Aquí traigo otra de mis creaciones, espero que sea de agrado a los amantes de esta obra de una pequeña personita llamada Fuyumi Ono.

Disclaimer: Los personajes de este Fanfiction no me pertenecen son propiedad de Fuyumi Ono, mas la trama es mía, por supuesto. ¿A quién carajo se le ocurriría a hacer semejante cosa sino a mi?

Ya estaba harta de ese lugar, pero eso era algo que su Kirin no entendía. Se la pasaba sermoneándola sobre como gobernar el reino como la Reina Kei compasiva, pues aun no la había perdonado por matar al gobernante de la provincia de 150 años atrás de ese acontecimiento...

Su reinado es prospero, aunque le costó mucho entrar en ese grado de soberanía no lo habría logrado sin la ayuda de Keiki, por muy fuerte y estrictas que hayan resultado sus enseñanzas. El hermoso unicornio resultaba severo a la hora de juzgar la manera en que se proponía actuar cuando debía promover su cargo.

-La provincia de Wa puede que este estable ahora, pero todavía quedan las sombras de su antiguo Señor...si no puedes ver esto significa que estás haciendo algo mal...-Bla,bla,bla. No me quedaban más tímpanos para aceptar sus quejas, así que me levante de la silla de oro solido a la mira de todos los ministros, ellos entendían cuando se me acababa la paciencia por eso siempre se mostraron neutros, con sonrisitas reprimidas en sus rostros. Keiki se me quedo mirando atónito por haberlo dejado por segunda vez en mi reinado quejándose solo.

-Me retiro.-Dije hastiada a mas no poder, yéndome del trono hacia los jardines místicos de mi palacio a pasos rápidos. Pude sentir a Keiki seguirme los pasos.

-¡Reina Kei!-Exclamo, me voltee enfurecida.

-Cuando dejes de hostigarme con tu actitud negativa ante mí, ése será el día en que vuelva al palacio.-Abrió los parpados en shock.

-Que... ¿Qué quieres decir?-Balbuceo el rubio.

-Que me voy a visitar al Rey En y no me iré de esas tierras hasta que te dignes en pedirme disculpas por humillarme en frente de los ministros, bastante me ha costado ganarme su confianza para que tu vengas como si nada a decirme como se lidera mi reino porque para tu información Kei y En son los reinos más prósperos. Si mal no recuerdo el primero de esos reinos es mío.-Me acerque a él, pero él no movió ni un musculo, sin embargo sus ojos me seguían con reproche grabado en su semblante, junto con algo más que no supe identificar-Lo siento, pero no aguanto estar más encerrada en ese palacio...

Me voltee hacia mi nuevo Youma de color rojo con pico negro recién adquirido por una pelea con un forastero de nombre Kouya y justo cuando me iba a montar en él, Keiki me agarro de la mano con suma delicadeza, algo raro en él.

-Por favor, Yoko. No...No...Me dejes-Sonreí con suficiencia.

-Te falto algo…-Levanto su cara, antes dirigida hacia el piso y formo una mueca derrotado.

-Siento haberte deshonrado ante los ministros, por segunda vez.-Agarre su mano entrelazándola con la mía.

-¡Disculpa aceptada!-Sonreí feliz. Él se alejó un poco de mí, extrañamente sonrojado sin quitar mi mano de la suya.

-¿Volvamos al palacio, si?-Dijo de repente tierno. Este tipo de actitud pasaba siempre que me mostraba feliz o como en este momento, cuando se disculpaba de corazón. Estaba mal pensar así...Pero me gustaba su actitud volátil hacia mí, porque podría parecer frio, pero cuando se lo proponía podía ser más dulce que la miel...Lo raro es que era solo perdía su reconocida cortesía gélida conmigo, no hacia otros.

-Está bien, volvamos.-Tomados de la mano nos fuimos al cuarto Real, con paciencia, sin decir ni pio. Allí me quite las túnicas y me metí a la bañera ya preparada por mis doncellas. Keiki se quedó en el marco de la puerta dándome la espalda.

-¿Me podrías lavar el cabello, Keiki-kun?-Le pedí. Él se volteó sonrojado a más no poder.

