Nota de la autora: Cuando empecé este fic, nunca supe que acabaría escribiendo casi sesenta páginas de Word. Quiero tanto a estos dos personajes, que cuando escribo sobre ellos, es como si me llevasen de la mano, como si ellos mismos quisiesen contar su historia. Toda historia tiene unos protagonistas y unos secundarios. Esta no podía ser menos. Los personajes secundarios consiguieron ganarse por completo mi cariño, ojalá que os gusten tanto como yo los adoro.
Te la dedico a ti, Argen. Sé que te prometí otra cosa, pero supongo que cuando la leas, te darás cuenta de porque esta historia va para ti. Gracias, mil gracias por estar ahí. Espero que lo que leas sea de tu agrado.
Disclaimer: Glee no me pertenece, de lo contrario Sam habría vuelto mucho antes. Diciembre, ¿puedes llegar rápido, por favor? GRACIAS.
"EN BUSCA DE LA CENICIENTA PERDIDA"
Capítulo 1: Un amargo reencuentro
—¡Despierta, Mercy! ¡Despierta!
—Déjame en paz, Kurt, déjame dormir... —Gruñó Mercedes Jones mientras apretujaba con sus manos las delicadas sábanas de su cama.
—¡Hoy son las Locales, Mercy! ¡Arriba! ¡Arriba! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!
—¡Kurt! —Chilló de impotencia, Mercedes.
Se levantó sobresaltada, recibiendo el nuevo día que entraba por su ventana.
—¡Las locales! ¡Las Locales! ¡Kurt!
Pero él no estaba allí.
—Vale, Mercedes... Soñando de nuevo... ¡Son las Locales! Oh Dios, ¡por fin mi primer solo! Después de tanto tiempo...
Se levantó, desperezándose y se dirigió a la ducha, agarrando antes la ropa que había dejado la noche anterior, sobre su butaca.
Su primer solo... Y sería en las Locales, con el coro de Shelby Corcoran. Y competiendo contra New Directions y su estrella Rachel Berry. ¡Ganarle estaba más que hecho!
Salió de la ducha, relajada y preparada para lo que se le venía.
Tendría que compartir el autobús con los miembros del otro coro y la verdad, no le hacía ninguna gracia. Pero Santana y Britt la apoyarían, como la habían apoyado las últimas semanas.
Su relación con Shane no iba bien, sufría altibajos constantemente. Y eso no la ayudaba en los ensayos, por lo que había tomado la decisión de cortar su relación o al menos, ponerla en "modo pause" hasta las Locales. Había funcionado, al menos para ella, sin embargo él no dejaba de buscarla y mandarle mensajes. Le gustaba Shane, pero... Su solo estaba por encima de todo. Incluso de él.
Recogió sus cosas antes de salir por la puerta de casa. Sus padres ya se habían marchado al trabajo y le habían deseado muchísima suerte la noche anterior.
Brittany la recogería en cinco minutos. No era la primera vez que se perdía conduciendo así que, salió al portal para recibirla.
Diez minutos más tarde, el coche de Britt se detenía enfrente de su entrada.
—¡Hola Mercedes!
—¡Hola Britt! ¿Llegaste bien? —Le preguntó, entrando al coche y sentándose en el asiento del copiloto.
—Bueno... Seguí las flechitas del dibujo al dedillo y no fue difícil —Le respondió con una sonrisa—. ¿Cómo estás? ¿Nerviosa?
—¿Nerviosa? No, no. Bueno... Quizá un poco.
—No lo estés, Mercedes. Lo harás genial y le ganaremos a Rachel Berry, estoy completamente segura. Por cierto, quedé con San para ir también a buscarla.
—Vale, tú sigue mis indicaciones y sabrás salir de aquí.
—Perfecto —dijo Brittany mientras veía cómo Mercedes señalaba a su derecha—. ¿Cómo está Shane?
—Bien, supongo... —Dijo la diva, encogiéndose de hombros.
—¿Crees que fue la mejor decisión?
—¿Cuál?
—Separarte de él —le aclaró la rubia.
—Era una distracción Britt. No podía permitírmelo.
