Little witch academia, es propiedad de Trigger. El siguiente fanfic esta escrito sin fines lucrativos.
cualquier parecido con la realidad es mera ficción...
Los campeones le dicen NO a las drogas.
La respuesta.
La habitación se encontraba en silencio, y aunque la noche apretaba por las oscuras nubes algunos rayos de luz lunar se abrían paso por el ventanal del cuarto de la rubia.
Solo se encontraban ellas dos.
La rubia estaba nerviosa, encima de la chica de cabello castaño; temblaba un poco por los nervios, por estar en una situación así con ella.
La veía desde arriba, sus brazos la sostenían y mantenían encima de su compañera, sus manos estaban fijadas en la cama a los lados de los respectivos hombros de la chica menor, como si estuviera acorralándola. Sintió como la sangre empezaba a agolparse a la par que se acercaba peligrosamente, cada vez más y más al cuerpo de la otra chica.
Empezaba a sonrojarse, sí, pero los nervios también empezaban a desaparecer. Había esperado tanto tiempo por estar en esa situación y no iba a dejar que los nervios la detuvieran, no esta vez.
La chica castaña la miraba perpleja, con la mirada atónita. Y a diferencia de la rubia que temblaba un poco por los nervios, la castaña simplemente estaba congelada, paralizada, sin poder hacer nada; ya no se sentía débil, ni enferma, pero aquella situación la había tomado por sorpresa. Solo pudo clavar sus ojos en los zafiros que tenía por ojos su compañera quien se acercaba más y más a ella.
Podía sentir la respiración agitada de la rubia que enfriaba las gotas de sudor que aún tenía en su rostro. Sus rostros se encontraban ahora peligrosamente cerca.
- ¿D-Diana?
Pudo articular en un tono muy bajo, que sin embargo rompió el silencio de la habitación.
Sintió como la sangre se estacionaba en sus mejillas para sonrojarlas y lucho contra su voluntad para no alzar su rostro y acercarlo más al de la rubia.
Las nubes que auguraban otra noche lluviosa se juntaron y acabaron con la luz lunar, poniendo en penumbra la habitación.
Y la rubia no noto el rubor en la chica oriental.
Y entonces dudo.
Y se apartó de ella.
Y se levantó, lista para emprender la huida…
Luna nova se estaba transformando; pasaban muchas cosas nuevas, por una parte, la Maestra Ursula había aceptado un trabajo, un encargo de una amiga que le había propuesto presentar una pequeña temporada de espectáculos como la bruja Shiny Chariot, lo que la orillo a dejar la academia en ese lapso. Y por otra parte la academia había recibido una nueva y gran oleada de estudiantes de nuevo ingreso, hecho que sorprendió a la directiva del instituto, quienes no tuvieron otra opción que llamar a refuerzos docentes en lo que encontraban y asignaban a una nueva plantilla de brujas que impartieran clases a las señoritas de nuevo ingreso, todo esto tuvo como resultado el extraordinario y pronto, pero temporal regreso de la maestra y bruja Croix Meridies quien se había dado un pequeño descanso en su búsqueda para atender el llamado de ayuda de la academia.
Era en parte a estos hechos lo que daba un aire de cambio increíble a las instalaciones, el bullicio en los pasillos era algo que hacía mucho que no escuchaban las maestras con más tiempo dentro de Luna Nova. Los tiempos en los que la academia estaba al borde de la banca rota se habían esfumado en menos de un año y no podían darse el lujo de volver a esos oscuros periodos.
Por supuesto, todo esto venia de la mano de la fama que se había logrado con el resucitar de las nuevas nueve brujas y, si bien los cambios dentro de la academia eran evidentes y de importancia había otros cambios no tan evidentes, pero igual de importantes, cambios dentro de las estudiantes, más que nada presentes en este grupo de salvadoras de Luna Nova... principalmente en una de ellas ... o tal vez dos ... o…
Los bellos ojos azules de la chica rubia se posaron en la figura delgada de la chica oriental; no era la primera vez que la acechaba con su mirada, hacía ya varias semanas que había encontrado cierto sentimiento indescriptible al observar a Akko, y ella misma se había dado cuenta de que aquello se empezaba a volver algo obsesivo. Cosas que antes le parecían absurdamente sencillas como sentarse al lado de ella, iniciar una conversación acerca de sus progresos en las materias, ofrecerle su ayuda y orientación en temas que la chica castaña no entendiera o incluso darle un pequeño correctivo verbal eran cosas que cada vez se volvían más difíciles de hacer, no porque no pudiera, era más bien un sentimiento, algo que le quemaba el pecho cada vez que estaba cerca de ella, que hacía que su corazón latiera más rápido de lo normal, que sus pupilas se dilatarán al verla y que su voz cambiara ligeramente, casi imperceptible a un tono de nerviosismo.
Afortunadamente, nadie más que ella (o eso pensaba) se había dado cuenta de ello.
Y sería esto, todo está revoltijo de sentimientos los que al final causarían un gran revuelo y un cambio inesperado en su vida...
-Diana...
Susurro Hanna que estaba a su derecha, aunque no la escucho; su mirada estaba fija en Akko que se encontraba alegre con su grupo en la mesa de enfrente, podía verla sonriente con su varita en la mano derecha y a punto de recitar un conjuro.
-...Diana ...
Está vez hablo un poco más fuerte Bárbara, pero tampoco la escucho, seguía perpleja viendo a la chica oriental hasta que para su sorpresa está dirigió su mirada hacia ella, se vieron por un momento que le pareció eterno y finalizó cuando Akko le mando una sonrisa que demostraba la felicidad que sentía en ese momento antes de recitar su conjuro. Una sonrisa, que aun cuando sabía que era sincera y amistosa le erizo los vellos de la nuca y le elevó el ritmo cardiaco casi al punto de sonrojarla...
El hechizo de Akko había salido mal, pero no le quitaba la sonrisa del rostro.
-Diana
Hablo nuevamente Hannah. Está vez si la escucho.
-Solo quería ver cómo lo hacía
Respondió tratando de quitarse cualquier tipo de sospecha por su comportamiento, estaba segura que aquel llamado de Hannah no había sido el primero.
-Pero como de costumbre le salió mal…
Miro a sus compañeras con gesto apesadumbrado y continuó.
-y eso que se lo he enseñado yo... pero bueno, continuemos.
Recitó el hechizo que había fallado Akko y el líquido viscoso y verdoso que tenían en su pote comenzó a tornarse de color rojizo y de consistencia más ligera con un delicioso olor a frutos rojos.
-Como era de esperarse señorita Cavendish, siempre tan impresionante su conocimiento, ojalá y "otras" de sus compañeras pudieran tener ese mismo conocimiento
Dijo la maestra Finnelann apuntando de forma tácita al conjuro fallido de Akko. Comentario que, por supuesto no fue del agrado de la chica castaña, quien ya hacía pucheros y miraba molesta a la maestra.
-Le agradezco maestra Finnelann, pero tenga por seguro que con más esmero la técnica de mí, digo, mis compañeras podrán sorprender en el futuro
Respondió Diana con aire tranquilo, cerrando sus ojos y guardando su varita en su clásico porte de niña engreída digna de la chica con sangre noble.
