Ya llevamos bastante como invitados en la Nación del Fuego, todo el 'Gaang' como nos nombraron en las calles de la ciudad. Como era de esperarse, algunas relaciones se afianzaron más de lo que deberían...
Luego de dos meses de miradas ocultas y risas cómplices, ocultos en los jardines del palacio, nos encontrábamos, Zuko y yo, sentados alrededor de la laguna donde vive una familia de patos-tortugas; el anaranjado caía sobre nuestros hombros, el sol nos abrazaba cálidamente mientras una leve brisa producía que nuestros cabellos danzaran lentamente. Simplemente, una tarde perfecta.
No sé en qué momento, quedamos mirándonos el uno al otro... Pero no pude desprender más la mirada de aquellos ojos color miel que me recuerdan la tibieza de una tarde, de esta tarde. Una de sus manos acarició con ternura mi mejilla, lentamente, mientras yo cerraba los ojos y me perdía en la caricia. No quería que terminara jamás. Sus dedos comenzaron a juguetear con la comisura de mis labios, sentía las yemas peligrosamente sobre mis labios, hasta que encerró mi mentón con delicadeza y giró mi cabeza hasta que quedamos frente a frente.
Abrí mis ojos lentamente y allí me quedé, prendada en su mirada. Muda. Respiré forzadamente y llené de aire mis pulmones -creo que en algún momento olvidé cómo se respiraba-.
La palma de mi mano atrapó su mejilla, en un gesto suave. Innato. Mis dedos se deslizaron por su cicatriz, áspera y oscura que adornaba su ojo izquierdo ¿Qué había hecho el Señor del Fuego con su propio hijo? Me acerqué y le di un pequeño beso en la cicatriz.
Nos volvimos a separar, para quedar a menos de dos dedos de distancia, nuestras narices se tocaban ligeramente, nuestras manos no estaban en nuestros rostros, ahora descansaban sobre el césped, buscando con timidez los dedos del otro para entrelazarlos... Hasta que sucedió.
Fue corto, lento, tímido, tierno y cargado de emociones que aún no puedo explicar. Y se volvió a repetir con más cariño. Sus brazos atraparon mi cintura y allí nos quedamos, abrazados, con mi cabeza sobre su hombro.
Desde aquella tarde, y por unas dos semanas, esas demostraciones de cariño se repitieron en diferentes pasillos y balcones del palacio. Donde nadie nos veía, donde podíamos mirarnos y ruborizarnos sin culpa, donde sólo estábamos los dos.
Observé con calma ese par de ojos color miel, mientras una de mis manos acariciaba su cicatriz.
- ¿Qué está pasando? -. Pregunté.
- No sé. ¿Es malo?
- No creo que lo sea.
Y nuevamente nos fundimos en un beso. Con más confianza, con mayor fuerza, con mayor pasión.
Aquella mañana desperté feliz, lo volvería a ver nuevamente, volvería a derretirme en uno de sus abrazos... Pero algo me bajó de mi nube a la tierra en un segundo, y me hizo caer muy fuerte: Zuko tiene novia. Una chica de la Nación del Fuego llamada Mai. Mai. Mai. Una de las amigas de Azula.
Hola! Volví a la pista de la escritura en un 'momento crítico' de mi corta existencia.
Probablemente -muy probablemente- suba un final y segundo capítulo pronto.
Esperando lo lean y sientan algo de... ¿Empatía? Me despido con un abrazo sincero.
Como siempre, un comentario no le hace mal a nadie.
Ann~
