Los personajes de Yuri! On Ice NO me pertenecen, son prooiedad de Kubo, Sayo y estudios Mappa.
*Caminos cruzados*
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Existen grandes leyendas de como los grandes imperios fueron creados, reformados o liberados, muchas de estas leyendas contienen mayor cantidad de mitos.
Al rededor del mundo se sabrán de las muchas leyendas de la historia, todos conocen al menos una de todas las leyendas del mundo , pero hay una leyenda que quedó hundida en la oscuridad, una leyenda que quedó pérdida, la leyenda de un reino que se puso en pie bajo el mando de lo prohibido, aquél que fue salvado por el pecado de su héroe, la leyenda que nadie quiere contar, la leyenda mas real, la leyenda en el olvido.
Está historia tiene su grandioso inició a finales del año 1634 d.C. en un pequeño pueblo de la región de Suecia, durante la guerra de los treinta años fue cuándo al pueblo arribó un jóven de hermosas facciones, cabello platinados, ojos azules, alto y de un hermoso porte a pesar de vestir desgastadas ropas de un simple militar de guerrillas, el hombre tenía alrededor de 18 a 20 años, un jóven que de pequeño había sido abandonado en uno de los caminos al pueblo, mismo que fue recogido por una familia de campesinos que le dio comida, ropa y un techo para proteger su cabeza, sin embargo eran tiempos difíciles, aquellos quienes tenían el poderío doblegaban al pueblo con mano dura, se había hecho el decreto de que no podrían haber mas de tres hijos por familia, siendo que la familia que había adoptado a victor ya contaba con dicha cifra.
Aquella cruda mañana de invierno Victor observó con pena a sus padres correr a esconderse, lo jalaron con ellos y le pidieron guardase silencio, sin embargo la gran caballería imperial ya se encontraba allí, los enormes hombres con pesadas armaduras empuñaban con fiereza sus grandes espadas de plata, de una sola patada tumbaron la gruesa puerta de madera y atraparon al padre de familia por las solapas:
—¡¿Realmente creéis que podéis escapar de vuestra ley?! -inquirió furioso el que parecía ser el lider la de gendarmería- ¡Responde asqueroso campesino!
—N-No se de que...
—¡¿Creéis que soy idiota?! ¡Veo claramente el quebrantamiento de las reglas!
—¡por favor no le hagáis daño! -gritó la madre aterrorizada-
—¡Guardad silencio inmunda basura humana! -sentenció uno de los caballeros-
—¡El quebrantamiento de la regla número seis es tres años de esclavitud, pero esta mañana no tengo ganas de esclavizar a nadie, así que os daré la muerte como castigo de consolación-
—¡BASTA! -gritó fuertemente Victor mientras salía en defensa de aquél a quién había llamado padre durante los últimos ocho años-, él, él no es mi padre, yo no soy su hijo.
—¡De que demonios habláis criajo de mierda!
—Es la verdad, ellos me recogieron hace unos días de la calle donde me abandonaron mis padres biológicos, ellos no han hecho nada malo -salió en su defensa-
—Vitya, no -pidió el padre-
—No merecéis la muerte por ayudarme, yo no merezco un sacrificio de tal magnitud.
—No lo hagáis, por favor detente -rogó la madre-
—Como parte del reglamento deberás venir con nosotros y no te aseguro que sobrevivirás
—Haré lo que sea pero por favor no le hagáis daño a ellos -suplicó el peliplata-
—Ya veremos
Victor recordaba con dolor cómo fue apartado de su familia a la corta edad de diez años, recuerda claramente el rostro lleno de lágrimas de su madre, la impotencia reflejada en el arrugado rostro de su padre, las lágrimas llenas de confusión de sus hermanos, recordaba cada maldito paso dado en el camino pedroso que lo llevaría hacía el infierno, recordaba las burlas, los golpes, los abusos y aquél sabor metálico de la sangre en su boca. Victor recordaba aquél infierno vivido años atrás, como si hubiese sido ayer.
El gran caballo gris iba al trote, la mirada de Victor de hallaba pérdida en sus recuerdos, los caminos de aquél pueblo lucían distintos, mas desgastados, las casas no parecían poder mantenerse en pié, los niños corrían desnudos mientras las mujeres lucían desnutridas, desoladas y olvidadas, era la imagen de un pueblo que se sume en la desgracia, un pueblo que esta a punto de morir en las puertas del mismísimo infierno que trae consigo la guerra.
Victor elevó la mirada hacía la casa en deteriorado estado, estaba apenas en pie, las ventanas caidas, la puerta se inclinaba hacia la derecha, habían trozos de madera podrida en el suelo, estaba negra y totalmente llena de ratas que no dejaban de corroer la apolillada madera, un suspiro pesado se escapó de sus labios y no pudo evitar que su rostro se tornara triste, lleno de dolor, lleno de recuerdos.
