Disclaimer: Me apresuro a decir que estos personajes no son para nada mios, sino de J.K. Rowling, antes de que su orgullosa dueña se apresure a tirarme a mi tambien a traves del velo, como a uno que yo me sé. (Es que me he enterado de que en el nuevo libro mueren ¡dos! personajes más, y estoy temblando ya. Se admiten apuestas.).


CASTILLOS EN EL AIRE...

- Otro cero, Potter, esta visto que con cada año que pasa se vuelve usted más inútil.

Snape miró con satisfacción la poción de Harry, que se estaba volviendo negra y empezaba a corroer el caldero.

- Arréglelo o se quedará castigado después de las clases – masculló con gusto el profesor antes de dirigirse a evaluar a otros alumnos.

En cuanto que Snape estuvo a más de diez pasos, el chico rogó ayuda:

¡Hermione¡Auxilio¿Qué hago?

La chica miró de reojo el contenido del caldero de su amigo y echó con disimulo dos o tres ingredientes que hicieron recuperar al líquido el color y la textura que le correspondían.

- Ya esta, Harry, ahora sólo espera cinco minutos y echas...

¡Señorita Granger¿Qué le he dicho de hacer el trabajo de los demás?

¡Mierda! – farfulló Harry al lado de la avergonzada muchacha.

Snape se acercó con prontitud al caldero de Harry y observó su contenido con un gesto que expresaba algo parecido a la alegría.

- Le dije al director que no valía para mis clases, Potter, y me ignoró. Pues bien, aquí los resultados – Severus Snape no podía evitar sonreír con el sarcasmo pintado en la voz – Potter, un trabajo sobre la creación y el uso de la poción Edaevheda para la próxima clase. Granger, en mi despacho después de la cena: castigada.

A continuación hizo el amago de retirarse, pero se giró, sonriendo más pronunciadamente.

- Ah, casi se me olvida. Cincuenta puntos menos para Gryffindor.

Seamus y Dean, los únicos que tomaban pociones de su curso junto a Harry y Hermione, emitieron, irritados, sonidos de indignación.

- Al trabajo, o serán cien puntos.

- Esto no va a quedar así – murmuró Dean cuando Snape estuvo lo suficientemente lejos para no oírle – Estoy harto de este tío; va a comprobar lo expertos que somos en pociones hoy mismo.

¿En serio¿Hoy? – preguntó Seamus inseguro.

Dean se limitó a exhibir sonrisa de anuncio de pasta dentífrica y asentir con lentitud.

Ni Harry ni Hermione oyeron los planes de sus compañeros de atrás, puesto que ambos estaban profundamente sumergidos en sus propios mundos de horror.

Harry tenía que hacer un larguísimo trabajo sobre algo de lo que no tenía ni idea, la próxima clase era al día siguiente y Hermione no podía ayudarle porque estaba castigada. Horror, pavor.

La pobre chica era un caso aparte. "¡Castigada¡Yo!". Se negaba a creerlo. Y con Snape, nada más y nada menos, que se limitaría a hacerle la vida un poco más imposible.

Para Hermione aquel día se volvió negro, más aún cuando termino de cenar y le toco dirigirse a las mazmorras. Aún no entendía las risitas de Seamus y Dean durante la cena al mirar a Snape, porque a ella no le hacía ni puñetera gracia pasarse la noche encerrada en el despacho de aquel hombre.

Hermione se sonrojó, aunque los pasillos estaban aún vacíos y nadie pudo verlo.

Snape tenía ese "algo" que, sin saber porque, había atrapado a Hermione desde sus primeros días en el colegio. Se avergonzaba profundamente de ello ("¿Quién no se avergonzaría de que le gustase alguien así?", pensaba ella), y jamás había dicho ni una palabra a nadie ("Bastante rarita soy ya…"). Sin embargo, aquel misterio la había pillado con la guardia baja, y aquel profesor había acaparado todas las defensas, miradas y pensamientos de la chica. El no saber quien era realmente Severus Snape, aquel comportamiento de alguien bueno dentro de una capa de maldad y fría ira... ¿Masoquista? Pues si que lo era un poco, la verdad, para que negar que ni siquiera la misma Hermione veía ni pies ni cabeza a aquel asunto. Pero en aquellos cinco cursos y pico, había aprendido a convivir con ello.

