y comenzó a arreglarse. Peleaba con sus pantalones, cuando Hermione salió de la ducha.

– Estaba recordando que Draco Malfoy se me hacía muy sexy cuando estábamos en el colegio – dijo nada más abrir la puerta del servicio, ocasionando que Harry se enredara con el pantalón cayendo dentro del armario, olvidándose por completo de lo que había sucedido con Hermione momentos atrás, gracias al comentario tan desagradable de la castaña, quien se reía a causa de la torpeza de su esposo.

Con algo de dificultad y ayuda de Hermione se reincorporó – Estaba segura que eras más ágil – le dijo con tono divertido.

La observó con el entrecejo fruncido y bufó molesto – Yo no soy torpe, no esperaba que salieras del baño... además, ¿qué hacías pensando, mientras te bañabas, en lo sexy que te parecía Malfoy en el colegio? – le dijo frunciendo aún más el entrecejo, mientras terminaba de acomodarse el pantalón.

Hermione volvió a reír – ¿Estás celoso? – preguntó divertida, rodeando a Harry por la cintura, quien negó intentando alejarse de ella.

– ¿Celoso, yo?... ¿de lo que pienses de Malfoy?... ¡jah! – fingió indiferencia, tratando de hacer que Hermione lo soltara, pero la chica se aferró a él sin dejar de sonreír.

– No te enojes, sólo lo recordé porque lo veremos hoy, lo recordé cuando iba saliendo del baño, por eso lo mencioné – le aseguró al ver su mirada enojada.

Por fin cedió a su abrazo y la rodeó por los hombros, teniendo cuidado de no hacer que la toalla, que tenía enrollada en el cuerpo, cayera. Y estaba a punto de besarla, pero Hermione lo detuvo.

– Se nos hará tarde... – le dijo sonriendo con malicia, mientras se alejaba de él.

– ¿Te estás vengando? – le preguntó entrecerrando los ojos.

– ¿Yooo? – le preguntó Hermione fingiendo gesto inocente, logrando hacer que Harry sonriera – Vamos, termina de arreglarte – le dijo sonriendo mientras lo ayudaba a abotonar su camisa. Harry le sonrió y le dio un beso en la punta de la nariz como agradecimiento.

Mientras fingía no saber que Hermione se vestía justo detrás de él, intentaba hacerle el nudo a su corbata, pero el sólo saber que ella estaba ahí, quien sabe en qué condiciones, le impedía concentrarse en lo que hacía.

– Ven, te ayudo... – se ofreció la castaña.

Cerró los ojos deseando que no estuviera muy descubierta y volteó hacia ella, y a pesar de que no estaba en las mismas condiciones que momentos antes, no pudo evitar sorprenderse al verla sólo con el sujetador y un pequeño short.

– ¿Puedes ir por James?, seguro está mojado de pies a cabeza, espero que no se resfríe – le decía mientras hacía el nudo de la corbata con una agilidad sorprendente.

– ¡Lo haces mejor que yo! – le dijo sorprendido, recibiendo como respuesta la sonrisa de Hermione, y esta vez le prohibió a la castaña que se alejara de él impidiéndole besarla.

La rodeó por la cintura, deleitándose con la suavidad de su piel y le acarició los labios con los suyos por unos segundos, para después suplicarle con una ligera caricia de su lengua que le permitiera volver a probar su boca, y no tardó en sentir su lengua corresponder a las caricias, mientras sus manos lo rodeaban por el cuello, acariciando su cabello y espalda, profundizando el beso.

Y la sintió sonreír mientras se separaba de él, uniendo su frente a la de él – Amo tus besos, pero si seguimos así, Ron llegará y nosotros no estaremos listos. Anda, ve por tu hijo mientras yo preparo el baño – le dijo sonriendo, antes de darle un corto beso.

Sonrió y, obediente, salió de la habitación para ir por su hijo como se lo había pedido su esposa, y como ella había dicho, lo encontró mojado de pies a cabeza a causa de la nieve.

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Tenían un poco menos de media hora esperando, Harry jugaba con James en el jardín, con un hechizo impermeable que les había aplicado Hermione para que no se mojaran, mientras ella terminaba de hacer un postre.

Intentó pensar en alguna razón por la que Ron lo necesitara dos horas antes de la cena, pero no se le ocurría nada, tal vez quería ajustar cuentas del pasado, y por estar pensando en posibles respuestas, no se dio cuenta cuando James corrió hacia él y lo abrazó por las piernas, haciéndolo perder el equilibrio yendo a dar a la nieve, ocasionando la risa divertida de su hijo.

– Veo que heredaste el sentido del humor de tu madre – le dijo sonriendo mientras intentaba reincorporarse y tomó en brazos a su hijo al hacerlo, escuchando en ese momento cómo se acercaba un coche. Al voltear pudo ver un elegante carro negro estacionarse frente a su casa y enseguida vio bajar a un alto pelirrojo, que lo saludó sonriente; y eso lo hizo sentirse relajado, Ron no lo odiaba por haberle quitado a su novia.

Lo observó rodear el coche y abrir la puerta del copiloto. Al ver a una rubia bajar sonrió aún más, Ron era todo un casanova.

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Espero que el inicio de esta historia les haya parecido interesante y se animen a seguir leyéndome.

Como aclaración este fic ya está terminado; si llego a tardarme en subir capítulos es simplemente porque el trabajo me absorbe.

Espero saber de ustedes pronto! Cuídense mucho!!

Y mil gracias por leerme!!!

Que el 2010 nos dé más pareja del fenix para disfrutar!!

pgranger