-S-Si, Yoko.-Se acercó arrodillándose en la orilla de la inmensa bañera, tomó mi cabello rojizo con delicadeza frotándolo con el agua de jazmín a un lado de su cuerpo, me frotaba tan sutilmente que algo en mi entrepierna despertó, un zumbido extraño se presentó también y me hizo gemir sin pudor, arqueando la espalda…Conocía esta sensación. Secretamente, mi cuerpo tenía otras necesidades que mi mente se negaba a aceptar.

-¡Lo siento! ¿Te lastime?-Asomó su cabeza por mi hombro, yo voltee la cabeza levemente y nuestras caras quedaron a centímetros. En sus ojos no había nada más que amor y el brillo que destellaba de deseo premeditado.-Tu cabello es muy suave, puede que sin querer le haya dado un tirón.-Negué apenada, tomando su mejilla con una mano, la sobé con la misma delicadeza que él había empleado, mi kirin cerró sus parpados y escondió los ojos oceánicos del que era dueño disfrutando del frote.

-No, para nada. Tienes manos muy suaves es solo que tengo un poco de sueño, Keiki-kun.-Exprese sonriendo. Abrió los párpados y otra vez se sonrojó esquivando sus ojos azules de los míos de color verde aguacate.

-Bueno, avísame cuando te lastime…-Dijo susurrando, retrocedió la cara con pesar. Puso otra vez sus delicadas manos en mi suave cabello, sobándolo con ternura. De nuevo, mi entrepierna dio un zumbido y evite gemir. ¿Por qué rayos esto me pasa justo cuando estoy con Keiki? Por inercia o por simple instinto mis manos viajaron solas hacia abajo, y toqué el punto sensible de mí vagina ahogando un gemido metiéndome un dedo en la boca. Toque más ese punto de carne ahora más duro hundiéndolo un poco y ronronee excitada. Mi cuerpo se prendió en fuego, comencé a respirar con mucha dificultad, las manos de mi kirin recorrían mi cabello sedoso tan ensimismado que no se daba cuenta del show de su dueña, tantee un poco más el punto con mucha rapidez, sin saber porque algo en mi interior explotó bruscamente llenándome de placer al segundo, duró poco, lo suficiente para revolverme en el agua.

-¿Qué pasa? Estás temblando y la bañera está caliente.-Si tan solo fuera un poco más observador, mi querido Kirin se daría cuenta que fue por el orgasmo tan devastador que su caricias me dieron. Cuando estaba en Horai tuve un par de manoseadas con Asano, lo estúpido de todo es que fue que estábamos borrachos, ese hombre no me daba ni cosquillas, ni si quiera borracha tuve sexo con él.

Pero esta criatura despertaba en mi deseos impuros imposibles de evadir, desde el momento en que se postró arrodillado en el colegio de Horai supe que sería mi tormento. Tan puro era que ni siquiera se dio cuenta de que me estaba masturbando en frente de él, algo vil y sucio que de seguro no aprobaría, una acción sádica propia de una Kaykiaku perversa. Y nada estaba a mi favor, pues él era un kirin y yo su reina, era algo prohibido por Los Cielos de gran e imponente jurisdicción que en su olímpico imperio recalcaban sus leyes pasando de las doce personas elegidas y sus kirins como si se tratara de un simple estorbo atravesado en el camino. Torcí la cabeza hacia la suya, nuestros ojos se encontraron, hielo con ácido, diamante azul con zafiro, el color no reflejaba lo mismo que nuestras almas y en ese momento lo comprendí...No se trataba de cómo nos sentíamos, ni lo que yo había sentido anonadada en aquel inmaculado orgasmo, era el trazo firme del sentimiento que se reflejó en sus ojos, súbitamente amoroso e irreconocible para la fuerza desconocida del destino, fuera del alcance de los dioses...Pero aun no sabía los verdaderos sentimientos de Keiki, era muy probable que no sintiera nada, más que admiración por su ama. Eso me bajó los humos y suspiré frustrada, con una idea en mente. Era ahora o nunca.