—Mercy, sé que todos me llamáis tonta y que no me doy cuenta de las cosas, pero... Le echas de menos. Hasta Lord Tubbington se ha dado cuenta de ello.
—Yo no le echo de menos, Britt. Volveremos después de las Locales, es solo cuestión de tiempo.
—No hablo de Shane, Mercy.
—¿Ah no? —Le respondió la chica, volteando a verla.
Britt negó con la cabeza.
—Hablo de Sammy. Todos le echamos de menos y sabemos que tú también lo haces. En el fondo, sabes que no dejaste a Shane por el solo, lo dejaste porque no puedes olvidar a Sam.
—Eso no es cierto.
La rubia giró a la izquierda, llegando a Lima Heights. Santana había hecho lo mismo que Mercedes y las esperaba delante del portal.
—¡Qué pasa chicas! —Dijo Santana en un perfecto español.
—¡Hola San! —La saludó Brittany con un rápido beso en los labios.
Mercedes abrió la puerta del coche y se bajó, dejándole el asiento del copiloto a Santana.
—San... ayúdame a convencer a Mercy de que llevo razón.
—¿En qué? —Se dio la vuelta para ver cómo Mercedes se sentaba en el asiento trasero.
—En que no fue el solo lo que hizo que dejase a Shane, sino Sam.
—¡Boca de trucha! ¡Sí! —Exclamó la latina.
—¡No le llames así! —Protestó Mercedes.
—Comprobado —Britt y Santana chocaron sus manos.
—Que le defienda de tus motes no quiere decir nada, Santana.
—Ajá —le respondió ésta—.¿Y el hecho de saber que está saliendo con una morena de metro setenta?
—¿Dónde has oído eso? —Le preguntó Brittany a su novia, al ver la cara de desconcierto de Mercedes.
—Me lo dijo Puck el otro día. Y va pa'lante, llevan bastante tiempo juntos, tanto como Shane y tú.
—¿Por qué me cuentas esto Santana? No me interesa —dijo Mercedes, mirando por la ventana.
—¡Mentiras, mentiras Wheezy! Mírala Britt, se ha puesto celosa. ¿Quieres más pruebas? ¿Qué tal si hablamos de lo bien que besa nuestro Boca de Trucha? —Dijo, guiñándole un ojo a su novia—.Tú lo comprobaste cariño, y yo... Bueno, yo hice algo más que eso...
La rubia se rió ante el comentario, viendo cómo Mercedes giraba nuevamente el rostro para no verlas.
—Vamos Mercedes, por favor, solo tienes que admitirlo. Es el primer paso. Admite que no le has podido olvidar —le pidió Britt.
—¡Diablos no! No pienso hacerlo.
—Aretha, o lo admites o empiezo a contar lo que hicimos en...
—¡Cállate! ¡Vale! Sí, lo admito. ¿Estáis contentas? No he podido olvidarle, ni con Shane, ni siquiera con el Solo de las Locales ocupando mi mente.
Britt y Santana volvieron a chocar sus manos en el aire.
—¡Cómo molamos! —Dijo Britt, mientras Santana se giraba hacia Mercedes.
—Es que si Shane hubiese hecho que le olvidases, tendríamos que darle un premio —se rió la latina.
—No os metáis con él, chicas. Es una buena persona.
—Sí, muy buena, muy, muy buena —dijo irónicamente Santana.
—No voy a volver a ver a Sam. Se fue de Lima, se marchó. Ni siquiera se despidió, creyó que con un mensaje de móvil llegaría. Pues no, no me llegó en absoluto.
—¿Te dejó por un mensaje de móvil? Eso no lo aprendió de mí —respondió Santana—. Los "sms" son para mensajes de sexo, no para rupturas —dijo, negando con la cabeza.
—A lo mejor fue repentino, no le dio tiempo —dijo Brittany uniéndose a la conversación.
—Se despidió de los chicos, Britt. Se despidió de Puck, Mike, Finn,Artie, incluso se despidió de Kurt. Pero no de mí. Yo no le importé.
—Creo que no pudo soportar despedirse de ti, verte por última vez... —Añadió la rubia.
—Estoy con Britt, ella siempre tiene razón. De todas formas... ¿Qué ponía en el mensaje?
