Hola :D Esta es una historia que quise compartir con ustedes XD

Aqui nuestros protagonistas son Kardia y Milo y es de tematica Yaoi :x Para aquellos que no les gusta les doy toda libertad de irse. Osea, no piensen que es incesto o algo por el estilo XD es un KardiaxDegel y MiloxCamus.

Es la primera vez que hago yaoi, espero sea de su agrado :3


Príncipe Perdido

Capítulo 1

Esta era una noche fría y lluviosa con los aires violentos danzando, llego el momento en que la bella reina de Antares diera a luz a su primer hijo, el príncipe. La mujer gritaba de dolor y esfuerzo, pero no estaba sola, su marido la acompañaba tomando con fuerza su mano brindándole apoyo.

-Tu puedes querida, no te dejes vencer- El rey estaba realmente emocionado, daba ánimos a su amada.

En ese momento, la reina con todas sus fuerzas pujó hasta que al fin pudieron escuchar el hermoso llanto que tanto estaban esperando.

- ¡Es un varón! - Informó una de las parteras.

-Querido...- La mujer estaba feliz, los gritos del niño indicaban que estaba sano- Por fin, nuestro pequeño esta entre nuestros brazos- Le entregaron con cuidado al recién nacido, era tan rosado y delicado que tuvo miedo de dañarle.

-Será fuerte y alguien digno de gobernar, lo sé- De inmediato la maravillosa notica recorrió por todos lados llegando a los oídos de toda la gente, el príncipe por fin había llegado a nuestro mundo- Su nombre será Lesath- La reina asentía acordando con su marido, era un buen nombre para su hijo- Lesath, príncipe de Antares.

Todo ser se alegraba de la noticia, por fin había un heredero, estaba por hacerse una gran celebración a su nombre. Claro, siempre hay alguien que se oponga a la felicidad de los demás y ese era nada más y nada menos que el hermano menor del rey, más que molesto, estaba furioso. Ahora ya no podía ser el heredero de las hermosas tierras del reino de Antares, ese niño le había robado todo ese derecho. Miraba a un lado de la entrada de la habitación de los reyes cruzado de brazos, su ambición lo estaba llevando a un terrible plan.

Pocos días pasaron y nada salía mal, todo estaban felices con la presencia del pequeño Lesath, pronto se llevará a cabo una gran celebración para el príncipe, pero lo que nadie sabía, es que el hermano del rey ya tenía maquinada en su cabeza como deshacerse de su inocente sobrino.

La quinta noche del nacimiento del niño se presentaba como el día que llegó al mundo, la lluvia rugía hasta casi arrasar con todo, pero todo habitante estaba seguro en su hogar y no había problema alguno.

En la habitación de los nobles, la reina se encontraba tocando una hermosa melodía en lira para su hijo, ya era su hora de dormir y deseaba que soñara con el sonido de sus cuerdas.

-Un día nuestro hijo podrá sacar más melodías de tu lira querida- Se había aparecido por detrás el rey ya preparado para dormir. La mujer solo asintió emocionada de tan solo imaginar a su pequeño usando su lira.

-Lo sé, será grande entre los grandes- No cabía el orgullo y el amor hacia su hijo en sus corazones.

La madre dejo de tocar y ya se disponían a descansar por ahora, mañana será el festejo que con tanto esmero habían preparado. Se acercaron al niño besándole sus delgados cabellos azules.

-Sueña con los más hermosos ángeles mi niño-.

Unas cuantas horas pasaron y se dejaba escuchar la compasada respiración de los durmientes, pronto su felicidad se vería derrumbada…

Una sombra escurridiza entró con cautela a los aposentos privados de los gobernantes, pronto su objetivo lo diviso cerca. Se acercó a la fina cuna y con delicadeza tomó al pequeño para no despertarlo, estuvo a punto de salir con éxito, pero no notó que al cargarlo las pequeñas sabanas se enredaron con un objeto pesado haciendo que cayera y se estrellara. El niño empezó a llorar asustándolo del fuerte estruendo. Fue inevitable despertar a los padres.

- Pero ¡¿qué está pasando?!- El rey y la reina se despertaron bruscamente descubriendo a alguien llevándose a su hijo

- ¡Mierda! - Ya no había vuelta atrás, había sido descubierto, solo quedaba correr y terminar de deshacerse del niño.

-Hermano, tu…- El menor de los hermanos escapó con rapidez sin dejar de terminar la frase del rey- ¡Hermano! – Tanto el rey como la reina salieron disparados detrás del susodicho- ¡Guardias! ¡Guardias! ¡Deténganlo, se está llevando a mi hijo! –

- ¡No, por favor! ¡No te lo lleves, te lo ruego! - Gritaba la madre desesperada corriendo torpemente.

Él bebe lloraba desconsoladamente entre los brazos de ese hombre, no se sentía seguro en ese calor y era agitado por la poca delicadeza que lo trataba.

Corría llegando a la salida tomando un caballo sin que el pobre animal se lo esperara, no le importaba de la fuerte tormenta, debía librarse de esos guardias y de su hermano, no querrá estar encerrado por el resto de sus días.

Varios guardias en caballos iban en busca del que osó en robarse al príncipe, incluso el rey en pijamas fue en su búsqueda, su agitado corazón le dolía, un mal presentimiento le apresaba.

- ¡Hermano! -.

Ya estaba muy lejos para ser alcanzado, no importaba el camino o lo empapado de sus ropas, solo quería librarse de ellos…pues que grave error.

- ¡Maldición! - Sin saber por qué trayecto iban, el ladrón había llegado a un profundo bosque y la fuerte lluvia no ayudaba su visión, se encontraba perdido. El pobre caballo aún seguía galopando con fuerza y rapidez atravesando aún más dentro, tanto era el movimiento que el pequeño Lesath se escapaba de sus brazos.

-¡Todo es tu culpa niño estúpido, de no haber sido por ti, nada de esto no habría pasado! – Le gritaba al pequeño ya con dolor en su pequeña cabeza de tanto llorar- ¡Si yo no he de ser el heredero! ¡Tú tampoco lo serás! -.