Bajo del caballo y lo dejo pastando a un costado, al menos el podía comer algo, con cuidado se adentró a la desgastada casa no sin antes acariciar la corroida entrada de madera, le traía tantps recuerdos que dolían, caminó con determinación hasta ingresar por completo, el olor fétido le inundó la fosas nasales sin embargo no era tab molesto como parecía, al menos no para él.
La humilde casa seguía tal cómo la recordaba, con una mesa al centro donde habían seis platos, dos de estos se hallaban rotos y unos mas con manchas de sangre, habían vasos rotos en el suelo, polvo era la única seña que quedaba de lo que antes era pan, cerca de las ventanas traseras habían petates dónde dormían juntos, tablas de madera caídas dónde antes habían muchos jarrones artesanales, ropas y demás cosas, un fogón de leña que tenía trozos consumidos convertidos en carbón junto a las cenizas que voleteaban con el aire, pero en las paredes, en la entrada y por todos lugares había sangre, sangre oscura, sangre seca, sangre que casi podía pasar desapercibido por las condiciones en las que ahora estaba la casa.
El dolor se hizo presente en su pecho, las lágrimas salieron sin aviso y el corazón se rompió de nuevo sin remedio, había hecho todo para proteger a aquella familia que le había ayudado en su peor momento, la familia que lo levantó de la miseria, sin embargo todo fue en vano, todo fue para nada, de todas formas murieron.
Los gritos que resonaban en la vieja casa lo sacaron de sus cavilaciones, podía escuchar el choque de espadas, según su experiencia era el sonido de una espada de plata que choca contra una espada de acero, seguramente que algunos de los capitanes de gendarmería había llegado al pueblo y andaba dando problemas. Tomó con fuerza su espada de acero, se apreto el cincho de los pantalones y salió corriendo de la casa, asustó un poco al caballo pero lo ignoró, debía llegar antes de que terminaran por asesinar a otro aldeano.
En la zona de los muertos un capitán de símbolo de plata, ojos negros y cabello marrón se encontraba luchando incansable y furioso contra un chico de complexión pequeña, débil y estúpida -a su parecer-, cabello negro, ojos color vino, seguro un mugroso aldeano por lo que podía notar por sus ropas, el maldito le había amenazado con una espada de metal al cuello cuándo cortejaba a una dama -llamese acoso también-, tras de eso tuvo los huevos suficientes de retarle a un duelo de espadas donde estaba seguro él ganaría, sin embargo había terminado con varías cortadas superficiales en los brazos, piernas y el vientre, todp mientras aquél maldito pueblerino sonreía satisfecho.
—Había escuchado cosas como que los capitanes de plata eran unos maestros en las luchas de espadas -le habló el joven-, pero no haces mas que decepcionarme, he tenido mejores duelos con abuelas.
—¡¿Qué dices maldito?! -gritó encolerizado el otro-
—Lo que oíste, me siento como si luchara contra un bebé, das asco.
—¡Te mataré, imbécil!
—Quizá lo hagas cuándo aprendas a usar una espada correctamente.
—¡Te meteré mi espada por culo!
—Tu cara dice a gritos que posees un puñal en lugar de espada -respondió con doble sentido-
—¡Hijo de...!
—¡Basta!
El tiempo se detuvo en aquél instante en el que Victor irrumpió en aquel disparejo duelo, el capitán de plata Lord Fraudin se detuvo en seco, una vena se resalto con furia en su frente al verse apuntado de nuevo con una espada en su cuello, ¿Cómo osaba un sucio guerrillero amenazarle de tal forma?, ya le daría una buena lección.
—¿Disculpa? -habló primero el retador de cabellera negra- intento patear el trasero de este capitán de los cerdos.
—Levantar tu espada contra un capitán de plata es una agresión que se paga con la muerte -explicó con seriedad el ojiazul-, pero si te retiras ahora se te pasará por alto y...
—!¿Qué es lo que dices pedazo de mierda?!, matadlo de una buena vez -sentenció el capitán-
—Entonces parece que podremos morir juntos cuál mártires enamorados de una ridícula historia de reyes de porquería, puesto que también éstas apuntando con una arma al animal -sonrió divertido-
—¡Te ordeno que le mates de una puta vez! -exigió con furia el hombre-
—¿Por qué mejor no intentas matarme tu? ¿A caso de faltan huevos, imbécil?
—Nadie matará a nadie y...
—Soy tu superior y he dado una orden, ¡Matadle!
