Una historia en la que están presente dos princesas, una de ellas es la heredera al trono pero, la otra no sabe cuan importante es en esta historia. (los personajes de kannazuki no miko no me pertenecen, pertenece al grupo Kaishaku)

The princess

Capitulo 1: Comienzo

Noto calidez en mi rostro, abro los ojos y diviso como los rayos de sol entra en mi ventana, al no tener cortinas ni cristal, fue demasiado fácil para ellos llegar a iluminar mi cuerpo, el cual estaba tapado por una simple y fina manta de lana. Me levanto asta la mitad de mi cuerpo quedándome sentada en el frio suelo. Intento recordar lo que paso anoche pero, no consigo recordar nada. Un fuerte dolor en mi sien me hizo llevar la mano a mi cabeza y quejarme del dolor. Al tocar mi frente note que tenia una venda, esto me pareció extraño y, preocupada, me levante del suelo malamente quejándome de mi mala noche, maldiciendo al canalla que me había hecho esto. Me acerque a la mesa que estaba en medio de la habitación y cogí mi espada para verme reflejada en el filo, contemplando como de mal estaba mi cuerpo. Cuando contemple mi cara, quede congelada, no me podía creer que estuviera así de mal.

-Madre mía- fue lo único que pude decir.

Tenia un ojo morado ligeramente hinchado, el labio inferior rasgado, tenia dos pequeñas heridas que parecían cortes, tal vez por un cristal. Una estaba en la nariz, justo por donde se une con el entrecejo, y la otra estaba en mi pómulo derecho. Por ultimo estaba la venda en mi cabeza. Pude comprobar que estaba un poco manchada de sangre, con lo que deduje que alguien me había golpeado pero, ¿quien? ¿Y por qué?

La cabeza me daba tantas vueltas que no podía pensar.

-Definitivamente ayer no fue mi día.- dije y en ese momento, llamaron a la puerta.

-Adelante- contesté a su llamado para comunicarle a la persona que estuviera al otro lado que le daba permiso para entrar.

-Con permiso- contestó y pude adivinar de que se trataba de mi fiel compañero.

-Buenos días Shun, que raro que me vengas a despertarme tu, normalmente lo hace tu hermana.-le alegué haciéndole saber que me extrañaba que fuera él y no mi amiga.

-Lo siento ella sigue durmiendo. Anoche le diste un buen espectáculo y, por como acabaste, se quedó cuidándote toda la noche asta que la lleve a su cama.- me dijo con un tono de broma y un toque de razón en sus palabras.

-Lo siento, pero vas a tener que contarme lo que me pasó anoche, por que no recuerdo nada.-le respondí al mismo tiempo que señalaba con mi dedo índice la venda en mi cabeza. Me estaba empezando a preocupar por lo que haya podido hacer anoche, fuera lo que fuera, lo único que tengo de recuerdo son estas heridas y moratones que, creo que tardarán un tiempo en curarse.

-¡Jajajajajajaja, como siempre!- dijo entre carcajadas.

-¿De qué te ríes?- le conteste con un tono serio. Yo en verdad no entendía tanta gracia.

¡Jajajajajaja, pues me rio porque nunca te acuerdas de cuando te dan una buena paliza! ¡Jajajajaja peleaste tan mal que pensé que no lo contabas!-seguía riéndose a mi costa. Al parecer esto le hacia mucha gracia.

-¿Tan mal lo hice?- pregunte levantando una ceja y haciendo una mueca en mi rostro.

-Hombre, al principio te desenvolviste bien, tus golpes eran directos y secos, pero jejeje, fue ver como te estampaban una jarra en la cabeza y ahí, jajajajaja ahí es cuando parecías un pato mareado! Jajajajajaja ¡Todos los golpes que dabas iban al aire y los otros te seguían golpeando sin que pudieras hacer gran cosa!

-…mmm, ya veo- le respondí ya enfadada.

-¡Pero espera! Aun hay más, cuando ya ni te dabas sostenida por ti misma de pie, uno de ellos te remató con el golpe de gracia. ¡Un sillazo en toda la espalda¡ jjajajajajajajaja, eso provocó que te tambalearas y te intentaras sujetarte en la mesa mas cercana e, intentándote levantar dijiste "eso es lo único que tienen", pero no te diste cuenta que te balanceabas mas y, la mesa termino cayendo encima tuya jajajaja!-me termino de contar una historia que prefiero seguir sin recordar. Si tan mal lo hice, doy gracias porque me hubieran sacado mis compañeros de ahí inconsciente, no podría con la vergüenza.

