Hace muchos años, casi por accidente, viendo la TV abierta buscando algo remotamente parecido a Saint Seiya, animé que me definió de muchas formas, me encontré con Card Captor Sakura. Mucho de mí cambió entonces, y eso fue en mi temprana adolescencia, la serie y sus matices me siguieron por muchos años, y aun cuando me hice un adulto, la seguía disfrutando como la primera vez. Y casi veinte años después, siendo ya un hombre con estudios y jefe de familia, con un empleo de verdad y siendo que no me considero un otaku, nos anuncian que la serie continuaría, y mi niñez volvió.
Independientemente de lo que cada quien opine sobre la secuela (que en lo personal me pareció bastante mala), al menos a mí me dio inspiración. No es mi primer trabajo en este mundillo del fanfiction, a decir verdad hice uno bastante fumado hace muchos años sobre esta misma serie (el primero en mi haber a decir verdad), pero esta será la primera vez que haga un trabajo serio al respecto.
Pero no pretendo abrumarlos con mis pensamientos, vine a presentarles una historia y se las dejo a continuación, esperando la disfruten tanto como yo. Trataré de actualizar en la medida de las posibilidades de mi tiempo, y para quien me haya seguido de otro fandom, ¡gracias por volver a darme la oportunidad de dejarles una nueva historia! Si es la primera vez que me lees, bienvenido, espero que te guste, y si es así, házmelo saber a través de un review.
P. S.: Sólo como nota aclaratoria, nos ubicamos un par de años después de los eventos de "La Carta Sellada", y se consideran los eventos del arco "Clear Card".
Sin más, los dejo con la obra.
Gesta de la Hechicera y el Gaijin.
Prólogo.
Distrito de Tomoeda, prefectura de Tokio, Japón. Finales del otoño, en la actualidad.
Llegar al punto en que estaban los hizo hacerse la pregunta: ¿Era realmente necesaria esta confrontación?
El estar ante la incertidumbre, no necesariamente ante la muerte o la pérdida del ser amado, la hacía, al menos a ella, replantear su papel y la necesidad de estar en medio de todo ese conflicto en primer lugar. No era como si pudiera simplemente darle la espalda a todo, como si rechazar el compromiso que hizo con las cartas fuera una alternativa, así que de momento, la suerte estaba echada.
Él, por otro lado, sentía que su responsabilidad aumentaba a cada segundo mientras que la situación salía cada vez más de su control, y maldijo su propia debilidad y cuan mala había sido la elección de no confiar en ella.
Entre el remolino de colores azarosos y sonidos sin sentido, ella puede ver a su mejor amiga aferrarse con terror a su inseparable cámara de vídeo, y a su guardián, majestuosa bestia, gritando su nombre con impotencia.
Él mira con desdén al causante de su desgracia, que conserva un gesto estoico mientras su inseparable reloj de bolsillo se pulveriza; y a su mentor y amigo gastando en vano los conocimientos de sus dos vidas en tratar de detener lo inevitable.
Al final se miran. El esmeralda y el ópalo coinciden, y de alguna manera saben que su única esperanza está en mantenerse unidos a ese ser especial y amado, que aún hoy, después de tanto tiempo, no han logrado concretar que son ellos mismos el uno del otro.
Ella aferra su cetro con una mano y extiende la otra hacia él. Él aumenta la fuerza de la mano que sostiene su espada y extiende la otra hacia ella.
El vendaval amenaza con separarlos definitivamente y sólo un grito de guerra es lo que podría hacer posible que permanezcan juntos a pesar de todo, así que sin dudarlo, ambos lo profieren al unísono:
—¡Sakura!
—¡Xiao-Lang!
El milagro se da. Al menos parcialmente. Contra todo pronóstico, logran tomarse de la mano, lo que los alivia a ellos, pero consterna a sus amigos, que con incredulidad los ven desaparecer sin dejar huella junto con el espectáculo de luces en el que estaban inmersos.