-Lo Siento...-susurre acercando mis labios a los prohibidos del rubio. Para mi sorpresa este acortó la distancia, completando la unión de mi boca, se movía sin prisa en la mía, yo tampoco tenía apuro, por el hecho de que su suave roce me llevaba a las nubes, trayéndome de vuelta al infierno residente en mi intimidad. Abrí mis párpados asustada por ya no sentir su presencia. Un chapoteo en el agua me sacó de mi angustia, voltee por intuición y por primera vez vi la figura desnuda de Keiki...Simplemente perfecto.

El torso, sus muslos llenos de musculatura, brazos delgados pero marcados, la línea en V un poco más abajo de su ombligo entrelazado con el empezar venudo de su órgano sexual casi invisible por las aguas rosadas de extracto de flor de sakura y jazmín, tan hermoso como inalcanzable...O eso creía hasta hace escasos segundos.

Mi Kirin posó los ojos azules en mí, penetrándome la mirada solo golpeando sus pupilas contra mi afligido y contenido cuerpo al tenerlo tan cerca, unos tres pasos y moriría de exceso de placer.

Serpenteó un camino desigual con su cabello rubio liso y al acercarse me estremecí, posó una mano en mi cara, delineo mis labios, acortó los centímetros que nos separaban y con urgencia metí mi lengua dentro de su boca, el gimió, sacándome de mis dudas, puse mis manos en su espalda pegándolo más, él no se quedó atrás y me sostuvo de mis glúteos con sus grandes manos, un pequeño grito se escapó de mis labios, me había mordido el labio inferior.

-Qué carajo...No sabía que podías hacer eso.-Dije con voz ronca.

-Hay muchas cosas que he estado reprimiendo desde hace muchísimos años...No aguanto más y conjunto con tu olor...La fragancia de tu piel.-Puso su cara en mi cuello aspirando de mi aroma, bajó hasta llegar a la cumbre de mis senos, a ese paso ya la respiración de los dos estaba cercana a la hiperventilación. Lamió mi ombligo lascivamente...Este lado de Keiki...De seguro estaba reprimido...Me gusta tanto.-Delicioso…Sabes a miel...Pero hay algo más excitante que proviene de tu entrepierna, hueles a...Sexo.-Me sonrojé, él solo esbozo una sonrisa tallada en picardía mientras que con su largo, esbelto dedo tocaba mi clítoris, di un respingo involuntario.

-¿No será que mi Hinman te poseyó?-Su risa resonó por la habitación, olvidaba que cuando lo hacía todo mi mundo revoloteaba ante él. La última vez que lo oí reír fue cuando me vio jugando con un conejo montes en las praderas vírgenes del palacio, ese momento lo atesorare por siempre en mi mente. Esta risa era diferente pues venia cargada de segundas intenciones que quería (queríamos) resolver a como del lugar. Subió a mi cara, me beso con pasión, entrelazando mi lengua en la de él, buscando tallarlas juntas, algo de lo que no había necesidad pues yo ya me sentía atada a el de todas las formas posibles. Nos separamos para mirarnos a los ojos, me alegre al saber que estos se encontraban en sintonía. Sin tapujos.

-¿Ves cómo me pones cuando me miras así?-Restregó su miembro descubierto contra mi entrepierna dolorida, su choque me transmitía erotismo y electricidad por todas las partes de mi cuerpo, formé un roce continuo para que él se diera cuenta de mi afirmación, lo entendió pasando su lengua por mi cuello, arquee la espalda y siguió el camino de saliva hacia el valle de mis senos, tomo mi pezón izquierdo en su boca, mamándolo sin control, no descuido el otro seno, lo masajeaba con tanta urgencia como el pezón succionado en sus labios rojos, subí su cara para besarlo, el gruñó, mordiéndome el labio inferior, después metió su lengua en mi boca, una lucha empezó entre los dos, más fuerte que cualquiera en la que haya defendido a mi reino, esta se trataba de una guerra de amor e incluso antes de iniciarse Keiki ya había enterrado su espada en mi corazón. Nos separamos cuando el oxígeno en nuestros pulmones se hizo escaso.

-¡Keiki! ¡Por favor tómame ya, no, no aguanto!-El me miro amoroso.

