Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia.
Capítulo 1
La noche era cálida en aquel punto remoto en China, a esa hora todo estaba silencioso en la academia de Kung Fu, sólo se escuchaba el sonido de los grillos en aquel paraje rural. Altais se sentó de rodillas frente a la mesa baja de su habitación, extendió un pergamino ante él y mojó la pluma en el tintero para comenzar a escribir esa carta que había dicho a Leyna que le mandaría y que ya había demorado bastante. Se quedó un momento pensativo, miró al ave que se había conseguido para el espaciado correo con su padre, en el que más bien había insistido su madre que dos veranos atrás había acabado nerviosa por la falta de conocimiento sobre el bienestar de su hijo en todo el verano. Finalmente apoyó la punta de la pluma sobre el pergamino comenzando a escribir.
24 de julio de 2015
Buenos días, Leyna.
Estoy seguro de haber acertado con el momento del día en que te llegará esta carta, a excepción de una climatología adversa inesperada. Aquí acaba de caer la noche y puesto que dije que este verano escribiría he sacado unos preciosos minutos para hacerlo. Cada minuto es importante, cada mañana realizamos un entrenamiento exhaustivo que deja a los muggles que me rodean durmiendo la mitad de la tarde, apenas despertando para la instrucción en técnicas de la tarde antes de volver a dormir. La mayoría son patéticos, he de confesar que no pensaba que la falta de magia les convirtiera en seres débiles vitalmente. Es cierto que estoy tomando pociones para reducir la fatiga cada tres días, pero eso no lo compensa todo. Ya te imagino dando un discurso de por qué no debería medicarme innecesariamente, pero lo cierto es que necesito alcanzar el nivel que me he propuesto este verano, no pienso volver otro, tengo otros proyectos más importantes que esto. Otro verano entre muggles se me hace sumamente tedioso, si este año lo he retomado ha sido simplemente porque me niego a tener una formación incompleta.
De modo que, como iba diciendo, en el tiempo excesivo en que los muggles duermen a media tarde continúo entrenando. La noche la utilizo para sacar los libros que he traído y avanzar algo, no desperdiciar el verano sólo en esto, por ello no voy a extenderme mucho más, ya te describí cómo era la academia de Kung Fu, y ahora conoces mi día a día. No hay mucha variación excepto por la evaluación de cada sábado que consiste en un campeonato entre los estudiantes, aquellos que quedan en los dos últimos lugares por dos semanas seguidas son degradados al nivel inferior para que completen la formación que evidentemente les falta.
Miró a su alrededor la austera habitación de paredes de papel de arroz y un futón como cama, ni siquiera tenía baño propio, a un lado quedaba un pequeño armario en el que guardaba su maleta con sus cosas, aunque tampoco había llevado mucho, no lo necesitaba. Continuó con los temas que había decidido tratar en esa carta.
Probablemente estés preguntándote por los resultados de mis TIMOS, aunque ignoro la razón para que no puedas deducirlos. Obtuve Extraordinario en todas las asignaturas, excepto por un Supera las Expectativas en Estudios Muggles, antes de que digas nada, sé perfectamente en lo que según los examinadores fallé. Sencillamente me negué a disfrazarme de un pandillero con una reputación tan baja como sus pantalones porque consideren que una presencia decente con ropa de mi talla y sin esos pendientes de mujer no es el atuendo óptimo para mimetizarse con el ambiente que describieron.
En cuanto al ave que tienes ante ti es un falconete pío, autóctono de la zona, su nombre es Hao. Si quieres enviarme una contestación hazlo por medio de él, las lechuzas son muy llamativas en este lugar. Hace una semana Emery tuvo la feliz idea de escribir hablando de su emocionante experiencia en la Reserva de dragones de Rumanía, ahora hay medio asentados en la zona un grupo de muggles estudiantes de aves en busca y captura del extraño comportamiento de esa lechuza.
Observó al ave con aspecto de halcón con el pecho blanco y el resto negro, un ave rápida, efectiva, como Leyna atrapando una snitch. Miraba a Hao, pero estaba pensando en Leyna. Bajó sus ojos al pergamino y la pluma dudó en sus manos, podía dejarlo así, mandar la carta y todo sería correcto, pero quería tener algún efecto en ella incluso en la distancia y también sacar esa añoranza por la persona que amaba que había días que era un poco más fuerte.
