Esta historia es de la autoría de Maloreiy, y su título original es Draco's Bad Day. Aun se encuentra en proceso de escritura en su versión original, así que pueden localizarla en su idioma original en mis favoritos. Yo solo me limito a traducirla para ustedes, porque me parece increíble.

Maloreiy personalmente ha autorizado esta traducción, pero cualquier duda que tengan, en caso de dominio del inglés, pueden dejárselo en el link de la historia original. Cualquier comentario o duda pueden dejarlos también en los reviews de esta traducción, los cuales traduciré con gusto para ella, en cuanto me sea posible.

La actualización de esta historia será cada dos semanas, aproximadamente, los martes, hasta terminar la traducción y/o hasta que termine la historia. Ya llevo la mitad traducida y sigo trabajando en el resto, así que estimo actualizaciones continuas. Cualquier cambio lo dejaré al final del capítulo siguiente, así como mis comentarios como traductora.

Creo que eso es todo. Denle una oportunidad a la historia, porque de verdad que vale la pena. Está narrada casi toda desde el punto de vista de Draco Malfoy.

Let's Go!

Draco's Bad Day (El mal día de Draco)

Capítulo I - En el que Draco está teniendo un mal día

Draco Malfoy está teniendo un mal día. No que todos sus días no estuviesen repletos del espectro de lo no deseable, pero lo que había comenzado en un nivel normal de desagrado rápidamente se degradó a una desprecialidad absoluta.

Sabía que estaba retrasado con su papeleo. Aun con métodos mágicos, parecía una tarea sin fin el llenar las interminables formas y reportes y archivarlos en los departamentos correspondientes. La alfombra roja de la burocracia del Ministerio nunca fallaba en traer a colación su bien conocida mueca de desagrado. El tener que pasar varias horas de su mañana escuchando el zumbido de una de las mascotas del ministerio, sobre la importancia de "cumplir a tiempo con las responsabilidades" solo funcionaba para que sus dedos se retorcieran en su varita, para lanzarle un hechizo ofensivo al imbécil santurrón (no uno ilegal, y ciertamente tampoco oscuro).

Luego de librarse de la indeseada e interminable lectura, infortunadamente terminó en una reuón de departamento de Aurores, donde tenía que escuchar uno de los famosos discursos de Potter, diseñado para motivar a las masas e inspirarlos a mayores niveles de eficiencia. Porque no era suficiente con salvar al Mundo Mágico una vez, el necesitaba hacerlo una y otra vez. Y joder, se tragaban el discurso. Todo el tiempo.

Draco era un buen Auror. Uno fantástico, de hecho, en honor a la verdad. Pero luego de varios años de lidiar con varios compañeros como si se tratara de una mala caja de grageas de bertie botts, se encontró siendo el único Auror autorizado para operar solo, y como tal, se encontró con una de las asignaciones más complicadas para una sola persona. Y por supuesto, tenía que lidiar con todo el papeleo resultante por sí mismo.

En algún punto, contrató una secretaria para que hiciera ese trabajo por él, y era bastante buena en su trabajo, además de atractiva. Pero Potter lo forzó a despedirla, sosteniendo que si él (Draco) quería tanto a alguien que hiciera el papeleo, bien podía alegremente soportar el tener a un compañero por más de una semana.

Por lo tanto, no secretaria. Montañas de papeleo. El tener que escuchar a Potter y pretender que estaba emocionado por otro año de riesgos sin agradecimientos. Y luego, luego, el Ministro de Magia, pensando (correctamente, de hecho) que Draco estaba planeando el saltarse otro Baile del Ministerio, tuvo el descaro de detenerlo en los pasillos e informarle, en un tono que no daba lugar a dudas, que su presencia sería requerida esa noche.

Encima de todo eso, incluso implicó que Draco necesitaba tomar cuidado en vestirse apropiadamente. De recordar el innecesario comentario, los labios de Draco se torcían en una mueca de desprecio. Como si fuese necesario recordarle a un Malfoy el vestirse apropiadamente para cualquier ocasión, y más si se trataba de un Baile!

