Ok aquí va una mas…

Jor esto es para ti. Muñe, sabes que esta, era una historia que no se escribiría, pero lo intenté hacer para ti. Eres la onda Jor, love u.

Ahora para ustedes lectores, este es una historia "diferente" en cuanto a la forma de escribir, espero que les guste y me den una nueva oportunidad. El fic está terminado, pero tengan paciencia pronto subiré los siguientes. Tengo varias cosas preparadas para ustedes en las próximas semanas.


Los sueños a veces se hacen realidad

Por: Huesos_Potter

Capitulo 1.

Los años pasan sin darnos cuenta y con ellos, muchas de los sueños y anhelos se van con el mismo correr del tiempo. Quizás lo que una vez quisimos con ahínco quedó en el olvido, otros sueños que nunca imaginamos tomaron fuerza por las mismas circunstancias de la vida. Otros se mezclaron sin distinguir donde empezaban unos y donde terminaban otros.

Ginevra Weasley había aprendido que con el mismo paso de los años, los sueños se pierden, cambian y otros regresan, pero no sabía que los sueños a veces se hacen realidad.

Como cada fin de semana, San Mungo, el hospital de enfermedades y heridas mágicas, era un caos, a veces organizados y muchas veces no, como en esa ocasión. Sanadores, Asistentes de curación, que en muchos casos se conocían como enfermeras, pacientes y familiares de los mismos, iban y venían a todas horas por los pasillos, consultorios y salas de espera, no había área del hospital que no se encontrara en movimiento, a pesar de ser sábado y de ser casi mas de las 11 de la noche, en San Mungo no había descanso.

Y como cada vez que le tocaba cubrir un turno en la sección de urgencias, parecía que el caos se multiplicaba. Era como si el mundo confabulara en contra de la sanadora Ginevra Weasley.

Solo le faltaba una hora para terminar aquel turno, un turno que sumado al suyo, se habían convertido en una carrera kilométrica contra el cansancio, el sueño y el hambre. Si no estuviera haciéndole un favor a su amiga Anesthacia Wells, se habría ido hace horas a descansar a su departamento. Parecía que había durado semanas sin dormir en su pequeña cama, pero en realidad solo habían sido un poco mas de 24 horas. Tenía más de un día sin dormir; la medicina nunca había sido sencilla, lo supo desde el primer día que se enlistó en la facultad mágica de sanación, así que para Ginny unas horas más o unas horas menos sin dormir, ya no hacían la diferencia, después de todo era por una buena causa.

Sabía que Stewart, el novio de Anesthacia, tenía planeado pedirle matrimonio, a media noche después de dar por terminada la cena que había ideado. Ginny casi sonreía ante eso, era un cliché común, prometerse amor eterno, un 14 de febrero, así que a pesar del cansancio y del hambre que tenía, aguantar otros 58 minutos más valía la pena por una buena causa. Además de que ella no tenía motivos o persona con quien celebrar en esa ocasión.

El amor era importante, no es que fuera apática o que no creyera en el amor, porque en realidad era todo lo contrario, era una romántica hasta la medula de sus huesos, pero el amor era algo más que festejar una fecha o era más que solo querer a alguien más. El amor, era esa parte del romance, la sensualidad y el compromiso de dos personas, con equidad de sentimientos, de responsabilidades y compromisos mutuos. Ginny pensó que si seguía pensando en la descripción perfecta del amor su vida transcurriría encerrada entre las paredes y los pisos del hospital, y ella quería algo más de la vida, amaba su trabajo, pero de solo trabajo no vive el mundo.

Giró a la izquierda en uno de los pasillos, visitando el último cuarto del área de pediatría, la cual era su área. Había luchado mucho para conseguir la residencia en esa área, llegando, a pesar de su corta edad a la jefatura del área pediátrica. Ginny observó las cuatro camitas que eran ocupadas por cuatro pequeños cuerpecitos, leyó las notas que se encontraban al pie de las camas, comprobando que no hubiera cambios en la estabilidad de los niños, las pociones estaban haciendo su magia en ellos.

