Ishida Yamato ha sido ascendido en su trabajo, pero antes de tomarlo necesita relatar una anécdota en cinco días antes de comenzar en su nuevo puesto. Su historia: La última vez que vivió una aventura con sus mejores amigos. Protagonistas: Él, sus compañeros y un muchachito de 14 años cabello negro y ojos azules que le hicieron revivir su antiguo yo.


.

.~.~.


Las Aventuras de Un Lobo Solitario


.~.~.

.

"Fuera realmente interesante si supiera lo que estoy haciendo, pero la verdad es que… no. Estúpido trabajo, tan sólo me absorbe mis horas libres. Pero según la Psicóloga necesito 'escribir' antes. Yo no soy el escritor aquí, el escritor es mi hermano Takeru Takaishi

Pero bueno, me obligaron y heme aquí. Sentado frente a una mesita que no llega ni siquiera al metro de longitud. Frente a ella está Gabumon, bostezando. Creo que terminaré dormido junto a él. Debería de ponerme a hacer algo, necesito distraerme antes de ponerme a escribir, así no fluyen las ideas y no encuentro qué poner exactamente.

Gabumon me habla. Me pregunta si ya mero termino. ¿Ya mero? Apenas voy comenzando. Tsk, es terrible tener que escribir sobre ti ¿no? Es mucho mejor si tienes a alguien en quien inspirarte.

¡Lo tengo! Gabumon será mi inspiración. Aunque me esté viendo feo… y no quiera"


Anoche recibí una llamada, alarmante hasta cierto punto, pero era algo que había estado esperando todo éste tiempo. Era mi primer trabajo, y a pesar de estar nervioso, me sentía tremendamente alegre.

-Vaya, ¿y por qué los tan buenos ánimos? – me preguntó mi compañera, apenas llegué a la oficina.
-Adivina – fue lo primero que se me ocurrió decirle.
-¿Ya? – su rostro se iluminó de sorpresa.

¡Claro que estaba sorprendida! Ella también había estado esperando por ése trabajo; aunque más que sorprendida, estaba molesta.

-Y se puede saber, ¿cómo es que lo haz logrado? No creo que te haya ascendido sólo por tu cara bonita, ¿o sí? – se burló. Me acerqué lo suficiente a ella para que no apartara su mirada de la mía.

Sonreí. Y me di la vuelta.

-¡Ishida Yamato! ¡Eres un idiota egocentrista! – sonreí y me di la vuelta. Su cara estaba completamente encolerizada.
-¿Cómo crees, Anne? Jamás me hubiera contratado por eso, o quien sabe. Pero el punto es que no fue por ello, la verdad fui a una capacitación donde él fue instructor y se dio cuenta que era apto para éste trabajo.
-Eres un idiota – dijo y se regresó a su asiento.

Sí, aceptaré que me sentía mal por ella. Pero ¿qué le hacía? Necesitaba ser egoísta, aunque fuera mi amiga. Dentro de todo este trabajo la gente se aprovecha una de otra para ir avanzando, necesitaba colarme entre los jefes y poder ir acercándola también a ella; en realidad el trabajo se lo merecía ella, tal vez más que yo. Pero ahora era yo quien estaba a cargo de aquella tarea, tan sólo necesitaba llegar arriba para traerla conmigo.

-¡Física cuántica! Debes estudiar todo, Ishida Yamato – ok, eso fue poco después. Ella estaba molesta, pero como buena amiga me ayudaba a estudiar.
-Esto de la Aeronáutica me va a matar.
-¡Claro! ¡Si te dejas morir tan fácilmente!

Me incorporé al escuchar abrirse la ventana.

-¡Matt, Matt! – entró corriendo Gabumon.
-¿Qué pasó? – su rostro denotaba nerviosismo. La razón:
-¡Tentomon se ha comunicado conmigo, Izzy quiere verte!
-Tu digimon parece que recibió una terrible noticia – observó mi compañera, que se había acostumbrado a él.
-¿Sucedió algo malo? – me estaba alarmando.
-No lo sé. Me dijo que era urgente que te comunicaras con él.

Eso fue uno de los debates internos más fuertes que tuve. En mi departamento me esperaba el estudio, ¡necesitaba prepararme para éste trabajo! Pero mis amigos, necesitaban de mi ayuda.