Draco se sacudió las mangas de su túnica negra - hecha con la más cara seda de unicornio y tallada perfectamente para resaltar su figura en la mejor de las formas posible - mientras que buscaba un vaso de Whisky de Fuego. Enfáticamente evitó mirar a la muy bien vestida pareja que había ingresado en la habitación, sabiendo que, como siempre, todos los ojos se desviaban para verlos acercarse.

Ellos eran la Pareja Dorada del Mundo Mágico (confuso cuando tomabas en cuenta que ambos también formaban parte del Trío Dorado, aunque una vez eras Dorado, aparentemente no hay algo más con lo que puedas ser comparado), héroes de guerra, quienes enmarcaban graciosamente cada portada de cada revista gracias a su romance de película, nacido en la inocencia de la niñez, puesto a prueba bajo el fuego de la guerra, y ahora disfrutando el destello de un felices para siempre.

Draco resopló sobre su vaso de Whisky de Fuego, aun rechazando mirar en su dirección.

Ella era la razón por la cual su día había caído en las entrañas del infierno de un Mal Día. Trató de verla todo lo que le fue posible. No al punto de evitarla en medio de una sala, pero sí procurando tomar una ruta distinta si ella estaba caminando por un pasillo, o encontrando algo que hacer a última hora, que previniese que cruzaran caminos.

Cuando Draco se unió al programa de Aurores, luego de su exilio y de su período de prueba, no fue recibido de forma calurosa. Había demasiadas personas que aun creían que estaba trabajando para el lado oscuro, e incluso aquellos que no lo creían, eran incapaces de perdonar sus acciones (o la falta de ellas, en ocasiones) en la guerra. Pocos querían ser su compañero, y menos el número que querían ser sus amigos.

Draco Malfoy nunca había tenido amigos reales (los subordinados no contaban realmente), así que no sentía mucho esa falta.

Pero entonces ella empezó a hablarle.

Hermione Granger, heroína de guerra, la bruja más inteligente de su generación, y aparentemente una pionera. Cuando iba a visitar a Ron Weasley para almorzar, o resolviendo asuntos diarios de rutina en el Ministerio, a menudo se tomaba un momento para detenerse casualmente en el escritorio de Draco. Al principio sus comentarios y saludos infomales chocaban con silencio sepulcral de su parte.

Francamente, era lo mejor que podía hacer Draco, estimando que lo primero que se le ocurría era tanto ilegal como desagradable en el gobierno actual. Aun cuando ya no creía en las palabras con el fervor de su juventud (a veces se preguntaba si de verdad llegó a creerlas), sabía que pronunciarlas en voz alta desharía todo el trabajo duro que había realizado para lograr que lo aceptaran en la sociedad mágica actual.

Pero Granger, probablemente porque era la bruja más brillante de su generación, encontró temas que forzaban una respuesta de su parte, y antes de que se diera cuenta, se vio a sí mismo teniendo conversaciones con al menos un miembro del Trío Dorado. Usualmente en asuntos académicos que les habían gustado a ambos en la escuela, como política, o los beneficios y consecuencias de hechizos que no eran considerados ni blancos ni negros (esto después de una investigación particulamente larga sobre el uso, de Draco, de uno de esos hechizos, una investigación que absolvió honorablemente a Draco, por cierto). Hermione nunca hizo referencia a su pasado nada amistoso, y nunca le habló como si aún estuviera conectado con él. Draco encontró la ausencia de amargura, refrescante. Encontró su compañía refrescante.

No fue sorprendente cuando se encontró a sí mismo comprometiéndose en conversaciones casuales tanto con Potter como con Weasley. Más que todo Potter, quien se desvivía predicando sobre la nueva sociedad mágica haciendo espacio para todos los magos y brujas, independientemente de su nacimiento (que en cierta forma también aplicaba para Draco), y por lo tanto se sentía obligado a conversar con él. Weasley no conversaba mucho, y se contentaba con fulminarlo con la mirada; un sentimiento que Draco compartía pero no motraba, porque contrario a la comadreja maleducada, él por lo menos intentaba mostrar respeto por la compañía en la que se encontraba, evitando fruncir el ceño a la gente en público.

Una lección aprendida a la fuerza, cuando consideras la historia de Draco. Fruncir el ceño no te hace amigos. O te hace ganar guerras.