- Jajajajajajaj- Shun seguía con sus carcajadas.

-¡Ya vale, deja ya de reírte!- le dije totalmente avergonzada, lo que sirvió para que parará.

-Vale, vale, lo siento- dijo secándose las lágrimas- No quisiera que me dijeras lo mismo que le dijiste a los tipos de ayer jajaja!-me respondió en broma, pero yo me lo tome peor.

-¡Cállate!- le pegué en todo el hombro para que se callara. Lo que hizo que parte del dolor que tendría que haber recibido solo él, también lo recibí yo.

-Auh! Vale tranquila no te enfades-dijo con una sonrisa. En verdad este chico era fuerte. Lo conozco lo suficiente como para saberlo pero, aun así, no deja de sorprenderme. Aun pegándole con todas mis fuerzas, no se inmuto, ni siquiera una mueca. Ese tipo de golpe, normalmente es capaz de dejar K.O. a cualquiera que se atreva a meterse conmigo.-Vamos a desayunar, seguro que María y Jaril ya se levantaron y están fuera esperándonos.-me remató de decir para que me relajara más. A lo que yo respondí afirmativamente pero, continuando con mi cara de enfado, aunque esta, ya iba amainando.

LA PRINCESA

-¿Quién es usted?¿Por qué está en mis aposentos?-pregunte confundida y furiosa. No sabia quien demonios era, ni que estaba haciendo en mi habitación pero, lo que más me molesta de todo es que, aquella persona no me estaba mirando, ni siquiera cuando le di a entender que ya estaba despierta.

-¿Oiga? ¡Le estoy hablando!-le volví a gritar levantándome de mi cama y acercándome al individuo que estaba delante mía. Me quede como a 5 metros de distancia de él y me propuse a esperar pacientemente su respuesta. Pero, no me contesto, solo pude ver una capa que le cubría de pies a cabeza. Cuando ya pensaba que no me iba a contestar, se dio media vuelta y pude ver su rostro. Me quede helada al darme cuenta que era una mujer la que estaba en mi habitación. Pero no me quede helada por eso, sino porque era la mujer mas bella que había visto en mi vida. Tenia unos ojos tan profundos como el mismo océano, pero tan claros como el más brillante de los zafiros. Su piel era tan blanca como el brillo de la Luna. Su pelo era de un negro intenso, tan intenso como el azabache. Sus proporciones eran perfectas y, pude notar que era mas alta que yo.

Me quede quieta, en mi sitio sin moverme, porque, en verdad no podía. Su mirada me petrifico. Las ganas de saber quien era el individuo que estaba delante de mi, las ganas que tenia que se fuera de mi habitación, las ganas que tenia de amenazarlo con que podría avisar a la guardia real y echarlo a patadas del castillo… Todas esas ganas se esfumaron en cuanto aprecie su rostro, ese rostro que se acercaba más y más a mi. En cuanto la tuve a unos centímetros de mi, ella seguía sin decir una palabra y yo, a decir verdad, tampoco dije nada. No podía. No con esos ojos mirándome y transmitiéndome un sentimiento frio y serio, sin ningún rastro de calidez. Parecía como si yo le hubiera echo daño alguna vez, y no me acordara de qué. No me di cuenta de que la tenia pegada al oído asta que note su aliento en él.

-Vos no os acordáis de mi pero, ya os acordareis. Porque soy más importante para vos de lo que podáis imaginar.-me dijo en un susurro que me heló todavía más.

¿Quién era? ¿Acaso la conocía? ¿Le habré hecho algo de lo que me tenga que disculpar? Y si nos conocíamos… ¿de qué?. Fueron tantas las preguntas que formulé en ese momento, que no me enteré de que se había ido…

-Princesa despertaos, ya es hora. –decía la sirvienta, mientras me zarandeaba de un lado a otro.

-mmm- me quejé mientras me arropaba aun más con las sabanas. Pasaron unos segundos asta que pude darme cuenta de que se trataba de un sueño.