-Sé paciente, quiero probarte.-Me agarró por la cintura con las dos manos levantándome hacia la orilla de la bañera, puse las piernas flexionadas. Mi sexo quedó expuesto ante él, posicionó su cabeza en frente de esta y abrió su boca, para gruñir, casi gritar.-¡Ooh! Kuzo, tu olor es más fuerte...casi dulce, ¿Me pregunto...?-Era si mi memoria no me fallaba la primera vez que lo oía maldecir frente a mí, justo cuando termino de formular la última palabra sentí su traviesa lengua mojar mis paredes interiores. Y Si estaba al borde de perder el autocontrol...Con su proeza, este ya no existía.

-¡Ah...Aaaah! Kei..kii Mmm Siii. -Su lengua entro de lleno en mí, por un segundo pensé que me tocaba el útero de lo profundo que se adentraba, con una mano me tocaba el clítoris como poseso, lo que agradecí sobando su sedoso cabello rubio, cuando bajé la mirada, el paisaje en frente de mí se volvió lo más erótico que mis ojos han visto en muchísimo tiempo, pues recuerdo que una vez en una piyamada de Rika ella puso un video porno solo por hacerle una broma a la más recatada del grupo, en donde un hombre fornido con el miembro de exagerada longitud literalmente le comía la vagina a la mujer más operada que jamás había visto...Ese video no le hace competencia, la imagen en 4D de Keiki alimentadose de mi como si se tratara de un dulce exótico no se comparaba en nada.

-Sabes tan bien...Kuzo-Susurro maldiciendo entre lamidas.

-Mmm... ¡Me voy a...!-No pude decir nada más, el orgasmo llego a mi tan fuerte que me estremecí de la punta la uña del dedo gordo del pie hasta la hebra de cabello más pequeña de mi cabeza. Me sentí volar por el viento, muy alto en las puertas del cielo, baje en picada trascendiendo los límites del placer. Mi amante se tragó todo los jugos orgásmicos expulsados, me abrazó apasionadamente, plantó un beso suave y tierno en mis labios, fue diferente por el sabor almizclado de mi excitación. Me tomó la cara con sus dos manos haciendo que lo mirara a los ojos.

-Keiki...Yo...-Me puso un dedo entre mis labios, sus ojos se volvieron serios.

-Solo escúchame, Yoko...Siento tantas cosas ahora que es difícil concentrarme, pero para esto, solo dos palabras son suficientes para que nos llene a los dos...Y al fin sacármelo del alma...Te Amo.-Quede conmovida, unas dos lágrimas de felicidad bajaron por mis mejillas. Recordé los lazos que nos unían, separados como kirin y reina y todo se vino abajo, las gotas salinas de felicidad se convirtieron en caudales de amarga tristeza

-Yo también, Te Amo...Pero…-Balbucee apenas, tampoco me dejo terminar.

-¡No! No quiero escuchar lamentos ahora, sé que soy tu sirviente, que solo sirvo para traerle suerte a tu reino, incluso diría que eso lo cambia todo, lo que sería mentirme a mí mismo...Este sentimiento llego sin yo llamarlo y cuando me besaste...Esa fue la oportunidad perfecta para demostrarte lo que me estaba guardando, quiero que dejemos atrás el trato que te daba, el trato que me dabas, para dar lugar a los sentimientos, aprovechar el tiempo juntos y no guardarnos nada...Será difícil demostrarlo ante los demás, da igual, porque lo que importa es que los dos sepamos que nos importa. Claro que si quieres mantenerlo en secreto no te voy a obligar.-Asentí, entendiendo sus palabras, lo había guardado tanto, que estaba cansado. Sonreí esperanzada, si los cielos no estuvieran de acuerdo con los sentimientos de Keiki, estuviera muerto, al igual que yo. Lo aceptaban, porque sabían que era puro sentimiento...Amor.

-Estoy feliz, lo demás como tú dices, no importa.-Cerré los parpados al sentir sus labios de nuevo. Más urgente que nunca jadee, pues Keiki poso su prominente erección en mi entrada.

-¿Estas lista?-Miré su semblante, dándome cuenta de algo.