Seguía el camino de otro día terrible, de hecho, cuando se encontró cara a cara con la espantosa verdad que lo perseguía en noches como esta, con un Whisky de Fuego en la mano, y algún lado detrás de él, una Hermione resplandeciente del brazo de un Ron Weasley mimado.

Draco recién se había pasado el día ordenando el horroroso desastre que dejó atrás su más reciente ex compañero, alternándose entre maldecir lleno de ira y patear su papelera. Estaba listo para irse a casa y literalmente a punto de recoger sus cosas y largarse cuando Granger entró en su oficina. Miró a su escritorio, al asiento vacío frente a a él, su entrecejo fruncido, y su expresión se transformó en una sonrisa de lástima

"¿Así de terrible?" lucía un poco entretenida mientras decía esto.

A este día, él no sabía que le hacía hacerlo, pero su boca se abrio, y dejó salir una sarta de frustración e ira, como si fuesen amigos de verdad. Suponía que eso era lo que ella quería después de todo, pero nunca los había considerado como algo más que compañeros de trabajo. Hasta ese momento, parecía.

Nunca olvidaría - nunca podría olvidar - el momento en que ella se acercó y tocó su brazo - un gesto tan casual que usaba frecuentemente para consolar a otros, pero no a él, nunca antes a él. Cuando lo miró de frente, con una expresión sincera, él momentaneamente se perdió en la calidez de sus ojos chocolate. Sintió algo extraño en los alrededores de su corazón, que nadie creía que tuviese. Era cálido y brillante y poderoso, y después, cuando finalmente pudo ponerle una palabra, pensaría en ello como un anhelo.

Todo lo que sabía en ese punto era que el toque en su brazo parecía quemar su piel, y el olor de su cabello más cerca de lo que nunca había estado provocó un salto en su estómago, y que sus músculos se tensasen, y que su respiración se atorara en su garganta.

Draco casi ignoró lo que dijo ella, así de atrapado estaba en las abrumadora sensación de su presencia.

"Necesitas un igual, Malfoy. Lamento decirte que puede que nunca lo encuentres en el departamento, tal cual es. A veces opacas a otros, tienes que trabajar solo para hacer tu mejor trabajo. Otros solo te retrasarían" Luego sonrió hacia él, riendo como si compartieran una broma, y contra su voluntad, sin persarlo mucho, de hecho, él le devolvió la sonrisa.

No lo supo en ese momento, pero ese fue el último compañero que le provocó esa molestia. Luego de allí, rechazó todas las propuestas posteriores de compañeros, insistiendo en trabajar solo, hasta que Potter finalmente lo aprobó.

Pero esa noche se habría ido a su piso en el Londres Mágico (si es que se puede llamar a un apartamento del tamaño de una mansión, "piso"), y el pensamiento de que tuvo un buen día lo golpeó. Confuso, desde que recordaba claramente el haber tenido un mal día, retrocedió en sus pensamientos para ver cómo era posible que se sintiera ligero y feliz.

Cuando lo consiguió, soltó la botella de Whisky de Fuego hacia los mosaicos de la cocina, con la preocupante, demoledora sensación en los alrededores del mismo corazón que nadie creía que tenía, repentinamente haciéndole sentir claustrofóbico en la habitación. Cuando pudo respirar de nuevo, maldijo fluidamente por varios minutos. Ni siquiera se molestó en limpiar el desastre del Whisky de fuego en el suelo, sencillamente tomó otra botella y pasó las próximas horas en un estado de embriaguez que no pudo borrar la sensación de la mano de ella en su brazo.

Por varias semanas, Draco pensó que podía simplemente ignorarlo, o al menos pretender que no existía. Tenía las mismas conversaciones cortas con Granger cuando oscilaba en las oficinas de los Aurores, y no cambió nada de su rutina. Pero luego se encontró a sí mismo esperando a que apareciera por allí, y luego observándola mientras se iba. Sentía absurdos destellos de triunfo si lograba que ella se riera, al punto de llegar a molestarla un poco.