Confesaré porque es una certeza irrevocable, te extraño, Leyna, tu boca, tus manos, tu piel caliente, hay días que tanto que mi mente vuela a ti y mis manos fingen ser las tuyas, hay días que son demasiado fríos y calurosos a la vez porque tú no estás. Echo de menos tu risa, conversación e ingenio, incluso tu manía con hacerme trencitas cuando me duermo contigo acariciándome. Y pese a que sea esto lo que quiero hacer, hay días que abro los ojos y pienso que ojalá estuvieras aquí y tuvieras uno de esos días en que me despierto contigo aferrándome como a tu última caja de galletas de chocolate y menta en el mundo, para tener una excusa para quedarme unos minutos más contigo y tu calor. Esto es la verdad, sólo para ti.
Nos vemos en Hogwarts.
Altais Black.
Sus ojos repasaron las palabras escritas y finalmente dobló el pergamino y lo selló sin más demora, puso la dirección e instruyó a Hao para que la llevara. Lo observó desaparecer en el cielo nocturno unos largos segundos, suspiró y se tumbó en el futón tras coger un libro de creación de encantamientos de su equipaje. Leyó, aunque ese día se le hizo un poco más difícil concentrarse, Leyna había asaltado su mente para quedarse con él al menos esa noche.
-o-o-o-
Leyna dejó la carta sobre el escritorio casi con mimo y sonrió ampliamente. Esa mañana cuando había escuchado los golpes a su ventana no había remoloneado en la cama como solía hacer, sabía a ciencia cierta de quien se trataba, no podía ser otra persona ya que Emery escribió el día anterior y Zaniah y Chealse estaban en su casa esos días, por lo tanto sólo podía tratarse de Altais. Había estado esperando esa carta con ansia todo el verano y al fin había llegado, tenía todo lo que él era con ella, un poco de arrogancia, esa practicidad, siempre al grano, pero también esa dulzura con cierto toque de picardía que la había hecho sonrojarse.
Miró al ave que estaba descansando en la repisa de la ventana, le había dado algo de comida aunque no estaba segura de si le gustaría la de lechuzas, por el momento parecía no hacerle mucha gracia, y por si le daba por irse en busca de comida de su gusto cerró la ventana y volvió a sentarse en el escritorio para contestar a la carta de Altais.
28 de julio de 2015.
Buenas noches, Altais.
Sí, como siempre acertaste, la carta llegó esta mañana, aún estaba durmiendo cuando escuché como Hao daba golpes en mi ventana, pero por esta vez no me molestó tener que despertarme antes, me alegro mucho de poder leerte al fin. Como verás yo he supuesto que, si no hay contratiempos, la carta llegará por la noche, espero acertar también.
Sinceramente, la idea de que no tengas que volver a China otro verano me alegra bastante, eso quizá nos dé alguna posibilidad de vernos durante el verano. Sin embargo, no deberías estarte medicando por tu cuenta y riesgo, y sí, podría escribirte una carta de dos metros de largo sobre las contraindicaciones sobre la toma regular de pociones revitalizantes, pero sé que tú ya sabes cualquier cosa que pudiera ponerte, así no voy a gastar tinta ni pergamino en eso, sólo pedirte que tengas cuidado.
Por otro lado, me alegro de que los entrenamientos vayan bien, al menos para ti, y no puedo evitar compadecerme un poco de tus pobres compañeros muggles. ¿Eso quiere decir que estás mucho más fuerte? ¿Has vuelto a crecer? Seguro que sí, espero no necesitar una banqueta la próxima vez que quiera besarte.
¡Enhorabuena por tus TIMOS! No tenía ninguna duda de que lo conseguirías, pero esperaba que de verdad pudieras sacar también un Extraordinario en Estudios Muggles, el menos conseguiste pasarlo y podrás presentarte a los Éxtasis. ¿Tú adivinaste mis notas? No son tan buenas como las tuyas, pero creo que no están mal. Conseguí un Extraordinario en Pociones, Estudios Muggles, Historia, Herbología, Encantamientos y Runas. He de admitir que Herbología fue todo gracias a la ayuda de Chealse. Defensa y Transformaciones un Supera las expectativas. En general me lo esperaba aunque tenía la esperanza de poder tener una nota más alta en Defensa, Transformaciones es tu fuerte, no el mío. Mi madre hizo una gran fiesta cuando supo las notas, no conocía a la mitad de la gente que vino, pero pude hablar con gente importante e interesante de Francia, lo mejor fue el jefe de los Aurores de aquí y un Maestro de pociones que es muy amigo de mi tío Draco.
