N/A: Hola Gente!Sean bienvenidosa otra locura que cohabita en mi cabecita. Ya hace tiempo me había preguntado – Che Meli ! ¿Porque Leah es la única que no tiene un final feliz en la serie? ¿Acaso no se lo merece? Y… luego de darles vueltas al asunto me dije que si Meyer no lo hace… lo intentare yo! jajaja y esta es la primera parte de lo que será un mini fic .
Em… tal vez sea un twoxshot, pero nada está dicho aun. .Espero que les guste.
Va dedicado para todas aquellas enamoradizas, que creemos enlos finales felices.
Summary: porque todas merecen ser llamadas princesitas, enamorarse de un príncipe azul y tener un final feliz. Entonces… porque yo no tenía nada de eso… yo no busca el amor, pero tal vez el me buscaba a mí.
Disclaimer:Los personajes son pura y exclusivamente propiedad de Stephenie Meyer.
Sintiéndome Cenicienta
Apareció de la nada y se sumergió a gran velocidad entre los árboles y la negrura. Su suave cabello, gris se despeinaba con el viento mientras que sus pantalones cortos y la remera de color, cuidadosamente doblada y atada a su pata, se mecían al ritmo del andar.
Mientras se adentraba en el bosque, apretaba fuertemente la mandíbula.
Había recorrido ese mismo camino miles de veces, cruzado los mismos árboles, la misma yerba, la misma fragancia, desde que tenía memoria. Pero los recuerdos de aquella humana de piel cobriza y brillante cabello negro, no se comparaba en absoluto a las memorias que guarda el feroz lobo.
Era la misma tierra, bajo el mismo cielo, pero… aquella visión de lobo, le ofrecía un sinfín de detalles que ella ignoraba cuando paseaba alegremente sobre sus dos piernas juntando flores.
Cuando era feliz, se decía algunos días.
Lo cierto era que a veces consideraba su antigua vida, como la época feliz. Donde los problemas eran más simples y menos dolorosos. Pero también había días en los que se decía que está, era la época afortunada donde le tocaba vivir y gracias a un brusco giro del destino, ahora tenía una especie de bendición, de la cual su padre se sentiría más que orgullos.
Pero hoy no era uno de esos días. Su cariñosa madre le había advertido en más de una ocasión, que llegaría el día donde su terca hija haría explosión, y como toda buena madre temía por eso.
Ella solo le sonreía y se dedicaba a huir de su realidad. Ella también lo intuía, pero rogaba a Dios para que ese día nunca llegara.
Su vida había cambiado drásticamente, para convertirse en una nueva jovencita que no se permitía derrotas físicas ni emocionales. Era una mujer. Era un lobo.
Así que ese sábado cuando llego al punto de reunión entre los árboles y se dio con que ninguno de la manada había acudido, sintió como la rabia se esparcía rápidamente por su cuerpo, como un volcán en ebullición.
Pero eso no fue todo.
Agradecida de poder comunicarse con la fuerza de su mente, se dispuso a llamar a sus compañeros, tal vez solo se habían demorado o le estaban jugando alguna de sus bromas, se repetía interiormente.
Pero no, ese no era su día, y su mamá no le daba concejos en vano.
Sabía de antemano que su hermano Seth no podía asistir. Hacía dos días que había caído enfermo por indigestión, por vaciar todo el refrigerador de su casa. Y se merecía estar en cama toda la semana.
Por afinidad, se dijo que era mejor llamar a quien creía su amigo más cercano, Jacob.
-Jacob Black, ¿En dónde diablos estas?, trae tu gordo trasero aquí, que no pienso esperar más tiempo.- Le recrimino al lobo de pelo marrón que se movía alrededor de los árboles de una gran mansión.
-Lee- dijo con voz cansada- ¿Por qué molestas ahora?-
-¿¡Molestar! Acaso no te acuerdas que teníamos una reunión en este preciso momento ¿qué te pasa lobo tonto? ni creas que me pasare la eternidad esperándote.- contesto furiosa mientras hundía sus garras en la tierra.
-¡Mierda! Lo había olvidado, pero veras Lee… me será imposible ir en estos momentos. Nessi… Nessi tenía hambre y no podía resistir a acompañarla cazar.-
-Pues entonces muévete y ven rápido.-
-Tú… tú no entiendes, yo no lo puedo simplemente dejarla aquí, esto es más fuerte- susurro en su mente.
-Está bien Black, por mi haz lo que se te antoje y diviértete haciendo de niñera.-
-Leah, por favor… sabes que no soy yo el que se niega a ir.-
La muchacha tuvo que tragar el nudo de su garganta antes de contestar.-Esta bien, aun que al único que escucho aquí es a ti y espero que te diviertas con los chupasangres.- Gruño.
-Gracias Lee.- No hacía falta agregar nada más, ella había cedido.
La muchacha comenzó a caminar en círculos mientras se comunicaba con la manada. Su amigo Quil, tampoco llegaría esa noche porque se había ofrecido a cuidar a su imprimada, mientras sus padres disfrutaban de una cena en un restaurante cercano.
Su primera impresión fue la de agradecer porque se ofreciera a cuidar de su sobrina, pero luego de pensarlo bien… la invadió la cólera al saber que lo solo lo hacía por estar cerca de la luz de sus ojos y volvió a gruñir un poco más fuerte.-Cursi- Dijo bajito al viento.
El tercero fue Embry, quien le informo que no asistiría porque había sido castigado por faltar dos semanas seguidas al colegio. ¡Entupido muchacho!