Pero claro, pasar un rato tan largo a solas con Snape iba en contra de su sentido común. Porque si él notaba algo, aquello podía ser un cachondeo...

"Basta. No le mires, no le hables; básicamente, no pienses", se dijo Hermione antes de golpear la puerta del despacho, escuchar un "Adelante" e introducirse en el lúgubre y oscuro ("¡Oscuro!") despacho.

Severus se encontraba tras su escritorio, semi-oculto entre una montaña de libros y pergaminos. El hombre ladeo un poco la cabeza para ver quien entraba.

- Ah, señorita Granger, es usted. Veamos... – Snape miró dubitativo a la chica – Tenía pensado pedirle que ordenase y limpiase el despacho.

Hermione ahogó un grito. Aquel despacho no tenía solución ni con una legión de elfos domésticos adictos al trabajo ( y es que Snape y el orden no vivían precisamente en paz y armonía).

- Pero se me ha acumulado el trabajo y visto que es usted tan lisssssta – vease la exageracion sarcástica en la "s" – me pregunto si podría acabar aquella poción – terminó, señalando con la cabeza hacia la ventana, donde humeaba un caldero.

Siguiendo con su dogma de "No hablar, no pensar", Hermione se encongió de hombros, mostrando indiferencia.

- Le faltan cuatro horas de cocción. Vaya echando garra de dragón en polvo cada veinte minutos y remueva en ambos sentidos en cada ocasión. Si está bien hecha, podrá irse cuando acabe.

Sin emitir sonido alguno, la chica se dirigió hacia el caldero y comenzó a trabajar. Todo transcurrió con normalidad durante más de una hora, con Hermione removiendo la poción y Snape trasteando en su escritorio.

Súbitamente, Snape se quedo mirando a la chica con aspecto pensativo, la cual estaba de perfil, con rostro concentrado y mirando atentamente el reloj. Su voz rompió el silencio.

- Es usted muy guapa, señorita Granger.

Hermione a poco se cae de cabeza dentro del caldero de la impresión.

¿EH!

- Aunque es una pena que esté sorda, por lo visto.

La muchacha cerró un momento los ojos, sacudió la cabeza y volvió a su trabajo.

Snape se levantó de su silla, se dirigió hacia la chica y observó con detenimiento la poción, asintiendo levemente con la cabeza. Entonces alzó su mirada hacia el rostro de Hermione, y ella pudo notar como todas las alarmas saltaban y cartelitos de "DANGER" con luces rojas parpadeaban con intensidad (todo esto dentro de su cabeza, claro, ella tenía una imaginación muy vívida).

- Lo de antes iba en serio – afirmó el hombre con un tono extraño (extraño porque estaba siendo amable, y eso no era muy común).

- Ah... Pues… vale. Gracias – anonadada. La estaba dejando sin palabras.

Hermione, como quien no quiere la cosa, se alejó unos pasos mientras Severus la observaba con sorna, viendo como se retiraba cuidadosamente.

¿Adónde va?

- Eh… Ahm… Pues… Yo… Uhm… Mmmm… - "¡Por Dios¡Tanta labia como tienes y lo poco que te luce!"

- No se alarme, señorita Granger, solo era un cumplido. Siga así, está haciendo un buen trabajo. Ya le queda poco a la poción.

Decir poco a casi tres horas más encerrada en aquel sitio agobiante con un Snape más raro que nunca era, a las claras, una grandísima exageración.

Transcurrió otra media hora en la que Hermione consiguió volver a concentrarse, al igual que Severus, aunque este se hallaba más concentrado en su alumna que en su trabajo.

De hecho, le estaba haciendo una radiografía que ni con los mejores Rayos X, caramba.

¿Tiene usted novio?

Hermione ya no sabía si reír, llorar, autolanzarse el Avada Kedavra, cortarse las venas o dejárselas largas.

- Ehhh... Pues no.

- Excelente. (N/A: Imaginense el tipico gestito del señor Burns, le va que ni pintado. :P )

"¿Cómo que excelente¿Y a éste ahora que mosca le ha picado? Concéntrate, Hermione, concéntrate o no saldrás nunca de aquí"

Otro rato de silencio. Snape incluso volvió a corregir trabajos. Sin embargo, apartó de nuevo su trabajo y le increpó de nuevo a la chica, esta vez con un tono casi violento.

