"Lo suyo no eran vidas, esas vidas que todos conocen fueron más emocionantes, todos miembros del ED. No, aquello eran esos momentos indefinidos. ¿No eran vidas pero tampoco son muertes? Entonces son desvidas, simple y claro como el Veritaserum"
Bueno, este es el primer drabble de mi respuesta al reto "Tres palabras, tres personajes" del foro "The Ruins". Aquí les traigo el primero, sobre Padma Patil y la palabra "iguales".
No había nadie más en aquella planta. A ambos lados de la habitación donde se encontraba había dos camas iguales, desde la colcha hasta el color de la madera. En medio de estas, una ventana de marco blanco, equidistantemente situada. El resto también estaba igual: las mesillas de noche, las lámparas, los cuadros... hasta podría jurar que su madre había fijado la alfombra al suelo para que no se perdiera la simetría. Estaba segura de que si cualquier extraño entraba en aquel momento por la puerta, habría pensado que en medio del cuarto había un gran espejo que reflejaba la otra mitad.
No pudo evitar fruncir un poco el ceño mientras salía y bajaba de nuevo las escaleras. Siempre había sido así, su hermana y ella tenían que vivir en un mundo completamente simétrico, en el que todo era doble. Al principio era gracioso, se ponían el mismo vestido y jugaban a ser el reflejo de la otra, o a confundir a los familiares o amigos cuando las nombraban. Incluso habían practicado para hablar a la vez. Pero ya no eran unas niñas. Ya no quería ser el reflejo de su hermana, porque sí, ella siempre parecía su reflejo, su sombra; ella era la "hermana de Parvati Patil".
-No habréis elegido la decoración sin mí ¿verdad? – la voz de su hermana llegó desde la cocina, donde sus padres organizaban el cumpleaños de ambas.
No, aquello había acabado desde que las casas las habían separado. Ella una Ravenclaw, serena e inteligente; y su hermana una Gryffindor, ahora conocida como una de las mayores cotillas de Hogwarts y eterna amiga de Lavander Brown, muchos decían que su valor se había transformado en un carácter entrometido.
-Claro que no, cariño – le aseguró su madre, con voz cansada por los preparativos – elige tú.
-Bien – el tono de satisfacción se notó desde el último escalón de las escaleras – quiero globos atados con cintas en todas las habitaciones, con magia será fácil – aseguró despreocupada.
Padma llegó hasta la cocina, y se apoyó en el marco de la puerta, observando la escena. Nadie parecía haberse dado cuenta de que había llegado.
-Quiero que sean doradas y rojas, como Gryffindor ¿Sabéis que vamos primeros en la clasificación de Quidditch? – añadió orgullosa, aunque aquello nunca le había importado demasiado – y que la tarta tenga mucha nata, a Lavander le encanta – aseguró encantada.
-Lo de los globos dorados está bien porque parecerán del color del bronce – interrumpió Padma, atrayendo la atención de todos – pero yo también los quiero azules ¿Sabéis que Gryffindor va empatado en el primer lugar con Ravenclaw? – preguntó, imitando el discurso de su hermana, que la miraba boquiabierta – y que la tarta no tenga demasiada nata, a Sarah no le sienta muy bien.
Padma sonrió satisfecha al ver la reacción de todos ante aquella contradicción de ideas y el problemas que se les presentaba. Sí, si de algo estaba segura era de que ya no eran iguales. Y no podía estar más feliz.