Sin compasión, soltó al pequeño bulto con telas finas en el camino ¿Qué ser divino perdonaría tal atrocidad? Ninguno, después de un largo recorrido, el caballo se alteró por el fuerte ruido de trueno que provocó al hombre caer sobre un tronco caído matándolo al instante. Muchas veces, así es como se pagan este tipo de actos tan inhumanos.

Pasaba el tiempo y solo pudieron hallar el cuerpo del ladrón, pero ¿Y el príncipe?

El rey de Antares había regresado junto a su mujer destrozada, pero aun no perdía las esperanzas.

-Mi niño, mi Lesath ¿Dónde estás? - El gobernante mojado y lleno de tierra abrazaba a su esposa que no dejaba de llorar. Ya había amanecido y nada que pudiera dar con su pequeño.

-Mi señor…- Había aparecido un joven guardia con algo entre sus manos, los ojos de la pareja se abrieron sin creerlo- encontramos estas telas junto con el cadáver de su hermano- Se trataba de las mantas del príncipe con unas cuantas manchas de sangre- Lo sentimos, es lo único que encontramos del príncipe-.

-Mi hijo no puede estar muerto ¡Zaphiri! ¡Mi niño está bien!... ¿Verdad? – El rey Zaphiri tenía ensombrecido el rostro, un gran nudo en la garganta se le había formado, no podía responderle a su esposa.

-Seguiremos buscando querida- El rey se separó de su mujer para tomar la manta de su bebe, sus manos temblaban y le dolió el pecho. Su llanto se dejó escuchar presionando la tela contra su rostro…

Tres años pasaron y no volvieron a ver a su pequeño Lesath, pero sí tuvieron a su segundo hijo.

-Milo, tu nombre será Milo- El rey Zaphiri tomaba en brazos al pequeño, se sentía nervioso y extraño, era como si su hijo perdido hubiera regresado- Prometo que con mi vida te protegeré y te haré un gran hombre, nada te pasará, lo he jurado por ti, tu madre y tu hermano.

Mientras dedicaba esas palabras, las damas que ayudaron a la madre durante el parto, cubrían todo su cuerpo y rostro con una delgada sabana, la reina no lo soportó y se había quedado dormida para la eternidad.

El funeral se dio en una fría mañana, no solo era para la reina, sino también del príncipe Lesath, pues ya lo daban por muerto. Todos estaban reunidos frente a dos lapidas grabadas en oro.

El rey gobernaría solo junto con su hijo Milo y lo amaría y protegería en memoria de su esposa e hijo perdido.


Veinte años después…

En las lejanas afueras de la ciudadela del reino de Antares, se establecía una vieja y humilde casa llena de pinturas, esculturas y objetos metálicos con piedras preciosas, dentro había un joven de cabellos largos azulados, pero no era más que un bello plebeyo.

"Deseamos realizar esos sueños, atravesar ese camino sin siquiera pensar si queremos estar solos o acompañados…"

- ¡Kardia! –

"Esa persona podría estar en medio de ese camino, nadie ha leído las letras del destino"

- ¡Kardia! –

"Puede que en ciertos momentos de la existencia de cada uno llegue a darte muchas vueltas y coincidencias, al principio estos giros se nos presentan en frente sin que nos demos cuenta de inmediato"

- ¡Kardiaaa!

"Y quizá al final, sea la clave para llegar al amor y la felicidad que tanto llegamos a anhelar…"

- ¡Contesta con una mier…! –

- ¿¡Qué cojones quieres Manigoldo!? – El joven que a regañadientes se vio obligado a contestar a la insiste llamada, se encontraba cómodamente sentado leyendo un escrito con forro de cuero hasta que ese molesto grito lo interrumpió- ¡Te dije que estaría ocupado! – la voz de Manigoldo se oía bajando las escaleras que conectaban a la habitación de Kardia.

- ¡Mira estúpido, el viejo me pidió que te llamara porque te está esperando para que le ayudes! - El muchacho de cabellos largos y alborotados rodó los ojos, aun con las piernas cruzadas apoyadas con la mesa de enfrente.

- ¿¡Y no lo puedes ayudar tú!?-

- ¡Estoy muy ocupado haragán! - Kardia ya resignado se levantó con pereza con el libro bajo su brazo- ¡Mueve ese trasero y apresúrate! -.

- ¡Si, si, ya voy! - Bajo tranquilo a zancadas pesadas y no es que fuera un haragán como le decía su hermano Manigoldo, es solo que se encontraba agotado de la labor que había hecho en el día, pintar los bellos paisajes no era nada, pero así era como él y su familia se ganaban la vida. Muy cansado llegó tranquilo y observo por unos segundos a Manigoldo, que estaba de espaldas trabajando en una complicada escultura hecha de piedra- ¿Aun no terminas con eso? - El joven escultor volteo a verlo notando lo que tenía Kardia bajo el brazo.

- ¿Y tú aun con ese estúpido libro? – Kardia se observó y no había notado que aun traía consigo el viejo libro. Hizo un mohín de molestia, el idiota de Manigoldo siempre jodiendo con el mismo tema- ¿Hasta cuándo dejaras de leer? Hay trabajo ¿sabías? -

-Leeré todas las veces que quiera y no me estés jodiendo- Manigoldo fastidiado solo ignoró, pero bueno, así era la bella relación entre ellos.

-Como sea… y respondiendo tu pregunta, recuerda que esta escultura es un pedido especial por parte del rey, ya ves lo exquisitos y especiales que son con ese tonto palacio, debe quedar perfecto o no nos pagarán-.

La escultura que tanto arduo trabajo se le dedicaba, se trataba apenas dando la figura de un joven cabellos largos casi como los de Kardia.

- ¿Y quién se supone que es…? -

- ¡Kardia! –

A lo lejos se escuchaba un débil llamado un tanto molesto interrumpiendo la pequeña conversación de los artistas, el joven paisajista se distraía con facilidad.

- ¡Mierda, el viejo! - Kardia al recordarlo se fue disparado rumbo a la ayuda de su padre.

