Disclaimer: Los personajes le pertenecen a M. Kishimoto. La trama, sólo mía.
Nota de autor: He aquí mi primera incursión al NejiSaku. Después de tal contagio que me han otorgado ciertas escritoras admirables, no pudo resistirme para hacer mi propia aportación. Iniciando, quedé satisfecha con el primer capítulo. Y para finalizar, quiero dedicar este multichapter a tres de mis autoras favoritas sobre tal pareja, ellas son: Crimela, Mar Angys Dreams y Katarina Hyuga; chicas, ustedes son la onda. ¡Les dejo leer!
Advertencia: Ninguna.
.
Contradicción
.
Por Lux Lunar
.
Como cada mañana, Neji Hyuga se embutía entre papeletas, llamadas telefónicas, café bien cargado y un renuente mal humor. Algo tenía que ver con su profesión. Era un ejecutivo de ventas de servicios funerarios, y por irónico que parecía, uno muy bueno. Su lista de clientes era la más llamativa de la compañía. Aquel tono de voz adusto, comprometido y razonable tenía que ver en ello. Ese día en especial, había conseguido una firma importante ofreciendo paquetes funerarios a una escuela de artes. Maestros, alumnos, todos tenían un nuevo plan de muerte a manos del Hyuga, y él… no estaba completamente complacido. Ofrecer un futuro de defunción no era lo más grato que podía dar de sí. Pero…
¡Al diablo!
Tenía que ganarse la vida de un modo u otro, y por el momento, esto era lo más factible. El sueldo era numeroso, podía pagar la renta de su departamento y los gastos del mismo.
Tomó un folder manila y extrajo de ahí el formulario de su último cliente: Mei Terumi. Una maestra de artes plásticas que rozaba los treintaicinco años. Cómo no recordarla. Había sido una difícil venta, pues la mujer, a primera, le había entonado con un seductor hilo de voz su agradecimiento por tomarla en cuenta para sea lo que él estuviese ofreciendo. Después de que Neji explicara su negocio, Mei le otorgó unos cuantos insultos; la mujer en sí, reclamaba que era falto de respeto llamarla para prepararla para su muerte. Todos iban a morir, decía; pero nadie quería pensar en ello. Cosa cierta, tanto que Neji tuvo que permanecer en silencio por breves segundos. Finalmente, un as usual bajo la manga le ayudó a convencer a la mujer. Todos querían ser recordados cuando estaba vivir y resplandecientes; ese servicio era lo que el Hyuga prometía solventar.
Neji estiró el cuello de derecha a izquierda y con una mano se haló la melena negra hacia atrás. Resopló, enfocándose nuevamente en el monitor. Computarizó los últimos datos del formulario en su reporte de ventas y al presionar la tecla enter, emitió un suspiro exhalaba estrés y cansancio. Se talló los ojos con ambas manos y después observó la hora en el monitor. Casi las seis. El tiempo le decía que debía esperar veinte minutos más y podría retirarse. Empezó a fantasear con la idea de un baño de agua fría y una cama amplia con sábanas nuevas esperándole. Así además de dejar pensar en el trabajo, dejaría de pensar en… Hiashi Hyuga.
En ese instante, sus pensamientos fueron interrumpidos abruptamente cuando escuchó pronunciar su nombre en una desconocida y quejosa voz.
—¡¿Quién es Neji Hyuga?!
El aludido alzó la vista sobre la pantalla de monitor. A unos cinco metros de distancia, una extraña mujer giraba la cabeza a todos los extremos, con porte confundido y perdido. Neji fijó la vista en lo que parecía ser la nueva y llamativa recepcionista que la empresa había tenido que contratar después de que la anterior se casó y se marchó a otra ciudad.
Por alguna razón, Neji no pudo contestar de inmediato. Permaneció estático observando a la muchacha de extraño cabello rosa, mirada vivaracha, que sostenía un teléfono en el oído.
Una compañera de anteojos, Shiho, lo señaló con el dedo, y en ese instante, la recepcionista movió sus pupilas verdosas a él, clavándolas con un deje de sorpresa. Neji por su parte, no se movió. Ambos se observaron por breves instantes sin que otro gesto que les permitiera comunicarse. En el cubículo de Neji, estaba el número de su extensión telefónica, así que la pelirosa sonrió, cortó el enlace visual y agachó la cabeza para marcar los dígitos que aparecían en el cartelito. Tres segundos después, el teléfono en el escritorio del Hyuga, sonó.
Aún un poco confundido por la aparición de aquella chica, Neji decidió contestar, como regularmente lo hacía.
—Servicios funerarios de Konoha, le atiende Neji Hyuga, ¿cómo puedo servirle?
—¿Estás seguro que eres tú y no un impostor del verdadero Neji Hyuga?
La cuestión le llegó al muchacho un tanto inesperada, ilógica y mal planteada. Dudó, frunció el ceño y desvió la vista hacia la ubicación de la chica del cabello rosa, que estaba a unos metros de distancia, pero lo único que vio fue su distintiva mata de cabello rosa asomarse por encima de su computadora.
