Hola! nueva historia Clexa :) sé que dije que se vendría una historia Elycia y eso aun va a ocurrir, solo que he decidido que esa historia sea corta. Pero pronto habrá novedades.

Espero que disfruten de esta nueva historia y cualquier comentario haganmelo llegar en la cajita de comentarios o en twitter.

Enjoy!


Clarke no estaba sorprendida.

Miró el reloj que su padre le había regalado justo antes de que se fuese a Massachusetts. Sus padres habían estado eufóricos cuando Clarke había logrado entrar en Harvard, la cual, como todo el mundo sabía, era la mejor universidad de todo el país y solo entraban los mejores.

Le habían dado un montón de regalos, lamentablemente, un auto no entró entre ellos. Y ahora estaba allí en medio del aeropuerto de San Diego, esperando a que su querida hermana mayor decidiera aparecer.

De todas formas no es como si hubiese podido cruzar prácticamente el país en auto, pero al menos le hubiese gustado pensar que no tenía que depender de Costia. La relación de ambas nunca fue la mejor, y sabía que la chica la estaba haciendo esperar a propósito. Quizás hasta se había olvidado de buscarla.

Bufó y le dio un último sorbo a su vaso de poliestireno que contenía café, tirándolo luego en la basura.

-¿Estás segura de que tu hermana vendrá…?-Comenzó a decir Raven.

Clarke la miró.

Su amiga era preciosa. Siempre se sentía un poco en desventaja cuando salían juntas. Por supuesto las miradas de los chicos iban primero para su amiga. No es que ella fuese de las que necesitaban la atención de todos, de hecho siempre prefería mantenerse fuera del centro de atención. Era solo que nunca se había considerado precisamente guapa o especial.

-Mi madre dijo que se lo había recordado esta mañana-Le respondió Clarke-Pero es típico de Costia llegar tarde-Bufó.

Raven lanzó un caramelo de colores al aire atrapándolo con la boca.

-Podríamos irnos en taxi-Se encogió de hombros.

Clarke casi sonríe a medias.

Raven era así. No se estresaba nunca por nada, no se tomaba nada demasiado enserio. Todo lo contrario a ella. A veces se decía que quizás debía aprender un poco más de su amiga latina.

Había perdido a sus padres cuando tenía quince años ya que al ser indocumentados habían sido deportados y ella se había quedado completamente sola. Sin embargo había terminado la secundaria y había entrado en Harvard con una beca. Ahora era la numero uno de su clase e incluso le daba tiempo para ir de fiesta en fiesta.

Claro que con el coeficiente intelectual de Eintein, Clarke suponía que no era demasiado difícil mantener un buen promedio en la carrera de ingeniería.

Ella por el contrario, debía estudiar y leer bastante.

No había entrado a estudiar Psicología en Harvard con una beca, pero de igual forma sabía que sus padres estaban haciendo un gran esfuerzo para pagarle todo. Aunque nunca es que hayan tenido problemas económicos.

-Supongo que tienes razón-Resopló y comenzó a coger sus maletas.

Había regresado a San Diego para pasar las vacaciones de verano junto a su familia luego de casi un año sin verles, ya que no había podido venir para las vacaciones de primavera ni para las de invierno.

Clarke nunca se había considerado una persona muy familiar, pero por supuesto que extrañaba ya su hogar y su casa. Y como su compañera de habitación no tenía familia con la cual ir, la había invitado a su casa.

Además, así ella no se aburriría y evitaría meterse en peleas con Costia.

Justo cuando estaba haciéndole señas a un taxi, un Mustang gris del 2003 apareció y Clarke vio a Costia detrás del volante.

Su hermana se apeó acercándose.

Estaba vestida con unos pantalones desteñidos y rotos y con una camiseta ancha de alguna banda de rock, de esas que Clarke odiaba.

-Me he liado-Su voz sonaba ronca.

-Te has quedado dormida ¿verdad?-Le reclamó Clarke y Costia puso los ojos en blanco.

