Disclaimer: La idea original de este fic pertenece a Osa Roja (gracias y muchas galletas de ositos para ti :3) y los personajes del anime pertenecen a su mangaka, Hiromu Arakawa, solo escribo porque creo que hay muy pocos fics de Arslan Senki :D Por cierto, es AU, nada de magos que llenan el campo de batalla de neblina ni de piratas :3

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PROMESA

"La vida da muchas vueltas, aprende a rodar y déjate llevar".

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Etoile sabía que no era la persona más brillante del mundo, pero tampoco era la más idiota. Y se lo repetía mentalmente mientras corría tan rápido como sus pies se lo permitían, huyendo de aquel grupo de "paganos" que les darían una buena paliza si los alcanzaban. Después de llegar a la conclusión de que subir al tejado no fue tan buena idea decidió que era momento de brincar a un techo vecino, tal vez ahí tendrían más suerte, retrocedió unos pasos para tomar impulso cuando un repentino quejido interrumpió su concentración. Entonces recordó que tenía "equipaje" extra, frunció el ceño y miró fijamente al flacucho de extraña y blanca cabellera al que sostenía del cuello de la remera y que parecía estar a punto de desmayarse.

– ¡¿Qué?! – Preguntó casi gritando, lo que reflejaba que su paciencia estaba a punto de extinguirse.

– Bueno… – Contemplando al niño de ojos miel que parecía muy enfadado mientras él intentaba recuperar el aliento – ¿No sería mejor solo disculparnos y pagar la ventana rota?

– ¡No tengo tiempo para esos detalles! – Gritó Etoile volviendo a tirar del cuello de la remera de su acompañante para brincar al techo de al lado. Su aterrizaje fue perfecto, lástima que no pudo decir lo mismo del otro muchacho, el golpe sordo seguido de un "Ay" le hizo volver la mirada – ¿Acaso no puedes hacer nada bien? – Las voces de sus perseguidores se oyeron cada vez más cerca por lo que ignorando el lamentable estado del chico tiró nuevamente de su ropa y se echó a correr. No pararon hasta que no hubo rastros de sus perseguidores, después de correr por mucho tiempo. Etoile se dejó caer sobre el césped mientras trataba de calmar su agitada respiración – Oye, ¿Estás vivo? – Preguntó después de un buen rato, al notar que el otro niño no se movía.

– Si – respondió con una voz tan débil que parecía todo lo contrario mientras se ayudaba con las manos para sentarse, solo entonces Etoile notó que estaba todo cubierto de lodo y con rasmillones en todos lados y no pudo evitar lanzar una sonora carcajada.

– ¡Luces terrible, ricachón! – Etoile intentó frenar sus carcajadas.

– Arslan, mi nombre es Arslan – protestó al mismo tiempo que sacudía su ropa con las manos, en un vano intento de disimular aquel desastre. Siendo sinceros, cualquiera que pasara por ahí pensaría que eran un par de niños delincuentes. El sol empezó a ocultarse en el horizonte.

– Vaya que es tarde – Etoile se acercó a él a gatas para luego, entre risitas burlonas, retirar algunas ramas y telarañas que habían quedado atrapados en el cabello de Arslan – Eres un completo desastre, ricachón… incluso ahora pareces un mendigo.

– El señor Vahriz se va a preocupar – Arslan miró hacia los lados, aquel lugar parecía un viejo parque, lucía bastante descuidado – ¿En dónde estamos?

– ¿No deberías saberlo tú? Digo, es tu ciudad – Etoile se puso de pie y caminó hacia un desgastado y algo oxidado pilón, su cara brilló de alegría al ver que todavía funcionaba y empezó a beber agua.