Aunque aquel porte no duro mucho. Abrió los ojos lentamente para observar a Akko quien le regalaba una sonrisa con los ojos cerrados, como si le agradeciera por el cumplido que había hecho hace unos momentos. Esta vez no latió tan fuerte su corazón, pero un silencioso nerviosismo se apodero de ella, quiso regresarle la sonrisa, pero no pudo hacerlo, así que se limitó a quedársele viendo.
-Si usted "LES" ayuda, muy seguramente así sucederá señorita Cavendish, en fin, eso es todo por hoy señoritas, buen fin de semana y no olviden que la clave para mejorar es estudiar y seguir practicando, y señorita Kagari, limpie su lugar de trabajo antes de marcharse.
Esto último había sido una indirecta de la maestra hacia la pobre práctica de Akko en la clase y a su grupo que nuevamente había dejado un desastre en su mesa.
-Tú fuiste la que dejó la mesa así, te toca limpiar Akko
Dijo en su clásico tono aburrido Sucy mientras le extendía un paño para limpiar la mesa.
-Pensé que ya habías dominado el hechizo Akko -Dijo casi en un murmullo su amiga Lotte-
-Yo también lo pensé... -respondió abrumada Akko- pero creo que me falta practicarlo
-Por supuesto que te falta práctica, no por qué te haya salido bien una vez significa que vaya a salir bien en los siguientes intentos
Está vez era Diana que caminaba en dirección a la mesa de la castaña quien se encargaba de hacerle un reproche por el resultado de su hechizo.
-te olvidaste de lo que te dije sobre seguir practicando por lo que veo –continuó en un tono serio que sin embargo no denotaba molestia alguna-
-Así es Akko, ya deberías de saberlo, continúa aprendiendo con el mismo ímpetu solo cuando le importa con quien aprendió... digo, lo que aprendió.
Está respuesta de Sucy hizo que Diana se sintiera confundida y algo molesta, molesta porque no sabía si aquello que dijo había sido un desliz o había sido intencional para molestarla, confusa porque si aquello había sido intencional era muy probable que las consideraciones que ella misma se tenía al observar a Akko no hubieran pasado desapercibidas por alguien más...
Trato de mostrarse impávida como siempre lo hacía cuando alguien trataba de insultarla o hacerla menos. Sin embargo, no pudo mantenerse así. En parte consciente y en parte inconscientemente lanzó una mirada engreída y retadora hacia Sucy.
- ¡Eso es porque estaba cansada! -respondió Akko-
-Claro, se me olvidaba que ese tipo de hechizos son tan agotadores para alguien como tú Akko -río burlona y siniestramente Sucy-
-Justo como me lo imaginaba, –corto Diana ahora si en tono molesto cualquier respuesta que daría la castaña, - Akko, no voy a pedirte que practiques si no te interesa lo que te he enseñado. Buen fin de semana, Hanna, Bárbara... Bárbara
-Las alcanzó en un rato más -respondió Bárbara quien estaba empezando a conversar con Lotte-
-Diana... -dijo casi en un suspiro y en tono triste Akko mientras veía como Diana salía del salón -
-Mneh; deja que se vaya Akko, no parece que este muy de buenas hoy y tu fracaso con los hechizos que te enseño la pusieron peor -dijo en tono bajo y burlón Sucy mientras ayudaba a limpiar a la chica oriental-
Diana caminaba tranquila por los pasillos con Hanna a su lado, iban platicando de los planes que tendrían para el fin de semana y aunque podía responder y conversar con su amiga sin problemas su mente te estaba en otra parte, la molestia que había llegado con el comentario de Sucy se volvió una bola de nieve para subir más su molestia. Se recriminaba por haber mirado de esa forma a Sucy ya que probablemente aquel gesto que le había mandado podía haber sido lo que ella buscaba, y casi podía apostar que después de que le lanzara aquel gesto se había dibujado una apenas perceptible sonrisa en ella.
¿Y que con eso? Pensó en por un momento la Rubia. ¿Que con que hubiera sido un comentario para provocarla? ¿Que con que la hubiera tenido que mirar así? ¿Que tenía de malo si Sucy había sonreído?
No tuvo que preguntarle eso a nadie más que a ella misma para regresarse las respuestas, tal vez Sucy solo tanteaba el terreno, podía ser que ella se hubiera dado cuenta de cómo observaba a Akko... si era eso también había posibilidad de que…
¿De qué? ¿de qué? ¿De qué? ... de algo que es obvio y que me quiero ocultar. Pensó para sí misma mientras detenía abruptamente su caminar, dejaba de hablar con Hanna y su rostro se cubría con una mueca de sorpresa.
- ¿Diana?
Pregunto Hanna desconcertada al momento en que está dejó de hablarle
Por supuesto que era así, era un sentimiento que le había costado asimilar o que se negaba a asimilar por miedo o por no saber qué nombre ponerle a ello. Había sentido punzadas en su pecho y una mezcla de sentimientos en los que se encontraba muy presente el odio cuando Sucy le había respondido con el comentario.
Ya lo veía claro, no era odio por sentirse ofendida, eran celos, y eso se traducía a odio porque la habían hecho menos en la lista de necesidades de la persona que ...
Le gustaba...
- ¿Diana? -
El último llamado de Hanna, en un tono más consternado, la saco de sus pensamientos y la volvieron a poner en la realidad por un momento.
-Disculpa Hanna -respondió en tono calmado y regresando a su actitud serena, con la cabeza fría para sacar una excusa- solo creí haber olvidado algo, pero no pasa nada...
- ¿segura? ¿No te pasa nada Diana?
-Totalmente segura... me estabas hablando de él lugar al que fuiste la otra vez.
- ¡Ah cierto! Pues no es un mal lugar, su comida es muy buena, pero atienden horrible y para colmo...
Más había tardado en dar una excusa que en regresar a sus pensamientos, anulaba ya la voz de Hanna para concentrarse en sí misma.
Había tardado mucho en comprender todo aquello que venía sintiendo por Akko, al principio no sentía por ella más que un sentimiento de amistad y compañerismo, no le dolía el pecho cada que la veía ni cada vez que la oriental le sonreía o cuando sorpresivamente la besaba en la mejilla para saludarla; más tarde todo aquello se había convertido en un sentimiento de cariño y felicidad, incluso sonreía para sus adentros cuando veía a Akko sonriendo tras realizar bien o a medias los hechizos que le había enseñado, incluso cuando los intentos fallaban ocasionando desastres en ella misma eran motivos para que sonriera internamente o que hiciera todo lo posible por no sonreír; más adelante todo se había vuelto más confuso, pasaba ya más tiempo con Akko pues en ausencia de la maestra Ursula/ Chariot esta le había pedido ayuda extra para mejorar en los hechizos, ayuda extra que había significado el pasar más tiempo con ella... y esto (según Diana) fue una de las principales razones para todo aquello que comenzaba a sentir ahora por la chica oriental. Se veían diario después de las clases y quedaban practicando hasta la tarde/noche. En algunas ocasiones Diana incluso quiso enseñarle algo de etiqueta, pero resultó casi imposible que Akko le tomará gusto a aquello.
