Ver algunos comentarios alentándome a seguir la historia, los follows y favoritos me dieron la inspiración para comenzar el primer capítulo.

Tenía esta idea en la cabeza desde hace mucho tiempo pero no había tenido el tiempo suficiente para plasmarla como deseaba. Espero que continúen leyendo esta historia, tiene romance y drama, situada en medio de guerras y un mundo medieval c:

El aine Haruno de Uchiha: Lo sé, he puesto a Sasuke en una situación complicada cx pero con el tiempo su suerte ira mejorando, gracias por leer y comentar, espero y continúes leyendo.

yourdeathangel91: Lamento haber asesinado a Itachi de manera tan repentina, pero sin su muerte nada de eso se habría desencadenado: 3 Gracias por leer y comentar, ojala y sigas hasta el final de la historia c: cuídate.

Lilii: Gracias por leer y comentar: D creo que hay diferencias en el tema de matrimonio arreglado así como en la relación que tendrán estos dos p.m. Gracias por leer y comentar, espero y continúes en esta fantástica historia.

Sin más, me despido, ojala y el capítulo sea de su agrado lamento si es demasiado largo o corto, dependiendo el caso, no me gusta gastar 5000 palabras y no llegar a un punto fijo.

Disfruten la lectura, nos leemos luego, les mando un fuerte abrazo y cuídense.


Los personajes de Naruto así como el universo no son creaciones mías si no de Masashi Kishimoto.

Bane of emerald goddes.

Las campanas sonaban, inundando al pueblo con el sonoro tintineo, avisándoles la pérdida de un príncipe, el próximo heredero al trono. Aquella, no era la única pena con la cual debían cargar, hacia algunos meses que la mayoría de los reinos se proclamaron la guerra los unos contra los otros, incitando a los poblados que se encontraban fuera del conflicto a adentrarse en este.

El chico de cabellos negros se mantenía neutral. Recargaba todo su peso en la pared, cruzo sus brazos, otorgándole un aire de tranquilidad, a pesar de todo lo que sucedía a su alrededor. Comprendía a la perfección que su vida cambiaria en ese instante.

—Mi señor. — Llamo uno de los doctores que minutos antes se encargaba de detener la crisis de su hermano mayor. — Lamento informarle esto…pero el príncipe ha fallecido. — Mantenía una postura fría, no se rompería a llorar como niño pequeño sin consuelo. No dijo ninguna palabra, decidió dejarlas guardas, con paso firme se dirijo hacia la habitación donde podía escuchar los gritos desgarradores de su madre. Por un segundo, se posó en su cabeza la idea de salir huyendo de ahí, tal vez sería lo más prudente, alejarse antes de que todos los problemas lo rodearan.

—Hijo mío.— Llamo su madre, a pesar de todo el dolor que invadía su ser en ese momento intentaba conservar la calma.— Sé que no debería hablar sobre esto ahora que tu hermano se ha ido.— Las lágrimas resbalaban por su rostro, brotaban de sus ojos como fuente.— Pero debes conseguir una esposa.— Con la muerte de su padre y después la de su próximo sucesor, Sasuke era el último en la línea de sucesión, en el cual se depositaban todas las esperanzas.— No debes preocuparte, llegue a un acuerdo con una familia noble, cuando pase el funeral de tu hermano tendrás tiempo de conocerla.— En realidad no deseaba hacerlo, quería que todo regresara a la normalidad.— Su nombre es Haruno Sakura.

Continuara.

Capítulo I

Soy suya y él es mío.

Esca.

Los cálidos rayos del sol se adentraban por la ventana sin ninguna intromisión. Las flores de los árboles de cerezo dejaban de ser delicados botones, abriéndose para dejar relucir la bella flor en la cual se habían convertido.

La chica que miraba por la ventana, posaba sus ojos color esmeralda sobre el inmenso mar que le ofrecía su hogar. Aquel vestido ocultaba su desnudez, su cabello de color singular, llegaba hasta la cintura, ondulándose en las puntas. Por alguna extrañara razón, el mar le otorgaba una tranquilidad colosal, claro, solamente le gustaba avizorarlo por que la simple idea de pasar unos cuantos días sobre este, provocaba que sus jugos gástricos se removieran con brusquedad.