—"Fue bonito mientras duró. Gracias por todo. El príncipe encantador." Ellos me dijeron que se había marchado, ni siquiera pudo ponerlo claramente en el mensaje. ¡Idiota!
—¿El príncipe encantador? ¿Eso qué es, una fantasía sexual o que? —Preguntó la latina.
Mercedes rodó los ojos, incrédula.
—No importa, Santana. No volveremos a verle.
—¿Vas a volver con Shane? —Le preguntó Brittany.
—Es lo más seguro.
Santana miró a su novia encogiéndose de hombros, ambas sabían que no conseguirían nada.
—Una vez pasen las Locales, las cosas retomarán su cauce —dijo al fin Mercedes.
...
—Y ahora, señoras y señores, el coro de Lima, Ohio: ¡New Directions!
Mercedes bajó del escenario a tiempo de ver cómo sus ex compañeros subían a él para darlo todo.
—Buena suerte, Rachel. Te hará falta —le dijo.
—Gracias Mercedes, gracias por dedicarme parte de tu tiempo.
Rachel siguió su camino hasta llegar al telón, donde se giró, para ver por última vez a su ex amiga. La echaba de menos y quería tenerla de vuelta, pero, ¿cómo?
Suspiró profundamente antes de salir a escena y deslumbrar al público con su grandioso solo.
...
—Perfecta, Rachel, simplemente perfecta —le sonrió Finn una vez habían llegado al bar del hotel.
—Gracias Finn —la chica se estiró para darle un beso en los labios—. ¿Crees que ganaremos?
—No sé. Estuvimos genial, pero... Mercedes...
—Ya lo sé, Finn. Estuvo fantástica.
El chico asintió con la cabeza.
—Puedes decirlo, Finn. De verdad, su solo fue... impresionante. Se merecía ese solo, se lo merecía. Debería haberlo cantado con New Directions. Finn... la echo de menos.
Su novio la abrazó, dejando un beso en su pelo y pegándola contra él.
—Yo también Rach, y a Britt. A Santana no, lo siento.
Ambos estallaron en risas, recordando a la latina.
—Finn... ¡Dios mío, Finn! ¡Mira! ¡Mira! —La chica agarró su cara y la giró tan rápido que a punto estuvo de desencajarle la mandíbula.
—¿Es...? ¿Es...?
—Es Sam.
—No puede ser... ¿Qué hace aquí? —Le preguntó Finn girándose para verla.
—¿Crees que vendría a vernos? —Le dijo su novia, viendo cómo una chica morena y alta lo acompañaba.
—No veo que otra razón tendría para estar aquí.
—¡Oh Dios, no! —Rachel le agarró de la mano, llevándole hacia atrás y escondiéndose detrás de una planta.
—¿Qué? —Protestó un perdido Finn.
—Mercedes... —dijo ella, señalando a la chica parada en la barra del bar.
—Oh oh, estamos a punto de presenciar un reencuentro, Rachel...
—Chsss, ¡Calla! —le susurró su novia.
—¿No crees que ya tendría que estar de vuelta? —Le preguntó Sam, a su acompañante.
—¿La verdad? Sí. Espero que no se haya colado por el retrete —le respondió ella, haciendo que Sam se riese a carcajadas.
—Para eso tendría que sentarse primero.
Ambos estallaron en risas, llamando la atención de todos los presentes.
Cuando se dieron cuenta, guardaron silencio. Sintiendo cómo decenas de ojos les miraban como si fuesen bichos raros, mas no les importó.
Sam recorrió la estancia, viendo cómo todos le observaban a él. Excepto una persona.
Era una silueta demasiado conocida para él... Demasiado.
En ese momento, ella se giró, revelando su identidad y clavando sus ojos oscuros en él, para luego observar a su acompañante de arriba abajo.
La miró durante largo rato, hasta que reunió el valor para acercarse a ella. La chica se había girado de nuevo, delante de la barra del bar.
Podría hacer como que no lo había reconocido... Podía...
—Mercedes.
¡Mierda!
Pensó la chica, dándose la vuelta lentamente.
—Hola Sam —le saludó altanera.
—Te presento a...