Salió de la habitación saludando a las asistentes y algunas sanadoras, aquellos que no estaban ocupados o aquellos que tenían tiempo de comentarios y risitas dispersas. El rojo, las rosas y los corazones endulzaban el ambiente pálido del hospital.

Se encaminó hacia la sala de urgencias, unas risitas tontas y murmullos antinaturales a esas horas de la casi madrugada y del lugar, llamaron su atención, parecía que todas las asistentes y unas que otras sanadoras jóvenes y maduras, se habían alborotado alrededor del área de urgencias.

Ginny no sabía que sucedía, pero lo último que quería era encontrarse con un caso extraño o complicado, menos cuando solo faltaban 20 minutos para por fin salir de su turno y retirarse a la tranquilidad de su piso.

Artemisa Cupil se acercó a ella, la chica se veía excitada y sonrojada por algo que estaba fuera de la imaginación de Ginny. Artemisa solo era un par de años más chica que ella, pero parecía apenas salida de Hogwarts, infantil y excitada por la vida.

-Sanadora Weasley. ¿Puedo atenderlo yo? ¿Sí? Diga que si, por favor. – Dijo Artemisa.

Ginny le regaló una sonrisa, todas las mujeres del hospital se volvían locas cuando algún jugador de quidditch era traído por alguna circunstancia al hospital, casi estaba a punto de decirle que sí, para no matar su ilusión, cuando los comentarios realizados a su alrededor, hicieron que ella se interesara por el paciente pero de una forma profesional, ya que nunca la comunidad femenina de San Mungo había estado tan agitada.

-Es Guapo.

-Ojala lo revisen en el cubículo grande.

-Lo ayudaré a desvestirse…

Para Ginny esos comentarios había sido suficientes, quizás el pobre hombre estuviera desangrándose y esas mujeres solo querían manosearlo. San Valentín les alborotaba las hormonas a las mujeres.

-Sanadora, ¿lo puedo atender yo? – preguntó Stephany esperanzada, quien era unas de las asistentes nuevas.

-No – Contestó Artemisa antes que ella.

Ginny se dirigió mas deprisa donde se encontraba el paciente, dejando a las asistentes en una discusión desenfrenada por quien era la mejor o mas "capacitada" para atender al enfermo. Le costó trabajo acercarse hasta el último cubículo, ya que todas estaban alrededor del pequeño anexo, muchas al verla se dispersaron apenadas, mientras que otras ni siquiera se enteraron de su presencia y otras más descaradas ni se inmutaron al verla.

Por muy cansada que estuviera no contaba con dejar el trabajo en manos de enfermeras en celo y menos cuando se tratada de… Ginny casi tira su varita, al menos ya sabía por qué tanto alboroto. Harry Potter estaba en el hospital.

Ginny tenía meses sin verlo y años sin hablar con él, por su aspecto no parecía nada agraciado de estar ahí. Dos asistentes de enfermería, las más osadas, revoloteaban a su alrededor, enfadándolo más, mientras respondía a las preguntas de las enfermeras, unas profesionales, requeridas para el procedimientos de urgencias y otras de sondeo personal, de las cuales Ginny sabía que las lectoras de corazón de bruja estarían orgullosas.

-¿Terminaron?-

-Sanadora Weasley- Dijeron ambas a coro, mientras se veían y observaban a su jefa en turno.

Harry, no esperaba verla, pero sintió un gran alivio ante su presencia, él, le regaló una pequeña sonrisa, parecida algo más que una mueca, relajando su rostro a pesar del enfado y del dolor.

Nunca había visto a Ginny en su papel de sanadora, y a pesar de que se le hizo extraño, de alguna forma parecía natural en ella. Tenía presencia, porte y personalidad. Ella le regaló una pequeña sonrisa, refiriéndose a él de una forma profesional, que se le hizo divertida.

-Señor Potter.

-Sanadora Weasley.

-Mitsy, Kandy… se pueden retirar-

-Pero…

-Sanadora… yo…

Ginny no escuchó sus quejas ni las que las de las demás mujeres, retiró la cortina del cubículo, terminando con tal gesto las peticiones de las chicas, al abrir de forma repentina las cortina corrediza del área, todas las demás espectadoras casi se mueren del susto.

