Que hermosa eres Candy… pensaba Albert mientras la observaba dormida entre sus brazos, con la cabeza dulcemente acomodada en su pecho.
Estas dormida Candy?
No obtuvo respuesta, así que su mente empezó a divagar…
¿Qué será de ti ahora mi pequeña? ¿Porque serás tan testaruda? Sabes que eres mi protegida, que nadie te lastimaría a mi lado, ¿por qué te quieres ir? - Albert se preguntaba angustiado sabiendo que Candy había decidido dejar su pequeño departamento de Chicago y alejarse sin saber siquiera a donde. La cabecita se movió ligeramente para acomodarse mejor, mientras sus manitas lo abrazaban tiernamente.
Albert…
Si Candy…
¿Me quieres?
¿Que si te quiero? ¿Cómo me preguntas eso? Claro que te quiero pequeña, ¿por qué lo preguntas?
yo también te quiero – dijo, sin contestar la pregunta de Albert, para volver a dormirse
No Candy… no como yo te quiero…. Pensó tristemente el apuesto rubio. - ¿Seguro que no Albert? ¿No será que eres tu quien se empeña en no ver las cosas como son? - Una incómoda y molesta voz se había entrometido en todos sus pensamientos los últimos meses, haciéndolo dudar a cada momento de todo lo que pensaba. - Claro que no, hay que ser realistas, Candy lo ama a él, aparte, si sintiera algo por mi se quedaría a mi lado. - la intromisión se había vuelto, con los días, una plática entre "amigos". - Y entonces como explicas que esta vez no haya dejado una carta, como es su costumbre, no, en vez de eso te pidió verte, quedarte… abrazarla… dormir a tu lado esta "ultima noche"... - ¡cállate!!! No sabes lo que dices, soy como su hermano… - ¿si??? ¿Quieres recordar un poco?
Flash back
Candy ¿puedo pasar?
Adelante Albert – dijo la rubia terminando de ponerse el camisón de dormir
Candy quer… - Albert se quedo a media palabra por el shock que le provoco ver el camisón resbalar por la blanca piel, lo observo como en cámara lenta deslizarse pausadamente desde su bien torneado muslo, pasando por su rodilla coquetamente flexionada, para detenerse después por un instante en una hermosa y bien marcada pantorrilla.
¿querías decirme algo Albert? – pregunto la pecosa sin darse cuenta de la sonrojada cara de sorpresa de Albert.
Ss-si Candy – dijo despejando esa increíblemente tormentosa imagen – quería decirte algo – termino justo al mismo tiempo en que Candy terminaba de meterse en la cama
te escucho – dijo mientras se recostaba de lado y casi sentada, sobre el cumulo de almohadas y con la mano palmeaba el lado vacio, indicándole a Albert que se recostara con ella.
Pe-pe-pero… - vacilo por un instante, pero una picara sonrisa de su pequeña lo hizo reaccionar – está bien – dijo con "resignación" mientras entraba a las sabanas para recostarse de frente a la pecosa. – quiero decirte algo Candy…
¿Es muy importante? – pregunto mientras tomaba la mano que Albert tenia sobre su pierna
¿Importante? – repitió nervioso ante el gesto
Si, ¿es muy urgente?
¿Urgente?
¡Albert! – le reto
N-no, no es urgente
Entonces duerme… - finalizo y cerró los ojos sin apartar su mano
Gracias Candy… pensó mientras cerraba los ojos y daba vuelta a su mano para tomar la de Candy.
Qué hermoso momento me regalaste preciosa – dijo en un susurro
¿Porque lo harías? – ¿no es obvio? Quería estar contigo, le gustas Albert, acéptalo – no, no puede ser, yo sé lo que ella… -¿de verdad no te das cuenta? ¿O no quieres hacerlo? Solo a ti te permite pasar esa barrera que tiene con todos, solo a ti…
Flash back
Que agradable es estar en el campo Albert, pero tengo sueño – Candy estiro los brazos y se echó hacia atrás para recostarse
Pero eso no es raro, tú siempre tienes sueño, ¡eres una dormilona! – dijo en tono de burla y se echó a reír
¡Albert! eres un grosero – lo reto indignada y le saco la lengua
Pero si yo no he dicho ninguna mentira, siempre te quedas dormida, apenas hoy te tuve que sacar a rastras de la cama para que fueras a trabajar
No veo de que te ríes, y es mejor que dejes de hacerlo antes de que me enoje de verdad ¡te lo advierto Albert!
