Los personajes de InuYasha no me pertenecen. Hago esto sin fines lucrativos.

Aclaraciones: Cada One-Shot es independiente entre sí.


Más allá del tiempo

I


—¿Y papá? —Insistió Kagome, por tercera vez. Naomi dejó de lado los platos que recién había lavado y se secó las manos en el mandil. Volteó a ver a su pequeña hija de cinco años y le sonrió.

—Está en una misión, Kagome. Pero pronto vendrá.

—¿Estás segura, mamá?

—Claro que sí. —Y le volvió a sonreír al momento que la tomaba en brazos y la acomodaba en una silla cercana para qué se quedará con ella a hacerle compañía en la cocina—. ¿Por qué la pregunta? —Insistió—. ¿Te preocupa lo qué le pueda pasar?

La pequeña bajó la mirada al saber que fue descubierta. Había escuchado que los vampiros eran personas malas y qué no tenían compasión al matar. De hecho, había escuchado a una muchacha decir qué estaba sola en el mundo, que los vampiros habían matado a su familia y posteriormente a su esposo. Ella lloraba a lágrima viva y a Kagome se le partió el alma verla así.

—Los vampiros son malos, ¿verdad? —Naomi asintió—. Ellos… ¿pueden matar a papá?

¿Qué iba a decir ahora? Se preguntó Naomi. No quería decirle que sí a su hija, pero tampoco quería decirle una cruel mentira. Se quedó callada un rato, todavía sin saber que decir. Miraba los ojos zafiros de su hija; el brillo que portaban, la inocencia qué tenían. Suspiró y se sentó al lado de la silla dónde descansaba su primogénita.

—Tu papá es fuerte —dijo al fin—, él no dejará que los vampiros le hagan nada. ¿Sí, Kagome?

La pequeña a duras penas asintió. Después fue hacía el cuarto de su hermano para jugar un rato con él y cuidarlo.

Naomi se quedó sentada en la silla, ella también tenía la misma duda de su hija. Ella también se preguntaba si volvería a ver a su esposo con vida y esperaba que así fuera. Todavía le quedaba a ambos mucho por vivir y dos hijos maravillosos que cuidar.

Miró por la ventana; la luna ya estaba en el firmamento, brillando. Naomi pensó que le brillo que desprendía, significaba la esperanza de volver a ver sanos y salvos a todas las personas que habían ido a darle casería a los vampiros.

Aunque desgraciadamente estaba equivocada.


Veía a los humanos correr por su vida en los caballos qué habían llevado. Él detuvo sus pasos y todos los vampiros que lo seguían también lo imitaron, fueron casi todos (los que no se detuvieron siguieron devorando a los humanos que se habían caído de los caballos, o bebían la sangre de los mismos caballos).

—¿Y ahora? —Insistió uno de los vampiros.

—Amo bonito, ¿qué estamos esperando? —Jaken, su sirviente, también se mostraba ansioso por su siguiente paso.

Pero no contestó. No le iba a decir qué era lo que él esperaba, lo único que quería era no perder de vista a los humanos que empezaban a avanzar cada vez más rápido. Empezó a caminar de nuevo y fue seguido por los demás.

—Descubriremos dónde se ocultan.

Los demás vampiros sonrieron de manera siniestra. Sabían que esa noche tendrían un festín de sangre.


El señor Higurashi montó su caballo y rápidamente empezó a cabalgar con mucha prisa; sabía que darle frente a los vampiros está vez no era la mejor opción que tenían. Por su mente pasó la imagen de su esposa Naomi, luego de sus dos hijos: Kagome y Sota. Así que decidió que no se iba a dar por vencido, qué a pesar de todos los dolores que sentía, debía llegar con bien a su casa, debía de ver una vez más a su familia.

Volteó a ver si los seguían y se dio cuenta de qué no era así; los vampiros habían dejado de correr para alcanzarlos, ahora solamente se mostraban calmados y caminaban. Estaban muy lejos, pero todos los del grupo de cazadores sabían qué no debían bajar la guardia; los vampiros no eran de fiar.

—Están calmados... —comentó uno de los cazadores—. Planean algo —aseguró.

—Lo sé —el líder de todos ellos finalmente habló: era un hombre alto de cabello castaño—. No reduzcan el paso, ¡continúen a toda velocidad! —Ordenó y todos lo imitaron.

