Miraba la lluvia a través de la ventana, los hilos húmedos recorrían el vidrio sin prisa mientras que el viento soplaba al compás de esta. De repente sintió sus ojos humedecerse. El mirar la lluvia siempre le había causado una melancolía inexplicable. Las lágrimas cayeron por su mejilla silenciosamente.

Catorce años atrás, Londres.

Una tormenta azotaba la ciudad, había causado estragos en la mayoría de las viviendas. Exceptuando así, por mucho la mansión Schleiden, propiedad del reconocido científico William S. Schleiden, en la cual todos se encontraban con felicidad, pues hace pocos días, se presenció el nacimiento de la segunda hija de éste.

La tormenta causó pánico en la ciudad haciendo que la gente comenzara a saquear todo lo que pudiese, acabando con todo. El científico y su esposa, debieron realizar un importante viaje a Rusia, así que al cuidado de sus hijas quedó un amigo de la familia, también científico, al que se le tenía mucha confianza.

Ese mismo día, al aumentar el flujo de la tormenta, los saqueos se masificaron, siendo la mansión atacada también. El amigo de la familia, Peter, se encontraba al cuidado de las dos hijas, la recién nacida y una bebé de un año.

Los ladrones entraron sigilosamente, con movimientos rápidos y ágiles, malhirieron a Peter, para luego llevarse consigo a la bebé de un año, sin motivo alguno.

William y su esposa, fueron muertos al llegar a Rusia, sin saber del paradero de sus hijas.

Ese día, llovió más de lo normal.

Presente

Natsuki era alegre, sin embargo los días de lluvia la consumía la melancolía, quizás era por haber vivido los quince años de su vida en ese orfanato, o al menos eso es lo que creía. Creció junto al cariño de quiénes la vieron llegar desde que tenía alrededor de un año.

Pero no obstante, era triste para ella ver como todos los otros niños eran adoptados y ella, quedándose cada vez más sola. Pero luego llegaban más niños con quienes jugar. Recordó a una mujer que solía ir cada vez en cuanto a visitar el orfanato, como olvidarla. Su cabello color rojo escarlata y sus ojos marrón. Iba acompañada de un niño de más o menos su edad, con el cabello del mismo tono, aunque algo más oscuro y unos ojos verdes muy profundos, aunque podía ver algo extraño en ellos. Natsuki tenía siete años cuando vio a la mujer y su hijo por última vez.

Ahora, teniendo quince años la suerte le jugó a favor, un empresario destacado, se quedó maravillado por su talento, la pintura. Natsuki pintaba casi siempre, nadie le había enseñado, por lo tanto era muy raro. También gustaba de tocar el piano que se encontraba en un salón. Este señor se decidió a convertirla en una especie de "ahijada" para él, llevándola a vivir con él. Natsuki al fin sonreía, aunque estuviese lloviendo.

Un día, "padrino" como había pedido el empresario que lo llamara, le comunicó una noticia.

─Irás a la preparatoria, una de las más prestigiosas, la preparatoria Fairy Tail─dijo Padrino sonriéndole.

─Pero… Padrino, eso es demasiado costoso para mí… Yo, no podría aceptarlo─ comentó la chica algo asombrada y a la vez extrañada.

─Nada de pero. Es un regalo mío, quiero que tengas una buena educación, aparte que, tienen un programa de artes muy variado, y quiero que desarrolles tu potencial─ sonrió y le tendió un abrazo.

─Muchas gracias, padrino. Esto significa mucho para mí. Pero… ¿acaso eso no queda en otro país?─preguntó mirándole.

─Así es, ¿sabes cuál?

─En Estados Unidos, ¿no es cierto?─preguntó con interés.

─Exacto, y eso significa que vivirás allá a partir del verano─ comentó mientras acarició su cabello con un gesto paternal.

─Muchas gracias, Padrino. Se lo agradeceré por siempre─ sonrió.

Día del comienzo de las clases

Se levantó temprano, los nervios le invadían. Estaba lista hace ya muchos minutos. Se miró al espejo por una última vez, vio su cabello largo, y algo alborotado. Sus ojos, verde esmeralda. Su cabello tenía un tono peculiar pues se veía negro a simple vista, pero al mirarle de cerca se podía divisar que los cabellos son de un tono negro-azulado.

Aún faltaban dos horas para el comienzo de las clases, decidió pintar un poco.

. . .

Algunas horas después…

Preparatoria Fairy Tail, 09:30 A.M

Podían verse tantas emociones a la entrada del edificio, algunos reencontrándose con los amigos, otros deseando estar dormidos, en fin. Podía verse a una chica, muy hermosa de por sí acompañada de un chico de más ó menos su edad, ella se veía calmada y su expresión de felicidad era notable, mientras que el chico a su lado se notaba ultra-cabreado, casi como un niño pequeño al que se le negó su dulce favorito.

─¡Nee-chan! ¡Vámonos!─ balbuceó el chico adoptando una actitud de infante

─¿Qué te pasa? Estás en preparatoria, no primaria─ ordenó la hermana ─Ahora cambia la cara─dijo pellizcándolo de la mejilla.