En otras ocasiones la castaña la había llegado a tomar de la mano, acción que hizo en muchas ocasiones poner en estado nervioso a la rubia, fuera de eso otras acciones como los abrazos espontáneos de la castaña la habían llevado a un punto extraño en el que era difícil distinguir un sentimiento en específico, incluso agradecía a veces estos momentos y encontraba un dulce placer al oler el rico aroma a arroz con canela de Akko. Paralelo a esto hubo algo que despertó más aquella fijación, ya que en algunas ocasiones se había sentido observada y cuando volteaba se encontraba con la mirada de la castaña observándola para luego desviar la mirada. Este tipo de juegos de miradas se presentaron de cuando en cuando y en ocasiones también Diana buscaba la mirada de Akko hasta que al fin las miradas se encontraban ... y se desviaban. Así pasó hasta que de un día a otro dejó de suceder esto, empezó con la oriental quien ya no buscaba la mirada de Diana, y continuó, obviamente con esta última que dejó de buscar su mirada, aunque no por ello dejó de observarla cada que se sentía segura que nadie se daría cuenta de ello.
No supo porque Akko había empezado a hacer eso, pero conforme más lo hacía más empezaba a sentir que su pecho ardía, y empezaba a sentir cosquilleos en su estómago.
Los primeros indicios del amor.
Tampoco supo porque la oriental dejó de hacerlo, pero para cuando había dejado de hacerlo ya solo quedaban estragos en la cabeza y el corazón de la rubia que ahora experimentaba la necesidad de hablar con la chica oriental...
-Y no es que sienta celos o algo por el estilo, pero desde entonces Bárbara ya casi no habla conmigo... no tengo nada contra Lotte, pero siento que ella es la causante de todo esto.
Refunfuñaba Hanna en un tono que sin duda denotaba molestia mientras entraban a su habitación.
- ¿Porque no hablas con Barbara sobre eso?
Pregunto Diana saliendo de su ensimismamiento al escuchar el tono alto y molesto de su amiga.
-Ya es más difícil que encontremos un tiempo para hablar como antes -respondió la castaña en tono triste- ¿que no te has dado cuenta de eso?
-Claro que me he dado cuenta de eso, pero no pensé que fuera algo tan grave ... para ti
La pregunta de Hanna la había tomado un poco por sorpresa, ya que desde que había empezado con toda la mezcla de sentimientos hacia Akko había empezado a reducir su campo de atención en su entorno.
Fue entonces la habilidad de la rubia para no demostrar sus sentimientos lo que hizo que su respuesta fuera totalmente creíble.
-No sé qué hacer... digo, no es como si no...
-Te entiendo -Diana se sentó en el sillón de la habitación y corto lo que Hanna estaba a punto de decir para adelantarse a ello- sé que ustedes dos han sido muy apegadas, las estimó y agradezco a ustedes dos que sean mis amigas, pero sé que el vínculo de amistad entre ustedes dos es más fuerte
Hanna también tomo asiento en el sillón miro hacia el piso y asintió tímidamente ante lo que había dicho Diana. Está por su parte mostró una cálida sonrisa y acaricio la mejilla de su amiga que estaba en frente de ella para alzar su rostro.
Si había algo que siempre sorprendía tanto a Hanna como a Barbara era la amabilidad que mostraba en privado Diana, esas acciones tan fraternales que solo mostraba a las personas que le importaban y que casi siempre se encontraban ocultas para las demás personas. Era especialmente con ellas y más cuando cualquiera de las dos o ambas se metían en algún problema que Diana se mostraba así.
-No te pongas triste -dijo en tono calmado y empático la rubia- yo no me siento mal por eso, simplemente entiendo que ustedes se conocen desde hace más tiempo.
-Lo sé... pero no quiero que te sientas desplazada Diana...
-No tengo porque sentirme así, no es secreto que ustedes se lleven mejor, y no por eso dejó de quererlas a las dos -sonrió la rubia mientras hablaba y soltaba lentamente el rostro de su amiga- por ahora debes de pensar en cómo acercarte nuevamente a Barbara ¿está bien? Lo último que quiero es verlas distanciadas a las dos.
Por un momento Hanna estuvo a punto de dejar escapar algunas lágrimas ante la amabilidad de la rubia, pero se contuvo, miro a Diana a los ojos y asintió a la pregunta de esta.
Por otra parte, la rubia se había sentido conmovida por su amiga, aparte de sentirse identificada con ella, ya que la situación en la que su amiga se encontraba era cercanamente parecida a la situación en la que ella se encontraba, una situación en la que quería decir muchas cosas, pero no podía.
Entonces le vino la idea, pediría ayuda a su amiga de forma tácita y de paso la ayudaría.
Solo necesitaba saber que haría su amiga y repetirlo con Akko, así que sin más lanzo una pregunta a su amiga.
-Hanna -comenzó en un tono tranquilo y bajo la rubia captando rápidamente la atención de la castaña- ¿cómo le dirías a alguien que te gusta?
- ¡¿Ehhhhh?! -un evidente nerviosismo y un fuerte sonrojo apareció en el rostro de Hanna al escuchar aquello- ¡no,no,no,no,no,no! No es que me guste Bárbara, ni nada por el estilo, ni estoy cel...
Una mueca de disculpa se dibujó en el rostro de Diana quien le arrebataba ya la palabra a su amiga, no sin hacer caso omiso al rubor y nerviosismo de Hanna, ya que parecía entonces que el caso en el que se encontraba no era tan distinto al de la castaña, aunque no pensaba ahondar en ello.
-lo siento, no era esa mi pregunta, más bien ¿cómo piensas decirle todo eso a Barbara?
-uhmmmm -Hanna quedo dubitativa por un momento mirando hacia arriba y llevándose el dedo índice de la mano derecha a su barbilla mientras bajaba el rubor de sus mejillas- no se... hablaría directamente con ella, pero últimamente siento que me evade... aparte ya casi no salimos y ya viste cómo prefiere estar con Lotte...
Hubo un rato de silencio y antes de que Diana se dispusiera a hablar Hanna rompió el silencio.
- ¡ya se! Escribiré una carta y la pondré en alguno de sus libros de cae la noche, así cuando lo abra encontrará mi carta. Y si está leyendo su libro seguramente se dará también un tiempo para leer mi carta... y tampoco le quitaré su tiempo ...
Diana quedo por un rato en silencio, teniendo en cuenta la idea que le había dado Hanna, después de todo no era tan mala idea, podría usarla para citar a Akko a algún lugar en especial y hablar con ella, tantear el terreno en el que pensaba meterse...
-Uhnmmm creo que es muy buena idea -dijo en tono optimista Diana- deberías de intentarlo, estoy segura que con eso volverás a pasar más tiempo con ella.
- ¿Tú crees? -preguntó emocionada Hanna-
-Lo creo -sonrió Diana y acaricio la cabeza de su amiga mientras se incorporaba del sillón- espero que todo vuelva a ser como siempre entre ustedes, y espero que me cuentes después los detalles de lo que paso ¿sí? Ahora sí me permites iré a dormir un momento.
-Gracias Diana, gracias por escucharme... ¿tú estás bien?
-no hay nada que agradecer, y tampoco hay de qué preocuparse, solo estoy algo cansada.
-... está bien... descansa Diana
Dijo casi en un susurro Hanna observando cómo su amiga se dirigía a su dormitorio y cuando desapareció de su vista se dirigió rápidamente a buscar papel y pluma para empezar con su carta, poniendo en ella todos sus sentimientos hacia su amiga Barbara.