¿Qué están planeando? Fue la pregunta que abordó la mente de todos los cazadores. Ellos ni siquiera sospechaban lo qué pasaba por la mente de aquellos seres que eran sus enemigos. Todos sabían que los vampiros poseían más inteligencia qué todos ellos, además de habilidades sobrenaturales qué tenían. Higurashi miró hacia atrás una vez más y la visión seguía siendo la misma. A pesar de que ellos ya habían avanzado varios kilómetros y sus enemigos veían caminando, no había cambio en la distancia de ambos bandos. Seguía siendo la misma y eso hizo que él tuviera miedo.

—Creo que planean encontrar la fortaleza —se atrevió a decir. Todos lo miraron y le dieron la razón. Era lo más lógico.

El líder escuchó lo anterior y frunció el ceño, tenía que hacer un plan y rápido, pero su cerebro parecía estar bloqueado. También tenía mucho miedo. Era un hombre fuerte, que había visto muchas cosas, pero la idea de qué los vampiros ingresaran en la fortaleza y se llevaran a sus seres queridos era aterradora para cualquiera. Pero la idea que más lo atormentaba era el hecho de qué sino era lo suficientemente fuerte, los vampiros entrarían.

—Debemos dividirnos —dijo al fin y todos los que estaban bajo su mandato guardaron silencio—, un grupo se quedará conmigo, frente a la muralla que hemos creado. Y el otro equipo les avisará a todas las autoridades sobre el ataque y se llevaran a las personas a los lugares que hemos creado para resguardarlos. —Su voz sonó segura, pero por dentro no era así. Los demás se miraron y dijeron "sí" al unísono.

Se crearon los grupos depende a las habilidades de cada persona. Solo una de las personas que estaba capacitada, no fue requerida para la misión: Higurashi. Él no iba a participar en la misión, ya que el líder lo había mandado con su familia, para ponerla a salvo. Se tenían aprecio y era por esa misma razón qué lo mandaba a él a poner a salvo a su familia y a la suya propia.

—Por favor, salva a mi esposa y a mis hijos: Sango y Kohaku. —Pidió—. Ellos son lo más importante qué tengo y no quisiera que les pasara nada —agregó—, confío en ti. —Después de esas palabras dio media vuelta y se perdió entre la oscuridad. Higurashi creyó que esas eran unas palabras de despedida, pero se obligó a desechar esa idea.

Todos volverían sanos y salvos. O eso quería creer.

Se confundió entre la oscuridad, tenía que recorrer un gran tramo, pero trataba de caminar lo suficientemente rápido para llegar a tiempo. Volteó un poco para asegurarse de qué nadie lo seguía y cuándo se dio cuenta de qué estaba fuera de peligro, se permitió mirar la gran muralla qué los resguardaba —o eso creía— de los vampiros. Era una muralla simple, había tomado mucho tiempo construirla y muchas vidas —y pueblos— habían sido sacrificados para eso. Pero una vez estuvo lista, las personas habían empezado a crear sus casas, el comercio se había recuperado, todos parecían estar felices y a salvo con la muralla. Pero ahora todo era diferente, ahora los vampiros conocían su ubicación y él estaba seguro de que no tardarían en buscarlos y beber su sangre.

Dio la vuelta y se dio cuenta de qué sus colegas ya habían empezado a decirle a las personas que estaban en peligro. Observó como todos salían de su casa, algunos con temor y prisa, otros con calma —o eso querían aparentar—. Las mamás llevaban a sus hijos cargando; algunos bebés lloraban, otros estaban todavía durmiendo. Los niños pequeños y los señores iban a pie y eso hizo a Higurashi recordar a su hija, hijo y esposa. Decidió que era momento para empezar a correr; estaba cansado, tenía varias heridas, pero debía ignorar todo eso y velar por el bien de su familia.

Empezó a correr y llegó justamente a su casa, pero se desvió para darle aviso a la familia de su líder; se lo había prometido.

Tocó la puerta y una mujer de cabello castaño le abrió la puerta. Lo miró sorprendida (después de todo rara vez los visitaba).

—Hola... —saludó, insegura. —¿Pasó algo…?

—No. Pero deben irse de aquí, deben irse a los albergues que hicimos para resguardarnos de los vampiros antes de que éstos lleguen a la ciudad.

—¡¿Qué?! ¡¿Vendrán a la ciudad?!

—Queremos evitar eso —aclaró—, por favor, solo vayan al albergue…

—Lo siento. —Bajo la mirada y entonces, miró a sus dos hijos que descansaban en la sala esperando a su padre—. Ya vamos para allá. Gracias por todo, Higurashi. —Después cerró la puerta y el aludido sintió que un peso le era quitado.