— ¡Sakura!— Escucho a su madre llamarla. — Sakura. — Llamo más tranquila al verla. — Han terminado de arreglar tu vestido. — Como la joven de alta cuna que era y como futura esposa de un rey debía utilizar las mejores telas. — Prepárate, el príncipe no debe tardar en llegar. — Debía admitir que la idea de convertirse en la esposa de un hombre que no conocía no era de su agrado. Lamentablemente la historia tradicional colocaba al varón como único protagonista, sin alterar el orden de la cadena "Dios padre" "Hijo rey", una relación filial donde la mujer estaba segregada. Para su mala suerte, como única hija y heredera del imperio Escasiano, Sakura quedaba en una posición delicada; Como emperatriz, la joven estaba obligada a conseguir un marido o mejor dicho, a ser ofrecida como carnada para atraer a un apto gobernante y colocarlo en el trono. Varios pretendientes se ofrecieron gustosamente. La princesa oji-verde era sumamente atractiva, sumándole a esto todo el poder que recaía en sus hombros. Nadie en su sano juicio sería capaz de rechazarla.

Sus doncellas no tardaron llegar para ayudarle a vestirse. La peli rosa miro atentamente el vestido, era lindo, constaba de un color lila, había una tela lisa debajo de la tela bordada, donde se apreciaban las figuras de las flores y ramas, llegando estas hasta una parte de su tórax, en las mangas también había bordados y parecía que no había tela alguna.

Las jóvenes se encargaron de dejar cada hebra de su cabello lisa y sedosa, realizaron dos trenzas algo complejas, simulando una tiara, dejando que los mechones restantes descendieran como cascada sobre su espalda.

—Luce muy bonita, mi señora. — Agrego una de las chicas, provocándole una sonrisa tímida a la peli rosa.

—Gracias. — Respondió Sakura. — Todo esto es posible por ustedes. — Era cierto, sin su ayuda, tal vez sería un desastre. Si ella tuviese la elección de elegir su guardarropa, andaría con los vestidos más sencillos alrededor del pasillo.

Mientras tanto en el castillo, la servidumbre corría de un lado a otro, preparando todo para que la reunión fuera un éxito, la próxima unión sería algo que el mundo nunca antes había visto, por lo cual, debía ser perfecto.

Sakura descendió hasta la sala principal del castillo. La chica era querida por cada una de las personas del lugar, su sencillez le había otorgado el cariño de su gente. Tomo una manzana, evitando no devorarla de un bocado, saboreo, cerrando los ojos como símbolo de su agrado.

—Sakura. — Llamo su madre. — El rey no tardará en llegar. — Musito, molesta, rezando a los dioses para no perder la razón en ese instante. Conocía el temperamento rebelde de su hija, preguntándoles constantemente a los dioses por que la castigaban con una princesa tan insensata e irresponsable como Sakura.

—Solo estoy comiendo una manzana. — Interrumpió. — Además ya estoy vestida ¿no es eso suficiente para ti, madre?— Le dedico una sonrisa triste. Su madre sabía que nunca podría ocultar a esa flor tan bella por siempre, algún día tendría que dejar su hogar. El momento no tardó en llegar. Los Uchiha no tardaron en encontrar a esa bella flor entre una tumultuosa multitud de ramas y naturaleza muerta. — No llores. — Espeto, acercándose lentamente a su madre y secando sus lágrimas. — Tal vez no sea de su agrado. — Recitó Sakura sonriente.

—No digas tonterías. — Agrego Mebuki. — Quiero que seas reina, naciste para serlo. Lloró porque te iras de mi lado. Pero este día tendría que llegar, tarde o temprano. — Seco sus lágrimas, aparentando que nada había pasado. — Sigamos con los preparativos. — Sakura no tuvo más opción que salir a los jardines, sus padres estaban decididos en concretar aquella unión. Le parecía absurdo ser sometida de tal manera. Ella era una leona vestida de seda.