Diana por su parte no tardó tanto en conciliar el sueño y lo que pensó que sería una pequeña siesta terminó convirtiéndose en un sueño del que despertó hasta ya entrada la noche.
Su sueño había sido confuso, buscaba una hermosa rosa porque deseaba tocarla, olerla y cuidarla, pero cuando estuvo a punto de cortarla las espinas se le encajaron en la mano haciéndola sangrar y dolerse, quiso volver a tomarla pero el dolor y el sangrado de su mano no cedían, acerco nuevamente si mano pero se detuvo al ver cómo las espinas habían crecido y ya median varios centímetros de largo, dudo mucho, pero el aroma la llamaba, acerco nuevamente temerosa su mano al tallo de la flor ¿cómo podré cuidar de esta hermosa rosa? Se preguntó antes de apretar su mano en el tallo de la rosa. No respondió su propia pregunta. Se volvió a espinar y su sangre se derramó por todo el tallo de la rosa y antes de que pudiera arrancarla se despertó por el dolor.
Despertó algo agitada y la mano derecha le dolía como si en realidad se hubiera espinado, estiro y apretó su mano tan solo para darse cuenta que las punzadas habían sido originadas a causa de que su mano se había dormido. No había daño físico verdadero. Miro hacia el ventanal de la habitación para ver una luna en finales de cuarto creciente. Se quedó un largo rato observándola hasta que la figura de Akko apareció en su mente... la niña oriental que sin querer se había robado su corazón... se quedó ensimismada por un rato en todo lo que había vivido hasta el momento con ella, en como poco a poco había empezado a sentir cosas extrañas por la castaña, en aquello que había descubierto en ese día, el día en que al fin le había puesto el nombre a todos esos sentimientos, en que había dejado todos los miedos atrás y podía decirlo, al menos para ella misma, que Kagari Atsuko le gustaba, la quería, y no era sólo eso, la amaba, si aquello que sentía era sin duda el amor... y por otra parte había sentido por primera vez lo que es tener celos...
quiso hundirse en esto último, pero sabía que todo esto la llevaría a volver a enojarse, y aborrecer el rostro de Sucy, así que dejó todo eso a un lado para recordar la idea de su amiga Hanna.
Sin pensarlo más se levantó de su cama, la tendió y pasó a su escritorio para tomar una pluma y comenzar a escribir en una hoja blanca de uno de sus libros.
"Akko.
Tal vez te sorprenda que te escriba una carta, pero hay dos razones para hacerlo.
En primera me gustaría pedirte disculpas por lo que pasó después de clases, creo que me deje llevar por mis emociones y sin querer dije cosas que se pudieron malinterpretar, y probablemente te hayas sentido mal por haberte hablado de esa forma, si es así ruego que me disculpes, no era mi intención sonar molesta contigo. No me gustaría que pensaras eso, ya que en realidad es todo lo contrario. Esto me lleva a la segunda razón por la que te envió esta carta, ya que creo que es el mejor medio para exponer gran parte de lo que siento actualmente... por ti..."
Se detuvo un momento para leer lo que había escrito. Sabía que si dudaba de lo que llevaba escrito la carta perdería la intención con la que iba dirigida.
Mantenía el bolígrafo a centímetros de la hoja, lista para escribir lo siguiente, pero continuaba pensativa, no sabía si era bueno dejar ver parte de sus sentimientos en ese trazo de papel. Su idea principal era citar a Akko a un lugar y ya ahí hablar con ella, exponerle lo que sentía y saber si aquello era correspondido o no.
De alguna forma sabía que si hacía eso los nervios la podían traicionar, se saldría por las tangentes al estar enfrente de la chica oriental y al final del día si confesión y su oportunidad de hacerlo de irían a la basura por el miedo a decírselo.
Por eso prefirió exponer en su carta parte de los motivos para verla. Escribiría que la quería ver porque había un sentimiento por ella que necesitaba aclarar, que algo la hacía sentirse fuera del mundo cuando la veía.
No arranco la hoja, continuó escribiendo y así selló la tragedia que pronto conllevaría.
"Y es que pensaras que es tonto o raro, pero hay algo de ti que me atrae, que me hace pensar mucho en ti. Necesito verte. Por favor, déjame verte.
Estaré esperándote mañana en las bancas de la estatua de la bruja Jennifer a las 6 de la tarde.
Espero contar con tu presencia.
Con cariño:
Diana Cavendish."
Después de terminar de redactar su carta se dispuso a leerla una vez más y no pudo evitar sonrojarse al leerla. Tal vez sonaba un poco desesperada, pero era concisa en el hecho de querer explicarle o confesarle algo que sentía.
Tomo una pequeña navaja y corto la hoja en la que escribía, la doblo y la metió en un sobre. No había marcha atrás.
Volvió a su cama y se recostó mirando la luna por su ventanal. Pensó en cómo se la entregaría, no quería hacerlo personalmente porque despertaría la curiosidad de sus amigas, no, lo haría parecido a como pensaba hacerlo Hanna, lo dejaría en un lugar que pudiera ver Akko, pensaría en ello al amanecer, por mientras debía de dormir.
Cerró los ojos y la luz lunar la arropo hasta que concilio el sueño.
Soñó, pero esta vez al despertar no pudo recordarlo.
Los primeros rayos del sol que asomaban por el ventanal la despertaron. Aún era temprano, pero Diana quería comenzar lo más pronto posible con su día, tendió su cama para después tomar una ducha, se atavió con su uniforme, se arregló el cabello enfrente de su espejo y luego se acercó a su escritorio algo nerviosa al ver la carta que ella había escrito, la tomó y dio un último vistazo para cerciorarse de que fuera la que había escrito. Era la misma.
Dio un suspiro y salió de la parte que le pertenecía de la habitación, pasó por la sala y vio a sus amigas dormidas aún, pensó por un momento en los problemas que tenía Hanna y en si ya se habrían resuelto. Quito méritos a la importancia de eso y salió de la habitación, esperando que la suerte le sonriese ese día, que todo saliera como lo había planeado.
Para realizar todo aquello que necesitaba hacer era más cómodo ir sola, sabía que los sábados Akko y sus amigas salían temprano a la ciudad porque eran los días predilectos para romper la rutina. Se acercó al dormitorio rojo y espero hasta al escuchar que salían, momento indicado para esconderse.
- ¡Haaaa, tengo mucha hambre, quiero un pastel! -gritó Akko al salir de la habitación-
-T-tranquila Akko, apenas lleguemos a la ciudad podremos comer lo que quieras
- ¡Pero yo lo quiero ya Lotte, no puedo aguantar tanto tiempo sin desayunar!
-Sí, sí, ya sabemos que la gorda Akko no puede pasar mucho tiempo sin llenar su gran barriga -respondió desde atrás Sucy mientas cerraba la puerta de la habitación-
- ¡Yo no estoy gorda!
- ¿No? ¿Y esto de aquí que es?
- ¡Oye! ¡¿Quién te dio permiso de tocarme?!
-Je, yo puedo tocarte todo lo que quiera Akko, recuerda que debo de saber a cada momento como se encuentra mi conejillo de indias.
Una fuerte sensación de molestia y envidia creció de la nada en la Rubia al escuchar aquellas palabras de Sucy, no le había agradado mucho escuchar aquello y empezaba a creer cada vez más que Sucy trataba de buscar algo más con Akko que un simple sujeto de experimentos.