—Tu novia, sí. He oído hablar de ella. Mucho gusto, me llamo Mercedes Jones —las palabras salieron atropelladas de su boca.
—¿Su novia? No, no, por Dios. Sam no tiene novia. Me llamo Megan, encantada.
Un chico moreno y alto, se les sumó en el momento.
—Siento el retraso, había cola en el baño. Los bailarines... ya sabéis.
El chico se la quedó mirando durante unos segundos tratando de recordar dónde la había visto antes.
—¿Nos conocemos de algo? Me resultas familiar.
Megan le dio un codazo antes de que siguiese hablando.
—Soy Mercedes Jones —le tendió la mano, tal y como había hecho con la chica previamente.
—Ah —dijo él, abriendo la boca de la sorpresa—. Me llamo Bobby, Bobby Stone y ésta es mi novia, Megan.
—Encantada, Bobby. Si me disculpáis... llego tarde.
—¿Adónde? —Le preguntó Sam, tomándola por sorpresa.
—Llego tarde, me tengo que ir.
La chica salió de allí lo más pronto posible, mientras Sam sentía como Megan lo empujaba hacia la puerta.
—¡Corre! ¡Ahora! —Le chilló.
El chico hizo lo propio, precipitándose hacia la puerta y subiendo las escaleras.
—¡Mercedes!
—¡¿Qué quieres?
—¡Espera!
—¡No me da la gana! —Le respondió con rabia. Pero el rubio ya la había alcanzado en mitad de la escalera.
—¡Hey! Óyeme. Necesito hablar contigo.
—¿Ah si? ¿De qué?
La chica luchó contra sus ganas de rodearle con sus brazos y besarle sobre el pasamanos. Luchó y luchó. Estaba guapísimo, con el pelo más corto y sin el zumo de limón. Sus ojos preciosos y su boca...
¡No! ¡Lucha!
—Solo Junio... —Le dijo él.
Mercedes rodó los ojos.
Se había cansado ya y no quería seguirle oyendo. Se dio la vuelta, subiendo nuevamente las escaleras.
—¿Creíste que no me iba a enterar? —Chilló Sam, subiendo detrás de ella—. ¡Jacob los colgó en Youtube! Como todos sus videos del McKinley. Me he tragado todos tus vídeos con él. ¡Todos! ¿Solo Junio? ¿Bebés de cacao? ¡Vamos! ¡No me jodas, Mercedes!
Ella había llegado ya al fondo de las escaleras y doblaba ya por el pasillo del hotel.
—Déjame en paz, Sam.
—Te olvidaste rápido de mi, ¿verdad? Tan rápido que da miedo. ¡Mercedes! —Él la agarró del brazo y la llevó hacia la pared, aprisionándola contra él, sin dejarla ir—. ¿Sabes que no me creo nada? ¡Nada! —Se inclinó para besarla, pero apenas consiguió rozar durante un segundo sus labios, pues ella lo empujó hacia atrás con todas sus fuerzas.
—¡Créete lo que quieras, "príncipe encantador" y déjame en paz!
—Mercy... —Sam trató de agarrarla de nuevo, pero ella se le escurrió por el pasillo.
—"Fue bonito mientras duró, Sam, gracias por todo" —Se alejó de él con estas últimas palabras, buscando su habitación.
—¡Mierda! —Gritó Sam, dándole un puñetazo a la pared que los había sostenido antes.
Sacudió la mano en el aire, aliviando así momentáneamente su dolor. Se dejó caer al suelo, en medio del pasillo del hotel, apoyándose contra la pared.
¡Qué idiota había sido!
Junio...
Sabía desde hacía una semana que su familia tendría que marcharse de nuevo, pero no se lo había dicho.
Los chicos lo sabían, todos lo sabían menos ella. No había podido decírselo, no había querido.
Necesitaba que ella no lo supiese, necesitaba ver y recordar su sonrisa en cuanto se marchase de Lima, no quería recordar sus lágrimas derramadas.
Esa semana habían hecho el amor casi todos los días, sintiéndose, queriéndose por última vez, aunque ella no lo supiese.
Tampoco había querido despedirse, pero recordaba su última conversación como si hubiera sido esa misma mañana.