Y luego un día cualquiera ella caminó hacia su escritorio, con una gran sonrisa en su rostro, y el anhelo que sentía cada vez que ella le sonreía creció fuertemente y lo envolvió de manera tan ajustada que amenazó con ahogarlo. Sus dedos se retorcieron con el esfuerzo que hizo para no buscarla. Su estómago estaba hecho nudos, ni siquiera confiaba lo suficientemente en él como para hablar. Ella no lo notó porque estaba emocionada por la promoción que recientemente le habían dicho que obtendría. Ella sentía que finalmente todo su trabajo duro era reconocido, y en su emoción y nerviosismo nunca notó que las manos de Draco se aferraron a los brazos de su silla, sus ojos oscuro con el deseo de tener el derecho de encerrarla en un abrazo, y luego plantar un beso entusiasta en su boca sonriente - de la forma en que Ronald Weasley lo hacía cuando se acercó a felicitarla por las noticias.

De alguna forma, y él nunca supo como, logró sonreír, y un "Felicitaciones, lo mereces", antes de que Hermione fuese arrastrada hacia estridentes aclamaciones de felicidades.

Y en lo que todo el mundo se había ido, Draco se mantuvo sentado en su silla. Dejó caer su cabeza en el escritorio, y maldijo de nuevo. No alto. No ampliamente. Más bien en silencio, con verdadero sentimiento.

Eso fue hace un año. Y en ese momento, Draco había sido muy cauteloso en tratarla con la mayor de las corterías en los tiempos en los que era forzado a estar en su compañía. Que le asignaran su propia oficina implicaba que rara vez tenía que verla deambulando casualmente a través del piso de los Aurores. Podían pasar días e incluso semañas sin ver sus rizos de canela, de hecho él se engañaría pensando que ya no le importaba, y que era una ridícula idea que se había hecho en la cabeza en una noch de borrachera.

Pero luego la vería en los pasillos, o en una reunión, y su corazón latiría tan fuerte que estaba seguro que ella podía oírlo, y quería huir antes de que lo mirara y leyera la verdad en sus ojos. Nunca podría tenerla. Y nunca, nunca, podría permitir que otro supiera que la quería. No había perdón suficiente para el pecado del Mortífago Draco Malfoy deseando a la Chica Dorada Hermione Granger, futura esposa del amado Ron Weasley. El único pecado más grande sería desear a la esposa de Harry Potter, Ginny Weasley-Potter, una posibilidad que afortunadamente era tan remota como que se casara con un elfo doméstico.

Mientras desagradablemente repetía el mantra de que los Mortífagos no deseaban Sangre Sucias (en silencio, por supuesto, donde nadie pudiese escuchar su propia aversión), Draco bajó su vaso de Whisky de Fuego, sabiendo que ser incapaz de evitar el Baile significaba que tendría que enfrentar a Hermione Granger al menos una vez esa noche. Porque si la conocía, y le gustaba pensar que ciertamente la conocía más que el chiste de prometido que tenía, ella lograría alguna excusa para acercarse a él.

Brevemente pensó en cambiar de lugar durante la noche, haciendo difícil el acorrarlarlo, pero rápidamente desistió de la idea, sabiendo que si Granger quería encontrarlo, eso haría.

Fue a mitad de la noche, y Draco estaba más allá de ebrio, cuando sintió un golpeteo en su hombro, y ella se sentó en la silla a su lado.

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No hay notas de la autora al pie de página.

Notas Traducción:

1. Entiendo que la redacción del primer capítulo parece confusa. Pero arrancamos la historia en un Baile del Ministerio. El resto, son pensamientos al pasado por parte de Draco. Como narramos desde su punto de vista, la historia tiene este hilo narrativo. Cualquier pregunta, estoy a la orden en la zona de reviews. Como estamos estrenando historia, vamos al capítulo 2, desde ya =).

2. La autora original está trabajando arduamente en un movimiento pro feedback positivo a las historias publicadas en fanfiction. En términos sencillos, la idea es evitar comentarios negativos porque sí, distintos a los comentarios que promueven el crecimiento personal del autor. Mucha más información, en inglés, aquí (espacios dobles, por puntos): malreviews blogspot com/ p /the - s- movement html. Ella prefiere, particularmente, los comentarios constructivos (CRW). Traduciré para ella los que cumplan con este requisito (por un tema de respeto).

Un abrazo,

I.