-Ch-chicas por favor cálmense, lo último que queremos es armar un alboroto y que no nos dejen salir
- ¡Bien dicho Lotte! Lo que menos quiero es quedarme el fin de semana en la escuela.
- ¿Y a donde iremos hoy Lotte?
-Bueno... no había pensado en eso Sucy, tal vez...
-Tal vez deberíamos de ir a desayunar primero
-Gorda
- ¡Ya te dije que no estoy gorda!
-Gorda...
-Ushhhh
-Chicas...
Las voces de perdieron poco a poco hasta que le fue imposible escucharlas. Dejo pasar un rato esperando a que no regresaran y al cerciorarse de que eso no sucedería salió de su escondite, entro al dormitorio de Akko y sus amigas; apenas creía que estaba en una situación así, era la primera vez que cometía un acto indebido en la escuela, pero sabía que era el único medio posible para dejar su carta. Se apresuró a buscar en la estantería de las chicas haciendo caso omiso a los demás detalles de la habitación; no le fue difícil encontrar el libro de hechizos que le había prestado a Akko, tomo el libro y busco la página del hechizo en el que había fallado el día anterior la oriental, saco su carta y la puso en esa página para luego cerrar el libro y acomodarlo de donde lo había tomado. Ya estaba todo listo.
Se dio la vuelta y estuvo a punto de apresurar su paso para salir de la habitación cuando se topó con lo que sin duda era la cama que le correspondía a Akko en la litera (el único que tenía un poster de Shiny Chariot en la pared) , aparte de eso pudo ver los detalles que hacía unos momentos no había observado y se dio cuenta de lo ajeno que le parecía todo, claro, era la primera vez que estaba ahí, observó algunos detalles de la habitación hasta enfocarse en la cama de Akko, en lo que se había robado su atención, en lo que detuvo su paso antes de salir de la habitación, ahí en la cama estaba el uniforme de la bruja, tendido sobre la cama, y como si estuviera encantado por el canto de una sirena se acerco a él, se agachó un poco para tomar asiento en la cama y no golpearse con la barra superior de la litera para tomar el vestido de la castaña, Lo arrugo un poco antes de llevarlo a su rostro y empezó a olerlo.
-Akko...
Susurro la rubia mientras inhalaba la esencia de arroz y canela de Akko, una esencia que la llevó automáticamente a recordar a la chica oriental, a los momentos que habían compartido en las semanas anteriores, en el apoyo que se habían dado mutuamente, gran parte de los buenos y malos ratos que habían vivido juntas. Cerró los ojos para enfocarse más en sus pensamientos y antes de que pudiera notarlo ya estaba sonriendo al recordar a la pequeña bruja castaña en diversas situaciones, siendo la brava heroica bruja en la que se convertía a veces, pero más que eso caía de peso la actitud enérgica, torpe e hilarante que mostraba la mayoría del tiempo, algo que al principio le había desagradado de Akko había sido eso, pero no ahora, ahora entendía que era esa actitud, esa evidente discordancia de personalidades entre ambas lo que más la atraía. Aparte de que le encantaba ver a la chica castaña sonriente.
Restregó un poco el uniforme de Akko en sus mejillas, en una acción parecida a los arrumacos de los gatos, trataba de empaparse de la esencia de la castaña.
-Akko...
Volvió a susurrar aún con su sonrisa en el rostro. Y aunque no sabía aún si la chica oriental correspondía de la misma forma sus sentimientos el hecho de estar ahí le hacía pensar que aquello podría ser posible, que en un futuro estarían juntas. Si en algún momento había tenido duda de dejar aquella carta ahora se había esfumado
Quería que ella leyera la carta, quería verla, decirle que la quería, que le gustaba, quería eliminar sus dudas de esa forma.
-Akko...
Pego más el vestido de la chica a su rostro, cubriendo completamente si nariz y boca y se quedó así por un momento que le pareció eterno, sumida en sus pensamientos que ahora reflejaban el tiempo y lo que le gustaría hacer con la pequeña bruja.
Tomarse de la mano.
Convertirse en pareja
Pasar mucho tiempo juntas.
Seguirse apoyando como lo habían hecho hasta el momento y buscar como pareja realizar sus sueños
Besarse.
Demostrar sus sentimientos sin miedo.
Y ...
-Akko, Akko...
Repitió mientras empezaba a olfatear más intensamente el vestido, restregándolo un poco más a su fina nariz.
-Akko, Akko...
Venían a su mente las imágenes de la bruja oriental, teniendo recurrencia los abrazos que le había dado, los momentos a su lado, pero principalmente los besos que había recibido algunas veces en la mejilla.
Llevo su mano derecha a su propio u informe y recorrió con ella desde su abdomen hasta sus piernas para levantar un poco su falda, pero antes de que pudiera hacer algo más el sonido de pasos afuera de la habitación la sacaron de ese trance en el que estaba, se detuvo y apartó el uniforme de Akko, dejándolo en el lugar en que lo había encontrado, se levantó lentamente de la litera haciendo el menor ruido posible hasta acercarse a la puerta buscando escuchar a través de ella lo que ocurría afuera. No volvió a escuchar pasos afuera de la habitación, y su nerviosismo de ser atrapada disminuyo, no obstante, lo tomo como una advertencia para salir lo antes posible de esa ahí.
Abrió un poco la puerta solo para cerciorarse de que no hubiera nadie afuera y al no encontrar a nadie a la vista salió de la habitación con rumbo a su dormitorio, únicamente para esperar a que diera la hora que había indicado en su carta.
La tarde pintaba el cielo con un color vainilla en el horizonte por una parte mientas por la otra el morado y azul hacían lo propio, despidiendo al sol y a su reinado de luz para dar paso a la oscuridad de la noche que vendría acompañada de la luna en fase creciente convexa.
A las cinco de la tarde había salido de su habitación, dejando sus estudios a un lado para salir al patio de la escuela. Para su sorpresa en su recorrido se había encontrado con Akko y sus amigas que ya llegaban de su salida.
-Oh, ¡Diana!
Exclamó emocionada Akko mientas corría en pos de la rubia. Por supuesto aquello era algo que Diana no había contemplado y que la tomó por sorpresa y más aún la tomó por sorpresa al ver cómo en el último instante la chica castaña extendía sus brazos hacia ella para abrazarla, acción a la que respondió arqueándose hacia atrás para simular un rechazo a la muestra afectiva de la castaña. Aun cuando la tomaban por sorpresa debía de saber responder y mantenerse fría con los sentimientos que debía demostrar, algo complicado cuando en realidad quería corresponder al abrazo de la oriental, aunque sabía que no podía, al menos no enfrente de las amigas de Akko o de algunas otras miradas.
-Akko...
Respondió imitando un tono de sorpresa al sentir como la mencionada la abrazaba, rodeando con sus brazos su cuello.
- ¿Te pasaste todo el día aquí Diana? ¿Con los aburridos libros y las aburridas maestras?
Dijo esto último observando a su alrededor para evitar represalias de alguna maestra.
-Por favor... -comenzó a hablar tranquila y empujó suavemente a Akko para apartarla- no son libros aburridos Akko, son muy necesarios y una bruja de la que se tiene tanta expectativa como tú debería de saberlo.
Por su parte la chica oriental se quedó viendo a la rubia, con el semblante de alguien a quien se le han frenado los ánimos abruptamente.