-Idiota…-.

Apenas y corría con la pereza que cargaba, pero tratándose del viejo y con ese carácter de ogro roñoso tendría que darse prisa y ayudarlo, y si es posible hasta con su propia alma.

Kardia y su pequeña familia se establecía en las lejanas afueras de la ciudadela del reino, apenas rozando al angosto bosque que lo separa de otras tierras, el anciano al que llamaba padre, estaba en camino para terminar de traer lo que necesitaban para el resto de la semana, por lo que Kardia tenía que correr para alcanzar a su viejo.

Llegó aprisa junto al gastado hombre llamado Sage, este al notarlo le dio duro golpe en la cabeza, por supuesto el joven de cabellos enmarañados no lo esperó.

- ¡Ay! ¿Qué te sucede vejestorio, porque me golpeaste? - Molesto trato de sobarse. Sage era un vejestorio muy pesado, según Kardia.

- ¿Por qué tardaste tanto niño tonto? Ya estoy viejo y ya no puedo cargar con esto solo, así que se buen hijo y ayúdame- De inmediato Sage le echó encima una gran cantidad de utensilios y materiales que utilizaría para sus próximos trabajos.

- ¿Y esto? - Kardia entre sus brazos sostenía la pesada bolsa.

- ¿Qué más va a ser? Tus herramientas o ¿crees que esos lienzos se harán solos? ¡Vamos muévete! –

-Claro, claro…- El joven solo obedecía, no importa cuanto lo regañara o lo hiciera verse más tonto de lo que ya se sentía, quería a ese viejo y así es y será su relación de padre e hijo.

Llegaron en poco tiempo a su casa que al mismo tiempo era su taller de arte y orfebrería

- ¡Manigoldo! Eres demasiado lento, ¿porque no dejas que Kardia y yo lo terminemos? - El mayor de los hijos no había notado la llegada de su padre y Kardia, con el orgullo lastimado volteó a verlo molesto.

- ¡Ni en broma! Llevo trabajando esto solo y no dejare que ninguno de ustedes lo toque, así que déjenme en paz- Manigoldo era demasiado posesivo con su trabajo, él y solo él era quien realizaba sus propias labores.

- ¡Tenemos una fecha límite! -.

- ¡No! Yo lo empecé y seré solo yo quien lo termine-.

- ¡Sera mejor que te tragues ese orgullo y nos dejes terminarlo o ¿quieres que te castigue!? -.

- ¡Ya no soy un niño! -.

- ¡Manigoldo! -.

Kardia no escuchaba la ridícula discusión entre Manigoldo y su padre, en lo único que pensaba es en querer sumergirse en su imaginación como muchas veces lo ha hecho, en ese mar de letras de sus adorados textos, el único lugar donde podía irse a otro mundo, soñar despierto hasta que termine y luego volver a leer. Eran las únicas aventuras y sueños que quería vivir, deseaba una vida tranquila y modesta evitando cualquier inusual acontecimiento, aunque cueste creerlo siendo alguien muy activo y pasional, pero era lo que deseaba.

Quien lo conocía, se le valoraba como un joven talentoso y apuesto que vive como ayudante en el taller del trabajador Sage junto con su hermano Manigoldo. Kardia, que entre los tres, es el que más destacaba con sus creaciones, nada se comparaba con lo que él creaba, aunque se le consideraba como alguien medio arisco y mal hablado, todos lo querían por su buen corazón y su energía pasional por hacer su trabajo, lleno de sentimientos que lograba plasmarlos en sus más bellas pinturas y demás obras.

El joven solo pensaba en leer, dormir y trabajar para ganar algo de comer para el día siguiente, no necesitaba más para ser feliz si tenía a su padre y hermano junto a él.

Pero las letras de su pasado y del destino, le tenían algo preparado para Kardia, que podría cambiar su vida y la de otros…


En un bello y gigantesco palacio en el reino Antares, dentro de unos elegantes aposentos, se escuchaba una placentera melodía que era interpretada por un joven y hermoso príncipe de cabellos azules atados delicadamente a un listón. No dejaba de mostrarse relajado y hundido en su labor de tocar la lira y otro joven oyente se embelesaba con el gran talento que poseía el bello soberano, lo hacía con gusto el gusto del mundo, si fuera posible, lo haría hasta la eternidad sin parar.

Milo sostenía con pasión el instrumento con finas cuerdas, separaba los dedos lentamente liberando las ultimas notas mientras se dedica a ver a la persona frente a sus ojos. Son esos días en las que uno no desearía que acabe.

Terminando esa armonía, unos pequeños aplausos para el príncipe se escucharon.

- ¡Que hermoso Milo! Has mejorado bastante en tus acordes, te felicito- Quien le aplaudía no era más que un simple sirviente del castillo, pero para el príncipe, era mucho más que eso, se trataba de su mejor amigo desde la más tierna infancia.

- ¡Jaja! ¿verdad? Y esto es solo la mitad de mi composición, luego la tendré terminada y tu Camus, serás el primero en escucharla completa- Camus le sonreía complacido, estar cerca de su príncipe era lo más importante para él, siempre se ocupaba de Milo, prácticamente era su todo- Y no es por nada, pero estas son las mejores cuerdas que podrás escuchar en toda tu vida, con esta lira ningún otro instrumento se compara con ella- El sirviente mostraba con su mirada la gran admiración y amor que sentía por él, todo lo que era del príncipe, ninguna otra cosa se comparaba.

-Si Milo, ya lo creo, aunque creo que deberías de ser menos presumido- El sirviente le lanzó un pequeño cojín de seda que Milo esquivó divertido.

- ¡Oh vamos Camus! Es solo que me siento orgulloso de mi mismo y no por ser el príncipe de estas bellas tierras- Milo guiño un ojo emocionado hacia su amigo, camino hacia una pequeña mesa y deposito con cuidado su lira- Te juro que, si no fuera por ti y por esta lira que me heredó mi madre ¡mi vida aquí seria aburridísima! Así que, déjame ser-.

