Una mirada.
Y sus ojos se quedaron en el cuello de la pelirroja.
Se preguntaba como sería hundir sus manos en aquella melena roja.
Se lo había preguntado tantas veces.
Tantas y tantas veces.
Aquellas hebras rojas, como de fuego que le hechizaban desde el otro lado de la habitación.
-¿Has intentado comentárselo?- la voz le sacó con un sobresalto de su ensoñación.
Patrik Jane miraba también a la joven teclear en el ordenado con aspecto serio y cansado.
-Pero... no sé de que hablas- negó, auque sabía que era inútil, Jane lo sabía. Jane siempre lo sabía todo.
-Digo que es obvio... tal vez tengas que hablar con ella- iba a decir algo más...pero Lisbon pasó casi llevándoselo de la oreja.
Había recibido un aviso de asuntos internos por culpa de la última jugarreta espectacular de Jane; esas cosas que tanto le gustaba hacer, y ella ni siquiera se esforzaba en disimular que, de no tener una hipoteca que pagar, ya se habría puesto unas botas con punta metálica y andaría pateando al rubio al más puro estilo skinhead.
Van Pelt levantó los ojos un instante al pasar junto a ella aquel extraño dúo; Lisbon chillando y Jane sonriendo, y ella también sonrió un instante tras el portazo de la morena y probablemente algún gesto dramático hecho por Cho desde algún rincón de la sala que el no alcanzaba a ver.
Le devolvió la sonrisa, y se sintió estúpido.
Pero no podía evitarlo.
La vio entonces levantarse y dirigir sus pasos hacía la sala de descanso.
Tuvo el impulso de ir detrás, pero se refrenó.
Cuando ella salió a estirar las piernas él la había acompañado.
Pero quería ir, y verla preparar el café.
Contó hasta 10 antes de separarse de su mesa. Cruzó los dedos durante el camino para que se diera alguna situación que le permitiera acercarse lo suficiente para sentir aquel olor a jabón.
A él no le gustaban las chicas que olían a fruta, o a piruleta o a lo que sea que oliesen.
Pero el cabello de Grace Van Pelt olía a jabón y eso si le gustaba.
-Rigsby- Se apoyó en la puerta un instante y la miró sonriendo, deseando que ella no hubiese notado como temblaba ante su voz-¿quieres café?- movió la cafetera un instante.
-Por eso he venido- y se quedó mirando como preparaba el agua y enchufaba el aparato.
-¿Bueno, que tal van esos informes?- hacía referencia al último caso. Con la de papeleo que tenían que rellenar cada vez que resolvían un caso, a veces daban ganas de dejar huir al malo.
-Ahí siguen, aunque creo que Jane es el que lo tiene peor ahora mismo.
-No me gustaría estar en su lugar- se miraron un segundo antes de comenzar a reír.
Todo era más fácil con Van Pelt. Más cálido.
Era cómo estar en casa.