-Es suficiente señoritas, es un hospital, no un teatro muggle. - Con eso fue más que suficiente para que regresaran a sus actividades.

Ginny se veía diferente y no solo por el uniforme, sino por algo que Harry no podía identificar. Ginny cerró de nuevo la cortina esta vez completamente, mientras que con su varita insonorizaba el lugar, tomó el block de anotaciones y empezó a leer, sabía que él no estaría herido de gravedad, si no las enfermeras la hubieran localizado antes, tampoco eran tan incompetentes, pero necesitaba tiempo para tranquilizarse, después de todo, tenia años que no se encontraba sola con Harry James Potter.

-Gracias por alejarlas de aquí… me estaban volviendo loco.-

-Y yo que pensaba dejar que Kandy te explorara. -

-¿La rubia? … no por favor…-

-Descuida, eres el mejor amigo de mi hermano, no te voy a dejar morir lentamente. – Dijo Ginny con una sonrisa encantadora y algo extraño pasó en el estomago de Harry y estaba seguro que no se debía a su "accidente".

-No te caíste de la escoba ¿Verdad?

Chica lista pensó Harry. – no, pero es confidencial y…-

-Auror Potter… -interrumpió ella no necesitando mas explicación – es extraño que con todo lo que haces, es la primera vez que te vea en este hospital.

-Si hubiera sabido que estabas en esta área, quizás hubiera venido antes o más seguido.

-Promesas, Promesas… Puras promesas Potter.

Si ambos no supieran otra cosa, jurarían que estaban coqueteando descaradamente. Así que descartaron esos sentimientos, asumiendo que simplemente era la reacción normal que una persona tiene después de años sin ver a un antiguo amigo. Los dos sabían que estaban mintiendo después de todo, ambos habían sido más que amigos, pero eso fue en el pasado, ahora en el presente, Harry Potter necesitaba atención médica. Así que para Ginny era hora de ponerse a trabajar.

-Quítate la chamarra y la camisa.

Ginny pensó que Harry haría algún comentario, pero este solo obedeció su petición, sus movimientos eran lentos y unas muecas de dolor fueron suficientes para que Ginny supiera que sus heridas eran lo suficientemente considerables, para ayudarlo.

Dejó el block de anotaciones en una silla cercana, al tiempo que se colocaba frente a él, quien solo había logrado remover una manga de la chamarra de cuero de dragón, las que usaban los aurores en misiones.

-Permíteme – Dijo Ginny, mientras trataba de quitarla poco a poco, no quería causar más daño. Harry solo hizo muecas, mas no se quejó. O era muy valiente o estaba tratando de no perder la compostura, Ginny no se decidió por ninguna.

Cuando por fin removió la prenda por completo, prosiguió con cada botón de la camisa uno a uno, Harry por alguna razón estaba embelesado y su mente necesitaba ir en otra dirección que no fuera la preciosa sanadora que estaba frente a él.

-¿Cómo está tu novio? ¿Paquidermo?

Ginny no evitó sonreír con un pequeño resoplido ante aquel nombre – Patrick. - Lo corrigió ella mientras quitaba por completo la camisa-

-Como sea-

-No lo sé. Decidimos terminar. –

No elaboró más su respuesta y Harry tampoco quiso indagar más cosas, aunque todo su cerebro quisiera hacerlo. Toda la atención de Ginny se encontraba en el pecho de él, sus heridas eran de consideración. Su hombro y su clavícula derecha estaba visiblemente desarticuladas, no había sangre pero tenía un impacto considerable en su costado derecho, que le cubría la mayor parte de la caja torácica y su lateral derecho abarcando el esternón y las costillas.

Los hechizos de ese tipo eran bastantes desagradables de tratar, algunos afortunados solo salían con huesos rotos o algunos órganos internos gravemente dañados, y esos eran los casos peores, porque normalmente muchos no sobrevivían. Así que prosiguió a explorar a su paciente.

