Capítulo 1
Al ser un asesino creí que jamás sería capaz de sentir alguna clase de sentimiento hacia alguien, pero al parecer me equivoqué.
Aquel hombre que me salvó de caer en depravación, aquel hombre que me tendió la mano y me ofreció su ayuda cuando todos los demás me dieron la espalda, me demostró lo contrario.
Aquel candidato a Rey, que ha salvado a tanta gente de caer en lo mismo que yo, me demostró que soy capaz de querer a los demás y de confiar en ellos.
El día que él me salvó fue hace ya varios años, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Actualmente soy parte de los Ochos Generales de Sindria y la mano derecha de mi Rey y salvador, Sinbad. Admiro la forma en la que construyó este hermoso país en tan poco tiempo, lo hizo próspero y seguro para toda su población, la cual lo adora.
Los días por aquí transcurren con mucha paz y tranquilidad, atrás quedaron esos días en la compañía de comercio donde recorríamos el mundo buscando establecer nuevas alianzas y conquistar calabozos, para ser sincero los extraño un poco.
Sinbad al parecer también lo hace, le ha costado un poco acostumbrarse a su nueva vida como Rey de Sindria, aún es fanático de las aventuras y de ponerse en peligro. Es bueno que nos tenga a nosotros, sus contenedores domésticos para protegerlo y guiarlo.
Es la hora de la cena y los Ocho Generales nos sentamos en la misma mesa que el Rey, él parece algo preocupado, pero al estar rodeado de gente preferí no mencionar nada y así continuamos la cena con normalidad.
Al terminar de comer el Rey se retiró tan rápido que no tuve oportunidad de hablar con él. Decidí terminar algunos trabajos que tenía pendientes y charlar con él apenas tuviera la oportunidad, por lo tanto me dispuse a retirarme a mi oficina.
Ya han pasado unas horas, todos los demás trabajadores se han ido y mi trabajo está casi terminado, pero algo inesperado ocurre, alguien abre la puerta de golpe y de un salto me levanto de mi asiento. No pude disimular mi cara de sorpresa al ver que se trata de Sin, estaba bebido, tambaleándose y con un papel en la mano. Me acerqué hacia él para ayudarlo y terminó recostado en mi hombro izquierdo, tomé el papel que aún sostenía con fuerza y al leerlo me di cuenta del porqué de su estado.
Era una carta de Balbadd, la cual establecía que quería cortar toda relación comercial con Sindria. Sabía perfectamente que el anterior Rey de Balbadd fue el mentor de Sin y que sentía un gran aprecio por ese país por la misma razón, recibir esa carta de verdad debió dolerle mucho.
-Ja'far ¿qué debería hacer?- arrastraba las palabras. Sólo reaccioné para rodearlo con mis brazos y lentamente caímos sentados en el suelo de la habitación, podía sentir su suave respiración en mi cuello y eso me hacía estremecer. Nuestro abrazo cada vez se hacía más cercano, casi podía sentir como nos fundíamos el uno con el otro.
-Ja'far ¿qué haré?- podía sentir como su voz se quebraba y supe que debía darle una respuesta. En ese momento lo tomé por los hombros alejándolo de mí, cortando el profundo abrazo que nos unía y lo mire directamente a los ojos, dedicándole una sonrisa afable.
-Sin, tú has sido capaz de solucionar peores problemas, si hay alguien que puede hacerlo eres tú - acaricie su mejilla sonrojada por el alcohol - sea lo que sea que decidas siempre te apoyaré.
Pude ver como sus ojos se cristalizaron y la dificultad con la que pasó saliva por su garganta, empezó a ocultarse lentamente hasta quedar completamente apoyado en mi pecho. Comenzó a enlazar sus brazos alrededor de mi cintura con suavidad, como si fuera su bien más frágil en el mundo y soltó unas palabras con voz baja, como de alivio
-Ja'far, gracias - eso hizo estremecer cada parte de mi anatomía. Mi corazón se empezó a acelerar como si estuviera a la mitad de una matanza y mi cara comenzó a arder como si de una tortura se tratase
¿Desde cuándo comencé a sentir esta clase de cosas por Sin? La verdad no lo recuerdo, lo importante es que él jamás se entere, después de todo él es mi Rey y yo nada más que soy su fiel seguidor... Pero no sé cuánto más podré ocultarlo hasta que los fuertes latidos de mi corazón me delaten.
Luego de un tiempo de permanecer en esta posición sentí como la fuerza con la que me abrazaba Sin disminuía, se había dormido. Lo tomé en mis brazos y lo llevé a su habitación, lo acomodé con cuidado en la cama y lo arropé. Me quede observándolo dormir plácidamente por un tiempo y antes de retirarme a mi propia habitación, acerqué lentamente mi frente hasta que rozara con la de él. Dije unas palabras en voz muy baja, quería que más allá de sus oídos, mis palabras le llegaran a lo más profundo del alma y se quedaran ahí alojadas cual su hogar
-Mi tonto y presumido Rey, siempre estaré a tu lado - diciendo esto me retiré a mi habitación lentamente con un nudo en la garganta
Sinbad entreabrió los ojos mirando hacia la puerta que Ja'far recién había cerrado tras de sí y susurró para sí mismo, mientras una pequeña lágrima corría por el borde de su ojo hasta desaparecer.
-Ja'far, que te quedes a mi lado es lo único que necesito-