El británico, agotado, es el primero en reaccionar. Apunta con ira su báculo solar hacia el responsable de su tragedia. El fuego consume el asfalto, los árboles y postes de luz, pero es tarde ya. Kaito se ha marchado. Como en una película Eriol grita su nombre, colérico. Tomoyo lo toma del brazo, tratando de calmarlo.
Ellos no están, no importa cuánto los buscaran sus amigos. La magia de tiempo es de lo más poderosa, pero también es impredecible y temperamental. El hechizo final pudo haberlos dejado en un eterno bucle temporal, pudo haberlos hecho envejecer hasta desaparecer, pudo haberlos llevado a otra época… es difícil saber.
El inglés tiembla de ira, pero más de miedo. Ningún desafío que él les hubiera hecho pasar los hubiera puesto en peligro de verdad, siempre eran riesgos calculados, a tal grado que no debía preocuparse por lastimarlos ni física ni emocionalmente. Ahora era diferente, porque no sabía si habían sido llevados a otro lugar o si simplemente habían dejado de existir ahí mismo, ante sus ojos. El miedo era por ellos, pero la ira era principalmente contra sí mismo. Debió haberlos entrenado mejor, debió prevenirlos y no sólo asumir que podrían hacerse cargo, desafiarlos para que conocieran el miedo de verdad, pero al menos de momento era tarde.
—¿Hiiragizawa…? ¿Qué ha pasado con ellos…?— Pregunta la otra jovencita luego de unos segundos de silencio, bajando la cámara como quien sabe que ha grabado un evento tan infame que nadie debería verlo de nuevo.
—¡Eriol! ¡Di algo! ¡Explica qué ha pasado!— Le increpa Cerberus, que de pronto le pareció más grande y amenazador que nunca.
—No lo sé—. Responde el hechicero al fin, derrotado, gesticulando dubitativamente. Cualquiera que lo hubiera conocido en esta vida o la anterior sabía que era una persona que nunca dudaba—. Pero aunque débil, puedo sentir la presencia de ambos todavía…
Después de eso, el silencio sepulta el templo Tsukimine, donde tuvo lugar el combate y su actual conclusión, a la luz de la luna del otoño.
Cuando todo termina, él escucha su nombre a la distancia, como en un sueño, mientras la obscuridad lentamente empieza a ceder. Siente un par de palmadas ligeras en las mejillas, y al abrir los ojos, siente que no pudo haber pedido algo mejor como primera imagen al despertar.
Sakura da un suspiro de alivio al verlo reaccionar, ella misma no tenía más de unos segundos de haber despertado, estaba adolorida y la cabeza le daba vueltas. Sonríe con precaución pues la aterraba la idea de enfrentar sola aquella extraña situación. En un impulso, lo estrecha entre sus brazos, él se deja hacer y corresponde a la delicada muestra de afecto con una igual.
—¿Estás herida? ¿Te hiciste daño?— Pregunta él en un susurro, mientras que el buscar una hipotética herida le sirve de pretexto para acariciar su espalda.
—Creo que no. ¿Y tú?
—Tampoco… ¿Qué fue lo que sucedió?
—No estoy segura… —Diciendo eso, hace un barrido visual alrededor de dónde están. En su mente hace un recuento: el templo Tsukimine, Eriol finalmente llega desde Europa, Yuna D. Kaito se revela como antagonista mostrando un poder hasta entonces desconocido para ellos, Tomoyo le confecciona un hermoso kimono, puesto que era noche de festival, Xiao-Lang viste uno también cortesía de ella, y no el nuevo traje.
Él muchacho hace un tipo de análisis diferente. El aire se siente extraño, el aroma es distinto, en parte porque su batalla se llevó a cabo en una fría noche de finales de otoño, y el color del cielo y el clima actual coinciden más con una muy cálida madrugada de verano.
Xiao-Lang había tenido una vida dedicada y rodeada de magia. Sus entonces catorce años de vida habían sido conjuros y artes marciales, además de educación adicional y una agenda demasiado rigurosa aún para un adulto. Sólo unos años atrás descubrió que la vida era algo más que eso, al encontrar guía en unos ojos verdes repletos de vida, una sonrisa contagiosa y una amabilidad que no parecía conocer límites, cualidades desconocidas para él que rivalizaban sólo con el inmenso potencial mágico de su dueña.
