La ley del magnetismo
Disclaimer: Drama Total y sus personajes no me pertenecen. Son propiedad de sus respectivos creadores. Yo sólo escribo por diversión, sin ánimo de lucro.
Resumen: Los polos iguales se repelen. Los polos opuestos se atraen. Es simple magnetismo, no romanticismo. Y pese a la atracción, está muy segura de que ella y Max se repelen. O al menos ella lo hace. AU. Scax (Scarlett x Max)
Advertencias: Lime y lemon en los próximos capítulos. Lenguaje un poco fuerte. Por favor, si no te gusta o sí la pareja no es de tu agrado, no leas.
¡Mi segundo Scax! ¡Mi segundo fic en Drama Total! Espero que lo disfruten.
Prólogo
Durante las últimas semanas, entre trabajos en equipo en los cuales debía utilizar palabras simples por el escaso intelecto de sus compañeros, soportar a un enano intento de villano para conseguir el dinero con el que pagaba sus inventos malignos y la constante furia dentro de ella intensificándose para salir...
Bueno, había terminado sumamente estresada.
Suspiró pesadamente y se pellizcó el brazo, antes de que pudiera salirse de control en un espacio público. Definitivamente no debió ir ese día a la biblioteca.
Pero entonces una persona se colocó detrás de ella, pudo verlo por la sombra reflejada en la mesa frente a ella. Miró de reojo. Por simple deducción, no podía ser el idiota de Max. Se giró, y no encontró a nadie.
Al regresar a su posición original para terminar con el trabajo encontró que, ocupando el lugar a su lado, se encontraba aquel chico de personalidades múltiples llamado Mike. O Mal, como recientemente lo llamaban sus más allegados.
Mal le sonrió torcidamente, apoyando su codo en el respaldo de la silla de Scarlett para acercarse un poco más.
—Pareces algo tensa. —ronroneó, acercándola a él con su brazo. Pero Scarlett rodó los ojos e intentó mantener distancia. —Oh, por favor. A mi no me engañas.
Scarlett bufó, reservándose sus comentarios sobre el secreto que Mike guardaba y que tantos problemas le estaba creando con sus amigos. Pero Mal, esa personalidad descarada y perversa, colocó un pequeño frasco con un par de pastillas frente a ella.
—No estoy interesada en los fármacos con los que trabajas, Mal.
—Yo no opino lo mismo, Scarlett. Pero de todos modos, quédatelo. Estoy seguro que cuando te sientas tan ansiosa, al grado de dejar salir lo que tú también escondes, las tomarás.
Iba a responder con algún comentario mordaz que dejara en claro que ella no iba a mostrarse débil ante nada. ¿Perder su perfecta reputación como una inofensiva chica nerd sólo por unos calmantes? No, gracias.
—¡Asistente, ¿dónde estás?!
Pero cuando la voz de Max resonó en la silenciosa biblioteca, seguida del grito de la bibliotecaria para que guardara silencio, Scarlett tuvo que hacer gala de un inmenso auto-control para no tomar el frasco.
La sonrisa de Mal se ensanchó y rió cínicamente ante su cara de sufrimiento. Se levantó, con las manos en los bolsillos la miró con burla.
—Si quieres más, ya sabes dónde buscarme. Sé que la necesitarás.
Gruñó, más malhumorada que nunca. Y Max llegó, fulminando a Mal con la mirada.
—¡Oye, aléjate de mi asistente! ¡El mal no tiene tiempo para coqueteos!
Mal se rió de él y se retiró, ignorándolo descaramente. Max bufó, molesto y se cruzó de brazos. Se giró en dirección a la pelirroja para pedirle explicaciones, pero sólo la vio guardando un objeto pequeño en su bolso.
—¿Escondiendo algo a tu maestro del mal? ¡Así no llegarás a ser nadie, niña tonta!
La pelirroja se contuvo de darle un puñetazo en la cara y se tranquilizó para continuar con la actuación de siempre.
¡Eso ha sido todo por ahora! Espero que les haya gustado el prólogo.
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¡Saludos!
