El balcón
Tensemi
[Sin editar]
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Fumar se le había hecho un mal hábito que le sacaba del hábito más cruel: la vida. Y vivirla sin sentirla, ni un poco. Sin ver los colores como luces brillantes y los ojos de las personas como faros que iluminaban el mar bravío y salvaba al más débil de la miseria. Todo se veía incoloro aun con el sol allá arriba. Era un panorama triste que le desesperaba de a ratos. Por eso sólo meditaba, con el sol estrellándose contra el horizonte (presuroso por encender otras partes de ese aburrido mundo que no parecía avanzar) dando un toque rojizo a los edificios y haciéndolo ver a él más sombrío. Parado en el balcón, un cigarrillo en mano, observando todo y con esa cara de limón agrío.
─¿Otra vez, SemiSemi?
Y la voz aquella ─que era dulcemente espantosa─ le devolvía a una realidad colorida, justo como su cabello. Asintió en respuesta, porque no creía que Tendou mereciera que su cigarrillo se consumiese sólo para contestarle lo obvio. Aunque sabía que sí lo merecía.
El silencio le hundió de nuevo en esa especie de círculo maldito de desasosiego, de depresión infame, de tortura. Y a base de remembranzas alcanzó a ver una luz chispeante de color rojo, y le acreditó una voz ─que no sonaba exacta─ y entonces todo quedó inmóvil. Y era tan nítido.
─No deberías pensarlo ─le recordó─, y lo sabes.
Pero quería. Lo quería tanto.
─Esto sólo nos alejara más.
Lo sabía, en el fondo lo hacía. Que Satori estaría allí para él cada vez que quisiera, porque seguía dentro de su corazón y en su mente. Pero se sentía tan enfermizo depender de eso. Y aunque no fueran nada allá y no sintiera más o no hubiesen recuerdos, él quería volver a estar en el mismo plano que él.
─Sólo necesito verte siempre.
El cigarrillo se terminó de consumar en lo que el estruendo resonó en la ciudad, entre los edificios y el rojo ya no fue sólo el sol ocultándose.