-Son las cuatro de la tarde. Estuve trabajando hasta ahora en el videoclub-Se intentó excusar.

Ninguna intercambió un abrazo o un saludo.

Costia miró con curiosidad a la guapa latina que comía caramelos de colores.

Raven se limpió la mano con los ajustados vaqueros y la estiró.

-Raven Reyes-Costia levantó una ceja y Raven pensó que la hermana de Clarke no se parecía en nada a ella.

Exceptuando porque ambas eran rubias.

Pero Costia tenía los ojos marrones y unas facciones bastante diferentes. Además era flaca como un palo y mucho menos voluptuosa que su hermana menor.

-Costia- Cogió su mano de forma fugaz sin dejar de mirar con interés.

Clarke puso los ojos en blanco.

-Ni se te ocurra-Le advirtió a su hermana-Raven está fuera de tu alcance-Le puso un dedo en el pecho y Costia rio.

-No sé de qué estás hablando.

-Te conozco-Puso una mueca y miró a su amiga-No te dejes camelar.

Costia había salido del closet a los diecisiete años, lo cual fue un momento horrible para sus padres, que tan preocupados vivían por las apariencias y el que dirán, pero en el fondo amaban a sus dos hijas así que acabaron aceptándola.

Sin embargo, la mayor de las Griffins siempre se sintió relegada y menos querida por sus padres. Incluso Clarke tenía que aceptar que ella misma a veces notaba la preferencia hacia su persona. Pero Clarke no tenía la culpa de haber sido una alumna ejemplar mientras su hermana mayor pasaba la mayor parte de su tiempo desperdiciándolo en fiestas, cigarros y alcohol.

Ah, y chicas.

Había visto desfilar un montón de chicas en su casa. Al principio supuestas amigas, pero los ruidos que una inocente Clarke escuchaba en la habitación de Costia cuando se levantaba para ir al baño, ahora sabía que no eran ruidos que hicieran las amigas.

-No estoy interesada en tus amigas, enana.

Clarke la miró furibunda.

Costia había heredado la altura y el estilismo de su padre, mientras que Clarke tenía que conformarse con su metro sesenta y cinco. Lo cual no ayudaba a su figura voluptuosa mientras que Costia era toda piernas largas y abdomen plano.

-Ayúdame con esto y vámonos ya-Dijo y Costia cogió la maleta más pequeña dejándole las demás.

-¿Por qué mierda has traído tanta ropa? Tampoco es como si no tuvieras aun tu antigua habitación y un montón de ropa en ella.

Clarke ignoró su comentario y llevó la maleta más pesada a la parte trasera del auto. Raven solo había llevado una así que no tuvo problema en cargar la suya y acabar pronto.

Cuando todo estuvo en su sitio, las tres se subieron al auto.

A Clarke no le extrañó que Costia tuviera botellas y latas de cerveza vacías, cajas de hamburguesas del Mcdonalds y mucha más basura esparcida por todos lados.

-Dios Santos, Costia, ¿es que no puedes mantener ni siquiera el auto limpio?

La otra rubia la fulminó con la mirada encendiéndose un cigarrillo para mayor desagrado de Clarke.

-No seas malagradecida y cierra la boca-Puso el auto en marcha-Vine a buscarte solo porque mamá me lo pidió.

-Pues haber dicho que no-Le respondió Clarke bajando furibunda la ventanilla para que saliera el humo.

Costia sabía cuanto odiaba ella el humo del cigarrillo.

No recordaba cuando había comenzado ese odio mutuo que se profesaban, pero recordaba perfectamente la animosidad que siempre había reinado en el hogar Griffin entre ambas. Costia era dos años mayor y siempre la había hecho rabiar, siempre la dejaba atrás, siempre la ignoraba.

Parecía que Costia odiaba que Clarke brillara o tuviera éxito en cualquier cosa.

De hecho, el mismo día en el que la menor de las hermanas se había enterado de que había sido admitida en Harvard, Costia había acabado en el hospital con un coma etílico y había disfrutado que sus padres rabiaran.