-Venga señorita, despiértese. No querrá llegar tarde al desayuno con su padre.- me dijo la sirvienta recordándome que hoy es un día especial. Debido a que muy pocas veces está mi padre en el castillo familiar del reino. Siempre estaba muy ocupado con asuntos diversos como resolver revueltas y protestas de los aldeanos, firmar tratados de paz con reinos vecinos, planificar encuentros con otros nobles del reino, ayudar y suministrar sustento al ejercito y al pueblo… Debido a todo eso mi madre y yo, no tenemos el privilegio de desayunar con él todos los días. A excepción de estos tres días.

-De acuerdo, de acuerdo. Ya me levanto- le dije a la sirvienta que no pararía asta que me viese levantada, aseada, vestida y peinada correctamente.

-Muy bien, el baño está listo, cuando guste podemos ir.- me respondió y, nada mas me lo dijo ya me estaba acercando al baño para darme una corta ducha. No sin que, detrás mía, estuviera mi sirvienta.

Al terminar, salí de la enorme bañera y la sirvienta fue la que se encargo de secarme todo el cuerpo y también mi cabello. Con solo una toalla atada a mi cuerpo, nos dirigimos al vestidor, donde me esperaba un precioso vestido. Era un vestido largo con una falda apompada y con capas, como los de vestidos de novia, un escote dama de honor en el que tenia una rosa roja en un lateral, era blanco y rosa pastel, se ceñía a la cintura y dejaba expuesto mis hombros que, con el color de mi piel, quedaba bastante bien. Normalmente solo me pondría este tipo de vestidos en acontecimientos especiales pero, como este es uno, no vi porque no. Además, me sienta muy bien. Unos zapatos con un poco de tacón fueron los que elegí. Eran de un color rosa pero mucho mas fuerte que el color del vestido, eran fucsia.

Terminado el asunto de la vestimenta, ahora era el turno del cabello. Esta vez iba a ser muy simple, recogido haciendo un moño y con dos mechas de pelo a ambos lados de mi cara.

Ahora si estaba lista. Recogí delicadamente mi falda y me dispuse a andar asta la entrada de mi habitación para, a continuación pasar por el enorme pasillo, bajar por las escaleras e ir al comedor. Antes de salir, mi sirvienta personal me llamo.

-Princesa, Princesa.- me dijo repetitivamente. Al parecer estaba nerviosa.

-¿Si?- le respondí con mi mejor sonrisa. Eso la tranquilizó y pudo responderme tranquila.

-Que tenga un buen día- dijo con una sonrisa y haciendo una reverencia.

-Muchas gracias- le respondí agradecida. Pasé por la puerta de mi habitación y me encontraba andando por el largo pasillo que tenia el castillo. Claro que tenia más pasillos pero, este en concreto, era el más largo. En ese momento, solo se me pasó por la cabeza una cosa. No era el ansioso reencuentro con mi padre, no era la felicidad que sentía al tener por fin, después de tanto tiempo a toda la familia reunida, no era los nervios que sentía al pensar en que pasaría si me tropiezo nada mas entrar al comedor o la vergüenza que sentiría si ve vieran los guardias reales de esa forma tan torpe. No era ninguna de esas cosas, mas bien, lo que pasó por mi cabeza en ese mismo instante en el que salí de mi habitación y observé el cielo desde el gran ventanal del pasillo era… Ese extraño sueño, esa extraña mujer y esa extraña atmósfera que me transmitió cuando me habló. Ese sentimiento de familiaridad y cariño, no eran algo normal de mi parte que lo sintiera hacia una persona que no conozca. Esa mirada… ¡Dios esa mirada tan fría como el hielo solo me pudo transmitir eso!, frialdad… Aun que, pienso que, debajo de esa mirada fría, no se encuentra un corazón helado, sino un enorme y cálido corazón… estoy segura. Otra vez me sorprendí de mi misma al darme cuenta de lo que estaba pensando sobre una persona que ni siquiera es real. Pero… no podía evitarlo.

-¿Quién eres chica encapuchada y por qué debería conocerte?- me formulé esa pregunta en voz alta mientras miraba el enorme ventanal- Espero encontrar esas respuestas algún día…