Prólogo

El señor O'Donnell era un hombre de aproximadamente 30 años. Era un reconocido Profesor de Literatura en la Universidad de Oxford. Estaba felizmente casado con la señora O'Donnell. Eran una pareja joven, que recién había tenido hijos. Ellos eran gemelos, se llamaban Philip y Christian.

Un día, el señor O'Donnell volvía a su casa. El cielo estaba nublado y había muchos cuervos rondando los jardines. Pasó por una tienda de abarrotes y compró todo lo necesario para el hogar, como generalmente hacía. Fue a la caja registradora cuando se oyó una enorme explosión. Frente a la tienda había un banco. La pared de éste se había derrumbado.

Fue a ver que había pasado porque tenía mucha curiosidad, pero no vio a nadie salir del enorme agujero que se había hecho en aquel banco. El siguió con sus compras y se fue.

Llegando a su casa pudo observar luces rojas en la puerta de su casa. Se acercó más y notó que eran carros de la policía.

-Señor O'Donnell, soy Brian Neufeld- se dirigió a él un policía robusto y con bigote- Policía de Londres.

-Buenas noches, Oficial- Saludó el señor O'Donnell- ¿Podría decirme qué sucede?- preguntó. En ese momento, la señora O'Donnell salió de la casa.

-Cariño, ¿Qué pasó?- preguntó el señor O'Donnell. Estaba desconcertado.

-P-Phil desapareció- dijo su mujer entre sollozos.

-¿Qué? ¡No es posible!- Exclamó el señor O'Donnell. Lo que le decía su esposa no tenía sentido.

-Efectivamente, hemos revisado la casa y no está, por lo que enviamos unidades a buscarlo, si alguien se lo llevó, no puede estar lejos- dijo el Oficial Neufeld.

-Pero ¿Cómo pudo suceder?- preguntó el señor O'Donnell

-Fui por un vaso de agua, y cuando volví solo estaba Chris- respondió la señora O'Donnell- Simplemente, desapareció…