Y hablando de fiestas, te preguntarás si este año Zaniah sigue por aquí. La respuesta es la obvia, sí, pero Chealse también vino y a ella también le gusta pasar tiempo mirando libros y hablando de cosas que no sean bailes y fiestas y cotilleos, así que es más ameno. No voy a contarte nada del resto de celebraciones a las que he asistido, sé que morirías de aburrimiento, pero sí te voy a contar que tengo una colección de libros la mar de interesantes. Hay tres tomos sobre Transformaciones y dos de Encantamientos antiguos. Esos últimos ya me los he leído y son increíbles, creo que te van a encantar. Me gustaría poder mandártelos por medio de Hao, pero son muy antiguos y delicados y no podemos asegurar que no haya temporales por el camino.
¡Oh! Casi se me olvidaba contarte que he empezado a practicar las técnicas de animago de los libros que me dijiste. Lo hago cuando tengo tiempo, pero casi he conseguido ver a mi animal, lo tengo prácticamente al alcance de la mano, por así decirlo, y juraría que sí se trata de un zorro, estoy deseando poder verlo y con suerte transformarme. Aunque no sea del todo legal hacerlo así sin supervisión, pero no se lo vas a contar a nadie, ¿cierto?
Y… yo también te echo de menos, Altais, mucho. Todos los días hay algo que me recuerda a ti. Desearía poder verte, tocarte, besarte, extraño mucho besarte y que tú lo hagas. Y hay noches que la cama es demasiado grande y acabo rodando hacia todos los lados sin encontrar el lugar adecuado, he de confesar que alguna vez he acabado en el suelo por ello. Me gustaría poder estar contigo para conversar, o simplemente estar leyendo juntos, y sí, también extraño tocarte el pelo y ver cómo te relajas, o despertar y que estés conmigo.
Estoy contando los días para que tengamos que volver al colegio.
Tuya, Leyna.
Cerró el pergamino con un sello de lacre y se lo anudó a Hao en la pata antes de dejar unas caricias en el plumaje del ave y dejarla marchar. Justo cuando el halcón se perdía por el horizonte escuchó que su puerta se abría de golpe y supo que Zaniah estaba despierta.
-o-o-o-
Bajó la escalera que ocultaba la gárgola, acababa de llegar esa mañana al despacho de la directora con un día de retraso, pero justo para las clases, de hecho aún era temprano. Le gustaba cómo era el colegio cuando era demasiado temprano o demasiado tarde, la tranquilidad de sus muros, siempre y cuando no hiciera fútiles intentos de matarlo como ese incordio de las escaleras móviles y sus estúpidos escalones que seguían desapareciendo, o cuando la guardiana de la Casa de Slytherin tenía el día tonto y no lo dejaba pasar, resignándose a ir por ese pasadizo que solía utilizar con el nundu. Llevaba consigo su cartera con los libros que iba a necesitar esa mañana y vestía el uniforme del colegio. Podría haber llegado la noche anterior como lo había hecho en cuarto curso debido al examen de Kung Fu, pero necesitaba un uniforme nuevo y no iba a conformarse con un hechizo agrandador provisional por unas semanas, de ahí la demora, de cualquier forma no se había perdido nada importante.
Recorrió los pasillos con calma, había decidido esperar a sus amigos en la sala común cuando vio a Leyna dirigirse con toda probabilidad hacia el Gran Comedor. Sonrió depredadoramente y la siguió cada vez más de cerca, escondiéndose cuando ella se giraba, claramente sintiendo que alguien la seguía, pero sin dar con él.
Cuando la chica pasaba por delante de un aula que sabía en desuso se lanzó a cazar a su presa, llegó tras ella rodeándola con un brazo por la cintura y sujetó sus manos. La empujó rápidamente dentro, antes de que pudiera gritar o tratar de patalear, cerró la puerta y la empujó contra ella, todavía sujetando sus manos sobre la cabeza con una de las propias, con la otra levantó la cabeza de ella y asaltó su boca brevemente antes de dejarla verle al fin.
Leyna lo miró aún con el miedo en los ojos por el repentino asalto. —Serás… ¡serás capullo! Casi me matas del susto —lo reprendió mirándolo enfadada.
Altais sonrió. —Vaya proyecto de auror que estás hecha —se burló—. Vamos, ¿no te gustan las sorpresas? —preguntó acariciando sus labios con el pulgar, aún sosteniendo su barbilla.
Ella frunció los labios ante el cosquilleo que le produjo ese toque. Sin duda verlo era una grata sorpresa, pero no se lo podía hacer saber tan fácilmente después de ese susto. Se fijó en que la posición en la que mantenía su rostro era más inclinada que antes del verano, él había crecido más, mucho más, ya medía más o menos ocho centímetros más que ella, y sin duda estaba más fuerte.