-No exageres Milo, tienes más amigos aquí ¿Qué hay de Aioria o Mu? - En si a Camus no le gustaba compartir a su príncipe con nadie, pero debía aceptar que él tenía derecho a convivir con más gente, bueno, hasta donde el rey le permitía.

-Sí, los chicos son geniales y todo lo que quieras- Milo dirigió su mirada a su amigo con un brillo especial-pero para mí eres más que un amigo Camus- En ese momento el sirviente de cabellos aguamarina sintió la temperatura subir ¿A qué se refería Milo exactamente?

-E-enserio? – Levanto la mirada hacia él y lo miraba directamente a los ojos.

- ¡Jaja pues si! Eres mi hermano Cam- De repente Milo se abalanzo hacia Camus ahogándolo casi en un efusivo abrazo- ¿Qué no es obvio? -.

-Oh sí, claro que si… - Se podría decir que es evidente que a los ojos de cualquiera Camus está enamorado de Milo, todos lo sabían, pero que extraño que un noble y un simple sirviente se enamoraran o al menos así lo decía la imagen de alguien de la realeza. Si Milo llegaba a corresponder ese sentimiento en realidad no habría problema de un posible compromiso, si tan solo el príncipe supiera de ese amor.

- ¿Hmm? ¿Pasa algo? – Se separó con desconcierto ante la apagada voz de su amigo. Camus le miro cambiando a una débil sonrisa ¿Qué le acongojaba a su queridísimo amigo?

-No es nada, tu abrazo me tomo de sorpresa-Milo siguió mirándole no creyéndole mucho, iba seguir preguntando, pero un llamado desde su puerta lo había interrumpido.

- ¡Adelante! - Detrás de la elegante puerta se dejó ver a un hombre de alto de cabello negro- ¿Shura? -.

-Disculpe mi señor, pero le ha llegado un regalo- El hombre traía consigo una enorme caja plateada que apenas y se podía ver su cabeza.

- ¿Un regalo? ¿De quién? – Shura de inmediato sacó una tarjeta que venía con la caja- Lo envían desde el reino de Bluegrad, del rey Degel-.

- ¿Qué? ¿Del rey Degel? -.

Milo y Camus se miraron sumamente extrañados, sabían que entre los dos reinos ha habido tratos y buena relación, pero nunca habían recibido un regalo o algo por el estilo, especialmente directamente para Milo ¿Qué supuesto regalo le llevó Degel? Ambos jóvenes observaron a Shura esperaron más información.

-A mí ni me mire mi príncipe, no tengo ni la más remota idea de lo que se pueda tratar, solo recibo ordenes de su padre de entregarle este paquete- Shura se encogió de hombros también confundido.

-Está bien, no te preocupes amigo, déjalo por ahí, muchas gracias puedes retirarte-.

-Como diga, con permiso- Lo deposito a un lado de la lira después de hacer una reverencia y dejar a los jóvenes solos.

Camus fue el primero en hablar.

- ¿El rey Degel? ¿Bluegrad? - Camus miro a Milo esperando una posible respuesta.

-Te juro que no se a que se deba este obsequio, de verdad- Milo estaba más intrigado, en un momento de su niñez llego a conocer al rey Degel, pero no significaba nada, solo era el gobernante de un reino muy lejano al suyo-Pues si mi padre le ordenó a Shura que lo trajera hasta mi habitación, él debe saber algo-.

Milo se quedó pensando, en realidad no se estimaba por ser una persona muy sociable por las limitaciones de su padre sobreprotector, pues el príncipe solo se relacionaba con los que estaban en su propio castillo y para que el rey de un reino sumamente distante le regalara algo y se ve que, de algo grande, se tornaba sospechoso. Obviamente su padre y ese hombre llamado Degel traían algo entre manos. Ojalá y no sea lo que se está imaginando.

- ¿Le preguntaras a tu padre? – Camus tenía un ligero presentimiento que llegaba a opresarle el pecho- ¿Milo? -.

Otros toques llamaron atreves de su puerta de nuevo llamando su atención, la puerta se abrió sin esperar una respuesta por parte de Milo y esta vez se trata de su padre, el rey Zaphiri.

- ¿Padre? – Es un poco inusual que lo visite a su propia habitación, solo lo hace cuando necesitan hablar a solas.

-Hola hijo, Camus- El alto hombre saludó con una delicada sonrisa, sereno entró – Discúlpame pequeño, pero ¿me dejarías a solas con Milo? Hay un asunto importante que necesito discutir con él- Aunque no quisiera Camus se retiró con la gran curiosidad picándole ¿Qué querrá el rey con su príncipe? Ya solos el hombre se dispuso a hablar.

- Padre ¿Acaso ese regalo tiene algo que ver con ese asunto importante del que necesitas hablar? - Milo no se andaba con rodeos, indudablemente tenía que ver.

-Tan listo mi hijo y si, es verdad- Milo se cruzó de brazos arqueando una ceja- Ese es un regalo de bodas mi niño, tú y el rey de Bluegrad están comprometidos, pronto se llevará a cabo su boda y este es su primer obsequio- El rey Zaphiri estaba preparado para la reacción de su hijo, sabia de su carácter y de toda la palabrería que le cantaría, pero no tenía opción, si la tuviera no metería a su querido hijo en esto.

Milo por su parte, estaba con los ojos bien abiertos y desconcertado ¿Qué acababa de decir?

- ¿¡Qué!? ¿De qué carajos me estás hablando papá? - Estaba sorprendido y no le importaba usar ese lenguaje frente a su padre, el rey lo dejaría pasar por esta ocasión- ¿Cómo pudiste hacerme esto? -.

-Milo, hace poco de mi viaje a otras tierras, llegué a un acuerdo con Degel y convenientemente estaba buscando a alguien para casarse- El rey flaqueaba, pero era él o su gente- Hijo, no tuve otra opción…-.

- ¡Ya intuía algo así! - Milo estaba de espaldas, no quería verlo- Entiendo que nuestro reino se encuentre en crisis, pero ¿estás seguro de que esposarme a alguien a quien no amo nos salvara? ¿No piensas en siquiera considerar mis sentimientos? - Lo encaró de repente con los ojos bien grandes.

