Estaban ya en secundaria, vestían el mismo uniforme de color verde caqui que ya habían llevado sus hermanos cuando pasaron al instituto. Los veteranos ya estaban a punto de terminar el primer curso de bachillerato, pero como las clases se seguían impartiendo en el mismo edificio, de vez en cuando los más pequeños se cruzaban en los pasillos con ellos.
Kari, TK y Davis volvían siempre a casa andando juntos, pero aquella vez, Davis quería quedarse a jugar a fútbol después de clases con los de su aula.
- ¿No te está esperando Veemon en casa con tus padres?- le preguntó Kari al chico antes de despedirse.
- Sí, pero ya le había dicho esta mañana que me iba a quedar un rato más. No creo que le de mucha importancia a que llegue más tarde. Está ya acostumbrado a vivir en casa sin mi ¿No crees?- la despreocupación se reflejaba en la voz, y también en esa alegre sonrisa que llevaba siempre en la boca.
Kari se entristeció de repente. Recordó a su hermano durante unos segundos. Antes esa sonrisa vivaracha también estaba siempre en la cara de él. Pero hacía dos meses que ya no estaba igual. Él decía que había pillado algo, un resfriado o algo por el estilo, se había encerrado en su cuarto y se negaba a levantarse de la cama. Cuando sus padres le decían que fuera al médico, él se agitaba y les gritaba que le dejaran de insitir, que no iba a ir por una tontada como esa. Tai jamás había respondido asi a su familia, y mucho menos a ella, a la que también le lanzaba miradas de desdén y de enojo de vez en cuando.
Ni TK ni Davis pasaron por alto el gesto de disgusto de la chica.
- Kari ¿Ocurre algo?
Como siempre, ella no quiso preocuparles, y como tan acostumbrada estaba a hacer, eludió el tema.
- Cuando hemos hablado de los Digimons me he acordado de esa mafia que ha surgido que quiere traficar con ellos como mascotas.
- Ah, ya veo. La verdad es que es un tema por el que preocuparse. Pero Izzy, Cody y Yolei fueron a encargarse de eso a China ¿no?
- Sí, pero me siento mal de que ellos tengan que sacrificar su tiempo y nosotros no.
- Kari, no es sacrificar... decidieron ir ellos porque no estaban de exámenes como nosotros - añadió TK, sin darle mucha importancia a la conversación.
- Bueno, Kari, no te preocupes. Hasta luego, me tengo que ir que me están esperando. - dijo Davis, alejándose rápidamente de ellos.
Ambos esperaron un tiempo para seguir hablando.
- Me parece mal que Davis pase de Veemon de esa manera...-suspiró Kari.
- ¿Eh? Kari no está pasando... él también necesita tiempo para estar con sus amigos humanos. Recuerda que los Digimons están viviendo en nuestras casas.
Kari asintió y no dijo nada más. Comenzó a andar hacia su casa, esperando que TK la siguiera. Pero él se quedó plantado en el sitio.
- Te afecta lo de Davis porque Tai está igual con Agumon ¿Verdad?
Kari se volvió hacia el rubio, sorprendida.
- Perdona, no quiero sentenciar tan pronto... pero es que Matt está preocupado tambiém. Agumon debió de venir a casa a pedirle ayuda cuando yo no estaba.
- ¿Qué?- se alarmó ella.
- Por lo visto Tai ya no le cuenta sus preocupaciones. Agumon está desesperado porque está seguro de que no se trata de un resfriado. ¿Tú opinas lo mismo, cierto?
La chica agachó la cabeza, evidenciándose.
- Estoy más que segura de que no se trata de un simple catarro.
- Kari... ¿Quieres que vaya contigo a visitarle?
Ella solo pudo asentir con la cabeza. Llevaba un mes necesitando que alguien le dijera algo así.
...
- Tai, no puedo dejarte aquí solo.- insitío Matt de nuevo. Tenía los ojos cansados y el cuerpo intranquilo.
A su lado, Tai se mostraba sereno y apenas le miraba a la cara.
- Vete, Matt. - respondió el chico. Se acarició suavemente la mejilla donde había recibido la bofetada de su amigo segundos antes mientras se dirigía a la puerta de su casa dispuesta a abrirla y echar al rubio y a Gabumon que había venido con él. Cuando se volvió hacia este para añadir la última advertencia, se encontró una perpleja mirada que lo observaba fijamente.