Diana se perdonó esto mentalmente y al ver que Akko no iba a decir más termino por agregar un poco más para continuar con su plan.
-Si en realidad te interesa todo esto deberías de comenzar a practicar más... comienza practicando aquello en lo que has fallado últimamente. Claro, solo si te interesa.
-Pero yo solo...
Los hermosos ojos azules y expresivos de Diana se clavaron en los ojos cafés de Akko en una mirada sería que sin embargo no demostraba molestia alguna.
-Si es todo lo que tienes que decirme, con permiso.
Apretó un poco el paso, dejando atrás a Lotte quien caminaba en dirección a Akko con la cabeza baja, después dejó atrás a Sucy que la vio con su típica mirada aburrida a la que correspondió con una mirada engreída, (mirada que luego se reprochó de haber vuelto a lanzar) aún no se le había pasado el coraje que había hecho por el comentario del día anterior y tampoco por lo que le había dicho a Akko en la mañana.
Continuó avanzando hasta pasar el largo pasillo en dirección al patio, perdiéndose de la vista de las chicas.
Eran cuarto para las seis cuando la señorita Cavendish tomo asiento sobre la fría banca enfrente de la estatua de la bruja Jennifer, dio un largo suspiro mientras observaba el cielo, y al fin, después de haberse encontrado con Akko pudo poner sus pensamientos en su lugar para reprocharse por todo lo que había hecho minutos atrás.
No solo había vuelto a lanzarle una mirada engreída a Sucy, si no que había repetido el regaño a Akko quien se había acercado a ella de una forma muy carismática, y por lo que se veía, con una intención de platicar más con ella.
Sabía que se había excedido con sus comentarios hacia Akko, pero tenía en cuenta que todo esto se aclararía una vez que estuvieran las dos solas. Solo necesitaba esperar ahora que eran cinco minutos para las seis.
Lo que no sabía, era que la chica oriental no iba a presentarse ese día.
Primero pasaron minutos, minutos en los que su nerviosismo se fue a tope, y no podía pensar bien en que le iba a decir cuando Akko estuviera ahí con ella. Por otra parte empezaba a dudar de si había valido la pena escribir y dejar entrever tanto dentro de su carta.
Pasó un cuarto de hora después de la hora acordada y su nerviosismo iba disminuyendo, para entonces esperaba que solo fuera un leve retraso por parte de la castaña.
Para la media hora después de la hora pensaba qué tal vez la
Había retenido con algún castigo alguna de las maestras,idea que no era demasiado descabellada teniendo en cuenta la facilidad de Akko para meterse en problemas.
Después de los tres cuartos de hora el nerviosismo había dado paso al escepticismo y a la reflexión . Si, le había hecho un fuerte comentario a Akko, pero tampoco era como si ello no hubiera sido parte de su plan para que Akko abriera el libro de hechizos, ¿pero y si no había abierto el libro? ¿Si se había ido directamente a dormir por el cansancio? No, de alguna forma sabía que Akko no era así, que aquellas palabras que le había dicho las hubiera tomado como un reto para seguir estudiando; sin duda había tenido que haber abierto el libro, si estaba tan segura de eso ¿porque no estaba Akko ahí con ella?
Esta última pregunta vino a su mente cuando había pasado ya una hora después de la hora acordada. Y fue una pregunta que trajo una enorme preocupación a la joven noble Cavendish.
Una preocupación que comenzó siendo un pensamiento amargo para tan solo en unas horas más convertirse en una preocupación verdadera.
Diana estaba segura que Akko debía de estar ahí en ese momento, a un lado de ella, y se había visto mentalmente explicándole a la oriental todo
Aquello que había escrito en su carta, sin embargo, no era así. Akko no estaba a su lado y empezaba a suponer que no la vería llegar ahí. Si había planeado todo ¿porque no estaba Akko ahí? Su respuesta fue desalentadora y rompió la ilusión dentro de ella, y trajo otra serie de dudas.
Si Akko había leído su carta y no estaba ahí era por algo...
Pensó en lo poco normal y natural que sería todo aquello ¿una chica declarándosele a otra chica?
Por primera vez pensó en una variable que no había tomado en cuenta, tal vez se había apresurado de más con todo aquello, debió de haberlo hecho de una forma más meticulosa, pero el cerebro, la inteligencia y meticulosidad de la señorita Cavendish se habían saltado todo ello en el proceso, se saltaron la pregunta más importante ¿Y si a Akko no le gustaban las mujeres?
Después de todo ella sabía que Andrew y Akko se habían vuelto cércanos, pero al menos Akko no demostraba nada por él, caso contrario al del chico, que aunque trataba de manterse frío no podía evitar mostrar signos de enamoramiento al ver a la chica oriental. Tal vez la poca muestra de afecto de Akko hacía Andrew fue la causante de que se saltará aquella pregunta, algo que apenas se reprochaba, si, podía ser que no lo demostrará ¿pero y si no era así? ¿Si después de todo Akko solo ocultaba bien sus sentimientos por el chico? O podía ser que no le gustara Andrew, pero eso no descontaba a cualquier otro chico, y si era eso entonces no había forma de que le gustara una mujer...
Nuevamente pensó en lo apresurada que había sido al guiarse solo por un arranque de sentimientos, y ahora también entendía porque le había costado tanto asimilar que Akko le gustaba, después de todo pensar en una mujer amando a otra mujer era algo raro y mal visto, y era aún más mal visto en la alta sociedad de donde ella provenía , en toda su educación como señorita noble se le había inculcado el tener descendencia y obviamente el tener un acaudalado marido de linaje noble también, no más, no menos, todo debía de ser "normal" y por supuesto nada se hablaba siquiera de mantener un amorío con una persona del mismo sexo, no, eso era tabú y se evitaba por todos los medios hablar de ello, era algo mal visto, casi tan mal visto como tener un amorío con alguien que no tuviera un linaje noble, o incluso tener algo con alguien de "raza" distinta...y justamente Akko representaba todo eso... pero principalmente la causa era por ser una mujer y las mujeres no podían tener amoríos con mujeres según su educación, una educación y una mentalidad que gobernaba en gran parte de las culturas al rededor del mundo.
Pero no podía dejar de pensar en Akko... y aunque ya entendía que era algo prohibido y mal visto no podía frenar ya sus sentimientos, mucho menos ahora que ya sabía lo que era ese sentimiento, y es que simplemente el amor es algo que no se puede frenar.
Y tal vez por eso le empezaba doler el pecho, porque pensaba que Akko se había negado a corresponder sus sentimientos, convirtiendo todo aquello en un amor imposible. Tal vez había leído la carta y sus palabras tan directas (o casi directas) sobre lo que sentía por ella la habían asustado y, por consiguiente, había rechazado presentarse en ese lugar. Seguro había sido eso.
Sintió unas tibias gotas en sus piernas mientras se inclinaba hacia enfrente para poder levantarse, no tardó en entender que aquellas eran sus lágrimas cayendo de manera imperceptible desde su rostro, y así continuo llorando mientras caminaba hacia la división entre el patio y la escuela, afortunadamente para ella ya era tarde y no había nadie en esa zona, así que pudo llorar lo suficiente sin ser vista hasta que entro a los pasillos que conducían al interior de la academia, ya en ellos pudo limpiar los restos de sus lágrimas. Aun así, su caminar se veía decaído, le dolía la cabeza y tenía los ojos enrojecidos.