Harry sabía que lo que había recibido no había dejado algo bueno, pero no se imaginó que tanto o a tal grado. Ser auror no era tarea fácil, pero era lo que le gustaba, quizás si las cosas en su vida fueran diferentes, si él fuera diferente, las misiones no fueran tan llamativas. Quizás si…

-¿Cómo está Martha… Margot…?

-Magui – La corrigió él – no sé… ella y yo no… ¡auch! – Se quejó él.

-Lo siento – se disculpó ella con una ligera sonrisa, y Harry no sabía a qué se refería, porque estaba seguro que lo había hecho a propósito. Pero no importó, él moriría feliz si aquella sonrisa fuera lo último que mirara.

Ginny pasó sus manos por los órganos vitales de su pecho, como los que se perciben en la espalda también.

-¿Te duele aquí?

-No Mucho.

Ella solo asintió, mientras seguía explorando las magulladuras, estaba más tranquila, al parecer no había daño interno a nivel órganos.

-¿Puedes cerrar la mano?- Harry lo intentó pero no podía por el dolor y el entumecimiento.

Tenía tres costillas rotas, la clavícula, la cabeza del humero y por lo mismo una tendinitis en todo el brazo. Al estar más tranquila por haber descartado algún daño mayor, observó a Harry de una forma que tenía años que no lo hacía; quizás no era algo profesional de su parte, pero eran pocas las ocasiones que ella tenía la oportunidad de observar algo así, estético y con músculos desarrollados, nada exagerado pero sí bastante delineados, cubierto con una mata de vello. Su pecho era magnifico, a pesar de los matices rojos, verdes, negros y las tonalidades moradas. Harry Potter tenía un cuerpo maravilloso, diferente a lo que recordaba y eso era algo que Ginny sabía que no debía de recordar.

-Has cambiado – Le comentó, mientras pasaba de nuevo sus manos por sus músculos abdominales, le recorrió de nuevo el pecho lentamente, hasta llegar a la parte de las contusiones. Harry dejó de respirar por unos segundos, lo estaba torturando lentamente y ella no tenía ni idea de lo que le provocaba. El corazón latía a mil por hora, las sensaciones que despertaba en él, eran naturales y extrañas de alguna forma familiar.

-¿Por qué? – Preguntó él.

-Tienes vello… - Contestó Ginny en un murmullo. Si no hubiera estado sorprendido por sus respuesta y por lo que estaba sintiendo se habría echado a reír sonoramente. El mounstro dentro de su pecho volvió a rugir, reclamando algo que no entendió.

-Tú también has cambiado- Dijo, haciendo que Ginny se detuviera camino a la estantería de pócimas, ella no preguntó nada, pero sabía que quería alguna respuesta y Harry de la dio. – Ya no te sonrojas.-

Esta vez Ginny no pudo evitar la carcajada que dio. Era cierto, ya no se sonrojaba tan fácilmente, pero sabía que él no se refería a eso, si no a un detalle del pasado. Detalle que tenía más de 8 años de haber sucedido. A sus mentes llegaron momentos robados de horas felices, de cuando apenas eran unos adolecentes, antes de los tiempos oscuros de Hogwarts, antes de un año de soledad, antes de las muertes, antes de que los sueños se perdieran.

Ahora todo era diferente, ellos eran diferentes.

Ginny seleccionó el material que necesitaría para curar a su paciente, levitó el material para dejarlo a su alcance.

-Tienes varios huesos rotos, las costillas y los huesos que se encuentran en tu hombro, pero no creo que tengas alguna complicación, tus huesos soldaran completamente en un par de días. – Ginny abrió un pequeño frasco donde había un ungüento de color verde, colocó la punta de su varita en aquella crema rara, Ginny observó a Harry quien le veía ansiosamente. –Es un sedante, mas no te va a quitar el dolor del todo.

Ginny puso la punta de la varita en el bícep del brazo izquierdo de Harry, quien sintió un ligero piquete, como aquel que te producen las inyecciones muggles, sintió que algo frio recorría su cuerpo, el dolor no desapareció, pero de alguna manera parecía soportable.