Corrió hacía su casa y tocó como solía hacerlo. Naomi corrió a abrir y cuándo lo vio, se le abalanzó para abrazarlo. Él no pudo reprimir un quejido por el apretón; después de todo se había caído del caballo. Vio el rostro de preocupación de ella y entonces, sin dejarla hablar; la besó. Un beso dulce, sin prisas, ni ánimos de dejarla. Se olvidó por unos mini-segundos que estaban en guerra.

—Debemos irnos —dijo al fin ingresando a la casa y a la habitación de Sota, para cargarlo ya que todavía era un bebé. Naomi quiso decir algo, pero su esposo no la dejó—. Ve por Kagome, por favor. Debemos irnos —repitió.

La señora Higurashi decidió que no era momento para dudar, ni para mostrarse en contra de las decisiones de su esposo. Asintió y fue al cuarto de su hija, la cual dormía. La levantó y entonces, sin decirle nada, la tomó de la mano y la familia entera salió rumbo a los albergues.

—Papá —dijo Kagome sobándose un ojo para ver mejor—, ¿a dónde vamos?

—A los albergues.

—¿Albergues? ¿Qué es eso? ¿Para qué?

—Kagome no hagas preguntas ahora, por favor.

Y fue toda la conversación que tuvieron en el recorrido. Kagome trataba de seguirle el paso a sus padres, mientras observaba a su alrededor: las personas tenían miradas de pánico. Ella se preguntó a qué se debía, pero sabía que no tendría respuestas.

Finalmente llegaron y estaban por bajar los grandes escalones de piedra, cuándo la voz de alguien completamente aterrado, dijo—: ¡Vampiros!

Y todos empezaron a ingresar a prisa, esperando salvar sus vidas.


Desde que Irasue, su madre, había sido emboscada y asesinada, Sesshōmaru decidió que exterminaría a todos los humanos qué había en la tierra. Era una venganza muda, nadie sabía las razones del peliplata para llevarlos a todos a las murallas dónde se resguardaban los humanos, aunque tampoco era como si les importarán. Lo único que los demás deseaban era la sangre humana.

Irasue tal vez no había sido la mejor madre del mundo, pero Sesshōmaru le tenía cierto aprecio que nunca confesaría y cumplir con el único deseo que su madre tenía era lo único que podía hacer cómo su hijo. Sin pensarlo dos veces atravesaron la muralla, algunos de los vampiros se quedaron peleando con los cazadores, hasta que finalmente no hubo ninguno como guardia. Avanzaron al primer poblado que encontraron, luego al segundo y así sucesivamente. Él solamente era un observador, no tenía apetito, solamente quería comprobar con sus propios ojos qué todo lo que deseaba se cumpliera al pie de la letra.

Avanzaban velozmente y él se sorprendió un poco del apetito que tenían los demás vampiros. Era como si no hubieran comido en siglos, cuando en realidad habían comido bien todo el tiempo. Siguieron avanzando y llegaron hasta unos albergues de piedra, dónde la mayoría de la población estaba resguardada. Fue entonces cuando Sesshōmaru se permitió sonreír un poco; pronto acabarían con todos ellos.

Los humanos al verlos corrían a meterse en los albergues y cerrar las puertas. Algunos policías salían a darles lucha y terminaban muertos en el proceso. Las puertas finalmente se cerraron y todos los vampiros se miraron entre sí y luego a Sesshōmaru, quién entendió perfectamente lo que querían que hiciera.

Bajó poco a poco las escaleras de piedra, podía escuchar perfectamente los ruidos, llantos, suplicas y todo lo que hacían las personas allá adentro. No le tomó importancia y usando toda su fuerza abrió las puertas de piedra.

Los humanos sabían que era su fin.

—¡Compasión, por favor! —Rogaba la mayoría, en vano.

Él avanzó y se colocó hasta el fondo para poder observar mejor y no dejar con vida a nadie.

—Mamá… —fue entonces qué la vio, una niña pequeña, de cabello negro azulado, ojos zafiros, y estatura apta para su edad. Estaba llorando mientras un vampiro se alimentaba de su madre. Ella quería escapar, tenía miedo. Todo eso lo adivinó Sesshōmaru, quién impulsado por algo mucho mayor que él se colocó enfrente de la pequeña, defendiéndola del vampiro qué quería beber su sangre.

—Es toda suya, príncipe. —Había dicho con rabia mientras daba vuelta.

Él dio media vuelta y encaró a la pequeña, quién no paraba de llorar. Todas las personas que quería estaban siendo devoradas por los vampiros y a ella le había salvado uno de ellos. ¿Por qué? Se preguntó. Luego lo observó y se dio cuenta de qué no poseía mancha de sangre alguna. Fue entonces que se permitió sonreírle.