Si las leyes universales fuesen justas con ella, Sakura ser la heredera de su padre y de Esca. Sin embargo, Mebuki Haruno le puso faldas, le enseño buenos modales y la hizo una damita cuando, a su vez, su desconocido prometido se entrenaba con la espada y se instruía para ser, algún día, el futuro señor de Esca. Sakura tendría que ser la buena esposa del rey, el problema aquí es que la peli-rosa no quería hacerle compañía al rey, sino ser ella el rey.

Irónicamente, Sakura nunca llegó a manifestar la injusticia de su posición a toda voz, sino que, más bien, utilizaría se condición de mujer de alta cuna para manejar a todos los de su entorno, haciendo gala de su temprana y bien desarrollada inteligencia.

Caminó lentamente por los senderos que la dirigían con cuidado hasta los bellos jardines del castillo. Se detuvo al avizorar a su padre sentado bajo el enorme árbol de cerezo por lo que optó en hacerle compañía, tal vez, el charlar con él, disiparía toda la intranquilidad en su interior.

—Mi bella flor. — Murmuro su padre.— Ven, toma asiento conmigo, el día es demasiado hermoso como para estar adentro.— Espeto Kisashi, percatándose de la seriedad en su bella hija, a veces se preguntaba el por qué los dioses le habían otorgado tanta belleza, la respuesta llego de la mano de un príncipe en busca de una reina.

—No quiero ser su reina. — Confeso Sakura, palabras que exaltaron a su padre, quien simplemente lo oculto para no alarmarla. — Solo quiero quedarme en casa. — Sus ojos esmeraldas se alzaron, buscando la mirada del hombre a quien admiraba profundamente, pidiendo a gritos un reconfortante abrazo.

—Mi dulce niña. — Acaricio su suave mejilla. — De vez en cuando es necesario realizar sacrificios. Esto era inevitable, tal vez el destino quiso que estuvieras unida al príncipe por una razón.— Sakura intentaba no derramar más lagrimas.— Alguien como tú no podría estar oculta aquí para siempre.— Deposito un tierno beso en su frente, animándole a tomar el coraje necesario para cumplir con su encomienda.—

—O—

La caravana del príncipe Uchiha se encontraba a menos de una hora de camino para llegar al castillo. Notaba que Esca tenía diferencias abismales con Salitrium, su reino, comenzando con el clima, la ciudad de era modesta pero prospera, situada en el borde del desierto, sus construcciones eran de madera. Defendida por un enorme y permanente ejército, rodeada de oasis y hermosos jardines con plantas exóticas. Salitrium era enorme, bulliciosa, se encontraba a horcajadas del rio Mais Grandeur, construida principalmente de ladrillos y adobe, resguardada por paredes triples, su característica más notable es su castillo de mármol, hogar de la familia Uchiha, el cual, llevaba generaciones enteras de pie.

El viaje se había provisto de todas las energías del Uchiha menor, Sasuke navegó durante tres días y cabalgó por otros tres días más, por lo que, no tenía más fuerzas para continuar, todo lo que hacía era por las suplicas de su madre, por el bien del reino, ya no era aquel niño temeroso, sino Uchiha Sasuke, el príncipe y rey prometido.

La hora de camino restante paso tan rápido como un suspiro. El cuerno de guerra resonó tres veces, avisando su llegada. Comenzó a cabalgar más rápido hasta llegar a la entrada, donde fue recibido por el ejército de la casa Haruno. El ahora rey, se tomó el tiempo necesario para contemplar la fortaleza de arriba hacia abajo, sintiéndose un poco temeroso.

Para ser sincero, la simple idea de imaginarse unido a una chica completamente desconocida le provocaba un terror inmenso. Las mujeres nunca fueron su prioridad. No negaría que a lo largo de su corta juventud conoció a lindas damas, pero ninguna que causara un impacto descomunal en el como para unirse de por vida. Como rey de Salitrium, el joven estaba obligado a conseguir una esposa. Un sinfín de candidatas fueron presentadas ante el consejo, el cual, había planteado una meticulosa lista de requisitos para conseguir a la reina ideal.