-Si...Pero… Keiki, ¿Tu eres virgen?-Sonrió cohibido. Pude sentir el calor de sus mejillas arder contra mis manos. Mi alma cantaba su nombre.

-Si, por supuesto, ¿Y tú?-Desvié la mirada y él se entristeció.

-Tranquila, no es un problema. Ahora soy tuyo y tú eres mía.-Lo miré sorprendida.

-Quiero decir que...Sí lo soy pero no.-El ladeo la cabeza, confundido.

-¿Cómo así? No entiendo...-

-He tenido una experiencia cercana al sexo, pero no lo he consumado, ¿Entiendes?-Emitió un pequeño gruñido.

-¿Con quién?-Dijo casi rayando a la rabia. Sonreí para mis adentros de ser la que causaba esos celos. Pero luego me percaté que si le decía que era con Asano, no sería tan divertido.

-Estábamos en una fiesta, me atragante de sake y…Casi pasaba. Fue un error. Él no me atraía. Para ser sincera, me gustaba…pero no lo suficiente como para entregarle mi virginidad.-Los ojos de Keiki brillaron. Una sonrisa se disipo por toda su cara modelada de manera andrógina pero masculina.

-Mía…Mi reina.-En contraste, cumplió sus palabras e inmediatamente me penetro, una sensación de llenura y molestia pulso por mi vientre. Él no se movió por un tiempo determinado, a pesar de ser placentero no dejaba de ser molesto por dejar a un cuerpo extraño entrar en mí. Para mi sorpresa, gotas salinas refulgieron de sus ojos.

-Te…¿Te duele?-Susurré, la voz me salió ronca, perlada de emoción.

-Si…Pronto se pasara…Eso creo.-Reí viendo como su cuerpo estaba en tensión. Pase mis dedos rosados por el contorno de sus perfectos hombros, gemí al palpar la tersa piel de Keiki. Él se estremeció y se adueñó de mis labios una vez más, el sabor me encendió más de lo que pude abarcar y como si el leyera el lenguaje singular de mi cuerpo dio la primera embestida, su vientre bajo rozo mi clítoris despertando varios nervios de mi cuerpo, me deleité mirando sus ojos intensos, el alternaba su vista de mis senos a la copula de nuestros sexos.

-Eres hermosa-Me halago. Mis mejillas no podían estar más sonrojadas. La piel de mi cuerpo me avisaba de la temperatura alta del agua o quizás se debía al toque y la penetración tierna pero certera de mi kirin. El eco de nuestra respiración, los gemidos suplicantes que salían de mi boca y la suya resonaban, de alguna manera mi alma sonreía de felicidad momentánea.

-Mas, Mas rápido.-Enrede más las piernas alrededor de sus nalgas. El gruñó, aumentó el ritmo de las estocadas logrando que gritara más alto, la fricción me estaba matando y sabía que no iba a aguantar mucho, mis paredes se contraían y liberaban más secreción un aviso de mi inminente orgasmo, sus testículos se estrellaban contra el termino de mi vagina con violencia, cada vez más vicioso e impetuoso. Sus manos se enredaron en un mechón de mi cabello y mi vista se nublo de deseo incesante. Él gritó al mismo tiempo que liberaba mis fluidos, fui esclava del placer que me amarraba y me llevaba a los confines del cielo mientras Keiki me acompañaba en el viaje. Me apretó más a su cuerpo y lo abrace a mí. No quería dejarlo ir nunca, de todas maneras, eso no era posible, ya era parte de mi vida inmortal.

-Eso fue increíble- sonrió débilmente tratando de mantener la compostura y su respiración acompasada hace rato perdida. Lo ayude a separarse de mí y la ausencia de su pene se hizo notar en mi interior. Era tan extraño.

El me acompaño hasta la habitación imperial y me vistió manteniendo una expresión serena, ese semblante que siempre traía puesto. Caminamos hasta la inmensa cama, Keiki entrelazó mi mano con la suya justo en frente de mis ojos. Esta era su manera de decirme que aunque era mi kirin, también era mi hombre. Un hombre con aspecto de ángel.

-Duerme, Mi reina.-Y eso hice, abrazada a la promesa silente de su corazón gentil.

FIN

Gracias por leer, See ya.