– No salgo mucho de casa – Se excusó Arslan, contemplando con curiosidad a Etoile. Había oído a la servidumbre de su casa hablar sobre una anciana que acababa de mudarse con su nieto para trabajar en el campo y después del almuerzo salió a dar una vuelta por las caballerizas notando de inmediato al pequeño rubio que actuaba de forma misteriosa, con una resortera en la mano. Intentó hacerle conversación pero él pareció ignorarlo, entonces lo siguió incluso cuando se alejaron de los límites de la hacienda de su padre, y antes de darse cuenta habían llegado a la pequeña ciudad que estaba a algunos kilómetros, el niño rubio llevaba buen rato apuntando a las aves con la resortera sin animarse a disparar, incluso lo vio subirse a un árbol, y para no perderlo de vista subió él también, lástima que la rama no era muy gruesa y terminó rompiéndose, Etoile disparó su resortera accidentalmente en el proceso, con tan buena puntería que acabó rompiendo la ventana de una casa que parecía de una familia importante y entonces miró con sentimientos encontrados al causante de su desgracia y consciente de que no podría dejarlo allí, terminó arrastrándolo por media ciudad en su huida.

– ¿Quién es Vahriz? – Etoile dejó de beber para mojarse la cara, al menos había calmada la sed.

– Es uno de mis tutores privados – Arslan se acercó a Etoile, tenía que admitir que también estaba sediento.

– ¿No estás de vacaciones como el resto? – Etoile observó a Arslan beber un poco de agua y luego sonreír como si fuera la mejor agua del mundo.

– Si, pero mis padres creen que debo continuar aprendiendo incluso en vacaciones, por eso no salgo mucho de casa – los últimos rayos del sol hicieron que su cabello pareciera plateado y sus ojos se vieron de un azul intenso. Etoile parpadeó tratando de ocultar su desconcierto.

– Bien – Dijo Etoile, con demasiada energía – Hora de volver, creo debemos tomar este sendero – Señalando a algún lugar entre los árboles.

– No estoy muy seguro – Arslan levantó los hombros. Estaba oscureciendo y perderse no parecía buena idea.

– Estamos cerca de tu casa, ricachón, sólo sígueme – Etoile le dio la espalda y empezó a caminar. Arslan lo siguió animadamente.

– Ahora que recuerdo dijiste que los dueños de esa casa eran paganos ¿Por qué? – Salieron del sendero para empezar a atravesar un verde campo sobre una colina.

– Porque son paganos, no creen en Yaldabaoth – Respondió Etoile, con la mayor naturalidad del mundo.

– ¿Quién es Yaldabaoth?

– ¡Qué! – Etoile se giró y lo señaló acusadoramente – ¡Tú también eres un pagano! Y yo que te ayudé pensando que eras de los míos – Bufó, sin ocultar la mezcla de enfado y decepción en su rostro.

– Lo siento – Se disculpó Arslan – Yo solo quería que fuéramos amigos.

– No puedo ser amigo de un pagano – Etoile se cruzó de brazos.

– Pero…

– ¡Joven Arslan! – Se oyeron gritos desde el otro lado de la colina, las luces de unas linternas acercándose les confirmaron que estaban en casa.

– Te buscan, ricachón, adiós – Etoile volvió a caminar, apurando el paso.

– Arslan, mi nombre es Arslan – Insistió, mientras lo seguía.

– ¡No me sigas! Ve hacia esas luces, seguro están preocupados por ti – Había algo en Arslan que le ponía de mal humor, pero no se explicaba que era. Arslan aceleró el paso y se plantó frente a Etoile, antes de que le reclamara algo, levantó su mano como si quisiera revolverle el cabello y sonrió mientras tiraba sutilmente la traviesa ramita que había quedado atorada en aquella rubia maraña. Etoile se sonrojó.

– ¡Listo! – Arslan sonrió triunfal, sosteniendo aquella ramita en su mano – Gracias por lo de hoy, me divertí mucho.

– Etoile – Su lengua le traicionó y terminó diciéndole su nombre al niño pagano. Pero antes de que pudiera retractarse, el ricachón le dio una palmada en un hombro antes de alejarse.

– Buenas noches, Etoile – Dijo con demasiado entusiasmo, uno de los empleados de la hacienda se acercaba raudamente a caballo. "Buenas noches ricachón" pensó mientras lo veía alejarse colina abajo, riendo al verlo tropezar un par de veces.

