Por fin saldría de aquel lugar. Ya había pagado suficiente. Tenía muchas ganas de salir pero al mismo tiempo sentía pánico.
Su asistente social le había asegurado que aquella familia era fantástica, que con ellos estaría muy bien, pero pese a lo dicho por Anya sentía miedo. Aquella no era la primera vez que sería acogida por una familia, si se paraba a pensarlo aquella debía ser la sexta familia en la que estaría desde que sus padres fallecieron.
Hasta la fecha se había terminado escapando de todas las casas. De la última salió llevándose el coche. Aquello le había supuesto pasar los últimos dos años internada en un centro de menores.
Anya decía que en aquellos últimos años había dejado de ser una rebelde, ella no estaba del todo convencida. Lo que sí era cierto es que había aprendido que era mejor seguir la corriente a los adultos que revelarse contra ellos. El ser rebelde hasta la fecha sólo le había llevado a estar encerrada durante dos años. Ahora tenía claro que eso nunca volvería a pasar. Tan sólo tendría que esperar a alcanzar su mayoría de edad para poder ser libre.
Mientras recogía sus pertenencias recordaba los años vividos con sus padres. Nunca tuvieron lujos, sus padres eran unos simples trabajadores. El padre era taxista y la madre camarera, ella era hija única. Pero pese a todo en su casa nunca había faltado nada. Para sus padres lo más importante era su hija, por ella se desvivían y durante los nueve años que estuvieron juntos fue una hija maravillosa.
Todo cambio una noche, sus padres volvían de una reunión de la escuela, llovía a cantaros, era de noche y un conductor borracho embistió el taxi conducido por su padre.
De repente ella se transformó en una huérfana, en un número dentro del sistema.
De aquello habían pasado hacia ya siete años, ahora con dieciséis años sólo esperaba que Anya no se hubiera equivocado con la nueva familia.
No quería más problemas.
-¿Estás lista? - La voz de la asistente social le sacó de sus pensamientos.
-Sí – la joven miraba por última vez aquella habitación- podemos irnos.
-¿Estás nerviosa? –Ella tan solo asintió- Tranquila, te prometí que encontraría la familia perfecta para ti. Y ellos lo son. Les conozco desde hace años, son amigos.
Ambos llegaban al despacho del director del centro, allí les esperaban para terminar con el papeleo y que ambas partes por fin se conocieran. Anya llamó a la puerta y desde dentro una voz le indicó que podía entrar.
-Buenos días Anya, mientras llegabais se han firmado todos los documentos tan solo queda el ok de tu departamento. Llegó la hora de conocer a tu nueva familia. Espero que esta vez te sepas comportar, no quiero volver a verte por aquí.
-No lo hará señor – en la voz de la joven se notaba su total convencimiento.
-Eso espero muchacha, eso espero. Es tu última oportunidad. Recuérdalo antes de meterte en algún lío. Anya si quieres hacer los honores.
Al fondo de aquel despacho, sentados en el sofá se encontraba el matrimonio que se haría cargo de la joven, esperaban el momento de la presentación.
-Indra, Gustus, os presento a Alexandría – tanto ellos como la joven se acercaban hasta la mujer- Lexa ellos son Indra y Gustus Trikru, el matrimonio con el que vivirás a partir de hoy.
La joven dio un paso adelante y tendió la mano hacia el matrimonio-Encantada de conocerles señores Trikru.
-Muchacha, déjate de tanto formalismo – contestaba el hombre- Llámame Gustus, nada de señor.
-Y yo preferiría Indra – decía la mujer con una sonrisa en su rostro- Espero que seamos la familia que estás esperando.
-Bienvenido a la familia Trikru – decían ambos.
-Gracias, seguro que son más de lo que me haya imaginado – de entrada aquel matrimonio le había caído bien.
Mientras, Anya había terminado de dar el ok al acogimiento -Bueno familia, llegó la hora de salir de aquí.
-Anya, ¿puedo hablar un momento contigo?- Lexa se quedaba sin moverse esperando poder hablar con su asistente.
-Dime – Lexa observó como todos la miraban- Creo que lo que sea que quieres decirme ellos tienen derecho a escuchar.
-Mi nombre es Alexandría Woods, Lexa – Dijo levantando la cabeza con orgullo.
-Por supuesto, nadie cambiará tu apellido – Indra fue la primera en contestar- No te preocupes – Lexa sonrió al escuchar aquello.
Gustus pasó su mano por el hombro de Lexa y ambos se pusieron a caminar, mientras las mujeres se retrasaban unos pasos -Estoy histérica, espero no fallar- Iba diciéndole Indra a su amiga Anya.
-Tranquila, estoy totalmente convencida de que sois perfectos para ella. Y pese a lo que digan los informes, Lexa es una gran chica. Sólo que hasta la fecha no ha tenido buena suerte. Por cierto ¿cómo se lo ha tomado Lincoln?
-En principio bien. Está deseando conocer a la chica. Sólo preguntó si estábamos seguros de lo que íbamos a hacer. Cuando vio nuestra determinación lo aceptó. Dice que todo el mundo debe tener su oportunidad de ser feliz.
-Es una gran chica. Verás cómo se llevan bien. Ambos ganan con esto.