- ¡Entiéndeme! Necesitamos de su fortuna. Dime, ¿qué pasaría si el reino no llega a salvarse? Piénsalo, ¿no lo harías por tu gente? ¿Por nosotros? ¿Por Camus? No quisieras que él se viera obligado a irse- El bello príncipe dio un paso hacia atrás desconcertado, por una parte, se sentía como un egoísta por pensar primero en sus sentimientos antes que a su pueblo, pero no soportaría vivir junto a alguien sin amor- Milo, es por el bien de todos- pero ahora con lo que su padre le espetó… si no los salvaba de la crisis, Camus…

-Padre, yo ya amo a alguien más- El rey cerró los ojos con dolor, ya esperaba en cualquier momento esa declaración.

-Lo sé hijo- Zaphiri se acercó a Milo y lo abrazó- Soy tu padre y nada puedes esconder ante mis ojos. No sabes cuánto me duele hacerte eso- El príncipe se aferró a su padre escapando unas cuantas lagrimas- No lo hagas por mí… ni siquiera por el reino, hazlo por el amor que le profesas a Camus- Milo al crecer poco a poco sus sentimientos por su amigo se fueron convirtiendo en un inmenso amor, pero al creerse no correspondido decidió que lo mejor sería callar.

Si no era correspondido, al menos no quería que se fuera de su lado.

-Entiendo padre- Se separó de su padre aguantando el llanto, tenía que hacerlo- Me casare con el príncipe Degel- Lo dijo mirándolo a los ojos, no quedaba de otra.

-Gracias Milo- Zaphiri tomó las manos de su hijo ya más tranquilo.

Detrás de esa habitación, alguien no había aguantado la intriga y había escuchado toda la conversación. Se encontraba Camus escuchando todo detrás de la puerta en la oscuridad del pasillo, lloraba silenciosamente y sus lágrimas derramándose sin parar. Ahora que sabía que su príncipe correspondía sus sentimientos, no había posibilidad de estar junto a él. Entendía que lo hacía por su reino y por él ¿Pero qué sentido tenia? Su príncipe se casaría con alguien más y no evitaba que se sintiera destrozado. No lo soportaba, no quería estar ahí. Corrió lejos, quería estar solo y desahogarse ¿Qué le quedaba hacer? Solo aceptar que su amor se casaría con otro.


Años antes

-¡Manigoldo!- Un viejo hombre recorría el bosque buscando a su hijo- ¡Manigoldo! ¡Hijo! –A quien buscaba se fue corriendo hacia el bosque diciendo que había algo extraño dentro.

- ¡Papá! – Más lejos, el hombre era respondido por la voz de un niño- ¡Te lo dije Papá! ¡Te dije que había escuchado algo! -.

Era una húmeda mañana después de una fuerte tormenta en las tierras del reino de Antares, el sol apenas despertaba. El hombre se acercaba a su hijo que no dejaba de gritar.

-¿De qué me estás hablando hijo?- Cuando se acercó empezó escuchar unos lastimeros llantos de un bebe- ¿Manigoldo?-.

El pequeño Manigoldo sentado en la mojada tierra sostenía con sus pequeñas extremidades a un pequeño bulto que emitía largos gimoteos.

-¡Es un bebe padre! ¡Te dije que no estaba loco y había escuchado algo! - El padre con cuidado tomó al pequeño examinándolo ¿Qué hacia un bebe en medio del bosque después de una fuerte tormenta?

-¿Cómo habrá llegado aquí? Tiene las ropas completamente mojadas y llenas de lodo- Estaba realmente confundido- Tus padres donde estarán-.

-Lo encontré aquí solo, no vi a ningún adulto padre- El señor se acongojó pensando que lo habían abandonado.

-Pues sin duda tiene suerte de estar vivo después de lo de anoche ¡Que buen oído tienes hijo! ¡Le acabas de salvar la vida a este pequeño! – El niño orgulloso inflo su pecho sintiéndose como un auténtico héroe. Él bebe entre los maduros brazos temblaba con sus dos manitas cerradas en puño contra su pecho- Mira como tiembla, hay que cambiarlo cuanto antes. Vámonos hijo-.

- ¡Claro padre! -.

El pequeño entre los brazos del hombre se comenzaba a tranquilizar por el calor humano que recibía, volvía a sentirse seguro.

Llegaron a su humilde casa cerca del bosque y comenzaron a desvestir al pequeño.

Cuando haya terminado la labor de cambiarlo, sus salvadores lo miraban aun sin comprender como un bebe se encontraba solo y abandonado en un bosque. La garganta del señor se le había formado un nudo ¿Cómo alguien sería capaz de dejarlo en su suerte en un lugar como ese? Si hubiera sido un accidente, habría rastros de algo, pero no, solo era el pequeño.

-Padre ¿Nos lo podemos quedar? – Manigoldo también era consciente o algo sentía por ese bebe, pero no quería dejarlo. El padre solo observó al pequeño dormir plácidamente cubierto con las calientes cobijas. Ya había tomado una decisión, no se sentía capaz de dejarlo en otras manos, quería criarlo como si de su propia sangre fuera.

-El destino por algo nos puso en el camino de este niño- Paso sus maduros dedos por la pequeña cabeza del bebe- De ahora en adelante formará parte de nuestra pequeña familia, será tu hermano y mi hijo ¿Qué te parece? -.

El pequeño Manigoldo abrió desmesuradamente los ojos, estaba muy feliz de tener un nuevo hermano.

-¡Siii! ¡Seré el mejor hermano mayor de todo el mundo! - Manigoldo empezó a dar pequeños saltos con los brazos levantados- ¡Un hermanito! - Entusiasmado empezó a jalar la ropa de su padre- ¿Puedo elegir su nombre? -.

El padre conocía muy bien a su hijo y no estaba seguro de que nombre piensa ponerle al pequeño.

-¿E-en qué nombre piensas exactamente hijo? -.