¿Qué clase de chica de veinte años se comporta así?

Bueno, su hermana.

Y ahora con veintiuno, no pensaba que algo hubiese cambiado.

Raven podía sentir la tensión desde el asiento trasero, así que se concentró en su móvil y en mirar la ciudad de San Diego a través de la ventanilla.

Nunca había estado allí y estaba cautivada.


Por supuesto sus padres no estaban en casa, pero llamó a su madre para avisarle que ya estaban allí y Abby pareció muy contenta. Le aseguró que estaría allí antes de que llegaran los invitados de la barbacoa que iban a preparar para su bienvenida.

El problema con sus padres era que definitivamente eran adictos al trabajo. Quizás adoraban demasiado lo que hacían, ya que incluso en verano, era difícil verlos en casa.

Su madre era una de las mejores cirujanas de toda California y su padre tenía su propio negocio de construcción y venta de barcos y yates de lujo. Clarke no podía quejarse, gracias a esos trabajos ella había vivido bastante bien y ahora era capaz de estudiar en la mejor universidad.

Pero recordaba momentos en los que al llegar a casa lo único que quería era un abrazo de su madre o una palabra de aliento de su padre y eso nunca fue posible.

Clarke siempre había sido la primera en su clase, la primera en las olimpiadas de matemática, la primera en las ferias de ciencia, la primera en cualquier actividad extracurricular que incluyera el uso de su intelecto. Y en ese momento se preguntaba si lo hacía por mantener la atención de sus padres o porque de verdad disfrutaba siendo la primera en todo.

Últimamente y a sus diecinueve años, se estaba planteando muchas cosas.

-Joder, que bien vives rubia mía -Raven se sentó sobre la cama de la habitación de Clarke.

Estaba llena de trofeos de ferias de ciencia y medallas honorificas.

-Tendremos que dormir juntas en la cama-Señaló.

-Sin problema. Aunque no respondo si meto un poco de mano, ya sabes… -Bromeó y Clarke puso los ojos en blanco.

Sabía que a Raven le gustaban las chicas, pero la relación de ambas era muy diferente a eso. Podría decir que sentía más a Raven como a una hermana que a su propia hermana.

Además a Clarke no le gustaban las chicas.

No había tenido demasiada experiencia en su vida amorosa ya que no había tenido demasiado tiempo entre tantos logros, pero había estado con un par de chicos.

Claro que no habían sido relaciones muy productivas pero se lo achacaba todo a su falta de tiempo y su obsesión por ser siempre la mejor en lo que hacía. Le quedaba poco tiempo para los demás.

-Rubia, sabes que estás de vacaciones ¿verdad?-Preguntó Raven al verla con el ceño fruncido-Me prometiste que vendríamos a San Diego a relajarnos y a olvidarnos de las clases por unos cuantos días.

-Claro que lo sé.

-Pues no te veo muy relajada.

-Es por Costia, me pone de malas-Se quejó abriendo la maleta.

-Bueno, no parece tan mala como me la describiste… además, es guapa-Clarke la miró enseguida.

-Raven…

La latina carcajeó.

-Me estoy metiendo contigo. No me voy a enrollar con tu hermana no te preocupes.

-De ella me espero cualquier cosa.

-¿Por qué os odiáis tanto?

-¿No has visto lo cretina que es?-Sacudió la cabeza y bufó-¿Sabes qué? Me muero por un helado y Costia siempre tiene alguno en el refrigerador. Vamos a robárselo y así la jodo un poco-Le dijo saliendo de la habitación.

Agradeció que Costia hubiese salido y ya no estuviera en casa.


Alexanda "Lexa" Woods cerró la puerta de su casillero en la Universidad de California y se llevó la mano al cabello húmedo peinándolo rápidamente.

Se sentía muy feliz tras el entrenamiento de esa tarde, y es que, mientras pudiera estar dentro de una piscina, ella era feliz. No había nada más en el mundo que la hiciera feliz.

