Nota de autora: Hola a todos, bueno que puedo decir?, son las cuatro de la mañana y se me ocurrio esto, tal vez me arrepienta mañana y lo borre, pero ustedes diran, si vale la pena o no. Muchas gracias a tod s!

Hermione

Ella era una muchacha de calles andadas, de noches sin luna, con una mirada única que podía el tiempo detener. Piel de seda dorada, ojos calientes de caramelo y un cabello tan largo como su vanidad revuelto en cascadas de risos chocolate que jamás terminaban de caer. Mestiza ardiente, de lengua libre, una gata valiente en piel de león.

Su cuerpo se cubría con seda roja y negra para el vicio de las noches en el burdel de la melancolía y la perdición, jugando como niña ingenua al escondite con la muerte. Su nombre de dominio popular entre los hombres que disfrutaban las lenguas de caramelo.

Monedas caían en cantidad, resbalando por sus dedos de desenfreno, al igual que los besos en su boca pecadora, perdiendo la cuenta cada noche despertando en montañas de oro. No le importaban las flores, perfumes o joyas, ella tenía hambre de más. Había lujuria en sus pupilas hambrientas por hombres maduros, pero sabía muy bien que enamorarse más de la cuenta era mala inversión.

Había sido golpeada, maltratada, descuidada como un muelle abandonado, un pasado desafortunado marcando su triste futuro, andando calles descalza, volcando en bares y bailes de caño su agonía y dolor.

La puerta sonó y de una oscura rendija una vieja mal pintada asomo el rostro como única premonición del deber.

Él lo había perdido todo, más no la lujuria que lucía con su túnica de raso negro. En sus ojos había fuego por una flor marchita a manos del rufián que al mundo azotaba, mas no importaba esa noche, si con un trago y una morena podía olvidar.

Pájaro de mal agüero, un cuervo solitario, amargado y mordaz que vivía escondido del mundo y sus vanidades, él era un cuerpo desnudo abrazado al farol del dolor, amarrado a la culpa de haber perdido su vida, su amada, su todo y su nada… Lily… Lily.

Sus ojos y su cabello tan negros como el más oscuro de los pecados. Sus manos expertas en brebajes he infusiones, de día para sanar, de noche para matar. Peón de ajedrez, mitad blanco, mitad negro, nublando su mira al futuro. Jamás amado, siempre odiado, cansado de andar se aventuró en un bar tentando al des virtuoso destino.

La miro desde un oscuro rincón de promesas falsas y mentiras baratas, valiéndose de su falta de lucidez se acercó, compartiendo miradas penetrantes pidió intercambiar con ella más que vanas palabras. Ella predispuesta sonrió y dijo: - Hermione Granger.- Con ansias beso su mano en un efímero y grotesco gesto de caballerosidad que no deseaba tener. - Severus Snape.- Contesto.