Su madre, Mikoto Uchiha, detuvo tal barbarie al posicionar a Sakura como su principal y única candidata, por ende, Sasuke tuvo que dirigirse a Esca para pactar adecuadamente la unión, tal como lo dictaminaban las costumbres de la princesa anónima.

Al adentrar en el castillo todo estaba preparado para la comodidad del rey. Poseía un gran ejército de sirvientes, quienes no tardaron en ajustarse a las órdenes del invitado de honor. Sasuke no estaba de humor para prolongar su visita en Esca, aun atravesaba un proceso de duelo y trataba de asimilar su posición como un omnipotente gobernante.

—Mi señor. — Hablo Kizashi con voz fuerte, haciendo acto de presencia en la sala para otorgarle el debido recibimiento al pelinegro. — Bienvenido sea a Esca, nos honra con su visita. — Sasuke realizo una reverencia en señal de respeto.

—Gracias por tan cálido recibimiento y por toda la atención. No me gustaría parecer osado, pero me sentiría más cómodo si pactáramos lo más rápido posible la unión, usted debe comprender que la posición de Salitrium en estas instancias es delicada, por lo tanto, el trono demanda mi presencia lo antes posible. — Dijo Sasuke, expresando su incomodidad, recibiendo como respuesta una cálida sonrisa. —

—Por supuesto que no es molestia, mi señor, nosotros nos ajustabas a sus exigencias. — El patriarca Haruno realizo un ademan con la mano, movilizando a todos los ahí presentes. — Mebuki, trae a Sakura a la sala, ella debe estar presente. — Dicho esto, el emperador y el rey se reunieron en la privacidad de una habitación. Kizashi contemplaba con cautela al azabache sin dejar pasar desapercibido el nerviosismo del chico.

Al otro lado de la habitación, Sakura escuchaba con cautela la conversación entre su padre y su prometido, desconociendo aun la apariencia del tan mencionado rey de Salitrium.

—La unión de Esca y Salitrium solo puede concebida con un matrimonio. Mi hija Sakura, será reina de Salitrium. No hay por qué retrasar más esta unión. Yo sé cómo vas a saber ganarte el amor de Sakura. Ella tiene un temperamento fuerte, pero un alma muy buena. —

La negociación del matrimonio se puso en pie. Ahí mismo, el Uchiha ofreció un generoso dote por su futura esposa, una aportación en dinero, joyas y otras cosas materiales, para garantizar la estabilidad económica. Pactado y cerrado el trato

—O—

El festín se llevó a cabo cuando los últimos rayos del sol se ocultaron detrás de las dunas del desierto.

—Sasuke de la casa Uchiha, heredero del trono de Salitrium, rey legítimo, protector del reino. — Presento uno de sus fieles soldados. Sakura lo miraba desde lejos, lo analizo, intento descifrarlo como si se tratase de un acertijo. Sus facciones eran finas, sus ojos negros evitando ser el reflejo de su alma, topándose con una frialdad enorme, tanto que erizaba su piel. Los padres de Sakura se acercaron, siguiendo las normas del protocolo.

—Sakura. — Llamo su madre. La joven se abrió paso entre la multitud, Sasuke deseaba verla. La busco, encontrándose con esos hermosos ojos color esmeralda, su cabello llamativo, con una delicada chica, facciones perfectas, era preciosa, no pudo evitar quedarse anonadado.

—Mi señor. — Realizo una reverencia. — Es un placer y honor ser elegida como su esposa. He escuchado historias sobre usted, creando una enorme admiración por su persona. — Un discurso hermoso, ensayado para llegar a la perfección.

—También he escuchado historias sobre usted, acerca de su belleza y sobre todo de sus ojos, Lady Sakura. — La peli rosa no deseaba alzar la mirada, todo su cuerpo temblaba, estaba poseída por los nervios.

