-[Quisiera que fueras mío , solo mío, que nadie más pueda dejar marcas en ti, solo yo, ni siquiera tu madre]- fue un pensamiento que paso por la mente de Soubi mientras observaba a su pequeño neko ahí tirado en la cama boca abajo lastimado por su progenitora, mientras aun se oían sus gritos en la cocina.
Poco a poco el neko comenzó a despertar y dejo ver sus hermosas iris amatistas, cuando logro enfocar se dio cuenta de que Soubi se encontraba parado a su lado observándolo fijamente con esas dagas azules que tenían la capacidad de colarse y llegar hasta lo más hondo de su ser. De pronto se incorporó estupefacto, ya que recordaba claramente que le había ordenado al castaño que no lo fuera a ver a su casa, que no lo llamara y mucho menos que lo fuera a buscar al colegio, incluso recordaba que había cerrado su ventanal con llave.
-¿Co.. Como entraste?
-Me colé por la puerta-Dijo al momento que cerraba los ojos en un tono divertido.
El ojimatista aun no se recuperaba de la sorpresa- y… ¿y mi madre? No… ¿no te vio?- dijo un poco preocupado mientras se decía a sí mismo –[de… debo ser fuerte, o me dejare llevar nuevamente, pero… pero sus ojos me… me…]-
-Ritsuka!,¡ ¿Con quién estás hablando? – dijo una mujer desconfiada
-¡Con nadie mamá! – Contesto mientras le señalaba al castaño la ventana- tu, camina, Oka-San no puede verte- advirtió en un susurro cuando vio que el mayor se quedaba completamente quieto.
El menor miro al castaño desconcertado al ver que este no se movía a pesar de su advertencia -Vamos, muévete-Recalco este ya un poco más desesperado, mientras sentía los golpes que su madre le daba a la puerta
-No- dijo secamente mientras que se moría de ganas de abrir esa puerta para que aquella mujer que tantas veces había golpeado a su niño se diera cuenta de que este no estaba solo y que tenia quien lo defendiera
El moreno al escuchar la negativa del castaño se impresiono, nunca pensó que le iba a responder eso –Soubi, es una orden- Dijo susurrando, sabía que el siempre le obedecería, al fin y al cabo eran luchador y sacrificio.
-No me importa- Respondió con la mirada fija en la puerta que era cruelmente golpada por la mujer que no paraba de gritarle al pequeño.
-Por favor, no me causes problemas, o por lo menos escóndete- Dijo atónito, sin poder parpadear.
-¡RITSUKA!, ¡RITSUKA! ¡ABREME! ¡MI RITSUKA… MI RITSUKA NO CERRARIA LA PUERTA CON LLAVE!
-¡Soubi!- dijo al momento que observaba al adulto salir a regañadientes por la ventana, pero sin irse, solo se escondió, luego el niño se dirigió a la puerta tratando de ocultar su desesperación. Tomo la manilla y con una asombrosa resignación abrió la puerta para dejar entrar a una enfurecida mujer.
-¿Con quién estabas?
-Con nadie ma…- No alcanzo a pronunciar toda la frase cuando sintió un fuerte golpe en el rostro
-¡Mentiroso!, ¡mi Ritsuka no me mentiría!- Grito al momento que lo tomaba de la ropa y lo arrojaba contra la pared, El menor al darse cuenta de lo que iba a pasar, en un impulso, corrió hacia la puerta de su cuarto y salió bajando las escaleras con la mayor rapidez posible, cuando llego a la puerta principal de la casa, el cambio de luz lo dejo ciego por un momento, pero al sentir los pasos de su madre en las escaleras, siguió corriendo, llego hasta un callejón y se escondió allí, rogando que su madre no lo encontrara, si ella se molestaba cuando se quedaba quieto no quería siquiera imaginase que le hará por escapar.
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Cuando el castaño se dio cuenta de que su pequeño neko había huido, entro en la habitación y busco una maleta, la cual estaba bajo la cama, y comenzó a guardar ropa, se dirigió a la computadora, la cual se encontraba encendida, y guardo la carpeta "Memorias" en un CD, cuando tuvo todo lo "Necesario" intento llamarlo pero se percato que el móvil se encontraba en el cajón de la mesita de noche, así que se puso en marcha, camino por un largo rato, hasta que se encontró frente a frente con aquella mujer que tanto adiaba por atreverse a golpear a su niño, por un momento pensó en enfrentarla, decirle que el pequeño neko no está solo, pero de pronto sintió una angustia muy grande invadiéndole el corazón, una necesidad gigante de ver a su niño y comprobar que estaba bien, entonces se guardo su ira y reanudo la búsqueda.
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Cuando el ojimatista se dio cuenta de que su madre ya no lo seguía, salió de su escondite en busca de un lugar más seguro, camino hasta encontrarse con un parque, se sentó en uno de los bancos y comenzó a recordar todo lo sucedido hace unos minutos, los ojos del mayor, su reacción, como se había negado a cumplir su orden. –[¿Por qué siempre que estoy con el todo termina en desastre?]- paso unos minutos más pensando hasta que sus ojos se quedaron clavados en una figura que se acercaba a él.
