Disclamer: Hetalia no me pertenece y seguramente seguirá así. No hago fics con ánimo de lucro.
Curiosidad
La curiosidad mató al gato pero, como no hablamos de gatos sucedió algo completamente inesperado.
Había sido una tarde hace muchos siglos atrás. Ambos estaban en silencio viendo el atardecer después de pelarse por enésima vez.
Francia estaba recargado en el tronco de un árbol frondoso, respirando tranquilamente viendo hacia el horizonte, pensando en su ropa desgarrada por los jalones y su cabello enredado por los tirones de pelo entre él y el joven tirado sobre el pasto que veía hacia el cielo con los brazos y piernas extendidos, su ropa estaba igual de luida y sucia.
Francia entonces pensó acerca de las historias románticas de las doncellas y en los bonitos atardeceres. Algunas veces cuando estaba vagando por los campos de sus territorios se encontraba parejas que descansaban al crepúsculo viendo hacia el oeste.
-¿Alguna vez has besado a alguien?- salió de repente la pregunta en francés.
Inglaterra volteó el rostro frunciendo el ceño. –No, rana. Espero no estés pensando alguna perversión.
Francia sonrió malévolamente. -¿No tienes curiosidad?- se acercó andando sobre sus rodillas.
El inglés reaccionó un poco tarde, los golpes todavía lo tenían entumecido, cuando se dio cuenta tenía a Francia a horcajadas sobre sí.
-Entonces, ¿no tienes curiosidad?- preguntó tocando los labios del otro con su dedo índice y acercando sus rostros al límite de su espacio vital.
-¡No!- se ruborizó furiosamente hasta las orejas y parte del cuello.
Ninguno de los dos todavía estaba recuperado por lo cual Inglaterra no podía quitárselo de encima mientras que Francia, todavía un tanto desorientado por un golpe en la cabeza, sintió un fuerte mareo al querer pararse ocasionando el efecto contrario. Inglaterra en cuanto sintió como caía sobre él puso las manos para detenerlo sin pensar que se quedaría sin apoyo.
El ruido del pasto crujiendo debajo de dos cuerpos murió como los últimos rayos del sol en un casto y accidental beso.
Los corazones de ambos parecían querer salirse de su pecho, el rubor de sus rostros hacia arder su piel. Las manos de Inglaterra se cerraron sobre la tela de algodón que vestía Francia mientras cerraba los párpados disfrutando del contacto cálido y suave.
Francia vio la reacción de Inglaterra e inmediatamente despertó del sopor ocasionado por el contacto. Fue brusco en la separación de sus labios, se levantó de inmediato tocándoselos. Sentía un suave cosquilleo dentro de su cuerpo, tenía los vellos de punta. Vio espantado al otro medio confundido todavía en el suelo.
Eso no debía haber pasado, se suponía que sólo quería molestarlo ¡Había besado a su acérrimo enemigo!
Inglaterra frunció el ceño al recuperarse de las sensaciones vertiginosas del contacto. Se levantó.
-¡Qué hiciste! ¡Eres un idiota como te…!- fue cortado por Francia quien, como pocas veces, tenía un semblante serio.
-Esto nunca ocurrió- declaró dándose vuelta hacia el camino de regreso a sus tierras, dejando atrás a un furioso inglés.
Se fue por el bosque meditabundo, al llegar al entronque entre su casa y la de su antítesis miró hacia atrás. Acarició sus labios sin darse cuenta al estar pensando en su vecino del otro lado del canal. Miró al cielo estrellado.
Quizá no había muerto pero, una parte de él había cambiado por completo.
Siglos más tarde, bebiendo una copa de vino tras regresar de su viaje a Londres sonrió sobre el cristal al recordar su primer beso.
¿Quién hubiera imaginado que ese sería el primero de muchos otros besos y de la rutina de la amnesia selectiva?
Fin
