Los empleados de la sección de juguetería de Suwa's se llevaron una ligera sorpresa cuando vieron aparecer a Kurogane Suwa. Aunque el director tenía la costumbre de visitar diariamente todas y cada una de las secciones de la tienda, nunca lo había hecho por la mañana.

El jefe de sección, visiblemente nervioso, se apretó el nudo de la corbata y revisó el estado del clavel de su ojal antes de dirigirse a su superior.

- Buenos días, señor.

- Buenos días, Motosuwa. ¿Los informes de ventas?

El joven le ofreció su carpeta. Kurogane la cogió. Siguió observando el movimiento de empleados y clientes durante unos segundos antes de abrirla y revisar su contenido.

- Hemos tenido muchas ventas este mes, señor. - añadió Hideki, mientras Kurogane estudiaba con detenimiento todas y cada una de las entradas. - Hemos doblado las del año pasado y superamos en un 25 los objetivos de este año.

Kurogane asintió en silencio mientras terminaba de leer la última página.

Hideki estaba preocupado. Aunque era normal que los jefes de sección llevaran los informes siempre que se presentara algún superior, muy raramente tenían que enseñarlos.

- ¿Ocurre algo, señor?

Kurogane cerró la carpeta con una mano y se la devolvió al joven.

- Mi tía me sugirió que me pasara por aquí por la mañana. Veo a los empleados y a los clientes, Motosuwa, pero no veo a ningún niño. ¿Donde están?

Hideki suspiró aliviado. Todos los jefes de sección de Suwa's sospechaban que la presidenta obtenía un perverso placer enviando a su sobrino para asustarles de vez en cuando.

- Ah, los niños... Por favor, sígame. Se trata de una idea que tuvo la presidenta para la temporada de Navidad. Creemos que la subida en las ventas ha sido en gran parte gracias a ella. -dijo, mientras le guiaba a través de los pasillos.

Se detuvieron frente a una pequeña carpa. El empleado apartó ligeramente la tela de la entrada y tendió la mano hacia su interior. Kurogane se asomó.

Al fondo de la tienda, un mago agitaba su varita sobre lo que parecía un sombrero de copa cubierto con un pañuelo. Un ondulante mar de pequeñas cabecitas se movía al ritmo de sus manos. Kurogane estaba sorprendido. Habría unos treinta niños sentados ahí dentro, y todos estaban quietos y callados, observando el espectáculo como hipnotizados.

Kurogane dirigió la mirada al mago, que parecía estar dando los últimos toques a su encantamiento con gran concentración. Desde su posición sólo veía una mata de cabellos dorados. El mago dejó la varita a un lado, retiró el pañuelo y metió la mano en el sombrero.

- ¡¡¡TAAAA-CHÁN!!!

Los niños rieron asombrados al ver emerger un conejito blanco de las profundidades de un sombrero vacío. Kurogane, por su parte, no vió otra cosa que un par de enormes ojos azules, que tras un recorrer rápidamente los rostros de los niños se posaron sobre los suyos.

Dejó caer la cortina, y se apartó de la carpa.

- A la presidenta le pareció que los padres podrían comprar los regalos más cómodamente si no tenían que estar vigilando a los niños. - comentó Hideki.

Kurogane asintió de nuevo.

- Excelente. Continúen así.

El jefe de sección esperó a que el director hubiera desaparecido antes de levantar de nuevo la cortina y asomar la cabeza. El mago le sonrió, agitando la mano para saludarle. Hideki dejó caer la cortina de nuevo y se encogió de hombros.

oOo

- ¿A qué planta, señor Suwa?

- Último piso.

Kurogane se llevó la mano al estómago. Algo que cenó, seguro. Recordó el rostro del mago, y el cosquilleo reapareció. Kurogane lo atribuyó a la puesta en marcha del ascensor.

oOo

Las doce. El espectáculo había terminado hasta la tarde, y Fai recogía en silencio. En el sobre con la paga, junto al dinero, había encontrado su notificación de despido. No estaba sorprendido, ya que sólo había sido contratado para la temporada navideña. Pero encontrar trabajo no era fácil, y no había conseguido nada hasta el momento.

- ¿A qué viene esa cara tan larga?

Fai levantó la cabeza. Fuuma, de óptica.

- Una felicitación de Navidad. - respondió, mostrándole el papel. - ¿La has recibido tú también?

- No.

Fai suspiró.

- No me la envidies.

- ¿Has pensado en volver a casa?

- No me queda nadie. Y no tengo para el paro. A este paso, mi única opción será enrolarme en el ejército.

Fuuma sonrió.

- Tengo entendido que juegas bien a fútbol. ¿Es así?.

Fai le miró, sorprendido.

- Podrías ganarte 50 pavos si juegas con nuestro equipo esta noche.

- ¿Vas a pagarme por jugar a fútbol?

- Es la final, y uno de nuestros jugadores está lesionado. El sustituto es malísimo, y si ganamos nos repartimos un premio de 550 dólares. ¿Te interesa?

- Desde luego.

- Estupendo, te pasaré a recoger a las 7. Hasta entonces.

- Hasta entonces.

oOo

- Buenos días, señores.

Kurogane y el subdirector, Shizuka Doumeki, apartaron la mirada de los papeles que cubrían la mesa para dirigirla a la puerta. Apoyada en el marco, estaba Yuuko Ichihara, presidenta de la cadena Suwa's. Que como de costumbre no ponía un pie en el edificio hasta pasadas las doce del mediodía.