Bueno, quizás solo un buen café junto a un libro de misterio.

Ah, y el sexo.

Pero definitivamente nadar estaba en el número uno de su lista.

Esa semana había estado en la competencia de Montreal y había salido campeona por supuesto. Pero debía seguirse preparando para las competencias nacionales y por supuesto, para el mundial. Las Olimpiadas aún estaban a un año de distancia pero también las tenía en mente.

En las pasadas había logrado cuatro medallas de oro y una de plata, y había roto records en los 400 y 800 metros.

El record en los 1500 lo había roto en el mundial.

Lexa se sentía imparable. A pesar de ya no ser una atleta adolescente y estar a punto de cumplir los veintidós. Sabía que aún tenía unos cuantos años de carrera profesional por delante.

Y mientras tanto, se sacaba la carrera de Bioquímica en la universidad, además de formar parte del equipo de natación.

Había logrado la independencia a los diecisiete años cuando había comenzado a participar en competencias oficiales y todos se habían dado cuenta de su talento. Las ofertas de patrocinadores comenzaron a llover y cuando logró su primera medalla de oro a los dieciocho, se convirtió en una sensación mundial.

Las universidades se habían peleado por tenerla en sus equipos, claro que Lexa, siendo el alma competitiva y ávida de retos que era, no había querido estar en un equipo donde tuviera que compartir ser el centro de atención. Tampoco quería estar demasiado lejos de California, así que acabó en el equipo de la Universidad de California en donde había laureado los anaqueles tan necesitados de trofeos en cuanto a natación.

Estaba de más de decir que era conocida en toda la universidad y en todo el maldito estado de California.

Y por supuesto, eso significaba que nunca le faltaba buena compañía.

Sonrió sabiendo que lo tenía todo y que estaba en sus años de gloria.

Claro que esa gloria venía con una gran presión de siempre querer dar mas y mas y entrenar durante horas.

-¿Me lo he perdido?

Lexa se giró y vio a Costia Griffin sonriéndole a medias.

Se recostó en el casillero mirándola de arriba abajo.

A Lexa nunca le habían gustado demasiado las chicas flacas. Pero Costia era realmente guapa y muy buena en la cama. Luego de aquella primera vez en la que lo habían hecho allí en esos mismos casilleros, estaba segura de que quería repetir. Claro que eso no significaba que tuvieran una relación. Y esperaba que Costia lo tuviera claro.

Pero era cierto que disfrutaba mucho de la compañía de la chica.

-¿Verme nadando de forma indefinida?-Chasqueó con la lengua-No creo que quisieras ver eso, nena. Es aburrido mirarlo desde afuera.

Costia ladeo la cabeza sabiendo que Lexa no lo decía enserio. Le encantaba que la miraran, lo adoraba. Era jodidamente narcisista. Y a ella le encantaba.

-Bueno, yo no he dicho que lo haga por el deporte-Se mordió el labio de forma picara-Lo hago para verte en bañador-Lexa sonrió ampliamente.

Esa sonrisa que solía hacer que a chicas y chicos les fallaran las piernas.

Para nadie era un secreto la fama de seductora y casanova que tenía Lexa Woods.

Era guapa, talentosa y famosa.

Además tenía unos abdominales de muerte.

Costia se acercó y Lexa dejó que la chica la besara, para luego atacar sus labios de la forma arrebatadora a la que estaba acostumbrada la rubia y que hacía que temblara en los brazos de la nadadora.

Unos brazos torneados y trabajados.

-¿Crees…?-Comenzó a decir Costia metiendo la mano dentro de los pantalones de chándal de la morena-¿… que podríamos repetir aquí?

La comisura del labio de Lexa se levantó levemente y empotró a la otra chica contra los casilleros.

-Nunca le digo que no a una chica guapa-Sonrió y la besó en los labios.