—Camina junto a mí —ordenó el vampiro a la pequeña. Ella vaciló un poco, pero finalmente lo siguió hasta afuera de la muralla dónde no había más vampiros ni destrucción.

Le seguía en silencio, no se atrevía a decir nada, aunque estaba llena de dudas.

—¿Cómo te llamas? —Exigió saber, su —aparentemente— rescatista.

—K-Kagome… —susurró, pero él la escuchó—, Kagome Higurashi. ¿Y usted, señor?

—Sesshōmaru Taishō.

Después de esa presentación no se dijeron nada más, pero cuándo Sesshōmaru la cargó Kagome entonces entendió que él se haría cargo de ella.

Tan siquiera no estaré sola. Pensó.


Habían pasado más de 14 años desde que había rescatado a la pequeña humana de esa catástrofe. Cuándo Sesshōmaru la había salvado, la había llevado a una pequeña mansión que estaba por el bosque, era un lugar dónde ningún vampiro o humano se acercaría y eso significaba que no tendría problemas. La niña nunca fue un problema para él ya que contrató a varias vampiresas para que la cuidaran, atendieran y vigilaran.

Aunque Kagome, ahora con 19 años, se le estaba saliendo de control y eso lo ponía de malas, tanto, que había roto la mayoría de los muebles de su habitación.

—Kagome. —Llamó Sesshōmaru molesto cuándo ingreso en la sala. La aludida se asomó por las escaleras y bajó lentamente. De la pequeña niña ya no quedaba nada y el peliplata lo sabía.

—¿Me vas a regañar de nuevo? —Ella también estaba molesta; a veces no entendía la actitud de Sesshōmaru. Él iba a contestar, pero ella se le adelantó—: ¡Ya soy mayor de edad! —Argumentó—. Además, sabes que no me puedes tener encerrada por siempre, Sesshōmaru. Siempre dices que no debo de salir, qué es peligroso, pero InuYasha no opina eso, ¡menos Miroku! Por favor, déjame salir. —Él frunció el ceño—. ¡Moriré sino salgo! —Dramatizó.

El peliplata gruñó. Ella le mentía y él lo sabía.

—Odio las mentiras.

—Y yo que te creas el dueño de mi vida. —Atacó—. No soy tu prisionera, ni tu hija. ¡Ni nada tuyo! Soy una humana, ¡y tú odias a los humanos! ¿Qué te cuestas dejarme ir?

Él sacó de detrás de un cojín del sillón una pequeña carta, dónde Kagome decía que no quería permanecer más al lado de Sesshōmaru. Eran todas las razones y él las había leído todas. La chica bajó la mirada; de nuevo la dejaba sin argumentos.

—Han sido catorce años. —Le recordó, enojado.

—Sí. Catorce años. —Se sentó en un sillón, incapaz de verlo a los ojos—. Catorce años en lo que el acercamiento en nosotros es nulo. ¡Sesshōmaru sé qué me detestas! Por eso nunca has dejado que te toque, que entre a tu cuarto, que toque tus cosas. ¡Por eso no me dejas abrazarte o darte regalos! ¡Sé qué me detestas!

Hubo un silencio tenso entre ambos. Sesshōmaru llegó a pensar que la humana que había rescatado era estúpida y no se daba cuenta de lo obvio.

—Si tanto me detestas… ¿por qué me tienes contigo? Me haces daño —confesó.

No se dijeron más, sin embargo Kagome sabía que Sesshōmaru no daría su brazo a torcer. Pero ella tampoco.

—Cuándo me recataste —recordó—, me dejabas estar cerca de ti. Abrazarte, jugar contigo. Aunque todo eso cambió cuando aparecieron de improviso InuYasha y Miroku. —Sesshōmaru deducía hacía dónde iba la plática—. Ellos… Tuvieron algo que ver, ¿verdad?

Bueno, tal vez la humana era lista.

Los humanos pertenecen a los humanos, Sesshōmaru. Le había dicho InuYasha una vez estuvieron solos.

Va a llegar el momento en el cual no puedas protegerla aclaró Miroku—, los vampiros no descansaran hasta arrebatártela de las manos.

Además exigen que gobiernes cómo el rey de los vampiros. Y no podrás hacerlo con una humana a tu lado. InuYasha trataba de hacer entrar en razón a su hermano, pero sabía que era casi en vano—. Si querías cuidarla debiste haberla dejado con otros humanos o con otra familia de vampiros. No quedártela tú.