- ¿Qué ocurre ahora, Matt?- preguntó, relajado.
- Tai, joder. Te he golpeado en la otra.
- ¿Eh?- fue la única vez que Matt pudo advertir desconcierto en el rostro de Tai.
- Tai...¿Por qué te tocas la mejilla izquierda? ¡Te he pegado en la derecha!
El aludido le dio la espalda, poniéndose de frente a la puerta que ya no iba a abrir.
- ¿¡Me estás diciendo que estás tan enfermo que ya ni sientes los golpes!?
El otro, avergonzado, golpeó con el puño la puerta, una y otra vez.
- Mierda- se detuvo para mascullar la palabra. A sus oídos llegaron los gritos de preocupación de Agumon "¡Tai...!". Y de nuevo volvió a golpear, esta vez más fuerte y más seguido- Mierda, ¡mierda!, ¡MIERDA!
- ¡TAI, ESTATE QUIETO!- le espetó Matt, agarrándolo y obligándole a girar su cuerpo para enfrentarse cara a cara.- ¿Qué cojones te pasa, Tai? ¡No nos explicas nada ni a mi ni a Agumon, ni a tus padres, ni si quiera a tu propia hermana! ¿Por qué no quieres decirnos la verdad? ¡Tai, ni toses, ni tienes fiebre pero no te levantas de la cama, ni has ido al médico! ¿Qué te está pasando?- se percató de que el otro miraba al suelo dubitativo y con lágrimas en los ojos. Matt se enfureció aún más. Tai jamás había dudado. Jamás había bajado la cabeza ante los problemas. Le golpeó contra la puerta para captar su atención, ignorando los gritos intentando calmarle de Agumon y del propio Gabumon- ¿Que te está pasando, Tai?
El silencio duró unos segundos más. Era primavera y las chicharras se escuchaban desde el piso de la familia Yagami, y eran ellas las únicas causantes de ruido en ese momento.
- Vete de aquí, Matt. - terminó Tai.
Matt abrió los ojos como platos. Le soltó del cuello de la camisa que llevaba puesta su amigo y se volvió a Gabumon.
- Vámonos, Gabumon- sentía como le hervía la sangre en todo el cuerpo, pero trató de conterse.- Y Agumon, creo que sería mejor que vinieras con nosotros también. Deja a Tai solo, no vale la pena que te quedes a su lado. No te dirá nada, ni a ti ni a nadie.
- Pero Matt...- empezó Agumon, mirando fijamente a Tai, esperando una reacción por su parte.
- Haz lo que dice, Agumon. No ganas nada quedándote aquí conmigo.
Agumon se puso a llorar allí mismo, y Gabumon le dio unas palmaditas en la espalda, intentando calmarle sin demasiado éxito. Ya no podía más. Tai ya no quería saber nada de él, y no había dado ninguna explicación al respecto. Era como si todo lo vivido años atrás no hubiera significado nada para él. Aquella intensa frustración le hizo reducirse a Koromon. Los llantos del nuevo digimon eran mucho más desgarradores que los del pequeño dinosaurio, pero aquello no parecía ablandar el corazón de su compañero humano.
Sin decir nada, Matt lo tomó en brazos y le acarició las orejitas. Salío junto a Gabumon por la puerta y no volvió la vista atrás cuando esta se cerró tras de sí.
Dentro, Tai suspiró largamente y se dejó deslizar por la pared hasta que su trasero se apoyó en el suelo de la casa. Miró unos instantes al techo y expulsó entonces toda la tensión acumulada durante la discusión. Rompió a llorar en soledad, como había hecho todos los días cuando encontraba un hueco en el que la casa estaba libre de padres, de Digimons, de familia y de amigos. Todos los días, desde hace dos meses. Desde el día en que ese digimon llamado Dragomon le había explicado en qué se estaba comvirtiendo y por qué.
...
En la calle, Matt se había cruzado con su hermano y con Kari.
- Hermano, ¿Por qué llevas a un Koromon en brazos? ¿Está herido?
- No es un Koromon, TK, "es" Koromon, el Digimon de Tai.
Kari lo había reconocido justo antes, pero no quería creérselo.
- ¿Por qué te lo llevas?- le espetó
- Tu hermano ya no quiere tenerlo a su lado, Kari- respondió impasible Matt.