—Si me das un beso como Merlín manda.
—¿Merlín manda? No creerás esas tontas teorías conspiratorias sobre si aún está vivo —la molestó.
—No estás arreglándolo, señor arrogante —le recriminó frunciendo más los labios.
Altais se inclinó para hablar en su oreja. —Estás tan guapa y andabas tan despreocupada e ingenua que no pude resistir la tentación de cazarte —susurró antes de tirar el lóbulo de su oreja con los dientes y besar su cuello, su mano bajó a la cintura de ella.
La chica contuvo un jadeo y se mordió el labio inferior, finalmente relajándose en el agarre de él.
—Está bien… me alegro de verte, mucho —aceptó mirándolo y componiendo una sonrisa—. Has crecido y estás más fuerte, no hacía falta que siguieras mi carta al pie de la letra, ¿sabes? —bromeó.
—Aún no has visto todo lo que he crecido —dijo con voz sedosa antes de besarla como era debido para un reencuentro: dulce primero, un te quiero y te eché de menos hecho beso, y después más pasión con las promesas de lo que vendría. Y soltó sus manos finalmente, dejando una caricia en ellas antes de hacerlo, y pasar a llevar esa mano a su nuca; anhelaba que lo tocara.
Leyna bajó sus manos, llevó una directamente al pelo en la nuca de Altais y la otra la dejó en un hombro, bajando de ahí a su pecho, acariciando sobre la más que molesta ropa. No había esperado verlo en el tren, aunque no se lo había dicho directamente teniendo ya un precedente supuso que se verían en el colegio, pero sí había esperardo verlo la noche anterior. Cuando no había aparecido los nervios y las ganas de tenerlo con ella parecieron aumentar exponencialmente.
Altais la abrazó, rodeando su cintura con un brazo estrechamente, dos meses y medio parecían una centuria sin estar con ella, ahora no quería soltarla, era suya, tenía que volver a recorrer su cuerpo, buscar los cambios, verla gemir, reír… todo. Cuando detuvo el beso se quedó mirándola, sólo observándola con intensidad, la había extrañado tanto.
Ella le devolvió la mirada, con cariño, y una sonrisa radiante. Movió la mano en su pecho para dejar una caricia en la mejilla de él. Esperó que dijera algo, pero no lo hizo y esa mirada tan intensa sobre ella acabó sacando una risa nerviosa.
—¿Pasa algo? ¿Tan pequeña me quedé que te tienes que hacer a la idea? —preguntó.
—Me hago a la idea de que te tengo de nuevo y, sin embargo, he de dejarte ir a clase —contestó con sinceridad.
—Aún tenemos tiempo, sólo iba a desayunar —dijo ladeando la sonrisa y alzándose para poder besarlo.
Esa vez Altais se dejó besar, correspondiendo, pero sin imponerse demasiado.
—No el suficiente, si empiezo no pararé. Ha sido… mucho tiempo sin ti para poder hacerlo —confesó.
Leyna sonrió, apoyó la cabeza en su pecho y acarició su pelo suavemente. —Yo también te he echado de menos, mucho… ¿y si nos saltamos el almuerzo? —sugirió traviesa.
—Es buena idea, aunque aún será poco tiempo —contestó—. Voy a raptarte el verano que viene, lo hago bien —medio bromeó refiriéndose a su asalto.
—Yo igual me dejo raptar —contestó levantando la mirada—. ¿A dónde me llevarías para que no me encontraran?
—Si supieras dónde te llevaría podrías escapar —respondió soltando su abrazo poco a poco, tenía que hacerlo.
Ella chasqueó la lengua, aunque no supo si por su contestación o por saber que ya era el momento de separarse.
—¿Sabes? A veces me gustaría ser uno de esos alumnos rebeldes que se saltan las clases —comentó suspirando largamente.
Altais sonrió levemente por sus palabras y terminó de soltarla.
—Vamos a que desayunes —la instó a apartarse de la puerta—. ¿Has dejado alguna asignatura?
—Historia de la Magia y Astronomía, no me servían para nada —contestó abriendo la puerta y saliendo de la clase para seguir el camino al gran comedor—. ¿Tu?
—También, aunque puede que para los EXTASIS me examine de Historia igualmente, aún estoy indagando sobre su utilidad —respondió Altais.
—Aún quedan dos años para los EXTASIS, tienes tiempo para decirlo, te lo aprenderás todo demasiado rápido así que no tienes problema —aseguró Leyna entrando ya en el gran comedor.
—¡Al fin! ¡Apareció! —escucharon la voz de Emery desde la mesa de Slytherin.