Costia sabía que para Lexa Woods ella no era nada más que una diversión, y no se hacía ilusiones, de verdad que no. Pero era difícil no obsesionarse con la chica más guapa de todo San Diego. Pensó mientras miraba como la morena colocaba su camiseta en su lugar.

Tenía un cuerpo de infarto y la forma en la que sus labios y sus dedos se movían… oh dios. Era la mejor amante que había tenido nunca. Y le encantaban esos encuentros fortuitos en los vestidores de la piscina cuando no había nadie más allí. Porque la verdad era que no conocía a nadie más que pasara más horas entrenando que Lexa Woods.

Quería que esa morena fuese suya y solo suya. Se mordió el labio.

-Oye, ¿Qué vas a hacer esta noche?

-¿Esta noche?

Costia puso una mueca asintiendo.

-Si, en un par de horas más bien. El grano en el culo de mi hermana menor ha regresado de Harvard y mis padres le van a hacer una barbacoa como bienvenida.

-Vaya…-Lexa soltó una risita-Siento un poco de animosidad…

-Si la conocieras me entenderías. Es una estirada, creída y remilgada.

Lexa la miró colocándose el bolso sobre el hombro.

-¿Me estás invitando a una barbacoa familiar?

-No te hagas ilusiones, Woods. Simplemente pensé que luego de quemar tantas calorías te vendría bien un poco de carne-Lexa sonrió mirándola de arriba debajo de forma lasciva.

-Bueno… -Costia carcajeó y la cogió por la parte de atrás del cuello besándola.

-Ya sabes a que me refiero.

La morena asintió.

-Si puedo me pasaré.

-Por favor, así la noche no se me hará tan pesada y puedo tocarle un poco los cojones a mis padres. Odian que lleve chicas a casa.

-Querrás decir chicas que no son tus novias.

Costia simplemente sonrió.

-Te enviaré en un mensaje mi dirección. No te preocupes, no estoy intentando presentarte a mis padres… o quizás si-Le guiñó un ojo.

-Cariño, tus padres ya deben saber quién soy. Todo el mundo sabe quién soy.

Costia carcajeó y terminó por irse.

A Lexa le gustaba la relación que tenían.

Sexo sin complicaciones, sin sentimientos, sin ataduras.

Ella no necesitaba ese tipo de preocupaciones en su vida.

Ya tenía suficiente con vivir con una enorme presión gracias a lo que se dedicaba, a la universidad y a su madre.

Pensar en ella la hizo fruncir el ceño.

Le dio un sorbo a su bebida energética y salió de aquel lugar.

Quería llegar a casa cuanto antes.


Clarke ya no estaba de tan malhumor.

Estaba disfrutando de la barbacoa y de un tiempo de relax. Sin embargo, seguía pensando que habría podido quedarse en Massachusetts preparando su proyecto, el cual, estaba comenzando a hacer un dolor de cabeza y ni siquiera había comenzado bien las vacaciones.

Claro que no podía contarle sus preocupaciones a Raven porque le había prometido que simplemente disfrutaría de las vacaciones.

Se suponía que debía hacer una evaluación a una persona que estuviera sometida a una gran presión constante, como gerentes, policías, atletas, etc. Además, era un proyecto que requería un seguimiento constante de la persona, anotaciones, verificaciones, realizaciones de pruebas.

No tenía ni idea de que iba a hacer.

Vio cómo su madre charlaba animadamente con Raven y sonrió.

Por supuesto su amiga se había metido a sus padres en el bolsillo con solo dos palabras.

Si ellos supieran que era justamente la latina la que llevaba a Clarke a las fiestas más alocadas de las fraternidades...

Si, Clarke solía ser alguien muy centrada. Pero últimamente había descubierto que las fiestas la divertían bastante. Eso sí, no toleraba el alcohol.

Raven se acercó a ella entonces estirándole una cerveza.

-Tu madre nos ha dado la bendición.

-Sabes que no tomo alcohol.

-Venga, un trago.

-No-Se negó la rubia.

El olor a carne haciéndose hacía que su estómago rugiese.

Vio a su padre reír junto a algunos amigos junto al asador.