—Espero ser de su agrado, mi señor.— Por supuesto que lo era, no podía quejarse sobre lo que tenía frente a él, con el tiempo, se daría cuenta si tendría las agallas suficientes para controlar todo un reino.

Sakura se vio obligada a partir aun sin conocer por completo a su prometido, poseyendo unas cuentas referencias en cuanto al chico. La despedida fue difícil pero necesaria, cuando Sakura arribara a Salitrium, seria sometida a una ceremonia de bienvenida algo arraigada.

Cuando arribó en tierras extranjeras, Sakura se inició rápidamente entre las costumbres de su nuevo hogar. La estructura para la solemnidad de intercambio, había sido construida precisamente en las fronteras del país. Debía decir adiós a su cortejo y dejar Esca atrás.

La peli-rosa fue despojada de sus antiguas pertenencia, era una costumbre que la novia no conservara nada de una corte extranjera, sometiéndola también a una prueba para comprobar que la prometida del rey estaba intacta y aún conservaba su inocencia.

Evidentemente aquello sería un largo camino.

—O—

Sakura comenzaba a sentir los nervios de la boda, pronto seria llamada reina, dejaría atrás su pasado, daba paso a una nueva vida llena de responsabilidades enormes, no solo debía preocuparse por ella, sino por su esposo y por el pueblo.

Le impresionaba la rapidez con la cual cambiaban las cosas. Su vida dio un giro de 360 grados, todo lo que alguna vez fue se quedaría enterrado en las profundidades de Esca, su ciudad de origen. Ya no le llamarían Haruno Sakura, ahora, recibiría títulos de gran magnitud y poder.

Casarse con un Uchiha se mantenía como un enorme privilegio.

—Mi señora. — Llamo una de sus doncellas. — Es momento de ayudarle con su vestido. — Miro esa hermosa prenda que luciría solo unos instantes, el momento perduraría en su memoria por siempre.

Luciría hermosa en ese lindo vestido color lila, se ajustaba perfectamente a su cuerpo, resaltando sus curvas, las cuales ocultaba debajo de holgados y sencillos vestidos. Resaltaba sus atributos, llevaba bordados con hilo de plata, lo que hacía del vestido algo más vistoso, no necesitaría utilizar accesorios, toda la atención se centraría en ella.

Ataron su cabello de manera compleja pero que hacía ver de su peinado algo sencillo y sin complicaciones.

Las campanas del templo mayor sonaban con fervor, avisando a todo el pueblo que el príncipe se casaría y minutos después se convertiría en rey.

Sakura lanzo un largo suspiro, debía ser fuerte para lo que le deparaba el destino. Descendió hacia el pequeño templo donde la familia Uchiha les rendía tributo a sus dioses. Estaba repleto de casas nobles, presenciaran el evento del año.

Sasuke esperaba, no tan paciente, sus piernas comenzaban a temblar pero aun así los nervios estuvieran acechándolo mantenía ese aspecto frio tan característico de él.

Debía admitir que tendría a un apuesto esposo, aquel día vestía una camisa de piel de topo, la cual se adhería a su piel, haciendo notoria su musculatura, el pantalón hacia juego con la parte superior y no podría abandonar sus botas de piel.

Alzo la mirada en busca de su futura esposa, verla de esa manera acelero un poco su corazón. No podía quejarse sobre la chica que caminaba lentamente hacia él.

Se colocó a su lado, embragándolo con el dulce aroma a lavanda que desprendía de su cuerpo. Ella, no se inmutaba a encararlo, mantenía su mirada color esmeralda fija en el suelo. No le presto importancia a sus sentimientos, solamente cumpliría con uno de sus tantos deberes con el reino.