Esto es cada vez más divertido, tu jamás te enojarías conmigo Candy
Ahora si veras – dijo mientras corría tras el guapo y desvergonzado rubio
Candy estaba a unos centímetros de alcanzar a Albert para darle "su merecido" cuando inesperadamente Albert se dio la vuelta y tomo a Candy de la cintura para alzarla y dar vueltas con ella abrazada de su cuello
¡Bájame Albert!
No, hasta que te marees
No me quiero marear, ¡bájame!
No, porque si te bajo me vas a golpear
¡Y si me mareo te voy a golpear más! – a lo que Albert solo contesto con una sonora carcajada
Albert daba cada vez más vueltas hasta perder el equilibrio y caer tendido en el pasto aun abrazado de Candy, la posición era comprometedora, los dos abrazados, la cara de ella escondida en su cuello y su pierna entre las piernas de él, quien se sentía electrizado con el aliento de la chica en su cuello, mientras ella se perdía en el exquisito aroma de su acompañante.
¡auch! – gimió Albert
Todo da vueltas
Entonces no te muevas – sugirió con toda la intención de disfrutar un poco más de la situación, al fin que no todos los días tenía la oportunidad de tener a su pequeña abrazada encima de el. – ¿ya se te paso? – pregunto cerca de 5 minutos después, al ver que no había movimiento por parte de ella
Si, ya, desde hace un rato – confeso despreocupada – pero me estaba durmiendo – se apresuro a decir al darse cuenta de su comprometedora respuesta, aunque eso no impidió que se quedara donde estaba.
Entonces duerme…
Albert sonreía abiertamente con los ojos cerrados, mientras su corazón se aceleraba cada vez más con aquel recuerdo.
Mmmm – contrario a lo que Albert pensaba, Candy estaba despierta, disfrutando del reconfortante vaivén del enamorado corazón de su amigo, ese simple sonido llenaba el corazón de Candy de una manera tan inexplicable, que al romper su ritmo, ella sentía que rompía el encanto.
¿Estás bien pequeñita?
Mhu – gruño la dormilona mientras percibía el relajamiento en el latir de su corazón favorito.
Un poco cansado de la posición, Albert deslizo su espalda por el sillón hasta quedar acostado con su "tesoro" aun acurrucado en su pecho. Se dispuso a seguir recordando, pero el sueño lo venció.
Susana, SUSANA, ¡SUSANA! – levanto la voz exasperado – cuantas veces te tengo que decir que estoy contigo, así lo decidí y lo voy a cumplir – dijo esto último con pesar.
Pero yo sé que no es eso lo que quieres, te esta lastimando su ausencia, lo sé, no puedes ocultármelo Terry – Susana estaba bañada en llanto y eso Terry no lo soportaba, le había robado su carrera, su salud, y ahora su felicidad, sabía que la hacía sufrir al pensar en Candy, pero no lo podía evitar.
No trato de ocultártelo… trato de… cambiarlo…
¡Terry! – se dibujo una gran sonrisa en la hermosa cara de la joven – ¿lo dices enserio Terry?
Nunca te he mentido Susana, pero necesito de tu ayuda...
¡claro Terry! Yo hare lo que me pidas
Entonces deja de hablar de ella – contesto tajante, antes de arrepentirse.
Mi tarzán pecosa, tengo que olvidarte, te lo prometí, debo ser feliz.
Estaba amaneciendo… que hermosa se veía Candy a la luz de la ventana, Albert no dejaba de admirarse de cada detalle de su cuerpo. Suavemente se sustituyo con un cómodo cojín que dejo bajo la cabeza de su princesa, aun dormida, y se dirigió a preparar el desayuno para su dormilona y glotona pequeñita.