—¿Qué te parece si mañana nos tomamos algo en el Lima Bean? —Le preguntó Mercedes tomándolo desprevenido.
—Perfecto.
—¿Te paso a buscar a las once?
—¿No es demasiado temprano?
—No seas vago. Estamos de vacaciones, hay que aprovechar los días —le respondió, divertida.
—Te corrijo, estamos de vacaciones, podemos levantarnos tarde.
Ella le dedicó una sonrisa, haciendo que el chico se derritiese por completo.
—Bésame —le pidió.
Ella buscó su boca, como si fuese un tesoro que necesitaba ser encontrado. La acarició con sus labios, mientras se estiraba para alcanzarle. Él la ayudó, sosteniéndola por la cintura mientras pegaba sus cuerpos.
Sus rostros se ladearon, buscando la posición correcta y sus lenguas se fusionaron, mientras él acariciaba su pelo y su mejilla, y ella perdía sus manos en su espalda.
—Buenas noches, Cenicienta —dijo Sam una vez separado de ella.
Ella le sonrió, abrazándola con fuerza y susurrándole al oído.
—Buenas noches, mi príncipe encantador.
Se separaron, quedando unidos tan solo por sus manos.
Sam se resistía a soltarla, no quería. Pero ella lo hizo por él, empujándole para que se marchase.
—Anda, "Príncipe" vete ya, que se hace tarde.
Pero él no lo hizo, corrió hacia ella, abrazándola de nuevo.
—No quiero irme, Mercy. No quiero —y no podía tampoco detener ese abrazo.
—Vamos Sam, ya son las doce. Si no te apuras, la carroza se convertirá en calabaza y...
Él la besó de nuevo, tomándola de improviso. Se resistía a dejarla. No quería, simplemente no quería.
Pero tampoco podía decirle porqué lo hacía, quería que ella fuese feliz.
—Sam, para por favor. Si no te vas ahora, no dejaré que te vayas —le dijo la chica segura de lo que hablaba.
El asintió con la cabeza, con su miraba fija en ella.
—¿Te veo mañana sí? A las once en el motel.
—Mañana, sí... Mercy, déjame besarte por última vez —le pidió el chico.
Ella lo pegó a su cuerpo, recibiendo nuevamente sus labios, durante unos segundos.
Fue un beso suave y pausado, tal y como había sido su primero.
—Adiós Mercy —se despidió él, girándose rápidamente para no verla.
—Hasta mañana, Sam —le respondió ella, viéndole marchar.
Esa había sido la última conversación.
En el mismo momento en el cuál el coche de su padre había dejado atrás Lima, Sam le había mandado su mensaje.
No podía decirle lo que sentía por ella.
No podía decirle que la echaría de menos, debía romperlo todo de raíz y hacer como si no hubiese existido en su vida. Solo así, Mercedes podría seguir adelante.
Y así había hecho. Meses después ella había empezado a salir con Shane.
Pero él no se había alegrado al verla feliz, tal y como había pensado. Los celos le mataban, y saber que solo había sido Junio para ella le destrozaba.
Se había hecho daño a si mismo viendo cada uno de los vídeos que Jacob colgaba en la red. Todos y cada uno, saliese o no Mercy.
Les había visto juntos, riendo, comiendo en la cafetería. Agarrados de la mano por el pasillo... Cosas que él no había podido hacer con ella. No debía ver esos vídeos, no debía... pero la echaba de menos y deseaba volver a ver su rostro y su sonrisa. Y su cuerpo... necesitaba sentirla de nuevo.
Creyó morir cuando sus padres le dijeron que volverían a Lima. Creyó soñar con ello, pero era la más pura realidad. Volvería a verla y la recuperaría.
Volverían a estar juntos.
Pero todo había cambiado. Lo había hecho todo mal.
Tenía que haberle dicho que se iba, debía haberse despedido de ella. Y nunca, jamás, debía haberle mandado ese mensaje. Ahora ella pensaba lo peor de él y tenía toda la razón del mundo.
¿Podría recuperarla? ¿Podría?
Se levantó del suelo, bajando rápidamente las escaleras y dirigiéndose de nuevo al bar. Buscaría a Megan y a Bobby y se lo contaría todo. Ellos sabrían que hacer.
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