¿Y Potter?

Hermione, que empezaba a estar hasta el moño, se volvió y le miró interrogante.

¿Qué pasa con Potter?

- Era su novio¿verdad?

¡Que va a ser mi novio! Vuelva al trabajo, ande...

La muchacha se asustó al oírse, porque le había perdido totalmente el respeto a su profesor, pero él no dijo nada y volvió a lo suyo.

Otros cinco minutos de silencio y Severus volvió a la carga.

¿Y Weasley? No me dirá que ese no...

¡Pues si que le ha dado a usted fuerte! No creo que sea de su incumbencia, pero NOése tampoco – Hermione ya estaba muy harta y miró enfadada a su profesor. El susodicho sonrió.

- Esta bien, esta bien, no me pegue... – de repente puso cara de pensárselo y Hermione puso los ojos en blanco y se giró hacia la poción, cuestionándose seriamente el tirársela a Snape, que no le estaba poniendo precisamente las cosas fáciles.

La chica oyó en ese instante como Snape se levantaba de nuevo dirigiéndose hacia ella, notando como su cuerpo se ponía en tensión, preparada para mandarle a la mierda (y salir corriendo, porque era demasiado joven para morir) en cualquier instante.

Él se situó tras ella, le retiró el pelo con suavidad y entonces (entonces, dos puntos y aparte):

Acercó su rostro al cuello de la chica y lo besó con parsimonia.

Repetimos: Snape beso a Hermione. La cual, por cierto, se debatía entre la risa, la sorpresa y la agradable sensación de haberlo conseguido contra todo pronóstico.

Pero hablamos de Hermione, la sensata Hermione, que se deshizo como buenamente pudo del hombre y se alejo un par de metros de él.

¿Se puede saber que demonios está haciendo? – interrogó con la mejor cara de susto de la que fue capaz (que dadas las circunstancias, no fue muy buena).

Snape mostró una sonrisa que le quito de golpe más de diez años de encima.

¿Qué problema hay? No hay novio, no hay reglas.

¡Ay, mi madr...¡Pero usted que se cree¿Y si yo no quiero, qué?

El "¡JA! " irónico del hombre resonó por toda la habitación, y Hermione se preguntó horrorizada si TAN trasparente era.

Snape empezó a avanzar y la muchacha miró la puerta, pero él se interpuso antes de que ella siquiera intentase moverse, con una sonrisa que hizo estremecerse a la joven.

De nuevo el hombre comenzó a avanzar hacia Hermione, que a su vez comenzó a retroceder; pero si por algo se caracterizan las habitaciones es porque hay paredes. La chica no tardo en toparse con una y el hombre no tardó en alcanzarla.

Colocando una mano en la pared, justo encima del hombro de la chica, y la otra en su mejilla, fue acercando lentamente su rostro al de una perpleja Hermione que le miraba con los ojos como platos, preguntándose si, como en la canción, aquello era fantasía o realidad.

El hombre la miró con un gesto que combinaba ternura, deseo y cierto grado de sorna.

- Vamos, señorita Granger, colabore usted un poco – comentó antes de juntar sus labios definitivamente con los de la asombrada joven, que cerró los ojos y por unos momentos (bueno, mejor digamos minutos) se dejo guiar por el hombre, que aunque ese día estaba realmente raro y, en general, debía de estar bastante necesitado (N/A: Que yo no digo que no tuviese por ahí un harén escondido en Hogwarts, pero que me da que la vida amorosa-sexual de los profesores de Hogwarts debe de super triste :P ), supo tratar a la chica con un tacto y una delicadeza exquisitas, tales que Hermione empezó pronto a "colaborar", lo cual aceleró los planes del hombre más de lo que ella deseaba (lo de "desear" es un decir), puesto que Snape empezaba a pelearse con los botones de su uniforme.

Cuando la joven fue consciente de ello, lo cual le costo, ya que estaba atenta a otros... "temas", se dio inmediata cuenta de que había que cortar con aquello.

Con más brusquedad de la que esperaba, apartó al hombre de sí, que tras aquello ya no esperaba resistencia alguna, el cual le miró de forma interrogante.

Hermione se recompuso como pudo y adoptó su pose más digno.

- No sé lo que pretende...

¿No era obvio? Lo mismo que tú, de hecho.

- ...pero está muy raro hoy. – continuó la chica como si no hubiese escuchado nada.