Sakura tuvo una niñez de felicidad a pesar de la tragedia. Huérfana de madre en su temprana infancia, tuvo la fortuna de una familia buena y amorosa a pesar de la ausencia, y una vida tranquila sin muchos sobresaltos. Luego descubrió sus capacidades mágicas, sin embargo no fue la magia por sí misma la que cambió su vida, sino la seria actitud de un rival en quién pudo admirar la determinación y la disciplina, los cautivadores contrastes de una personalidad tímida y huraña, pero valiente y confiable, y la cortesía de un caballero ante cuyos encantos no se pudo resistir.
Él fue el primero en admitir que su corazón no le pertenecía más, que era de ella. Ella no lo admitió antes, no por orgullo o vanidad, sino porque era despistada, y no pudo darse cuenta en primer lugar.
Y a pesar de estos catorce de edad en la vida de ambos, de una larga ausencia que jubilosamente pudieron remediar, de aventuras y desventuras juntos, de confesiones sinceras y dramáticas, con todo y eso, son sólo dos adolescentes… no hay experiencia en el amor romántico que los lleve por un camino claro de como actuar. Amor puro e inocente, gigantesco pero torpe, maravilloso y causante de una gran felicidad, pero abrumador.
Sakura buscaba en su móvil alguna pista, pero no había señal, el reloj digital de la pantalla seguía marcando unos minutos antes de la media noche.
—Esto está mal… —Susurra el chico luego de caminar unos pasos y deteniéndose abruptamente. El arco Torii ante él era tan revelador como confuso.
—¿Qué sucede? —Pregunta ella, a su lado.
Casi todo alrededor del arco es distinto a cómo lo recordaban, la calle asfaltada detrás de ellos ya no estaba, en su lugar había un largo camino de tierra y adoquines rústicos, y el desnivel antes cubierto de concreto era una colina desnuda y repleta de vegetación. Al fondo, el templo era apenas reconocible.
—Este lugar…
—Es el templo Tsukimine… pero… ¿cómo…?
La pregunta estaba sustentada en la simple lógica: Tomoeda es un suburbio muy cercano a la capital, en las noches puede verse a la distancia la Torre de Tokio siempre iluminada, sin embargo, mirando hacia donde dicho edificio debía estar, sólo era observable Venus, confirmando que el alba llegaría de un momento a otro.
No tuvieron posibilidad de reflexionar más. El azul profundo comenzó a dar paso al índigo que en pocos segundos se convertirían en el amanecer, más allá de eso, ocurrió algo realmente preocupante. La tierra se sacudió por sólo un momento, pero con la suficiente fuerza como para hacerlos agacharse mientras se tomaban de la mano, asustados. A no mucha distancia, el grito de guerreros volvió aún más desconcertante el cuadro, y una nube de humo iluminada por lo que parecía un gran incendio se hizo visible sobre la copa de los árboles no muy lejos de ellos, opacando la salida del sol.
Sin poder reponerse a la sorpresa, el ambiente se llenó de ruido de metal chocando y el silbido de saetas que cortaban el aire, cascos de caballo y olor a quemado. Había un conflicto armado, muy cercano a ellos, lo que sea que hubiera pasado los había llevado a uno de los peores lugares posibles: un campo de batalla.
Sakura se quedó clavada al piso, se aferró a su báculo mirando hacia donde el sonido le indicaba que era el origen de la pelea, irremediablemente comenzó a temblar y sus ojos se humedecieron.
Xiao-Lang sentía algo parecido, pero sumado a ello estaba la ira de verla temerosa y no poder darle al menos el consuelo de hacerla sentir segura. Con todo el aplomo que su incertidumbre le permitió, se puso delante de ella y empuñó su espada, expectante.
Prólogo.
Fin.
Y así comenzamos esta aventura. Espero que nos veamos muy pronto, y no se olviden de dejarme su opinión al respecto. ¡Saludos!