-Esto te va a doler… y no hay forma de hacerlo diferente.

-Está bien.

Ginny se colocó frente a él, si no estuviera en sus roles de Paciente-Sanadora, la posición sería de lo mas sugestiva. Ella entre sus piernas con varita en mano y él sentado en la camilla, desnudo de la cintura para arriba.

Harry sabía lo que venía y no le importó, confiaba en Ginny, siempre lo había hecho. Ella colocó su varita en un punto específico del hombro.

-Uno, Dos…

-¡Ahh! – Gritó Harry mientras el hechizo acomodaba en su sitio los huesos desarticulados, su hombro se movió de una forma extraña, se podía escuchar el momento justo en que los huesos se acomodaron por completo. El dolor lo invadió, pero al mismo tiempo la presión que había sentido previamente desapareció. Si, era doloroso, pero esta vez, era un dolor más soportable, se inclinó un poco hacia el frente hasta pegar su frente con el hombro de Ginny, esperando que el dolor pasara, Harry pensó que lloraría, pero no lo hizo.

-Lo siento. – Dijo Ginny mientras acariciaba el cabello revuelto de él, no sabía que la estaba impulsando a hacer tal gesto pero no le importó. El cariño que le tuvo a Harry fue lo suficientemente grande como para no preocuparse por él o de cuidarlo en aquel momento.

-¿mejor? – preguntó después de un par de minutos.

-Sí. -

-Lo siento. -

-Lo sé Gin… no hay problema, lo entiendo.-

Ginny tenía años sin escuchar tal diminutivo, su loco corazón no había dejado de latir apresuradamente desde que entró a esa habitación y lo vio. Y ahora su corazón parecía detenerse.

-Te voy a vendar, para que no tengas tanta movilidad y el hombro descanse.

-Está bien.

-Ahora, tus costillas son otra cosa… están rotas, mas no están desarticuladas, así que el tratamiento es diferente.-

-Me va a doler-

-¿Dónde está ese valor griffindor, auror?

-Creo que se me olvido cuando te vi-

A Ginny se le escapo una ligera sonrisa sabía por donde iba Harry – No vas a hacer que me sonroje… ahora, toma esto.-

-¿Crece-huesos? – Harry con solo recordar la experiencia desagradable de esa poción casi hace pucheros, cosa que estaba seguro que a Ginny le encantaría, principalmente para burlarse de él.

-¿Ginny?

-No, no necesitas que crezcan sino que peguen. Toma.

-Huele Horrible. – sabía que ahora estaba haciendo casi un berrinche, pero para Harry esa pócima tenía un olor desagradable.

-¿Qué esperabas… flores silvestres?-

-No… pero… Ginny… -

-Harry, no tengo toda la noche… tomate eso… -

Harry tomó la pócima, cerró sus ojos y bebió el contenido haciendo muecas y ruidos bastante infantiles.

-Todo- le ordenó Ginny y por más que quisiera evitarlo, él se tomó todo el contenido, Harry tosió, sacó la lengua, agitó su cabeza y se trató de limpiar la lengua con un dedo pero nada funcionó, el sabor de la pócima seguía en su boca.

-Pareces un niño, tengo pacientes de esas edades que no se quejan tanto… toma. – Ginny sacó una paleta de una de las bolsas de su bata. A Harry se le iluminó el rostro, peleó contra la envoltura de la paleta tratando de abrirla, pero con el brazo inmovilizado era imposible, Ginny rodó los ojos exasperadamente, mientras se reía de su aprieto.

Ginny se apiado de él y si no supiera que Harry era mayor que ella diría que en vez de casi 25 años tenía 7, no esperó ni comentario, ni cumplido, ya que él solo se comió su paleta y la observó con una felicidad extraña, pero más extraña fue la reacción de su cuerpo y de sus sentimientos hacia él. Era mejor ignorarlos o al menos era lo que por lo pronto creía más prudente.

-Voy a vendarte también las costillas -Él solo asintió, emocionado como estaba con su paleta de fresa.