Luego de un par de insultos y amenazas de muerte por si volvía a faltar, se despidió del muchacho. Ella más que nadie sabía de las travesuras a las que se dedicaba Embry en lugar de asistir al colegio. Asía solo dos días había despertado en su cómoda cama y cuando fue momento de cambiarse la pijama, se dio con que toda la ropa de su guardarropa había sido tirada por la ventana y esparcida por el patio. Solo encontró una nota junto a su cama que decía, "Buenos días Rabiosa", pero ella sabía de de antemano de quien era el bromista.
Seguía caminando mientras marcaba sus firmes y fuertes garras sobre la tierra, el tiempo pasaba y nadie llegaba… y la pobre Leah, cada vez tenía más presente el consejo de su mamá.
Se comunico con Jared y Paul, quienes no le dieron una excusa, solo le hablaron con la verdad… y una parte en el fondo de su corazón hubiera preferido que le mintieran en lugar de ser tan directos.
Sus queridos amigos se encontraba en Port Angeles , disfrutando de una fresca noche junto a sus imprimadas mientras paseaban por la ciudad. Leah sintió como el volcán de rabia contenida hacia ebullición y se derramaba sobre su corazón, ya no le quedaba más que hacer en ese lugar, solo resignarse a regresar a casa y luchar con su patética vida.
Lo medito varias veces antes de llamarlo.
Si bien, podía regresar a casa e ignorar que él tampoco había llegado pero algo muy dentro de ella le decía que merecía una explicación de por qué él tampoco se había dignado a asistir a la reunión.
Aunque el dolor de comunicarse con él era fuerte, en la balanza le pesaba más su orgullo y el desplante por parte de sus amigos.
Aun que era la mujer que siempre se mostraba firme, segura y regida, sabía que solo era una pantalla para ganarse su lugar y respeto dentro de la manada y que en el fondo seguía siendo esa chiquilla enamoradiza que disfrutaba de sus paseos por el bosque mientras tarareaba canciones y recogía flores. Y el tener que hablar con él, resultaba una amenaza donde su teatro se podía derrumbar ante sus pies y mostrar sus verdaderos sentimientos.
Pero ella ya no era una niña y asía mucho tiempo que no tarareaba, inspiro fuete y trago el nudo de su garganta antes de hablar con él.
-Ho… hola ¿Sam?-
-¡Leah!- el no pudo ocultar la sorpresa de su voz mientras hablaba- ¿Qué pasa, te encuentras bien, pasa algo?-
-No… solo quería saber si te dignarías a aparecer por aquí, o si tú también me plantarías.-
-¡Oh Lee!- ella odiaba que la llamara así, en un tiempo a tras, en su vida feliz adoraba su apodo hoy… solo le causaba una puntada en el corazón y reprimía sus lagrimas-Lo siento pero no podré ir.-Esta vez sus gruñidos murieron en su garganta.
-De acuerdo está bien- no necesitaba sus excusas, por esta noche había tenido suficiente esas.
-Lo siento, no te pongas así es que…-
-Está bien te entiendo, no necesito escuchar tus pretextos.-
-¡Escucha! No es ninguna excusa, es solo la verdad. Leah. Emily está enferma y no puedo bajarle la maldita fiebre, es por eso que no he ido a tú tonta reunión. Discúlpame si es que prefirió quedarme a cuidar a Emily en lugar de charla contigo.- le contesto malhumorado.
Por un momento Leah se sintió el peor ser de la tierra y quiso morir en ese preciso instante. -Oh! Sam… lo siento pero… pero yo no sabía nada. Lo siento… ¿Cómo se encuentra ella?– preguntó afligida por su prima.
-Está bien, por ahora solo debo seguir la indicaciones que dejo en medico, y… perdóname tú a mi Leah, es que estoy- suspiro- preocupado por Emi y creo que me pone algo loco verla así tan… vulnerable.-
-Te entiendo-Dijo bajito-Y espero que se mejore. Adiós.-
Lo cierto era, que no lo entendía, ni a él ni a ninguno de sus amigos.
Un sentimiento de culpa e impotencia se apodero de su corazón. Alzo la cabeza y se entrego a su más profundo instinto animal, ahuayo.Fue su llanto animal, tan profundo y desgarrador que erizaba los vellos de la nuca. Triste y melancólico… que te inspiraba llorar.
Se impulso sobre sus patas delanteras y comenzó su recorrido, una manera de escapar. Aquellos árboles que habían sido testigo de su crecimiento y transformación, hoy serian testigos de su más profundo dolor. Se sentía sola e incomprensible. Sin amigos que la amaran y sin nadie a quien amar.
Avanzaba velozmente entre los árboles, mientras gruesas lágrimas se desprendían de sus ojos negros. Hoy se entregaría a sus sentimientos y destaparía todo aquello que ocultaba bajo su faceta de chica lobo.
Perdió la noción del tiempo y del espacio, solo sabía que llorar como lobo dolía menos que llorara como Leah. Solo se detuvo cuando se encontró con el espejo de agua que le brindaba la Push. Se detuvo y contemplo como las estrellas se reflejaban en el agua y como el viento marítimo despeinaba su pelaje.
Tal vez ya sería hora de regresar y seguir siendo Leah. Pero un fuerte sonido la hizo retroceder sobre sus pasos y plantarse de nuevo frente a las olas de la Push.
N/A: Señores! Que me dicen se merece o no seguir? Vale la pena un reviews?
Besos!