-¡Se llamará Cerberos! ¿Qué te parece padre? – Dijo el niño con un toque de orgullo en su voz. El hombre casi se caía de espaldas ¿Hablaba en serio? Olvidaba que aún se trataba de un niño de diez años.

-Hijo ¡No es un perro de tres cabezas! -.

-Pero papá…-.

-¡Nada hijo! Le pondremos otro nombre- Se quedó pensando hasta que… - Kardia es un buen nombre-.

-¿Kardia?... supongo que le queda- Manigoldo se encogió de hombros aceptando el nombre que había propuesto su padre- Bueno Kardia, ahora que yo soy tu hermano mayor, tienes que hacer todo lo que yo diga. Si quiero que limpies mi habitación lo haces y punto, es tu deber como hermano menor… ¡Ay! ¡Padre! – Le había dado un ligero golpe sobre su cabeza, no podía decirle eso a su nuevo y pequeño hermano que dormía plácidamente.

-Es tu hermano, no tu sirviente- Dijo serio por tales palabras, aunque no le sorprende de su hijo Manigoldo- Tu deber de hermano mayor, es cuidarlo y enseñarle a ser buen niño como lo eres tú.

-¡Solo bromeaba padre!-.

El tiempo pasó y casi habían olvidado que Kardia era adoptado, pero los tres eran conscientes de que no eran de la misma ascendencia.

Sage estaba seguro de Kardia se quedaría a su lado para siempre alejando ese pasado doloroso de haber sido abandonado. Aprendería a ganarse la vida en la ardua labor y a desarrollar ese sentido de humildad.


En el castillo de Antares actualmente

-Hola madre, hola hermano- Milo se arrodilló frente a dos lapidas en un enorme patio de su castillo- Que bueno estar aquí otra vez- Como respuesta el cálido viento meció su largo y sedoso cabello.

Milo decidió visitar a su hermano y a su madre una tarde, después de la fuerte decisión que había tomado de casarse con el rey de Bluegrad, aunque no estuvieran ahí necesitaba de su apoyo.

-Es extraña la idea de casarse ¿No lo creen? Diría que me siento feliz, pero la verdad es que me siento molesto y triste- El príncipe resignado suspiro viendo especialmente el grabado de su hermano- Lesath, si estuvieras aquí yo no sería quien se tuviera que casar sino tú ¡Vaya! Sí que el destino a veces puede ser muy malvado-.

Se quedó un momento pensando en cómo hubiera sido si su hermano estuviera vivo. Al menos supo que su madre en vida amó a sus hijos cuando pudo y vivió feliz a lado del rey, pero de pensar en Lesath, su hermano apenas y había vivido unos días y por la ambición de alguien más fue lo que le arrebató la dicha de crecer.

-Pronto vendrá el rey Degel de visita - Milo antes de retirarse con su mano depositó un beso en cada lapida- Espero puedan brindarme su apoyo-.

En los jardines reales estaba Camus esperando a su príncipe a que terminara de hablar con su madre y su hermano. Seguía acompañándolo a pesar de que sabía de sus sentimientos por parte de Milo, no se atrevía a declarársele, sentía que si lo hacía causaría un gran dolor en su corazón.

-Hola Camus- Un castaño lo saludó. El joven sirviente no esperaba la llegada de esos dos - ¿Esperas a Milo? -.

- ¡Oh! Hola Mu, Aioria- Ambos muchachos son amigos del príncipe, Aioria es un joven de cabello castaño dorado quien se dedica al cuidado de los carruajes y caballos; y Mu es un muchacho de cabello largo color lavanda, es hijo del cocinero real- Milo no debe tardar-.

-Lo sabemos Camus, pero en realidad venimos a verte- El que hablaba era Mu- Supongo que ya sabes del compromiso de Milo- Camus apartó la mirada suspirando- Eso quiere decir que es un sí-.

-Las noticias aquí corren rápido, es de esperarse- Los muchachos se vieron preocupados.

-Y bueno, tu no… ¿Ya le dijiste? – Mu soltó una pregunta que lo tenía carcomiendo. Camus lo miró confundido.

- ¿Decirle qué? -.

- ¡Ay no te hagas! ¿Ya te le declaraste a Milo? – Aioria era igual que Milo, iba siempre al grano.

El de cabello agua marina enrojeció de inmediato a los muchachos se les escapó una carcajada.

-Eh… pues yo… N-no y no pienso decírselo- Los jóvenes lo miraron sorprendidos.

- ¿¡Qué!?- Los dos dijeron al unísono.

- ¿No le dirás aun después de que se casará? ¿Sabías que él también está enamorado de ti? – Camus entristeció, pero no podía hacerle saber sus sentimientos.

- Lo sé Aioria, lo escuché una vez diciéndole al rey Zaphiri, pero no tendría sentido hacerlo. En un mes se casará con el rey Degel y quizá no lo vuelva a ver-.

- Pero Milo dijo que te llevaría si tendría que irse ¿O que es lo que tratas de decir? - Mu quería comprender a Camus. El sirviente negó rotundamente.

- Será algo que tenga que rechazar, no soportaría ver a Milo con alguien más-.

- ¡Pues no lo acepto! - Aioria dijo con molestia- ¡Eres un idiota Camus! He visto cuanto se quieren ustedes y si se casa lo hace principalmente por ti, al menos devuélvele el favor de saber que tu correspondes su amor-.

- Aioria tiene razón- Camus bajó la mirada, en ese momento Mu pensó en algo- Escucha, Aioria y yo pensábamos en sacar a Milo al pueblo, digo, para que cambie un poco de aires- Aioria lo miró no entendiendo.

- ¿Ah sí? -.

- Y seria buen momento para que ustedes dos salgan y le digas por fin lo que sientes, disfrutaremos al máximo a Milo este mes, pero creo que tu deberías aprovechar este tiempo para estar con él como siempre desearon hacerlo- Camus de pensarlo se agarró el pecho con una sonrisa, ellos apoyarían esos últimos momentos que necesitaría con Milo.

-Está bien, gracias chicos- Se sentía más complacido. Se amarían todo el mes que les queda.