Unos pasos por delante Gustus y Lexa iban hablando-¿Te gusta el fútbol?
-Sí, cuando era pequeña solía ir con mis padres, bueno si se podía.
-Bien, en cuanto estés asentada iremos a un partido. A mi hijo y a mí nos apasiona.
-Sí señor – viendo la mueca hecha por el hombre el joven tuvo que rectificar- Eso sería genial Gustus.
-Eso está mucho mejor.
Anya se despidió de ellos en la puerta del centro, le prometió a Lexa llamar en unos días para ver como se estaba adaptando. De todas formas en un mes haría una visita a la casa para realizar una entrevista a todos los miembros.
El trayecto desde el centro hasta la vivienda de los Trikru lo realizaron en silencio, pese a los intentos del matrimonio, Lexa tan sólo contestaba con monosílabos. Así que el matrimonio no quiso presionar.
Gustus detuvo el coche frente a la casa. Todos bajaron del coche, el hombre abrió el maletero del mismo para sacar el equipaje de la joven, inmediatamente el guarida de seguridad se acercó hasta el vehículo para ayudar con el equipaje.
-Buenos días señores, yo me encargo de esto –decía el hombre tomando ya la bolsa.
-Gracias Tom, ¿sabes si mi hijo está en casa?
-Sí señora, llegó como hace treinta minutos. Dice que el examen le fue de maravilla. Es una suerte tener una hijo tan aplicado. Ojala los míos fueran así.
-No te quejes Tom, tus hijos son maravillosos, cierto que un poco vagos a la hora de estudiar, pero cada año terminan sacando el curso.
-Ya, pero no vea las luchas que tenemos con ellos. Que tengan buen día – dejaba la bolsa en el porche y regresaba a su garita de vigilancia.
-Bueno Lexa llegó la hora de entrar en tu nueva casa –sonreía mientras abría la puerta- Adelante, bienvenida a casa – Indra se hacía a un lado para que la joven entrase.
Lexa se quedaba parada en la entrada, los nervios por entrar a la que ya era su casa le estaban atenazando. Tomó aire y por fin entró. Indra le invitó a acompañarla mientras le enseñaba la vivienda. Deteniendo sus pasos frente a una puerta.
-Y bueno, esta es tu habitación. No teníamos muy claro tus gustos así que serás libre de decorarla como quieras.
Su habitación, entró en ella y dejó su bolsa sobre la cama. Recorrió con su vista aquella estancia. Tenía una cama de matrimonio, una mesa de estudio en la cual se encontraba un portátil, varias estanterías casi vacías esperando a ser llenadas, un armario, una pequeña terraza.
-Es perfecta gracias. Realmente es perfecta, hacia mucho que no tenía un dormitorio como éste – Lexa se giraba y abrazaba a la mujer.
Por primera vez desde que le había conocido Indra pudo ver una pequeña sonrisa dibujarse en el rostro de la joven.
-Me alegra que te haya gustado, pero como ya te he dicho la puedes poner a tu gusto. Pintar, posters, todas esas cosas que hacéis los jóvenes con vuestros cuartos. Bueno y ahora vamos a conocer a Lincoln. Creo que hoy está de buen humor, así que será más fácil –le comentaba guiñando un ojo.
La habitación de Lincoln era la contigua a la suya, ambas habitaciones compartían el baño. Aquello dejó pensando a Lexa que cada día sería una pequeña lucha por ver cuál de los dos entraba primero.
-Lin cariño, ya estamos aquí- El joven se encontraba de tumbado en la cama con un libro entre sus manos y los cascos del mp4 puestos –Lin , por dios esta chico terminará quedándose sordo – mientras se acercaba a la cama de su hijo.
-Joder mamá me has asustado – protestaba el joven al sentir la mano de su madre sobre su pierna.
-Ya, si no tuvieras la música a ese volumen nos habrías escuchado. Levántate que Lexa ya ha llegado. Y por cierto, cuida esa boca.
Tras escuchar aquello el joven giraba su cabeza esquivando el cuerpo de su madre para poder ver a la chica.
-Hola – decía mientras levantaba su mano en señal de saludo.
-Ey –contestaba Lexa de la misma forma.
Indra decidió dejar solas a los chicos -Bueno, en media hora estará lista la comida. ¿Vale? – decía mientras abandonaba la habitación de su hijo.
Lexa se paseaba mirándolo todo, se detenía frente a una de las estanterías repleta de libros. Nunca a lo largo de su vida había visto tantos libros juntos, tomó uno de ellos al azar.
-Buena elección – decía el joven a su lado- El extranjero es uno de mis favoritos. ¿Te gusta leer?
-Supongo que como a todo el mundo – contestaba encogiéndose de hombros.
-Ya, pues siento decirte que no a todo el mundo le gusta leer. Por cierto soy Lincoln, pero todos me llaman Lin o L.
-Sí claro, vaya modales los míos. Soy Lexa , Lexa Woods.
Lincoln le abrazó dejando un beso en la mejilla.
-Woods, bienvenida a la familia. No te importa lo de Woods ¿no? – preguntaba mientras dejaba ver su hermosa sonrisa.
-Para nada, me parece perfecto Trikru – ambos jóvenes sonreían.