Los pequeños dieron un respingo.
- ¿¡Cómo no va a querer tenerlo a su lado!?
Matt los ignoró, y respondió con otra pregunta dirgida a su hermano.
- ¿Ibas a ir a verlo ahora? Si estabas pensando ir con Kari a ver a Tai, olvídate. Te vienes conmigo a casa.
- ¡Pero hermano!- se quejó TK.
- Ya me has oído. Paso de que vayas y te afecte verlo como está.
- ¡Hermano, ya no estoy en primaria!
- He dicho que te vengas conmigo ¿Está claro?
- Matt, de acuerdo, no discutas con tu hermano ahora... pero dime...¿Tan mal has visto a Tai...?
- No lo he visto, directamente. Ese no es Tai, Kari. Ese no es tu hermano. - respondió con crudeza- No le he dicho nada al irme... pero tengo un mensaje para él. Dile por favor que cuando vuelva en sí venga a buscar a Koromon- el susodicho volvió a saltar en lágrimas en sus brazos- Y que venga a hablar conmigo. No pienso disculparme hasta que no sea él, el verdadero Tai, quien me hable.
...
Kari entró con cierto temor a su casa. Encontró a su hermano en la terraza, mirando enubilado el cielo. Ella se aproximó lentamente a él y se apoyó en el balcón a escasos centímetros de él.
- Hola- saludó.
Él no dijo nada, ni siquiera se dignó a mirarle.
- Gatomon se ha ido con Biyomon a ver una película a casa de Sora...
- Ya has visto que Koromon está con Matt ¿no?- le cortó su hermano.
- Eh...sí.
- Pues eso. Por si querías sacar el tema. Ya lo sabes así que no hay nada más que hablar.
Kari pensó minuciosamente lo que iba a decir a continuación, pero lo que respondió le salió solo.
- Nunca me has hablado así de mal.
Tai se mostró inapelable.
- Recuerdo cuando te desvivías por cuidarme cuando estaba enferma. No dejaste de hacerlo cuando fuimos al mundo Digimon. Te preocupabas demasiado por mí, y yo en cambio, quería preocuparte lo menos posible. Si algo me iba a atacar te ponías delante, dándolo todo por mí. Arriesgabas tu vida buscando una medicina para curarme, me alzabas en brazos cuando nos reencontrábamos... - hizo una pausa para gemir- hermano, dime... ¿Por qué no me dejas cuidarte cuando tú estás enfermo? ¿Por qué eres tan duro contigo mismo y con los demás?- lo estaba mirando fijamente, pero él eludía totalmente la mirada de su hermana. Kari reparó entonces en que las manos del chico sangraban de haber dado tantos puñetazos a la puerta. Las cogió con las suyas y las soltó un momento para traer agua, jabón, un trapo y algún medicamento. Cuando volvió las lavó y las curó lo mejor que pudo, y Tai no apartaba la vista de ese gesto lleno de ternura.
Cuando acabó, los ojos se le llenaron de lágrimas a ambos, y Tai rompió por un momento su armadura de hielo y la abrazó, con todas su fuerzas, hasta hacerle daño, como si fuera el último abrazo que le fuera a dar a su querida hermana. Ella le devolvió el gesto y permanecieron así, arrullados, durante unos minutos. Hasta que Tai decidió separarse y entonces, en silencio, se fue a su habitación y cerró la puerta, dejando a su hermana en la terraza, pensativa pero en cierto, modo, aliviada. Decidió dejarlo del todo solo un par de horas.
- ¡Voy a buscar a Gatomon! ¡Luego volveré!- y tras dar el aviso, corrió hacia la puerta de calle y se marchó.
Tai volvió a quedarse solo, tirado en la cama, desgarrado por dentro. Pero ya no le salían más lágrimas.
Esperó paciente a que pasara un cuarto de hora, para asegurarse de que Kari no volvía a por algo que se le hubiera podido olvidar.
Entonces, se incorporó de la litera y se alzó en pie. Salió de su cuarto y regresó a la terraza. Con absoluta certeza se subió a la barandilla, agarrándose con los brazos al techo. La distancia que había de allí a la acera provocó que su corazón se acelerara desmesuradamente.
Inhaló todo el aire que sus pulmones le permitieron y soltó un alarido largo que retumbó en la calle. Seguidamente volvió a tomar aire y girtó:
- ¡Dragomon! ¡Joder! ¡Ya no puedo más! ¡No quiero esconderme aquí! ¡Por favor, hazme volver!