-Sabes, si no supiera lo contrario diría que tienes 5 años – Dijo Ginny, mientras su cara casi quedaba pegada a la de él, al pasar sus cortos brazos alrededor de su cintura para acomodar la venda en su espalda. Un ruido extraño llamó la atención de Ginny.

-¿Qué fue eso?

-Lo siento, creo que fue mi estomago… tengo hambre –

-¿No te molesta la venda?

-Nop… gracias… ya no tengo tanto dolor.-

-Bien, con la pócima que te di, tus huesos se recuperaran pronto, pero vas a estar adolorido un par de días.

Ginny tomó el block de notas y buscó un par de frascos, se los dio a Harry, quien los recibió extrañado.

-Necesitas tomarte esto en la mañana, también te recomiendo que te coloques hielo para bajar la inflamación… cualquier cosa regresa mañana.

-Gracias sanadora – Dijo Harry con una sonrisa pero ella no le devolvió el gesto.

-Cuídate Harry – Dijo Ginny seriamente, más que regaño era un consejo, odiaba la idea de que algo le sucediera – lo que sucedió, pudo pasar a mayor, da gracias que solo fueron huesos rotos y no algún daño en los órganos o algo peor…-

-Lo sé Gin… lo intento.- el silencio invadió la atmosfera, mientras se observaban sin perder su posición, a pesar de estar sentado sobre la camilla, la diferencia de estaturas era casi la misma. Cuando Ginny se dio cuenta lo que pasaba y de la hora que era empezó a recoger todo su material.

-¿Gin?, te invito a cenar – Sugirió Harry por alguna razón ajena a su entendimiento, no quería que Ginny se fuera de su lado, no todavía.

Ella regresó colocándose frente a Harry, con una sonrisa felina mientras se cruzaba de brazos frente a él.

-¿Dónde me llevarías?-

-Ehh.. – El cerebro de Harry, trató de enfocar un lugar especial o especifico para cenar, pero era imposible a esas horas de la madrugada, los lugares que conocía estaban cerrados a esa hora. Ginny le sonrió sabiamente, sabía que no podía encontrar algún lugar.

-Mejor yo te invito a cenar.

Harry supo a que se refería Ginny, a pesar de todo se veía cansada y él, para ser realista también lo estaba. Él había estado en misiones y redadas toda la semana, no había dormido, ni comido de forma correcta durante días, una ligera barba le cubría las mejillas y el mentón; así que no estaba en sus mejores condiciones y con sus heridas seria una carga demás para Ginny.

-No quiero molestar, ya has hecho mucho por mí hoy… -

-Harry, tengo que preparara algo para mí de todas formas, y estoy segura que no has tenido una comida decente en días.

-Está bien, pero me debes una comida en otra ocasión.

-Hecho. Mi turno terminó hace media hora, tengo que dejar unas indicaciones y cambiarme, ¿me esperas?

-Por supuesto… aquí estaré…

Ginny abrió la cortinilla de anexo, removió el hechizo de sonido y si sus compañeros del hospital consideraron raro lo que había tardado dentro con el paciente nadie dijo nada.

Tenía años sin sentirse de esa forma, como si el corazón quisiera salirse de su pecho, sus emociones, sentimientos y quizás sus anhelos había encontrado o reencontrado su detonante, y ese detonante era llamado Harry Potter.

Mientras tanto, en aquel pequeño espacio del hospital, Harry tenía pensamientos similares hacia aquella sanadora pelirroja que en otro tiempo había significado TODO para él.

El mundo daba muchas vueltas y quizás en esas vueltas sus vidas retomarían el curso natural de sus destinos. Porque lo que está destinado a ser, será.


Les hago una invitación para el foro Chocolate y Menta, donde hay un poco de todo para los fans de Harry y Ginny. Por cierto, gane el 3er lugar en el concurso de Fanfic Ilustrado, cosa que es exelente si toman en cuenta que el primer lugar lo ganó anatripotter y el segundo Jor.

Visítennos, no se van a arrepentir. Por cierto si nos quieren conocer jajaja lean las entrevistas! me sentí importante. Hicieron mi día!