—Estamos hoy reunidos, bajo la vista de los dioses para unir a dos almas por la eternidad. — Palabras drásticas, juramentos que nunca podrían deshacer. — Hoy, tengo la dicha de hacer de estas dos almas, una, de esta carne una sola. — Unió sus manos, el frio tacto de Sasuke provoco que un escalofrió recorriera la espalda de Sakura. — Desde este momento, recorrerán un camino, forjaran su destino, unidos hasta la eternidad. — El encargado de dirigir la ceremonia les dedico una sonrisa. Sasuke se mantenía estático, como si nada de eso le importara. — Digan sus palabras.-

Por un instante, por primera vez, sus miradas se cruzaron, liderarían con eso por el resto de sus vidas, ya no solamente eran una sola persona, ahora eran dos contra el mundo. No podían decirse que se amaban, eran unos desconocidos, solamente sabían cómo lucían físicamente, pero desconocían su pasado, su vida.

—Soy suyo/suya, y él/ella es mío/mía, desde este día hasta el fin de mis días. — Palabras con bastante significado, románticas, pactando de esa manera un juramento que nadie podría romper. Dijeron cada uno al mismo tiempo sin dejar de mirarse, una sensación extraña se apoderaba de ambos, desconocían aquellos sentimientos.

Todos aplaudieron, celebrando la unión de esos jóvenes que fueron lanzados como carne cruda a los lobos.

Sellarían su pacto con un beso, el mismo que Sasuke negó rotundamente al percatarse de la incomodidad de su ahora esposa. El matrimonio de Sasuke y Sakura era más un castigo que una bendición, pero gracias a ello, los dos conseguirían un puesto más privilegiado.

La ceremonia de coronación se llevó a cabo unos minutos después de celebrado el matrimonio.

Sasuke yacía sentado, mirando atentamente a sus súbditos, tal vez con un poco de desprecio, con esos orbes negros que no detonaban ningún brillo o sentimiento.

—Que los dioses le den la fuerza para soportar la carga, la sabiduría para gobernar con justicia, que iluminen su camino cuando se encuentre perdido. Yo, nombre a Sasuke de la casa Uchiha, como rey de Salitrium. — Coloco la corona bañada de oro con incrustaciones de rubíes sobre su cabeza, aplastando algunos de sus mechones negros. — ¡Que su reinado sea largo!—

— ¡Que su reinado sea largo!—Exclamaron todos los ahí presentes enuncio de devoción hacia su nuevo líder. Sakura también fue coronada, anunciándole al mundo su nueva posición social, dejando atrás a Haruno Sakura, abriéndole paso a Uchiha Sakura.

El hombre coloco una pequeña corona de diamantes negros, algunos de ellos formaban una flor. Sus padres la miraban, orgullosos, sabían que su hija nació para ser reina.

—O—

El panorama de la fiesta no cambio nada al de la ceremonia de coronación. Sasuke miraba a sus invitados, sentía que aquello era una completa tortura para su persona, en lo personal siempre sintió repugnancia hacia esos festejos donde las personas nobles besaban el trasero del rey con el propósito de ganarse su aprobación.

Realizo una seña para que uno de sus sirvientes vertiera más vino en su cáliz. Sakura no se movía de su lado, parecía una hermosa estatua de porcelana, de vez en cuando escuchaba como pequeños suspiros llenos de tristeza escapaban de sus labios.

Odiaba su posición en ese momento.

Algunas personas dejaban regalos para los reyes, deseándoles un exitoso matrimonio y un largo reinado.

—Su majestad. — Interrumpió un hombre de cabellos blancos y ojos oscuros, llevaba la mitad de su rostro oculto bajo una máscara. — Relatos y canciones sobre Salitrium. —

—Gracias. — Respondió con cortesía. — Me serán de gran ayuda. — Le dedico una tierna sonrisa. Sasuke intentaba encontrar algún defecto en ella, lo perfecto le provocaba pavor.

No cruzaban palabras, solo miradas, caricias accidentales y de vez en cuando tímidas.

Sakura no dejaba de pensar en la hora de la consumación del matrimonio, ya no dormiría sola, ahora estaría acompañada de Sasuke, su marido de ahora en adelante.