Pronto Milo llegó a su encuentro con su elegante y pausado paso. Ya en unos minutos se dispondrían en su pequeño trayecto al pueblo.


En el pueblo

- ¡Viejo! Creo que ya es suficiente con esto para todo el mes- Se quejaba Kardia cargando varias bolsas llenas de pinceles herramientas, pinturas… - ¿Por qué Manigoldo no está cargando nada? - .

- ¿Qué no estoy cargando nada? ¡Estoy cargando la carreta con la estatua del rey animal! - Manigoldo jalaba la enorme carreta ya también cansado, pero creyéndose más maduro no se quejaba.

- ¡Cierren la boca los dos! Y Kardia, deja de quejarte y sigue caminando. Hay que aprovechar con todo lo que venden aquí antes de todas las tiendas cierren para siempre, la crisis está muy fuerte- Sage y sus hijos iban camino al castillo, el pedido solicitado del rey estaba listo y necesitaban de dinero.

El lugar estaba lleno de gente y estaban a la mitad del camino. Kardia ya harto soltó las bolsas y se sentó en el suelo.

- ¡Kardia! ¿Qué crees que haces? - Sage lo reprendió por la infantil actitud de su hijo.

- ¡Vayan ustedes! Juro que ya no aguanto los pies, los esperare aquí- Kardia no estaba dispuesto a levantarse de nuevo.

- ¡No seas egoísta hermano! Por si no lo sabias también estamos cansados- Manigoldo esta y no permitiría esa actitud por parte de Kardia.

- ¿Egoísta? ¿Quién fue el que estuvo toda la noche en vela terminando esa escultura? Y solo porque el idiota de Manigoldo no pudo terminarla porque se había lastimado un estúpido e insignificante dedo- Y bueno, el mayor de los hermanos quiso defenderse con un ligero sonrojo en su quemado rostro.

- ¡Mejor sigue caminando si no quieres que te meta esa escultura por el…!-.

- ¡Ya cállense! ¡Parecen unos mocosos malcriados ustedes dos! – Sage ya estaba harto y el quemante solo no les favorecía en nada- Está bien Kardia, quédate y descansa, Manigoldo y yo entregaremos el pedido, pero por favor no vayas a cometer algo que nos cueste sacar de nuestros bolsillos- Kardia sonrió satisfecho.

- ¡Claro padre! No te preocupes, me quedaré por aquí a cuidar las compras- Kardia los vio marchándose hacia el castillo.

Contento con las bolsas a un lado se quitó los desgastados zapatos de piel sobándose los callosos pies. Hacía calor y no hacía más que ver a la gente ir venir frente a sus ojos, pasaron unos cuantos minutos y ya sentía el sudor recorrer por todos lados.

-Tengo tanto calor- Pasó el dorso de su mano por su frente, había quedado completamente cubierta por sudor- Que asco- A unos metros, Kardia observó a un pequeño puesto de bebidas frías, de solo verlo sentía un desierto en lengua.

-Quizá pueda ir por algo refrescante- Pero antes verifico si al menos tendría unas cuantas monedas en su bolsillo. Si, era suficiente.

Para llegar tendría que llevar todas las herramientas nuevas, eran demasiadas y podrían perderse.

- ¡Oh rayos, como pesan! - Después de haber descansado sentía que el peso era mayor que antes.

Los cargó como pudo, pero no muy bien, cuando comenzó a caminar no vio a alguien que pasaba y sin remedio chocaron Kardia y el extraño cayendo.

Un estruendo se escuchó tirando las bolsas.

- ¡Argh! Mi trasero- El artista se quejó sobándose.

- ¡Señor discúlpeme! No me fijaba, lo siento mucho- Kardia ante la insistente disculpa puso atención a la persona que tenía enfrente. Se quedó completamente estático.

Al igual que Kardia, el desconocido lo observó muy sorprendido. Había algo entre ellos… que les resultaba increíblemente familiar.

Kardia fue el primero en salir de esa ensoñación y carraspeo levantándose primero- No, discúlpame a mí, no miraba por donde caminaba- Extendió su mano para ayudar al extraño- Mi nombre es Kardia- Con confianza tomó su mano aceptando la ayuda.

-Gracias y mucho gusto Kardia, mi nombre es Milo- El joven artista se sorprendió por escuchar el nombre.

- ¿Milo? ¿Príncipe Milo? - Milo asintió apenado y divertido- ¡Oh su alteza! - Ahora ponía más atención a las ropas del joven príncipe, eran tan finas y arregladas ¿Cómo no pudo darse cuenta? Estaba muy nervioso, era la primera vez que tenía a alguien de la realeza frente a él- ¡Perdóneme, no fue mi intención! ¿Se encuentra bien? ¿Déjeme revisarlo? -.

Milo reía abiertamente por la actitud de Kardia.

-No se preocupe señor Kardia, me encuentro perfectamente y ya deje esa cara que no lo voy a mandar a fusilar o algo por el estilo- El artista se rio nerviosamente- Y por favor déjeme ayudarle con eso- Ya iba a ayudarlo con sus compras, pero fue detenido por las manos del artista.

- No lo haga su alteza, son muy pesadas- Kardia solo las levantó y volvió a sentarse- En realidad solo espero a mi padre y a mi hermano a dejar un encargo a su castillo-.

- ¿Un encargo? ¿Se refiere a la estatua que encargó mi padre? - Kardia asintió orgulloso, él y su hermano habían hecho todo el trabajo en esa obra- Con que tú eres uno de los hijos del señor Sage. Déjeme felicitarle por los maravillosos trabajos que embellecen a mi palacio-.

-¡Jaja! Me halaga mi señor…-

-¡Principe Milo!- Milo era llamado por tres jóvenes agitados que iban en su búsqueda- ¡Milo! Te buscamos por todas partes ¡No vuelvas a hacer eso! - El noble era reprendido por un chico de cabellos aguamarina que lo tomó del brazo preocupado. Pronto se dieron cuenta de la presencia de Kardia sorprendidos- ¿Y tú quién eres? - Milo de inmediato se separó de Camus para presentar a Kardia.

