Disclaimer: Todos los personajes de Kuroshitsuji son propiedad de Yana Toboso

Sumary: Grell se sintió estúpidamente emocionado, no, más bien impresionado. ¡Mirar nada más como tan insignificante humana se ha atrevido apuntarle con la espada!

Notas del autor: Bien, no tengo mucho que decir con respecto a esta cosa que están por leer, más que es algo que se me ocurrió después de leer el capítulo 58 del manga ¡Hey! No me culpen, simplemente no pude evitarlo.


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Esa dama, que se consuma

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La miró por un momento, no más de un par de míseros segundos y la descartó totalmente de su radar de cosas interesantes. Además, teniendo al pequeño Sebastián tan cerca ¿Qué más podría serlo?

Sin embargo, contra todo pronóstico, ella bailó.

Y Grell gruñó.

Cosa inaudita ¡Cosa totalmente inaudita! Una mariposa revoloteando entre cadáveres putrefactos con la sagacidad de una felina y la elegancia de una dama. Un par de coletas doradas meciéndose entre uno y otro paso, tal y como trigo maduro ante una brisa de verano. Ella se movía como bailarina en una bien planificada coreografía, sin música, sin adornos innecesarios y totalmente entregada. Estirando los brazos y blandiendo espadas, cortando el aire en finas tiras de rabia liquida. Esa niña estaba furiosa, se le notaba en el temblor de su cuerpo, en sus giros perfectos donde arrancaba cabezas atajo. Esa chiquilla rubia bailaba entre las gotas del rojo, prácticamente marrón, de aquella sangre que emanaba de esos asquerosos cuerpos que en primer lugar nunca debieron levantarse de nuevo.

—¡Oh, my lady, nada mal!... nada mal—Pensó el extravagante shinigami con una amplia sonrisa, mostrando todos los filosos dientes tal y como una llena.

¿Cuándo una simple humana le había parecido, siquiera, un poco interesante? ¡Ha, si! Madame Reed. El nombre de un recuerdo ya empolvado. Aunque, ciertamente, no había punto de comparación. Aquella mujer fue, en su momento, una artista del rojo sangre que salpicaba aquel liquido vital de sus víctimas entre el resguardo de la noche, esta niña, sin embargo, era un lienzo en blanco comenzando a recibir las primeras pinceladas del destino.

Porque una vez que se ha desenfundado la espada es imposible volverla a guardar.

—No le vendría mal un poco más de rojo—Murmura relamiéndose los labios, nunca era suficiente rojo. Nunca. Y ella tenía que aprenderlo.

Sus miradas se encontraron, dos tipos diferentes de verdes chocaron en un extraño juego de poder y amenaza donde la balanza estaba claramente en contra de la joven dama.

Pero Grell se sintió estúpidamente emocionado, no, más bien impresionado ¡Mirar nada más como tan insignificante humana se ha atrevido apuntarle con la espada! Se ajustó los lentes ante tal novedosa imagen. La grabaría a fuego en su mente para luego recurrir al recuerdo durante esos días de extrema monotonía donde podría burlarse a sus anchas de la ingenuidad y estupidez de tan extraña jovencita. Quizás le daría alguna oportunidad, una considerable para que pudiera ver aún mejor y en primera fila la rabia, la desesperación y al final, la muerte en aquella virginal mirada.

Sería interesante y placentero verla bañarse del carmín de su propia sangre. Una doncella engalanada del carmín más puro del mundo ¡Que belleza! ¡Qué sublime!

¡Pero qué desperdicio!

Aquella insinuosa espada se había detenido entre los finos dedos de aquel candente mayordomo vestido negro. Grell torció la boca.

—¡Oh! Pequeño Sebastián, que inoportuno cariño.

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Al ser mi primera historia en esta sección ¿Creen que merezco algún review?

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