Mientras la discusión sobre matar y no matar iba en crecimiento entre aquél inútil capitán y el hombre alto con cara de retraso, el morocho aprovechó la oportunidad de salir de allí, guardó su espada y pasó por un lado de ambos hombres, cogió algunas monedas de plata del capitán inútil y le apretó el trasero al peliplata antes de correr a la cantina mas cercana, que se arreglasen ellos como pudiesen, a él le importaba una mierda.
Pasaron dos horas desde que Victor llegó a dónde aquél morocho y el capitán Fraudin, minutos menos desdé que sintió su trasero ser violado por aquél chico de grandes...agallas, estaba furioso mientras recorría el pequeño pueblo una y otra vez buscando al abusador, mira que él fue cómo buen defensor de inocentes y el desgraciado huye a cambio robándole al capitán que le dio una reprimenda infernal, pero apenas lo encontrase se las pagaría, le haría pagar con creces por el mal rato que le hizo pasar.
En una cantina cercana al arroyo, un morocho se encontraba con una bolsa llenas de monedas de plata mientras tomaba trago tras trago de embriagante alcohol, llevaba dos días en esa situación y a pesar de todo el alcohol ingerido no había nada que le calmase el dolor que le acrecentaba en el pecho, no había nada que le diese las esperanzas o la fuerza de levantarse, de ponerse de pie y seguir luchando por sus ideales.
Nacido en una familia de generales, Yuuri Katsuki fue desde pequeño un maestro en el arte de la espada, tenía gran capacidad de aprendizaje y una sorprendente resistencia en batalla, tenía muchas técnicas, tanto propias como robadas, el digno heredero que cualquier padre pudiese tener, era dedicado y motivo de orgullo, pero es bien sabido que nadie es perfecto, incluso Yuuri tenía sus errores, uno de ellos era el hecho de que no luchaba para verse adorado por los mas jovenes o alabado por los mas ancianos, un amante de la justicia de corazón puro que se había posado en la cuna equivocada, evocador de la desgracia que hoy mismo el carcomía y desgarraba el alma.
Robarle a aquél general había sido trabajo fácil, había crecido de muchos generales que merecían tal título con cada letra del maldito nombre, en ocasiones -cuándo aún era un novato- había sido ellos quienes le habían dado palizas que lograban titarlo en cama hasta por dos días, había aprendido de los mejores y no les sería tan fácil vencerle, en cuánto al tipo -un soldado menor quizá- se podía decir con simpleza que sólo se vio atraído por él, sin complicaciones y sin mas.
—Que buen culo -le susurró una voz al oído, tan meloso y repugnante-, aun que pareces hombre yo bien podría hacerte mujer, tomalo como un favorcito.
— ¡Tsk! -Yuuri se giró con espada en mano, apuntó al cuello del tipo, sonrió de medio lado antes de tomarse su trago y lo dejó sobre la barra- que fea cara, quizá pueda hacerte una restauración con mi espada, tomalo como un favorcito.
—¡Eres un hombre!
—¿Enserio?, estaba seguro que era una perra
—¡No quiero ver peleas aquí Basuras! -gritó el cantinero señalando a Yuuri-
—Hay una forma para evitar que la veas -le apuntó con una segunda espada al cantinero-
—O-Oye, tranquilo yo solo quería bromear un poco
—¿Mi culo te parecio bueno para una broma?
—¿Que está pasando aquí? -Victor entró haciendo gala ee su autoridad, observó la escena del violador de su trasero apuntando con dos espadas, una a un tipo de cabello rojo y la otra al cantinero, junto a este la bolsa de monedas de lord Fraudin- ¡Baje sus armas!
—No~
—¡Baje sus armas o me pondre agresivo!
—!Pues intenta bajarmelas, Nalguitas!
—¡Matadle o él me matará a mi! -suplicó el cantinero-
—De el nalgon y yo -habló Yuuri-, hay mayor probabilidad de que yo los mate a los tres, así que mejor ¡Callate!
Todo indicaba una cosa, habría un duelo, sin embargo todo terminó de una forma mas pacífica, tras alegar por mucho tiempo, Yuuri amenazó con comenzar un duelo de espadas dónde tenía la confianza de ganar, sin embargo y tras dos choques de espadas, el morocho terminó por desmayarse después de enfuendar ambas espadas como acto reflejo, al principio Victor no sabía que hacer, ¿estaba fingiendo?, no lo sabía, lo único que sabía es que a pesar de que el chico comenzó con mala pata, no podía dejar que le mataran así como así tal y como pedía el cantinero, es por eso que le amordazó de brazos y piernas, se lo tiró al hombro y lo sacó de ese lugar.