Sesshōmaru escuchaba todo el silencio, sin interés realmente.

Pero te ofrecemos una manera de cuidarla soltó Miroku. Sesshōmaru levantó una ceja—. ¿Qué te parece si cuándo sea mayor de edad, dejas que InuYasha la cuide? El peliplata no estaba a gusto con esa propuesta y no sabía porque, pero escuchaba atentamente—. Él podría cuidarla; no es nada de la familia real y no sé. Tal vez ambos se terminen enamorando.

El mayor seguía sin decir nada.

Cuando sea mayor de edad repitió las palabras. No sabía si era o no, lo correcto.

De lo contrario el consejo vendrá por ella. Los tres guardaron silencio, esperando que el pelinegro prosiguiera—. Y la matarán.

En ese momento él se levantó de su asiento y fue hasta la puerta del despacho. Se detuvo ahí y dijo—: Cuándo tenga 19 años. Decidiendo así el futuro de ella.

Sesshōmaru sabía qué ahora no podía dejar que ella se le acercara, qué se encariñara con él y mucho menos él con ella, después de todo ella se iría y no volvería a estar a su lado.

Kagome tomó el silencio de su interlocutor cómo un "sí". Ella después de mucho tiempo finalmente se había enterado de lo que habían planeado los tres a la espalda de ella. Al principio se sintió como un objeto del cuál no pedían una decisión. Pero InuYasha le había preguntado una vez si se quería ir con él. Kagome no había respondido, pero ahora que lo pensaba tenía una respuesta.

—No quiero irme con InuYasha —soltó al fin y el mayor volteó a verla—. No quiero estar con InuYasha. Quiero estar contigo, Sessh.

—No.

—¡Quiero estar contigo! —Repitió—. ¡Sé qué todo esto lo haces por mi bien! ¡Pero no funciona! Porque yo… yo… ¡yo te quiero! Siempre te he querido y llegue a enamorarme de ti —confesó finalmente.

Sesshōmaru lo sabía, la chica se sonrojaba casi siempre qué lo veía y a veces la descubría escribiendo cartas dirigidas hacia él y qué nunca eran mandadas —pero el siempre leía a escondidas—. Además, sabía el daño que le estaba haciendo guardar todo eso a Kagome, todavía no podía creer que vivió tanto tiempo reprimiendo sus sentimientos.

El silencio se volvió más tenso de lo que era. Kagome esperaba una respuesta de su parte, ¡se había confesado! Pero su interlocutor parecía que acababa de escuchar las noticias. Se sintió un poco mal, siempre tuvo una leve esperanza de que Sesshōmaru le correspondiera, pero ahora toda esperanza se había acabado. Quiso llorar pero no lo haría frente a él.

Por su parte Sesshōmaru sí correspondía los sentimientos de la chica, siempre lo había hecho. Por eso es qué no la quería dejar ir, sin embargo, el hecho de ponerla en peligro le preocupaba —aunque no lo admitiera—. Siempre trató de mostrarse distante, esperando no caer en sentimientos como el que había nacido en su pecho hace mucho tiempo atrás.

—L-Lo siento… —habló Kagome con voz entrecortada. Sesshōmaru se dio cuenta de qué ella estaba por llorar por creerse rechazada.

La chica se iba a levantar, pero Sesshōmaru la sostuvo del brazo atrayéndola hacía sí, finalmente la dejaba acercarse —de nuevo— a él. Y entonces, limpió todo rastro de lágrimas para después besarla; fue un beso suave, un beso que transmitía todo los sentimientos reprimidos que ambos no habían podido gritarse a los cuatro vientos.

Se separaron cuándo los pulmones de Kagome demandaron oxígeno y la chica lo abrazó.

Al demonio las consecuencias, él se quedaría con Kagome y ambos lucharían contra todo aquel que quisiera separarlos, porque estaban casi cien por cientos seguros de que el hecho de que él la hubiera rescatado no era una coincidencia más; ambos estaban hechos el uno para el otro…

igual que en sus vidas anteriores.


»Soy nueva en el Fandom y vine con esta idea después de encontrar un montón de fotos Levi/Eren. Una me llamó la atención por la frase qué incluía: "Si te volvería a ver, me volvería a enamorar" (está en mi Tumblr) y dije, ¿por qué no algo así en un Sessh/Kag? Algo que relate sus nuevas vidas y el hecho de que ambos se enamoraran en cada uno de ellas.

»Me gustan los vampiros.


»Un review vale para una Ficker más de lo que puedes imaginar.