Subió por las escaleras que conducían a los dormitorios y ya arriba dirigió por un breve momento su mirada a la parte del pasillo que llevaba al dormitorio rojo; sintió como si su pecho se quebraba y antes de que las lágrimas volvieran a inundar sus ojos se volvió hacia la parte que daba a su dormitorio.
Al entrar a su habitación se encontró solo a Hanna en su cama, la castaña levanto un poco su cuerpo tan solo para echar u vistazo de quien había llegado.
- ¿Diana?
Pregunto en tono quebrado
-Sí, descansa Hanna.
-Gracias, respondió en tono bajo y volvió a recostarse.
Parecía que no solo a ella le habían salido mal las cosas en ese día. Pero ya tenía suficientes problemas con los suyos como para tratar de ayudar a su amiga, tal vez al día siguiente podría hacer algo por ella, tal vez.
Se recostó sobre su cama sin quitarse el uniforme, perdió su vista en la luna por un largo rato, sin pensar en nada y antes de que el sueño la atrapara escucho los sollozos de su amiga. Hundió entonces su rostro en su almohada y también comenzó a llorar y sollozar haciendo el menor ruido posible.
No supo en que momento el sueño fue más fuerte que su dolor, tan fuerte hasta hacerla dormir, mientras la luna la amparaba con su luz.
El color vainilla del cielo se abría paso empujando con fuerza el morado y azul del cielo para abrirle camino al rey de los astros.
Nuevamente despertó temprano, salvo que en esta ocasión el optimismo la había abandonado y en cambio la aquejaba un fuerte dolor de cabeza y un amargo sentimiento de derrota. Pensó por un momento en seguir durmiendo o quedarse acostada por el resto del día, pero el dolor de cabeza la hizo retractarse de eso. Necesitaba algo que aminorará su dolor y en lo primero que pensó fue en agua; y ya que ya no había agua en la habitación decanto por salir a buscarla, tirando los planes de quedarse todo el día en cama. Así que se levantó de la cama, no hubo necesidad de cambiarse, pues aún llevaba el uniforme que había usado el día anterior por tanto solo se acomodó el cabello un poco y salió de la habitación en pos de la cafetería.
Se encontró con la cafetería fuera de servicio debido al día de descanso de las hadas que la atendían, se reprochó un momento por haberlo olvidado y luego fue en dirección a los bebederos del patio.
Al llegar al patio se quedó congelada por un momento, a tan solo a unos metros adelante se encontraba Akko con su varita en la mano, exclamando el hechizo que le había enseñado, la chica lo repetía una y otra vez apuntando a una olla con agua. Al verla sintió como si su corazón se fuese a salir, era la última persona que quería ver ese día, pero estaba enfrente suyo y antes de que pudiera marcharse la chica oriental se dio cuenta de su presencia.
- ¿Diana?
Pregunto en tono sorprendido la castaña mientras hacía a un lado su práctica.
Al escuchar su voz, la rubia cayo en cuenta de la situación en la que estaba y se dio la vuelta para emprender la huida.
- ¿Diana? Diana... espera
La rubia no se detuvo, pero el dolor de cabeza no la dejaba correr más rápido y antes siquiera de que doblara por los pasillos que daban al interior de la escuela fue alcanzada por la mano de Akko que detuvo su huida.
-Diana
Susurro Akko mientras la detenía, a lo que Diana solo pudo voltearse lentamente esperando a lo que saldría de la boca de la chica oriental.
Sus ojos azules no mostraban la seguridad que acostumbraba tener, en cambio se mostraba decaída, algo que pudo avistar rápidamente la castaña.
-Akko... no quería ...
-Lo siento Diana
corto algo emotiva Akko para luego frenar un poco su tono de voz. Diana bajo un poco su mirada, pero estaba atenta a lo que Akko iba a decir. Al menos se sentía relajada al ver que no había enojo en la voz de la castaña.
-disculpa por hacerte sentir tan mal... y por dejarte tan mal ...
-No tienes nada de que culparte Akko -corto está vez Diana- sé que fue mi culpa por dejarme llevar por lo que sentía en ese momento, sé que no es normal y eso estuvo...
-No, no, no -volvió a cortar Akko- entiendo que seas tan estricta al momento de enseñar, eso es lo que te ha hecho tan buena bruja. Por eso estuve practicando desde ayer con eso, para que no vuelvas a sentirte decepcionada ...
El semblante de Diana pasó de estar triste a mostrarse sorprendida. Aquello no concordaba con lo que ella entendía que había sucedido el día anterior.
-¿No saliste ayer con Sucy y Lotte?
-je, sí, pero cuando regresamos me puse a practicar
Su semblante volvió a cambiar, se mostró reflexiva, tratando de acomodar lo que pasaba, si Akko había practicado después de regresar a la escuela entonces debía haber una razón por la que no hubiera leído la carta...
- ¿Y el libro? -preguntó cautelosamente- ¿lo usaste?
-Pueeees si... ¿lo necesitas de vuelta?
-No.…no es necesario...
Antes de que Diana pudiera agregar algo más Akko le mostró el libro y lo extendió hacia ella.
-Se lo importante que es para ti Diana, es parte de tu legado familiar y te agradezco mucho que me hayas prestado tu libro, me funcionó mucho Diana.
Fuera del tono de disculpa en la voz de Akko no había algún otro sentimiento visible, tomo lentamente su libro y lo hojeo hasta la página donde había puesto la carta.
No estaba ahí.
La rubia le enseñó a Akko el libro abierto en la página en la que había dejado la carta.
- ¡Si! Ese hechizo Diana -
respondió energética Akko interpretando la gesticulación de Diana como una pregunta.
Obviamente la oriental no tenía idea de lo que pasaba.
Algo había salido mal, alguien había extraído la carta y nunca había llegado al destinatario.
-Pero estaba aquí, aquí
Dijo en tono bajo y molesto Diana que ya empezaba a atar cabos de lo sucedido. Hojeo el resto del libro en busca de la carta, pero tampoco encontró algo.
- ¿Pasa algo Diana?
Pregunto ingenua y preocupada Akko al ver cómo Diana se exaltaba.
-¿No había nada aquí?
Pregunto en el tono más calmado posible Diana.
-uhmmmm no, no había nada ¿se te perdió algo? ¿Estás bien?
Ya no podía culpar Akko por no estar presente en su cita, eso y el pensamiento recurrente de lo mal que se vería un amorío prohibido con otra mujer pasaron a segundo plano. De momento solo quería resolver el enigma que tenía enfrente ¿quién había robado su carta o qué le había pasado?
Salió de todos sus pensamientos y actuó lo más inteligente posible, sin exaltarse y volviendo a ponerse en orden, concluyó que lo mejor era aprovechar la situación que se le había presentado y que lo demás lo dejaría para después. Decidió entonces tragarse su nerviosismo y decir las cosas que había escrito en su carta.
-...Akko... no estoy molesta contigo -comenzó en un tono suave y seguro- y quiero pedirte una disculpa por haberte dicho cosas que creo eran incorrectas y que puede que te hayan herido.
La castaña la miraba atenta, sin quitarle la mirada, su ritmo cardiaco se aceleraba poco a poco y la mirada de Diana no ayudaba en mucho, sus hermosos ojos azules gélidos y expresivos se clavaban en los suyos.
