Disclaimer: Nada es mío. Si Doctor Who y Sherlock fueran de mi propiedad Wholock, Johnlock, Pondlock y todos los pairings del universo ya serían canon.

Dónde debo estar.


—¡Aburrido! —gritó el detective por décima vez en lo que iba de tarde.

La muchacha pelirroja que estaba sentada al frente de él, lo miró por encima del libro que leía y suspiró, levantando uno de los mechones de cabello que caía por su rostro. Sherlock estaba así desde la mañana y ya habían intentado de todo: parches de nicotina, puzzles, dar una vuelta por Westminister, jugar Clue, etc.

—¿Ningún caso, Holmes? —preguntó la joven.

—Ninguno que sea de mi interés —respondió.

—Oh, ya veo —musitó Amy.

—¿Saldrás hoy? —inquirió el detective.

—No lo creo. El Doctor se ha tardado un poco…

—Ya van tres semanas, Amelia —comentó Holmes mientras se sentaba en el respaldo del sillón dónde se encontraba Amy—. Y para el Doctor, en su propia concepción de tiempo, son algo así como ¿dos minutos?

—Volverá, siempre lo hace —susurró, cerrando el libro y dejándolo a un costado—. Y ya te he dicho que no me llames Amelia, Sherly.

Holmes la miró por el rabillo del ojo, mientras que la joven iba a la cocina a preparar té.

Aquel día, peculiarmente, había estado aburrido. Todos los casos que llegaban a su página web no eran lo suficientemente complejos para que captaran el interés del detective. Y a eso sumémosle que John había estado fuera desde la mañana, ya que en la casa de Mary, su nueva novia, había una especie de reunión social dónde presentaban a John en sociedad.

Estupideces, pensó Sherlock.

Holmes se detuvo a observar a su nueva compañera. Las circunstancias en que se habían conocido, en sí, eran bastante extrañas. Pero en aquel mundo, dónde uno viaja por el tiempo y el espacio y el otro, resuelve crímenes (y lo más extraño es que le gusta hacer eso), las cosas extrañas resultan ser normales ante sus ojos.

—¿Quieres té? —preguntó la pelirroja desde la cocina.

—Café estaría bien para mi, Amelia —contestó.

—Negro, dos de azúcar ¿estoy en lo cierto?

El detective sonrió de medio lado. —Me impresiona tu habilidad de recordar algunas cosas, que para mí, son banales.

—Oh, ya sabes, no tendré tu habilidad de deducir a la gente por el color de la corbata o su mano, pero puedo recordar cosas, como por ejemplo que la tierra gira alrededor del sol —rio y miró a Holmes con una sonrisa.

—Ya te he dicho que aquello no es importante, Amelia —replicó molesto. Se levantó de su asiento y comenzó a caminar por la estancia.

Amy se acercó a Sherlock y lo abrazó por la espalda, el detective tomó sus manos y las entrelazó. La joven sonrió, apoyando su cabeza en la espalda de él.

—Sabes que muchas veces hablo y no pienso bien las cosas, Sherlock. Perdóname, ¿vale?

Holmes sonrió y se volteó a ver a la joven pelirroja. —Sabes que jamás podría enojarme contigo, Amelia Pond.

—Y tú sabes lo mismo, Sherlock —dijo la joven mirando los ojos verde-azulados del detective. Aquellos ojos que la hacían perder la cabeza la mayoría del tiempo y que, desde que había llegado a Baker Street, le habían entregado las dos semanas más gratas de su vida.

Amelia se empinó lo suficiente como para tocar suavemente sus labios con los del detective por un par de segundos, luego de eso, una sonrisa se asomó por su rostro.

Y Amy supo, que si el Doctor tardaba meses en volver, no le importaría en absoluto, Baker Street era dónde debía estar.


Yep, primer crossover que hago en mi vida y primer Wholock que escribo. Y definitivamente, amo este pairing con mi ser. Espero que les haya gustado, primera vez que escribo algo así (:

Cris.-