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El sol brillaba en todo su esplendor en el cielo bellamente despejado, cualquiera pensaría que era un hermoso día, menos Etoile. Estaba en la vieja cabaña que su abuela y ella compartían con otros trabajadores de la hacienda, le habían prohibido poner un pie afuera por lo que quedaba de la semana, y el culpable no era más que cierto niño pagano ricachón, torpe y con cara de tonto.

– ¡Hola! – Saludó animadamente el causante de su injusto castigo.

– ¿Y ahora qué quieres? – Respondió Etoile, a la defensiva.

– El señor Vahriz salió y todos en la casa están ocupados con sus cosas – Levantando una bolsa de tela que sostenía en sus manos – Traje manzanas y otros frutos del huerto.

– ¡No quiero compasión de un pagano! – Chilló Etoile, hirviendo de furia, aunque tenía que reconocer que la fruta fresca olía muy bien.

– Es una forma de decir lo siento, fui yo quien olvidó cerrar las caballerizas y por eso los caballos se perdieron, pero al final te castigaron solo a ti – Arslan en verdad parecía arrepentido, pero Etoile le dio la espalda – También siento lo del mercado, el otro día, la señora me dijo amablemente que llevara todo el pan que quisiera, no sabía que era tan caro y que te culparían a ti de robarlo… fue un malentendido – Arslan se sintió más apenado aún, todo lo opuesto a Etoile, que se preguntaba porque no lo había echado todavía de la cabaña – Y lo que pasó con las cortinas de…

– ¡Suficiente! – Gritó Etoile dejando a Arslan desconcertado, entonces extendió una mano – Si acepto la fruta te irás, ¿Verdad? – Dijo con resignación. Arslan entristeció.

– Le diré a Daryun que fue mi culpa para que me ayude a convencer al señor Vahriz, es injusto que estés castigado.

– Eres conocido del dueño de todo esto, se lo pensarían dos veces antes de castigarte, ricachón – Etoile se volvió hacia él y lo miró amenazadoramente, sin embargo Arslan sonrió – Además eres un pagano.

– ¿No hay nada que pueda hacer? – Arslan era un niño persistente – En verdad lo lamento, solo quiero que seamos amigos.

– ¡Ya te dije que no! – Etoile tiró de la parte delantera de su remera para mirarlo fijamente, entonces bajó la mirada y notó que Arslan estaba de puntillas… una idea cruzó por su mente. Necesitaba una solución y la encontró. Lo soltó y corroboró lo que estaba pensando: tenían la misma edad pero Arslan era más pequeño, al menos en estatura. Sonrió para sus adentros mientras tomaba la bolsa de fruta y empezaba a devorar una manzana.

– Me alegra que cambiaras de opinión – Comentó muy animado.

– Ricachón – Etoile dejó de masticar la manzana para verlo a la cara, con expresión triunfal por lo que iba a decir – Seremos amigos el día en que seas más alto que yo.

Etoile no era tonta, pero no había pensado a largo plazo. Tan sólo quería un modo de regresar a su paz, porque valgan verdades, aquel chico ricachón era un imán para los problemas y lo último que deseaba era la atención de los demás, quería mantener oculto su secreto.

– Es una promesa – Dijo Arslan, parecía muy tranquilo. Se marchó no sin antes mostrarle una gran sonrisa. Porque Arslan tampoco era tonto, sólo algo inocente, "Quizás lo hostigo demasiado", pensó, de modo que aceptó la promesa.

Ninguno de los dos contaba con que días después la abuela de Etoile enfermara y viniera su padrino para llevárselas.

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Tan tan :D ¿Qué creen que pasará ahora?, pregúntele a Osa Roja bueno, mejor no ¿o si?, sean libres y hagan lo que quieran, sean felices, esperen el siguiente capítulo de PROMESA: La vida da muchas vueltas, pero a veces hace paradas.

Kisses

Milly–chan

30 Agosto 2016