—Tengo un obsequio para ti. — Interrumpió Sasuke, le ayudo a ponerse de pie, caminar con un vestido bastante ajustado resultaba incómodo y difícil. Tomo su suave y delicada mano, colocando un hermoso anillo de plata, con incrustaciones de esmeraldas y diamantes negros.

—Gran-gracias. — Respondió, con un notorio sonrojo en sus mejillas.

Pasaron unos cuantos minutos, el momento que tanto deseaba evitar había llegado, la consumación del matrimonio estaba frente a sus narices.

Ambos caminaron hacia su nueva habitación, amplia, decorada con los lujos que se merecía el rey. Sasuke se encamino a la pequeña mesa donde las uvas y el vino atraían su atención.

— ¿Eso es sabio, mi señor?— Pregunto la peli rosa con educación, con el debido respeto que se merecía su esposo y rey.

—Sasuke. — Interrumpió. Odiaría ser tratado de esa manera toda su vida. — Sasuke, Sakura. — Dijo con voz fría, sin mirarla.

— ¿Eso es sabio, Sasuke?— Pregunto de nueva cuenta, apreciando como bebía con desesperación aquel licor endulzado con especias.

—Por el momento lo es. — Mantenían una charla a mas halla de los títulos, sería un record de ahora en adelante. — Como sabes, nuestro matrimonio debe ser consumado. — aquellos ojos negros logran hacerla temblar, sentirse nerviosa, intimidada ante su presencia. Sin pensarlo, desabotono el vestido, Sasuke la miraba, expectante, su piel suave, sus curvas, deseaba poseerla en ese instante.

Algunas lágrimas humedecían el rostro de la peli rosa, no deseaba hacer eso, era una obligación que no quería cumplir.

—Detente. — Su voz tan fuerte como el hierro resonó en toda la habitación, ordenando. Sakura lo miro, en sus ojos solo podía descifrar la tristeza y confusión. Dejo caer algunas de sus prendas, sus pectorales se mostraban sin descaro alguno. Sin más preámbulos se recostó, marcando su territorio, el lugar que ocuparía en esa cama.

Sakura no tardó en hacerlo, mantenía la distancia que le era posiblemente humana, la incomodidad y tensión reinaban en la habitación.

Experimentaban sensaciones nuevas, ambos necesitaban tiempo para adaptarse a las situaciones, todo había pasado de manera rápida, tan rápida que no tuvieron tiempo de procesarlo.

—Algún día tendremos que hacerlo. — Murmuro Sasuke, las palabras del pelinegro estremecían a Sakura.

— ¿Y si nunca quiero hacerlo?— Pregunto Sakura de manera inconsciente, una oración que escapo de sus labios.

—Hn. — Respondió el Uchiha.

Los deberes de Sakura habían cambiado por completo, seria llamada reina, como la esposa de un rey tendría que apoyarlo, ser un pilar fuerte para su marido, traer al mundo pequeños príncipes y princesas, los futuros herederos al trono de Salitrium.

Sasuke deseaba vivir en otro lugar, desprenderse de todo lo que le hacía sufrir, no hacía un mes que su padre y hermano lo habían abandonado, dejando esa pesada carga sobre sus hombros, quería alejarse de todo ese infierno.

Los dos solo acataban las órdenes. Con su matrimonio no solo se unían dos almas sino dos casas, un ejército. Tarde o temprano, Sasuke también acudiría al campo de batalla para alentar a sus hombres, poner en alto el apellido Uchiha, demostrar que no serían un enemigo fácil.

Y tal vez en ese tiempo, Sakura sentiría un poco de afecto hacia él, las cosas habrían cambiado entre ellos, a lo mejor se necesitarían tanto el uno al otro que les sería difícil separarse. Faltaba demasiado para que ese día llegara.

El rio llevaría su propio curso, ellos forjarían su propio camino, construirían su reacción ladrillo a ladrillo, hasta hacer de ese llano vacío un hermoso castillo.

Pero por ahora solo eran Uchiha Sasuke y Uchiha Sakura, completos desconocidos, enemigos que dormían uno a lado del otro.

Continuara