Perseguida por los agentes de Piltóver. Já, sin la sheriff de las que todos hablan no van a hacer nada. De aquí a un par de calles me habrán perdido de vista, solo tengo que girar aquí y… ¡Oh, mierda, está todo lleno de esos cerdos! Tendré que girar a la siguiente, si lo hiciese a la segunda me metería directamente en la comisaría.

Da igual. No me van a pillar, llevo desde que soy una mocosa delinquiendo y nunca lo han hecho. Quizás les parezca torpe y lenta por mis grandes guanteletes hex-tech, pero solo son eso, apariencias. Voy armada, cualquiera que se meta delante de mí puede recibir un puñetazo y una cita para el médico, necesitará hacerse una radiografía por las múltiples rupturas que le voy a causar. Gentuza a mí…

¿He dicho ya "¡Mierda!"? Otra vez, acorralada, pero esta vez contra el muro. He dejado de correr, tengo dos opciones: romper el muro y seguir huyendo o enfrentarme a ellos, aunque esto último rompería mi promesa de solo dañar a criminales o a cualquiera que me haga daño, pero estos aún no me han intentado ni poner la zancadilla. Qué más da, un muro más, un muro menos. Solo tengo que cargar contra él, los ladrillos saltan hechos añicos y Vi tiene un nuevo camino por el que pasar…

Quizás no tenga un nuevo camino por el que pasar, acabo de hacerle una puerta trasera a comisaría y puedo ver a la famosa sheriff delante de mí, mirándome con una cara entre sorpresa y enfado. Aún no es tarde para volver atrás y seguir con mi otro plan…

Retiro lo dicho, es tarde para volver atrás. Al dar un pequeño paso, retrocediendo, he sentido el cañón de una de las armas de esos tíos contra mi cabeza y entre mi cabello rosa fucsia. Es la primera vez que me van a detener, es emocionante, en parte. Ojalá hubiera podido saborear esto en algún otro momento de mi vida, pero… qué más da… Ahora toca sacar mi mejor sonrisa burlona, a los polis los mosquea a más no poder y esas caras son tan divertidas que debo hacerlo.

Ahí está, la sheriff se levanta borrando los rastros de sorpresa de su rostro para acabar de enfadarse. Mi mirada cae al suelo pero por una razón: observar a mi nueva rival. Lleva botas, le tapan la mitad de esas infinitas piernas que tiene. Ah, no, no son infinitas, ya puedo ver el filo de su vestido morado. Creo que tiene la relación perfecta pecho-cintura-cadera… Mi sonrisa se ha ladeado, no estoy en lo que estoy. En fin, vamos a por un poco de contacto visual. Miro esos ojos claros, casi tanto como los míos, puedo ver la manera en la frunce el ceño, sintiendo cómo mi sonrisa crece.

Va a hablar, al menos a abierto la boca. ¿No dice nada? Creo que se ha dado cuenta de algo, lo peor es que no sé de qué. Ha dejado de mirarme a los ojos, pero su mirada aún sigue en alguna parte de mi cara. Su rostro ya no expresa tanto enfado como antes, parece que la sorpresa ha vuelto a él.

—Vi…

Acaba de pronunciar mi nombre y nada más. ¿Tan alto ha llegado mi fama como la delincuente que roba a otros delincuentes? Creía que no, pero al parecer he conseguido algo más aparte de comida, dinero y algo de tecnología hex-tech.

— ¿Qué? —Frunzo el ceño, borrando aquella sonrisa para arrugar mi nariz, mirando de forma intensa a la morena.

—Eres Vi, ¿cierto?

Asiento, sin responder a su pregunta porque parecía más una afirmación. Su cara se relaja, como si se encontrase cómoda conmigo, la persona que acaba de destrozarle la pared de su despacho.

—He oído de ti, Vi. Al parecer te tomas la justicia por tu propia mano y, bueno, podríamos llegar a un asunto respecto a eso y a tu detención —revela sus intenciones, aunque más bien las deja en el aire, queriendo que las atrape.

— ¿Qué quieres, oficial? ¿Información? Pues va a ser difícil, porque deberías saber que trabajo sola —inquiero, con un tono un tanto agresivo.

—Llámame Caitlyn. Y sí, conozco tu… trabajo. Por eso te propongo una cosa, ¿me vas a escuchar? —pregunta en un tono serio, tanto como su cara, pero yo sabía que sé que se está divirtiendo.

—Pff… ¿Qué quieres, Caitlyn? —Bufo y remarco su nombre en un tono más fuerte, mostrando mi desagrado. No me hace gracia estar aquí.

La mujer les hace un gesto con la cabeza a los agentes que estaban detrás de mí y casi automáticamente, apartan sus cuerpos y armas de mí. Es como si me quisiera dejar libre, es algo que aún no llego a comprender. Al fin me tiene, después de haber sido tan perseguida, ¿por qué ahora haría esto?

—Únete a nosotros, únete al cuerpo de policía de Piltóver. Si lo haces, no te detendré y olvidaré todo tu historial delictivo…

Mi cara debe de ser un poema, he conseguido arrancarle una leve risa a Caitlyn. Sacudo la cabeza y alzo una ceja, confusa por la clara proposición. ¿Qué iba a hacer yo como policía? Aun así, era una proposición bastante llamativa, demasiado buena era para ser cierto, pero de todas formas si no acepto, acabaría detenida.

—Te recuerdo que podrás seguir haciendo lo que haces, perseguir y quitar a los criminales del medio. Eso sí, siempre bajo mis órdenes –añade la sheriff, viendo que tardo en dar una respuesta.

—Sí. Me quedo aquí. —Me encojo de hombros, como si lo hiciese a regañadientes. En realidad, era la oportunidad perfecta para hacer lo que más me gusta y además, tener un sueldo asegurado cada mes.

Caitlyn vuelve a hacer otro gesto, pero esta vez con las manos, echando a los agentes de su despacho. ¿Acaso quiere hablar más conmigo o me está echando a mí también? No lo sé, por eso me quedo.

—Entonces… ¿ahora somos compañeras?

La morena niega con la cabeza, apoyando las manos en su escritorio y teniendo el cuerpo algo más inclinado, con una muy leve sonrisa en su cara. Quizás solo sea seria a veces, o quiere ganarme. Nadie entiende a esta gente, menos la voy a entender yo…

—Algo así, ahora tengo que pensar en cómo arreglar la pared que has destrozado. Empiezas mañana por la mañana, tengo que ponerte al día… —Definitivamente, me está echando, al menos es educada.

—Yo no he destrozado nada, en teoría ya lo has olvidado —replico, no era un tono serio pero tampoco en broma. Quizás ella lo note un poco borde, pero ya se acostumbrará.

Caitlyn frunce el ceño y yo me despido con mi gran mano mecánica, a la vez que salgo por la pared que había desmoronado antes. No cruzamos ni una palabra y en unos segundos, ya habrá dejado de verme.