-No quería que eso sucediera
Diana se acercó más a ella hasta invadir su espacio personal.
Todo parecía tan irreal.
Dio un paso hacia atrás.
Diana noto eso y detuvo su avance.
-Aquí -Diana volvió q abrir el libro en la página donde había dejado su carta y lo apunto - había algo que necesitaba que tu leyeras y es que...
- ¡Señorita Diana, aquí está!
Gritó un duende de intendencia mientras se acercaba a las dos chicas, cortando de pasó el diálogo que Diana tenía planeado decir.
Mientras las dos chicas se voltearon a ver al duende acercarse.
-Señorira Diana -empezó a decir el duende en tono exaltado- la directiva quiere verla, tienen un mensaje para usted perteneciente de la residencia Cavendish y que se precisa urgente, por favor tiene que acompañarme.
Muy malas noticias.
La joven rubia se quedó perpleja por un momento, justo cuando encontraba solución a un problema aparecía otro en su camino.
- ¿Diana?
-No te preocupes Akko -le devolvió su libro y camino detrás del duende en dirección a la dirección de la escuela- no es necesario que me acompañes, seguramente no es algo tan grave.
Akko detuvo su andar al escuchar la voz tranquila de Diana, escuchar así a la rubia la tranquilizaba, aunque no dudaría en brindar su ayuda si la necesitaba. Lo último que quería era que algo malo le pasara a ella.
-Ve con cuidado Diana
Dijo en tono bajo Akko casi diciéndoselo así misma
Termino de leer la carta que le había llegado y miro a las maestras que formaban la directiva escolar.
-No pasa nada -respondió tranquila- es solo mi tía, me requieren en la residencia lo más pronto posible. No hay asunto en especial que tratar.
-¿Nada grave Diana? -pregunto miss Finnelan-
-Tal vez problemas económicos por los excesivos gastos de mi Tía, pero nada grave por lo que parece.
-Diana, eres una excelente estudiante, la mejor en la academia...
-Por favor, no, ya no.
Respondió en tono frío Diana, sabía cuándo merecía el mérito y cuando no, y sabía que el título de ser la mejor en la academia solo por su s conocimientos y su linaje ya no era argumento válido. Ese título debía de pertenecerle a la chica que le gustaba y ella más que nadie lo merecía. Aun así parecía que a la directiva le costaba aún aceptarlo.
-Bueno -respondió lento la directora Holbrook Y retomando lo que iba a decir- sabes que si hay problemas económicos siempre te tendremos como una digna candidata a otorgarte una beca, aparte la escuela ha dejado de estar con problemas económicos...
-No es necesario directora, no creo que mi familia tenga algún problema económico tan grave. Que quede claro -miro a todas y cada una de las maestras presentes- sea lo que sea no dejaré Luna Nova por nada.
Y no había mentira alguna en sus palabras, por supuesto que no dejaría Luna Nova en esos momentos, no dejando a Akko esperándola, o no al menos hasta confesársele.
-Aparte Anna tampoco me ha escrito para avisarme que haya problemas graves. Así que no creo que sea algo de que preocuparse, solo caprichos de mi tía.
-Esperemos que así sea Diana -termino la directora.
-Así será, ahora si me disculpan, debo de partir, seguro ya me esperan en la ciudad para llevarme.
Con permiso.
Salió de la dirección escolar sin saber la tormenta que se avecinaba.
En el camino hacia la residencia Cavendish pensó mucho en Akko en la pequeña bruja con la capacidad de derretir su máscara de hielo.
Se prometió que apenas regresará iría con ella a terminar de decirle lo que no pudo terminar y tal vez luego buscaría a la persona que se había metido con ella.
Miraba desde las ventanas del pasillo de los dormitorios, al principio estaba muy preocupada al ver que Diana se había encontrado con Akko en el patio. Y es que odiaba cuando las cosas no salían según sus planes y su plan estaba a punto de desmoronarse, hacía mucho que no se sentía a punto de la derrota y ese sentimiento se trepo en ella cuando Diana regreso corriendo a los pasillos solo para ser detenida por Akko.
Bajo con precaución las escaleras para escuchar un poco de la conversación y estuvo a punto de salir de su escondite para evitar a toda costa que la chica rubia se declarara hasta que vio al duende acercarse a las chicas. Todos sus planes volvían a la normalidad.
Sabía que tenía que sacar a Diana de la jugada antes de que sucediera algo más entre ella y Akko, así que había esperado el momento en que esta se decidiera a actuar y todo ello había rendido frutos, su jugada había sido magistral, aunque debía de dar merito a Diana por la gran idiotez de escribir una carta dejando entrever tantos sentimientos, algo que al final ayudo a adelantar sus planes.
Había sido un poco difícil seguir los pasos de Diana el día anterior (aunque nada comparado a vigilar sus movimientos en los días anteriores) para robar la carta que había escrito, y todavía había tardado un momento al dar con el lugar donde la había dejado, pero todo salió bien, con la carta en mano solo quedaba mandarla lejos, a un lugar donde estuviera mejor. Decidió no quemar la carta, en vez de eso la tomo como evidencia para hacer más difíciles las cosas a la rubia.
Escribió su carta y adjunto la que Diana había escrito.
"Por favor, ponga atención en las conductas de su sobrina"
Algo sencillo, pero sabía que la señora Daryl Cavendish pondría mucho énfasis en ello, era algo que alborotaría los ánimos en la familia Cavendish justo por la naturaleza del problema que implicaba para una familia Noble que una de sus herederas tuviera ese tipo de "gustos".
Sonrío al escuchar como Diana se marchaba hacía la dirección de la escuela, ya habían recibido la carta y no tardaron en escribir una respuesta para citar urgentemente a la joven bruja a la residencia Cavendish.
Las cosas apenas empezaban, y con Diana a punto de salir de la jugada solo tenía que concentrarse en Akko, una tarea sencilla ya con Diana fuera.
Antes que nada, quiero agradecer a todas las personas que se aventuraron a leer el primer capítulo de este fanfic. Gracias por tomarse su tiempo.
Personalmente no soy muy bueno al escribir historias de amor, pero estoy tratando de hacer lo mejor posible para que quede esta historia como uno. También podrán apuntar mucho a la recurrencia de las mismas palabras una y otra vez, la explicación de esto (de forma personal) es porque cuando estamos enamorados (un hecho empírico) le damos mucho peso a este tema de los sentimientos, así que trate de plasmarlo dentro de este capítulo.
Igual estoy consciente del protagonismo enfocado en Diana, algo que se me hizo excesivo, pero que creía conveniente como una forma de introducción, para el segundo capítulo le daré más peso a los demás personajes.
Y bueno, creo que eso sería todo de mi parte, si tienen alguna queja, duda o comentario no duden en hacérmelo saber en un lindo review o en un MP, que estaré encantado de leerlos.
Sin más por el momento, muchas gracias y buen día.
Preview
- ¡Diana, Mírame a los ojos mientras te estoy hablando ¿Qué es lo que significa esto eh?!
Diana alzo la mirada para ver el rostro furioso de su tía quien le extendía una hoja doblada. Su semblante sorprendido no tuvo ningún efecto en su tía.
¿Cómo había llegado la carta que había escrito para Akko hasta las manos de su tía?