-Chicos, quiero presentarles a Kardia, es uno de los hijos del señor Sage- Los muchachos no cabían en su asombro, era muy parecido a Milo, claro, exceptuando de que su piel quemada y de apariencia más madura.

- Hola…- Kardia no es muy bueno socializando, increíble que haya podido hablar con el príncipe de Antares, es raro que le haya dado cierta confianza.

- Es un gusto Kardia, tú y tu familia son de gran talento- Habló Camus con rapidez, ya tenían que irse de ahí y llevar a Milo con su padre o de lo contrario los castigarían- Lo lamentamos, pero tenemos que irnos, hasta luego- Milo era jalado por su amigo y los demás muchachos, si remedio tenía que dejarse llevar.

-Hasta luego Kardia, espero verte otra vez- Milo despidió con la mano mientras era arrastrado. Se sentía feliz, al verlo por un momento llegó a su mente aquellos sueños en las que encontraba con su madre y su hermano, Kardia era como pudo ser Lesath.

- Hasta luego príncipe Milo- El mayor lo vio irse con extraño sentimiento, esperaba verlo un día nuevamente.

Con los jóvenes del castillo. Camus se encontraba furioso con Milo y eran por varias cosas. El principal motivo por el que fueron al pueblo, era para declararse finalmente a Milo, pero el muy tonto y curioso se fue de su lado sin previo aviso; y otra, es que le preocupó no verlo cerca, era casi como un niño que se perdía muy fácilmente.

- ¡Milo! Espero esta sea la última vez que te vas de esta manera, se supone que era un paseo juntos ¿Qué hubiera pasado si te encontrabas con un delincuente o algo peor? Ni siquiera quiero imaginarlo- Milo lo miraba fastidiado ¿Es en serio? No es un bebe.

Mu y Aioria estaban un poco apartados para que los enamorados pudieran hablar, aunque como podían escuchaban la discusión.

-Lo siento Camus, pocas veces puedo salir de esa jaula que le llaman castillo ¿Y sabes? Me alegra haberlo hecho, pude conocer a alguien que no era precisamente de ahí- Camus paró su andar.

- ¿Hablas de ese tal Kardia? – Camus era un tanto celoso con cualquiera que se le acercara a su príncipe- ¿Qué podrías verle a un feo artista como ese? – A Milo le molestó que ofendiera a Kardia.

- ¡Hey! No es para tanto, es un sujeto agradable y hace muy buenos trabajos, tú mismo se lo dijiste, además él me hizo pensar en…- En ese momento Camus dejó unos pequeños gimoteos preocupando a Milo- ¿Camus? -.

Camus lloraba estresado y decepcionado, ya era hora de regresar y no habló con Milo como hubiera querido, quería que fuera especial.

-Milo ¿Sabes cuál era la verdadera razón por la que bajamos al pueblo? – Camus ya estaba dispuesto a decirle- Hay que debo decirte-.

- ¿Qué pasa Camus? Me preocupas- Y en verdad lo estaba, su amigo muy pocas veces lloraba.

- Milo… yo sé que tú me quieres y no como amigo- El de cabellera azul se sonrojo- Y quiero que sepas, que te amo igual o más que tú a mí- Camus tomó las manos que tanto deseo besar- Déjame disfrutar estos últimos días a tu lado…- Milo estaba feliz por aquella declaración, Camus todo este tiempo estuvo amándolo en secreto. Eso lo llevó a tomar una decisión.

- Camus, no sabes lo feliz que me haces- Sin esperar nada tomó su rostro y dedicó los suficientes segundos para tomar sus labios, su beso fue aceptado con desesperación. Se separaron para verse a los ojos – No es necesario tener que disfrutarnos solo por este mes- El chico se sorprendió por tales palabras.

- ¿De qué me hablas Milo? ¿En qué estás pensando? – Milo tenía una gran sonrisa asomándose, que casi daba miedo.

- Mi padre quiere que me case para salvarnos de la crisis lo antes posible, no quiere buscar más opciones y él lo sabe. Por eso quiero darle una lección – Camus se tornó serio, Aioria y Mu también escuchaban intrigados- Tu y yo no escaparemos- Los demás muchachos abrieron los ojos no creyendo lo que decía

- ¿¡Quéé!?- Dijeron los tres.

- ¡Milo! ¿Estás loco? - Por fin se acercó Aioria seguido de Mu- No puedes un día escapar y dejar de ser un príncipe-.

- No tengo planeado irme para siempre, solo hasta que mi padre vea que no puede pasar por alto mis sentimientos- Mu negaba con la cabeza.

-Milo, es una pésima idea ¿Qué diría tu padre si sabe que fuimos tus cómplices? Nos colgarían y, además, el rey Degel en cualquier momento vendrá a verte- Mu intentó razonar con el príncipe.

- Pues lo lamento, eso se buscan por comprometerme sin mi consentimiento-.

Camus se había quedado callado, lo razonaba con cuidado y no estaba del todo de acuerdo, pero la idea de estar con Milo le emocionaba. Había una posibilidad de estará su lado para siempre.

-Yo…- Lo miraron al fin esperando una respuesta de su parte- Acepto irme un tiempo con Milo- El príncipe sonrió tomando su mano y los otros jóvenes casi se desmayan- Amigos, de verdad agradeceríamos su apoyo-.

- ¿Ya vez Mu? Lo que nos sacamos por querer complacer a estos dos.

Era una mala idea ¡Era una pésima idea! ¿Qué acontecerá después de esto? Milo y Camus ya habían tomado esa decisión, lo malo, es que no sabían que arrastrarían a inocentes que quizá no les favorecerían a la larga… ¿O sí?


Espero les haya gustado el capi c: ya estoy a la mitad del segundo, será un fic de pocos capítulos, con uno o dos mas.

Si ven por ahí un errorsillo en la ortografia o lo que sea XD disculpen, la próxima vez mejorare eso.

Esperen pronto la continuación, puede ser hasta el próximo fin de semana.

Sin mas c: Gracias por leer, besos y abrazos. Esperaré impacientemente sus lindos comentarios.