-¿Hay manera de abrir una puerta desde aquí? ¿O tengo que tomar un vuelo para Tokio?
-Norteamérica debe tener también esas puertas virtuales. No soy buena con la computación pero si necesitas algo, no dudes en llamarme.

Anne se fue en ése momento de mi habitación dejándome pensativo, si Izzy contactó (como pudo) conmigo, quería decir que algo referente al digimundo estaba ocurriendo, si el digimundo estaba en peligro, mi digimon también. Y Gabumon es: mi mejor amigo.

-Enciende la Computadora, Gabumon. Recogeré mis libros.

Y así, apresurado, comencé a guardar las cosas de la capacitación dejando mi cama limpia de asuntos universitarios y de trabajo.

-¡Puerta al digimundo ábrete! – exclamé apenas el portal hubo aparecido. A mi lado viajaba mi fiel compañero.

Apenas nuestros pies tocaron el suelo, se abalanzaron sobre nosotros dos criaturas… abrazándonos.

-¡Matt!
-¡Gabumon!

Y por si se preguntan eran Tai y Agumon. De tal palo tal astilla ¿no? Bueno, de tal elegido tal digimon. Suena mejor.

-¡Tanto tiempo sin vernos! – decía Tai. ¡Habían pasado tantos años! Ya no era un niño de 18 años. Verlo con aquel entusiasmo, me hacía sentir nostálgico.
-¿Tanto? Sólo fueron cerca de ocho años – ironicé. Me sonrió. – Me alegra verte – le sonreí divertido – ¿Y qué has hecho, eh Tai?
-Ocupado – me guiñó el ojo – ya sabes, el trabajo, las mujeres, el digimundo. El mundo me absorbe mi tiempo, ¿lo crees?
-Mujeres – reí – No te lo creo, Tai. No puedo creerlo, yo aún sigo soltero.
-¿Aún? – me preguntó con rostro serio.

¿Acaso creía que seguía con Sora después de tanto tiempo sin vernos?

-Antes de irme a norteamérica hablé con ella. Arreglamos varias cosas. Y en aquel entonces dimos por terminada nuestra relación.

Tai no dijo ninguna otra palabra más respecto a ella.

-¿Y ustedes? Gabumon me dijo que había pasado algo muy serio. Izzy consiguió comunicarse con él a través del digivice.
-El digimundo está en constante cambio, y eso nos está preocupando – habló Agumon – Hay muchas grietas al mundo real y las puertas se abren y cierran simultáneamente en muchas regiones.
-Izzy cree que los emblemas son los causantes. – terminó Tai.
-¿Los emblemas?
-En cierta manera, su poder podía mantener el digimundo equilibrado, pero al parecer han dejado de ejercer tal equilibrio.

Si los emblemas eran los causantes, ¿teníamos que regresar a nuestro pasado y volver a activarlos quién sabe cómo? Ya no teníamos corazones inocentes que pudieran hacer ello. ¿Qué pretendía realmente Izzy?

-Tenemos una tarea, compañero – me palmeó la espalda. – Necesito que consigas un niño, elegido por ti. Con tus mismos rasgos, antes de que esto desaparezca – sonrió. Lo miré contrariado.

¿Niño? No soy niñero para andar cuidando de un crío. Pero bueno, ¿no tenía opción o sí?

Y bueno, esta no fue la razón de mi terapia psicológica; un niño realmente no me vuelve loco. Simplemente debo escribir, hacer un diario de cosas "trascendentales" en mi vida. ¿Para qué? Para que la psicóloga me fastidie mi vida.

Mis problemas apenas comenzaban. ¿Qué clase de niño buscaría? Gabumon me miraba extraño. ¿Dónde buscaría? Debía encontrar a alguien que pudiera revelar el emblema de la Amistad. ¿No estaba tan difícil no?

Esto era por el bien de los digimons, o eso pensaba. Había visto a Tai aquel día, y fue como revivir viejos tiempos. Hablamos de cosas poco importantes, música, futbol, mujeres y digimons. Cómo extrañaba a Tai y a mis amigos de la infancia. Es por eso que comenzaré con ésta anécdota… Que ha sido la que más me ha marcado.

.


.

Dudas, comentarios… críticas? Son siempre bienvenidas!