¿Había escuchado bien? ¿Qué se suponía que debía decirle?
—¿Perdón? —fue lo único que razonó.
—Está bien, ángel de la muerte, confiaré en ti. Dejaré a esta pobre alma perdida en tus manos, por favor… llévala por buen camino.
Neji quedó peormente perplejo.
—¿Qué?
En el teléfono se escuchó una risita divertida —Tranquilo, alguien quiere un bonito ataúd para dormir eternamente. Es todo tuyo.
Después de esto, se escuchó el pitido del botón de transferencia y enseguida él ya tenía a un nuevo cliente en la línea. Pero Neji tardó en responder, ya que su mente discernía las palabras ángel, muerte, alma, camino, ataúd y eternamente, de forma muy lenta. Sin embargo, en pocos segundos reunió su atención perdida y atendió al cliente con el profesionalismo debido. Enseguida se olvidó de la recepcionista. Tomó papel y lápiz para registrar la información que el cliente proporcionaba.
La situación se tornó fatídica. La hora de salida era a las seis… ya eran las seis con treintaicinco minutos.
Neji sujetaba el auricular con fuerza. Colocó la opción mute un momento para soltar un suspiro cansino. Removió el mute y trató de calmar su postura. Sin embargo, el cliente estaba más escéptico que al principio. Ya había hecho la venta, exitosa; pero el cliente presentó situaciones como: ¿Qué pasaría si me asesinan y nunca encuentran mi cuerpo? Parecía que iba a pasarse toda la tarde ahí explicando soluciones a situaciones totalmente fuera de rango, un tanto absurdas. Neji debía responder con cordialidad a cada una de las preguntas. Finalmente, el cliente se despidió y Neji colgó la bocina del teléfono estrepitosamente, para después dejarse caer de espalda sobre la silla, totalmente agobiado.
La mayoría de sus compañeros ya se habían marchado. La oficina oscilaba del ruido del sutil tecleo; la cortina corrediza haciendo eco cuando el aire de afuera la mecía; el garrafón de agua soltaba el aire aprisionado; el tic tac del reloj. Neji pensó que podía dormir sobre el escritorio sin problema, pero se le antojó más su cama. Se puso de pie, apagó la computadora y alistó sus papeletas, listo para marcharse. Asomó la cabeza por los demás cubículos y vio que Tenten seguía tecleando sin parar. Alzó una ceja y caminó hasta su escritorio.
—¿Vas a pasar la tarde aquí? —preguntó mientras se aflojaba el nudo de la corbata.
La castaña levantó la vista y le sonrió cálidamente.
—Sólo diez minutos más. ¿Quieres esperarme?
No, no quería esperarla. Quería largarse de inmediato a su casa.
—Prefiero irme ya—dijo sacando las llaves de su auto del pantalón—. Nos vemos mañana —alzó la mano en adiós y sonrió.
La respuesta de Neji chocó con la expectativa de Tenten, como si hubiera sido un accidente automovilístico y Tenten fuera quien recibiera el impacto más fuerte. Abrió los labios, sin pensar qué decir y volvió a cerrarlos. Asintió con la cabeza como única alternativa y soltó un amable okay, que descanses.
Divisó la melena oscura de su compañero alejarse hacia la puerta. Cuando lo perdió de vista, dejó de teclear. Miró la pantalla sin ser consciente de verla. Un punto perdido en el especio. Caviló un último recuerdo. Sí, la noche del sábado, hace cuatro días, cuando todos los compañeros del trabajo salieron a un bar, a excepción de Neji.
No dio una excusa barata por su ausencia, simplemente dijo que no tenía ganas de asistir. A pesar de esto, Tenten quería verlo, esa noche, e indispuesta por el alcohol que había consumido en el bar, decidió hacerle una llamada para pedirle que le ayudara a volver a casa. Neji, por su parte, como buen amigo que era, dijo que lo haría. Tenten se sintió apreciada, valiosa, y repentinamente emocionada. Lo único que su cabeza razonó, era ella y Neji llevándola en su auto. Sin embargo, cuando se dio cuenta que el que llegó por ella fue Lee, enviado por Neji, su mundo de fantasía se esfumó y la fría realidad acaparó el terreno.
Los pensamientos de la castaña juraban una cosa: Neji Hyuga era un amigo leal y honesto… quizá, dolorosamente honesto. Pero aún así, no podía enojarse con él ni con esa enmarcada indiferencia que ejercía ante los deseos ajenos. por eso, Tenten creía que quizá ella, con un poco de perseverancia, lograría cambiar un poco su actitud. Claro que podía…
-0-
Neji salió de la oficina y caminó por el estrecho pasillo para dirigirse al elevador. Estaban en el sexto piso, de un edificio de diez plantas.
Cuando llegó, las puertas corredizas estuvieron a punto de cerrarse. Neji tuvo que agilizar sus pies y correr un poco para lograr detener la puertilla de metal. Con éxito lo hizo. Al introducirse al ascensor, sus ojos atraparon inmediatamente a otra pasajera; era ella, la peculiar y nueva recepcionista, quien tenía un iPod en la mano conectado a los audífonos, puesto en sus orejas.