- Tengo entendido que ya te has pasado por la sección de juguetería, Kurogane. ¿Qué te parece mi idea, querido?

- Muy acertada, tía Yuuko. - gruñó Kurogane – Ahora, si nos disculpas, tenemos que acabar esto para poder cerrar el año.

- Fai D. Fluorite, creo que se llama. ¿Te ha gustado?

Kurogane gruñó, apartando la mirada. Yuuko sonrió.

- Qué interesante.- su sonrisa se ensanchó - Me temo que tendréis que dejar eso por ahora. Tenemos una comida con los directivos de la cadena Daidouji.

Kurogane palideció. Doumeki permaneció impasible.

- Ya continuaréis esta noche. ¿Por qué no vienes a cenar a casa, Doumeki?. Así podreis mirar todos los papeles que queráis cómodamente.

- Será un placer. - respondió Domeki.

- No lo dudo. Avisaré a Watanuki para que esté a vuestra disposición el tiempo que necesitéis.

Kurogane estuvo dispuesto a jurar que una minúscula sonrisa – o algo parecido – había cruzado el imperturbable rostro del subdirector.

oOo

Sólo le quedaban dos manzanas para llegar al parque, pero Fai no estaba seguro de que conseguirlo. Desde que había salido de Suwa's para comer habían estado a punto de atropellarlo dos veces, de tan despistado que iba. Se detuvo, cerró los ojos y respiró hondo. Cogió la notificación de despido y la tiró a la papelera.

Un movimiento en un portal cercano atrajo su atención. Una mujer dejaba un bulto de mantas en el suelo. Una pequeña manita surgió del mismo. La mujer la acarició y se apartó, llamó al timbre y bajó rapidamente las escaleras para alejarse del lugar.

Fai se encontró agarrando el brazo de la mujer.

- ¡No lo haga!.¡No deje a su bebé aquí!

La mujer se volvió. Fai la miró, sorprendido. Era una anciana.

- Oh, no soy su madre... La pobre no tiene madre. Aquí cuidarán bien de ella. - la voz le tembló – ¡Una niña tan preciosa!

Fai dirigió la mirada al bebé, que alargaba de nuevo la mano, tratando de tocar la puerta. Cuando volvió la vista, la anciana ya había desaparecido.

Un súbito llanto volvió a atraer su atención hacia el bebé. Subió rápidamente las escaleras y lo cogió en brazos. El bebé se calló en el acto, y la puerta se abrió.

- ¿Por qué no entra?

Fai siguió a la mujer, sin apartar los ojos de la criatura.

- Sácate los dedos de la boca... parece que tengas hambre... aquí te darán algo muy rico para comer...

- Buenos días – dijo una voz de hombre.

- Buenos días – respondió Fai, distraídamente – No bonita, no te puedes comer los dedos...

- ¿Se llama usted?

- Fai D. Flourite.

- ¿Lugar de trabajo?

- Suwa's. - sonrió – Qué graciosa es.

Un segundo más tarde, Fai se dió cuenta de la situación.

- Un momento... yo no soy su padre... lo recogí en la puerta.

El hombre y la mujer intercambiaron miradas de incredulidad.

- ¡No es mío! - siguió – Una mujer lo dejó frente a la puerta. Temí que fuera a caer por las escaleras y por eso decidí entrarlo.

- Escuche, señor. Nosotros sólo queremos ayudarle. No tiene por qué mentir.

Fai miró fijamente a uno y a otra.

- Yo no vine a dejarlo aquí. Yo lo recogí, pero el niño no es mío...

- La mayoría de los padres dicen que el niño no es suyo, pero hemos descubierto por experiencia que lo conveniente en estos casos es atreverse a confesar la verdad. - continuó el hombre.

- ¿Pero por qué no me creen?. Todo esto es ridículo. - dijo, dejando al bebé en los brazos de la mujer y dirigiéndose con decisión a la puerta - Aunque ustedes no quieran creerlo, esta niña no es mía.

No había dado tres pasos cuando el bebé se echó a llorar de nuevo. Fai se detuvo y la mujer aprovechó ese momento para dejarle de nuevo el bebé entre sus brazos, el cual se calló en el acto.

- ¡Qué gracioso! - exclamó Fai. Volvió a dejar el bebé, en los brazos de la mujer, y el bebé volvió a llorar.

Fai echó a correr hacia la puerta.

- ¡Espere señor Flourite!

- Oiga, cuando yo quiera ser padre me casaré y adoptaré. ¡Soy gay, por el amor de Dios!

Y salió por donde había entrado. El hombre se dirigió a otro de los empleados, que había estado presente durante toda la escena.

- Lamentable. Lo que puede llegar a decir un hombre para no afrontar sus responsabilidades. - dijo.

- Ya lo creo. Al menos sabemos que trabaja en Suwa's y sus dueños son personas muy caritativas. Iré a verles después de comer.


Bueno, si habéis llegado hasta aquí, gracias por el esfuerzo (mi primer AU... se me hace muy raro). La idea del concurso es basarse en una película para escribir un fanfic kuroxfai. En este caso se trata de Bachelor Mother (1939) con David Niven y Ginger Rogers. Fue titulada "Mamá a la fuerza" en España.

En principio habrá dos capítulos más. Creo que pronto, pero no puedo garantizarlo .

Comentarios y críticas serán profundamente agradecidos y... no sé qué más decir (nervios).