¿Qué ruido es ese? ¿Albert? Ah, debe ser el que ya está cocinando para mi, jijiji. – lentamente Candy se levanto del sillón y se dirigió sigilosamente a la cocina para encontrar a Albert de espalda a ella. – vaya que eres dulce, siempre al pendiente de mi, que suerte tengo, cualquier chica estaría orgullosa de tener un amigo tan atento y además guapo a su lado.
¡Candy! – exclamo sorprendido al sentir unas manitas rodear su cintura y una cabecita recargarse en su espalda.
Buenos días Albert, ¿qué me estas preparando?
Por lo menos finge no saber que es para ti – dijo ruborizado
Oh, puedo ir a refrescarme y al salir fingiré sorpresa, ¿te parece?
Claro Candy, mucho mejor – rio divertido.
Candy entro rápidamente al cuarto de baño, preparo el agua poniéndole unas gotitas de aceite aromático para "relajarse" y se metió al agua mientras su mente viajaba hasta Nueva York. - Terry… ¿estarás tú también pensando en mí??? Como quisiera tener noticias tuyas, pero no sobre tu carrera, sino sobre tu relación con Susana, los periódicos aun no anuncian ningún compromiso, ni hay fotos suyas como pareja, ¿como la estarás pasando Terry??? Te extraño mucho…
¡Apúrate Candy, ya casi está listo! – grito Albert desde la cocina.
Mmm, el desayuno, y con el hambre que tengo – dijo para sí misma.
Qué lindo y tierno es Albert, siempre al pendiente de mi, el ha estado a mi lado en los momentos más tristes de mi vida, el ha sido mi consuelo, mi apoyo, mi consejero, mi protector… y no solo eso, el ha estado a mi lado también para alegrarme, para escucharme, para hacer sonreír a mi corazón afligido tan solo con ver su sonrisa, el logra calmar mi ansiedad con un simple y cálido abrazo y mi corazón siente unirse al suyo al escuchar su melodioso latir, mientras mi…
Candy, se está enfriando – interrumpió Albert con voz desesperada
Ya voy Albert, no tardo – busco la toalla para salir de la tina – ¡¿pero cómo pude olvidarlo?! ¿Y ahora que voy a hacer??? – ¡Albert! – grito un poco temerosa
¿Si Candy?
Albert, es que, yo, ¿podrías?
¿Qué pasa Candy? – en ese momento volteo a la ventana que daba a una pequeña azotea y vio tendidas al sol las únicas 3 toallas que la chica poseía – jajajajaja, ¿qué es lo que quieres Candy?? – pregunto con voz sarcástica
¡Albert! No es momento de burlarte de mí, ¡¡podrías ser un poco más caballero!!
Pero claro que soy un caballero, es por eso que no puedo ayudarte
Pero, no esperaras que me quede aquí todo el día, o que… vaya… yo… ¡Albert! ¡¡¡Solo hazlo!!!
¿Perdón??
Por favor – agrego un poco apenada por su exigencia. Albert obedeció.
Toc, toc, toc, ¿estás ahí?
Claro que estoy aquí, y tengo frio
Entonces abre la puerta, está cerrada con seguro – estaba sumamente nervioso – ¿qué hago? ¿Cómo se la entrego? Vamos Albert, ante todo eres un caballero – se reto al sorprenderse imaginando la posible escena tras la puerta
Ya está abierto – Candy también estaba muy nerviosa, jamás pensó estar en tan bochornosa situación, su cara estaba completamente roja y su cabeza no pensaba muy bien, de haberlo hecho, solo hubiera estirado la mano fuera de la habitación para obtener la toalla, pero en vez de eso corrió a arrinconarse en una esquina y taparse lo que pudo con su bata de dormir.
Voy a abrir, ¿está bien? – Albert abrió muy lentamente la puerta aún dudando de qué haría o qué encontraría al terminar de abrir la puerta… su corazón latía acelerado, sus manos temblaban, su mente le decía muchas cosas y solo pudo atinar a hacer una cosa
Ggra-gra-gracias – solo pudo decir eso al ver la mano de Albert poner la toalla sobre la perilla sin asomarse siquiera y volver a cerrar la puerta – vaya, eso era todo… - dijo con alivio – eso era todo… - repitió con algo parecido a la desilusión