Neji pareció dubitativo cuando los ojos verdes de la muchacha se posaron en él. Era como si hubiera abierto la puerta de un sanitario mientras una persona lo ocupaba. Ambos, un poco sorprendidos. Sin embargo, la mirada de la rosada se apaciguó inmediatamente y se recuperó de la impresión, pues enseguida encorvó una sonrisa entre labios. Neji se despojó de la extraña conmoción, y decidió entrar por completo al ascensor. No replicó aquel gesto de la chica de forma exacta; tan sólo movió un poco los labios, haciéndola consciente de que recibía su gesto amable, aunque después, volvió a permanecer estoico.
El botón del elevador ya estaba presionado en la primera planta, donde ambos se dirigían.
Neji miró al frente, a los espejos, e inercialmente sus ojos volvieron a posarse en la chica. Ella seguía mirándole, también por el reflejo del espejo. Neji cortó el contacto visual y prefirió enfocar sus pupilas hacia una de las paredes del elevador. No es que le intimidara que le miraran, más bien, trataba de restar intimidad que podría ser incómoda, para cualquiera. O eso era lo que quería pensar. Pero no resolvió que la muchacha podría no creer en eso.
—El ángel de la muerte —dijo la pelirrosa con tono de voz terrorífico, o una representación de él. Neji levantó la vista y por el mismo espejo, le clavó la mirada, extrañado. Ella sonreía—. Es un chiste.
Neji alzó una ceja, percatándose que hablaba con él. Entonces asintió con el mentón.
—Entiendo —Fue todo lo que alcanzó a maquinar para decir.
La chica notó entonces que era de pocas palabras, y que quizá no era partidario de las bromas. A pesar de eso, decidió aventurarse a una cortés presentación. Dejó de mirarlo por el reflejo de la pared y lo miró de lado, levantando su delgada mano.
—Sakura Haruno —dijo, con soltura y cordialidad.
Neji le miró de igual modo, bajando levemente la cabeza, ya que le ganaba por unos diez centímetros de altura. Le sujetó la mano, y sintió el fuerte apretón de ella. La palma de su mano, además, exhalaba un calor que se coló en la propia. Neji no quiso que aquel agarre durara demasiado, así que la soltó a los pocos segundos. No pretendía ser un maleducado, pero no era fanático de los saludos amistosos y las presentaciones demasiado fogosas. Miró su cabello rosa, y desvió rápidamente la vista a sus ojos.
—Neji Hyuga —agregó.
—Lo sé… —dijo con seguridad. Él frunció levemente el ceño, sin comprender. Sakura amplió los ojos, queriéndole decir con ese gesto que no podía creer que olvidara esa seudo conversación que tuvieron en el teléfono, minutos atrás—. Te pasé la última venta del día, ¿Qué ya no lo recuerdas?
Neji lo recordó, rápidamente. Pero ello no le causó mucho entusiasmo.
—Sí, claro —dijo escueto, y volvió a mirar a otro lado, dando a entender que la charla de presentación había terminado. No es que pretendiera una grosería, era sólo que… no tenía en mente qué podría decirle a una chica como ella, que parecía sacada de una tienda de caramelos. Era su cabello, el cual lo distraía, pensó.
Sakura Haruno levantó las cejas y pensó que eso era un poco majadero. Le miró unos segundos más y dedujo que el chico era un antisocial.
Anteriormente, cuando era un poco más joven, Sakura pensó que las personas así realmente deseaban que otras personas se les acercaran y les contagiaran un poco de vida. Eso había hecho ella en montón de veces. Algunas veces sí había funcionado; lograba que aquellos introvertidos se volvieran más comunicativos y amigables con ella. Las veces que no lo lograba, se decía a sí misma que le faltó quizá presionar un poco. Pero, tiempo después de convivir con una persona que desde el inicio se presentó como antisocial, y que a lo largo de su relación, optó por no cambiar, Sakura supo que pudo haber incomodado a muchos con su tan latente intensión de hacerlos modificar su modo de interacción personal, cuando quizá, ellos no querían hacerlo.
Por eso, esta vez Sakura dijo 'paso'.
Cuando el elevador seguía descendiendo, la Haruno elevó el volumen de su iPod, mientras escuchaba Come a little closer de Cage the Elephant. Tanto, que hasta Neji logró escuchar un poco de la canción.
Las puertas del ascensor se abrieron, y la primera en salir fue Sakura. Aún cuando decidió no molestar más a su compañero, no pudo evitar la cortesía.
—¡Hasta mañana! —sonrió sin mucho interés y se esfumó con rapidez por la puerta.
Neji iba a articular un adiós, pero no alcanzó. Siguió el mismo recorrido que la recepcionista, hasta la calle y hasta su Focus de dos años anteriores. Mientras encendía el motor, Neji pensó en hacer una visita rápida al hospital, antes dirigirse a su casa.
¡Gracias por leer!
Deben saber que estaré encantada por leer sus reviews. Chao, y nos leemos en la próxima entrega.
Lux