─¡Oye Layla! ¡Suéltame!─ sollozó el chico, de cuyos ojos chocolate estaban a punto de brotar lágrimas de dolor, puesto que su hermana a simple vista se veía gentil y calmada, en el fondo guardaba una fuerza sobrehumana.

Layla lo soltó, sólo por haber visto a cierta persona cruzar las puertas del edificio.

─Haru, ¡No te metas en líos! ¿Vale? ¡Nos vemos!─ alcanzó a decir antes de salir corriendo en encuentro de su novio.

El mencionado Haru, yacía sentado en el suelo. Revolvió sus cabellos rubios y tocó la zona de dónde provenía el dolor, mirando hacia donde había ido su hermana. Layla tenía un cuerpo envidiable, grandes ojos chocolate, y cabello rosa, el cual llegaba más debajo de los hombros.

Corrió al encuentro del joven, mirándole a los ojos y saludándole de un pasional beso.

─Tks… Y yo soy el niño de primaria─ comentó con odio mirándole de reojo ─¿Dónde estará el hermano idiota de Kazuma?─ dijo en voz alta.

─ ¿A quién mierda le llamas idiota, cabrón?─ vociferó un chico de su edad, plantándole un golpe en la nuca.

─¡Por supuesto que a ti! Cerebro de congelador─ respondió Haru propinándole un golpe

─¡Cierra la boca, Cerebro rostizado!─ el recién llegado iba a golpearlo de nuevo cuando miró hacia el otro extremo del patio, divisando a cierto chico pelirrojo.

─¡Eh, Sieghan!─ llamó, llamando la atención de aquel joven.

El mencionado se acercó no muy animado, mirándoles a ambos.

─¿Otra vez peleando?─ preguntó vacilante.

Los amigos-enemigos se miraron amenazadoramente y antes de decirse algo Sieghan se había retirado.

─Él no es de muchas palabras que digamos─ comentó Haru viéndolo alejarse.

─Ya sabes, es algo rarito. Pero nos conocemos desde que tenemos memoria, ¿no?─ dijo Keita.

─Sí, tienes razón. Por cierto, tengo hambre…─se quejó.

. . .

La ceremonia de bienvenida a los de primer año transcurrió normalmente, a su término, los estudiantes se dirigen a las aulas de clase.

Natsuki estaba algo nerviosa, su primera vez en esa escuela y no conocía a nadie. Ni sabía donde quedaba su aula, pero era muy tímida para preguntar. Decidió dirigirse hacia la azotea, así estaría más tranquila.

Subió las escaleras con paso calmado, pensando encontrar algo de paz en ése inmenso establecimiento.

Grave error, allí se encontraba un chico solitario. Le miró de lejos, él no se percató de su presencia.

Lo observó detenidamente y avanzó con cautela, tenía el cabello de un rojo hermoso, sus ojos, no se divisaban del todo, pero alcanzó a ver un verde oscuro, que le daba cierta belleza a todo su rostro. Sentado al borde de un banco, con una guitarra azul claro sobre sus piernas, mirando hacia el cielo. Sus labios articulaban palabras imperceptibles para el oído de la chica mientras con sus manos recorría las cuerdas de la guitarra, oyéndose una débil melodía, la cual cobró fuerza a medida que la chica avanzaba.

"I walk a lonely road
the only one that i have ever known
don't know were it goes
but it's home to me and i walk alone
I walk this empty street
on the boulevard of broken dreams
where the city sleeps
and i'm the only one and i walk alone
I walk alone, i walk alone
i walk alone an' i walk a…"

La chica se sonrió a sí misma al reconocer la canción y sin pensárselo dos veces se acercó cantando el estribillo de la tonada

"My shadow's the only one that walks beside me
my shallow hearts the only thing that's beating
sometimes i wish someone out there will find me
til then i walk alone"

Sin querer, ambos armonizaron sus voces, hasta que el chico terminó de tocar, para luego mirar lentamente a quien se encontraba a su lado.

─¿Qué estás haciendo?─ preguntó secamente.

─Y-Yo bueno… este… sólo vine por cas-sualidad─ comentó Natsuki más nerviosa de lo que se encontraba antes.

─Tks…─ el chico le miró de pies a cabeza, haciéndola sentir muy incómoda.

─¿Puedo… preguntar tu nombre?─ dijo mirándole avergonzada.

─Puedes, pero no es de tu incumbencia saberlo─ comentó algo molesto.

─¡Ah! Está… bien. Discúlpame por haberte causado molestias. A-Adiós─ la chica se sintió rara hablando con él, su actitud fría tenía algo inexplicable para ella, algo que jamás había sentido.

Sieghan se quedó pensando en lo sucedido, nunca alguien le había hablado por mucho tiempo, ni siquiera nadie se le acercaba, a excepción de Haru y Keita, pero ellos eran grandes excepciones. A él le gustaba estar en soledad, por eso su carácter frío.

Recapituló las facciones de la chica, tenía el cabello largo y un color extraño, negro y a la vez azulado. Ojos verdes como él, pero claros. Algo pequeña de estatura y pechos… ¡No! El no era un pervertido, jamás se fijaría en eso. Aunque… no estaban mal.

─Tks… Soy idiota─ se levantó y justo en ese momento se oyó el timbre de salida.