Había extrañado esto.

Quizás Costia tenía razón y ella vivía para acaparar la atención de sus progenitores. Pero no podía evitarlo.

Los adoraba.

Todo el mundo comenzó a cuchichear y Clarke se giró notando que Costia llegaba con una chica tomadas de la mano.

Era alta, esbelta y jodidamente guapa.

Y Clarke se sintió extraña por mirarla de esa forma.

La chica le parecía ligeramente conocida.

Alguien se acercó de pronto a pedirle una foto y Clarke frunció el ceño.

Costia la miró con superioridad y Clarke la miró sin entender nada.

Sus padres parecían algo perturbados y Clarke supuso que su querida hermana había llevado a aquella chica solo para joder la barbacoa. Había pensando que ni siquiera aparecería y que se iría a tomar por allí con sus amigos.

Raven se acercó a la rubia.

-Joder, es Alexandra Woods.

-¿Quién?

-Tía, la nadadora olímpica.

-Pues no tengo ni idea de quién es.

-Ya. Tú odias los deportes.

-Sí, bueno…-Frunció el ceño-¿Por eso todos se toman fotos?-Le dio una bebida a su gaseosa-Joder pero que pinta de egocéntrica tiene. Con razón está con Costia. Se ve que son tal para cual.

-Pues yo me voy a tomar una foto-Canturreó Raven.

-Rae, espera…-Clarke fue tras ella.

-Hola, hermanita-La saludó Costia con voz molesta.

-Asi que has decidido venir-Le dijo Clarke a Costia mientras Raven se tomaba la foto con Lexa quien parecía completamente pletórica de ser el centro de atención.

-Por supuesto, no iba a perderme la fiesta de bienvenida de mi querida hermana superdotada que va a Harvard mientras yo me quedo aquí yendo a una universidad de medio palo y trabajo a medio tiempo en un videoclub-Dijo con sorna.

Clarke sonrió amargamente cruzándose de brazos.

-Tienes que dejar esa envidia, Costia.

Costia rio acercándose.

-¿Envidia?-Dijo irónica-¿Sabes quién se está follando a la chica más guapa de todo el jodido San Diego?-Miró a Lexa y luego a Clarke-Tu no sabrás lo que es ni darse un beso.

Clarke se sonrojó.

-¿Y eso qué importancia tiene?

-La tiene. Porque vas a morir sola con tu título y tus jodidas notas perfectas y eso es muy triste-Frunció los labios-¿Recuerdas a Finn? ¿Con el que saliste el último año? Estaba contigo porque le hacías los exámenes. Me lo confesó un día. Así de mal polvo debes ser…

Clarke sintió que le ardían aún más le mejillas y le comenzaban a escocer los ojos.

No iba a decirle por supuesto que no tenía ni idea de si era buena o no porque nunca había estado con nadie de forma sexual.

-¿Por qué eres así conmigo Costia?

-Porque eres una remilgada que se cree mejor que los demás.

-No es mi culpa que lo sea.

-Eh… chicas-Abby se había acercado al notar la animosidad del ambiente.

-Hola, mamá-Saludo Costia-¿Conoces a Lexa?

-Por supuesto, quien no conoce a la consentida de San Diego-Abby intentó ser amable y saludó a la de los ojos verdes.

Clarke entonces aprovechó para mirarla más de cerca.

De verdad era muy guapa. No pudo evitar fijar la vista en sus ojos y en su sonrisa.

Y aunque fuese la sonrisa más engreída que había visto nunca, la hizo sentirse inquita y Clarke no tenía idea de porqué.

-¿Tú también quieres una foto?-Le preguntó entonces la nadadora.

Y esa fue la gota que derramó el vaso.

-Que os den a las dos-Le dijo a Costia y cogió a Raven del brazo alejándose, mientras su hermana reía y Lexa la miraba con el ceño fruncido.


Twitter: ButtonUpJuno

Como siempre la increíble portada es obra maestra de Zai ;)