—En realidad llegué por Flu —lo molestó con tecnicismos, con ese saludo tan poco discreto había atraído más atención de la que ya llamaba con pasar cerca de la mesa contigua, muchos pares de ojos lo siguieron con distintos tipos de interés y algún suspiro femenino se alzó sobre la charla de la mañana.
—Detalles sin importancia, en cualquier caso ya era hora, necesitaba apoyo masculino en la sala común —le dijo haciéndole sitio a su lado en tanto que Leyna se sentaba con Zaniah.
—Leyna estaba mustia, ¿dónde te metiste esta vez que después de todo el verano no podías aparecer cuando toca? —intervino Zaniah.
—No de fiesta, te lo puedo asegurar —replicó Altais con frialdad—. Hacía un examen.
—Ya te dije ayer que sabía que iba a volver tarde —repuso Leyna a su amiga, no quería discusiones el primer día de clase.
—Por eso mismo la otra vez llegó por la noche, no se esfuerza nada por ti. Es él todo el tiempo —protestó Zaniah, ya había visto a su amiga mustia cuando se creía que no la veía, y realmente feliz cuando le llegó esa carta de su novio, ¿qué le costaba escribir más veces o ya que no hacía nada llegar antes? Parecía que a él no le importaba.
—Zaniah, vale —le repitió con paciencia, demasiada paciencia, no sabía cómo conseguía tanta.
—Vale —bufó la chica, mirando mal a Altais que la ignoraba—. Me preocupo por ti, mi mejor amiga, que cada año vuelva más bueno no le excusa.
—Yo estoy bien —aseguró Leyna—. Te lo he dicho muchas veces.
—Ahora que está, pero el Sol del verano no me cegaba, para eso tenía mis gafas de sol —contestó Zaniah, clavando la cuchara en sus gachas de avena.
—No sé a qué te refieres, estaba bien —repuso la rubia decidiendo centrarse en su comida, no necesitaba que Altais pensara que era una boba enamorada como todas las demás adolescentes.
—Pues vale, si quieres seguir así siempre —protestó Zaniah por lo bajo.
—¿Qué tal fue con ese ridgeback noruego que nació con un ala débil? —preguntó Altais a Emery en referencia a la última carta.
—¡Genial! Conseguimos que la reforzara y ahora vuela como uno más —contestó inmediatamente el castaño, también porque el ambiente no era muy agradable y si esa conversación seguía rodarían cabezas.
—Me alegro. ¿Entonces te fue bien...?
—¡Altais! —el grito de Teddy se escuchó desde la puerta del comedor mientras se apresuraba a llegar a donde estaba el moreno. Altais viendo lo inevitable si puso de pie, era mejor que ser estrujado sentado—. ¡Mierda, me alcanzaste! —se lamentó tras soltar el abrazo—. ¿Qué te dan de comer esos chinos? Tú ahí no vuelves.
—Arroz —contestó Altais.
—Eso lo explica todo, como retienes nutrientes —bromeó.
El otro negó levemente con la cabeza. —¿Cómo siguió tu misión? ¿Queda alguna falda en Londres que no conozcas?
—¡Ey! No es así, suena fatal como lo dices, como si fuera un donjuán, soy como una estrella de rock, ellas quieren, hay una diferencia. Y no olvides que la misión es encontrar a mi media naranja —protestó Teddy.
—No creo que se haya caído en ningún agujero —lo siguió molestando un poco.
—Leyna, ¿has visto qué boca tan sucia? Yo que tú no le besaría hasta no darle una buena poción desinfectante —bromeó, buscando algo de ayuda.
La chica rio. —Respecto a lo que ha dicho Altais… tiene razón, dudo que tu media naranja se esté escondiendo. Y en referencia no besarlo… llevo dos largos meses sin hacerlo, perdón por no poder aplicar ese castigo —se disculpó divertida.
—Como si no os hubierais desayunado antes de venir a aquí a por comida —comentó—. Ya hablaremos luego tú y yo —le dijo a su primo—. Me muero de hambre.
—No tiene remedio —rio Leyna poniéndose en pie—. Voy hacia la primera clase —informó cogiendo un último panecillo de leche para el camino.
—Nos vemos en el invernadero —se despidió Altais de los otros dos para acompañar a Leyna, aprovechando esos minutos extra juntos.
Continuará…
Notas finales: Interesantes los cambios de Altais, ¿verdad? Está para darle un buen repaso y así revisarlos todos cuidadosamente :P Seguro que eso trae muchas cosas buenas en el sexto año.