- Vamos, Hermione, podemos divertirnos – se le acercó el hombre con un brillo en los ojos que hizo flaquear las resistencias de la gryffindor.

Sin embargo, antes de que de nuevo no fuese capaz de controlarse, esquivo como puedo a su profesor, y dirigiéndose a la puerta, le dijo con voz firme:

- Mire, no se lo que le pasa, pero mañana me lo agradecerá. – salió, dando un portazo, y dejo a Snape mirando a la puerta como un imbécil, murmurando algo muy parecido a un "Lo dudo".


En cuanto la chica salió del despacho, toda su fuerza se desvaneció, y subió hacia su habitación preguntándose cómo había podido renunciar a aquella oportunidad gloriosa. Para su desgracia, era todavía muy pronto (apenas habían pasado un par de horas), y sus amigos la esperaban.

¡Qué pronto¿Qué tal te ha ido? – preguntó Ron inocentemente.

Por su propia seguridad mental, Hermione decidió ocultar la verdad.

- Bien ... Sólo tuve que ayudarle a corregir unos trabajos y termine pronto – respondió forzando una sonrisa.

¿Cómo estaba Snape? – preguntó Dean con una risita.

¿Y eso a qué viene?

- Jejeje, es que a la hora de la cena le echamos un filtro en su comida.

¿Y qué se supone que hacía? – preguntó Hermione entornando los ojos.

- Pues tenía... Jajajaja, que... – Seamus se encogió ante la mirada asesina de Hermione y concluyó con un hilo de voz - ... excitarle.

Los chicos comenzaron a reír a carcajadas, espantando a todos los estudiantes que allí había con sus risas de locos homicidas, al imaginarse el cuadro.

- Pues lamento decir que estaba como siempre – repuso Hermione con rostro frío y a voces para que pudiesen oírla por encima de sus risas.

- Se supone que tenía que estar más... JAJAJAJA... cariñoso – dijo Dean casi sin aire.

- JAJAJAJA... Snape tirándole los tejos a Hermione, es... ¡Es genial, JAJAJAJAJA! – el pobre Harry se revolcaba por el suelo de la risa y tenía aspecto de no poder ni con su alma.

- Siento decepcionaros, pero os repito que estaba igual que siempre.

- No lo entiendo... – murmuró Seamus, aún asustado con la mirada de Hermione de hace unos momentos.

- A lo mejor es que sois tan inútiles en pociones como él dice siempre. Me voy a dormir. Buenas noches.

¿Qué le pasa? – inquirió Dean viendo como su compañera subía airada las escaleras, mientras él mismo seguía teniendo graves problemas para respirar.

- No sé – contestó Ron – Pero no ha hecho los deberes.

- Es cierto – admitió Harry – Que extraño...

Arriba, Hermione intentaba conciliar el sueño, pero sólo conseguía recordar un beso... El Beso...


Por el contrario, Snape cayó rendido en su cama, aún con un ligero sentimiento de frustración. La parte divertida llegó a la hora de despertar, cuando aún tumbado en su cama, se frotó los ojos, intentando desperezarse. Poco a poco, le fueron llegando imágenes del día anterior: las clases, una reunión con Dumbledore, el castigo de Grangerél intentando desvestir a la chica mientras la besaba con pasión, la conversación con el capitán del equipo de quidditch de su casa...

Un momento...

Pausa.

Severus se levantó de la cama de golpe cuando esas imágenes llegaron a su mente. Después de tanto tiempo...

¡PERO QUÉ HE HECHO? – aulló horrorizado.

CONTINUARÁ...


Hola!

Se me ocurrió este fic mientras estudiaba para mis exámenes, así que dadas las circunstancias, es un poco desmadre ;) Creo que va a ser cortito, 3 chaps como mucho, y aunque segundas partes nunca fueron buenas, me está gustando bastante escribirla, porque es menos sentimentaloide y más divertida (de momento), aunque no sea muy allá.

Bueno, un agradecimiento a mi amiga Patty, que consiguió engancharme a esta pareja; y gracias a todos los que dejaron su review en "Amor de madrugada".

Espero que os guste. Y ya sabéis, muchos reviews, por favor, soy adictaaaaaaaaaaa, jajajajajaja!

Muchos besitos y hasta el próximo chap! Bye!

Ela :).