Su mano temblaba, su vista no era clara, las lágrimas caían una tras otra y su mente estaba nublada y su pecho dolía, dolía tanto que sentía que moriría en cualquier momento, realmente la muerte no sonaba tan mal, quizá era verdad y después de la muerte ya no hay dolor, solo paz, solo luz.
Llevó su mano hasta tomar aquella mano semi abierta que posaba en descanso sobre la mullida cama, estaba tan fría, tan inerte, sin vida, ¿dónde había quedado la calidez de esa mano cuándo le acariciaba?, cierto, se había extinguido en el campo de batalla, por él, por su culpa.
Cuánto le extrañaba, era tanto que dolía, tanto que el alma se quebraba en mil pedazos, tanto que las lágrimas no podían ser contenidas, tanto era el dolor que le desgarraba, le rompía y le destruía de a poco, si tan sólo hubiese sido fuerte, si hubiese luchado un poco mas las cosas serían diferentes, si hubiese ido antes, la vida no sería tan oscura como lo era en ese momento.
Yuuri despertó con lágrimas en el pecho y la fuerte opresión en el pecho, ya el dolor se había convertido en su día a día desde que ella no está, ya no dolía tanto como el principio o era simplemente que ya se había vuelto inmune a ese dolor, limpió las lágrimas de su rostro y se puso de pie poco a poco, se sentía mareado, ni siquiera sabía donde estaba, llevó su mirada de un lado a otro y no reconoció el lugar, era algún tipo de establo, estaba llena de paja aquí y allá, algunos rayos de luz se colaban por entre la madera, había polvo por todo el lugar, apestaba horrible, no sabía si era por algún animal muerto que estuviese cerca o si él se había terminado orinando, ¿cuántos días llevaba en ese lugar?, no lo sabía, ¿cómo llegó?, ni idea, ¿cómo saldría de ahí?, probablemente rompiendo todo a su paso.
Después de recuperarse por un par de horas se levantó de los montones de paja, tomó sus espadas y comenzó a romper la madera para salir de allí, cuándo por fin logro abrirse paso la luz le golpeó fuertemente, se sintió cegado por un rato hasta que sus ojos se acostumbraron, guardo de nuevo sus espadas y comenzó a caminar sin rumbo, debía largarse de ahí, buscar la posada donde dejó sus maletas y reemprender el camino a la ciudad capital.
—¡Hey!
Yuuri siguió caminando.
—¡Oye, tú!
Yuuri tropezó pero no cayó.
—¡Hey, te estoy hablando!
Yuuri se tiró un gas.
—¡Violador!
Yuuri se rió por su gas.
—¡Hey, te pateare si no te detienes!
Yuuri se detuvo, se rascó la cabeza y se giró a ver al que gritaba cuál loco a mitad del camino.
—¿Cuánto tengo que gritar para que te detengas? -preguntó molesto el peliplata-
—¿Qué me estáis diciendo así desnudo?
—Bueno, rompiste parte del establo y no me dio tiempo de colocarme el pantalón, ¿a dónde vas?
—A la posada -respondió con tono de obviedad-
—Entonces dejadme llevarte, sólo iré a traer mi caballo y ponerme el pantalón.
—No -emprendió el camino de nuevo-
—¿Dónde está tu posada?
—Región norte de suecia -respondió sin interés-
—Entonces te llevo
—Me iré caminando
—Estamos en Noruega
Eso fue suficiente para que Yuuri se detuviera, Victor corrió al establo, se colocó el pantalón y regresó con Yuuri en su caballo, lo ayudó a subir y emprendió el camino hacía el norte de suecia, no creyó que sería tan fácil convencerlo, quizá fuese que aún estuviese borracho y por ese motivo no se había dado cuenta de la pequeña mentira de que estaban en Noruega cuando realmente estaban cerca de la posada del chico, esperaba que para cuándo llegaran este continuara confundido como para percatarse de la verdad, mientras tanto continuaría con su camino frente a las miradas sin vida de los aldeanos.
Victor no sabía que aquél chico, aquel a quien llamaba violador, el pequeño de complexión débil cambiaría su mundo, el mundo en general, no sabía que era el inicio de su gran historia.
Las personas los observaban cómo otros mas, no tenían idea que el encuentro de el guerrillero y el chico de mirada triste marcarían la historia de sus vidas por siempre, no tenían ni idea que era el inicio de la libertad.
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¡Bienvenidos!
No soy muy activa en el fandom pero si escribo para Yuri on Ice, es mi primer fic largo así que no se que esperar jajajaj xD (me refiero a fic largo del fandom), espero poder contar con su apoyo y que nos llevemos bien :3
Por cierto que este fic también sera publicado en wattpad aun que no acostumbro a publicar allí, como sea, espero ser de su agrado y me dejen sus opiniones en un review 7u7
¡Besitos!❤