Estuvo chillando con todas sus fuerzas durante unos veinte minutos, esperando una señal de parte del Digimon que lo había metido en aquel lío. Y, cuando ya casi no le quedaba esperanza, una luz deslumbrante y amarilla se abrió paso en el cielo, formando un círculo, lo que parecía ser un portal. La puerta al mundo Digimon.
Contempló con asombro y anonadado cómo los digimons que habitaban en el mundo humano empezaron a ser absorvidos por aquella luz, y los llantos de todos sus compañeros llamándoles desesperados. Pero eran incapaces de volver. Algo había pasado en el mundo digimon, y no les permitía quedarse en el otro mundo. El Digivice empezó a brillar en su pantalón, respondiendo a lo que estaba ocurriendo. Y entonces Tai se alzó en el aire, afectado también por aquel remolino absorvente de luz dorada, y comprendió de pronto que Dragomon había escuchado sus súplicas, por lo que se dejó llevar. No era la primera vez que acudía al mundo digimon de esa forma.
...
En la calle la gente estaba histérica por lo que estaba pasando. TK y Matt estaban corriendo detrás de Gabumon, Patomon y Koromon, que estaban siendo atraídos por la luz.
- ¡Patomon!
- ¿Por qué a nosotros no nos afecta? ¡Tenemos los digivices!
- ¡TK!¡Matt!- Davis apareció de repente corriendo hacia ellos.
- ¡Davis!
- ¡Maldita sea! Estaba jugando cuando vi la luz. Mi madre me llamó asustada porque Veemon se estaba yendo volando.
- Lo mismo ha pasado con los nuestros. Tenemos que dar con el paradero de los demás, de Cody, Izzy y los otros, para que vuelvan a Japón inmediatamente.
TK entornó los ojos, mirando fijamente hacia la luz.
- ¿Qué pasa?- preguntó Matt
- Creo que ha un humano que está subiendo, Matt.
- ¿¡Qué!?
...
- ¡Gatomon!
- ¡Biyomon!
A Sora le sonó el móvil en ese instante. Era Izzy. Puso el manos libres para que Kari pudiera escucharlo también.
- ¡Sora! ¡Menos mal que tú respondes! Llevo mogollón de rato intentando comunicarme con Tai pero no cogía el teléfono, ni el de casa ni el celular.
- Izzy, aquí hay problemas, los Digimons están siendo absorvidos por el cielo.
- Lo sé, Sora, aquí también se ha abierto la puerta y Tentomon y los demás ascendieron también- se escucharon los sollozos de Cody llamando a Armadillomon al fondo- Creo que ha habido problemas en el Digimundo. Me da que esto es una llamada, deberíamos ir también pero a través de alguna computadora.
- Tienes razón, pero rápido.
- Hemos cogido un avión para ir allí ya. En un par de horas tal vez estemos. Iré probando con el portátil de todos modos durante el viaje.
- De acuerdo. Hasta ahora, llamaré a los demás.
Cuando colgó se encontró a Kari muy nerviosa, dando vueltas sobre el sitio con su móvil pegado a la oreja.
- ¿A quién llamas?
- Mi hermano no coge el teléfono.
- Habrá ido a dar una vuelta...
- ¿Una vuelta? ¡Lleva dos meses sin salir a la calle!
- ¿No ha ido a clase?
Kari recordó que Sora había cambiado de estudios, había entrado a una academia de diseño de moda y por eso no coincidía nunca con Tai. Se sorprendió de lo bien que había mantenido el secreto de su mal estar su hermano.
- Estaba enfermo.
- ¿Cómo? ¿Y por qué nadie me dijo nada?
Kari apartó la vista, no quería hablar ahora de eso. El teléfono de Sora volvió a sonar y esta se apresuró a cogerlo.
- ¿Sí? ¿Matt? ¿¡Qué!?- chilló sorprendida- ¿Pero por qué él y nosotros no?
Kari empezó a sospechar de lo que estaba contando Matt.
- ¡Matt! ¿Que ocurre?- alzó la voz para preguntar.
Sora pulsó el botón de manos libres de nuevo y le acercó el aparato a la chica. A través de él se escuchó a Matt abrumado:
-¡TAI SE HA IDO CON ELLOS!
