Yo debería estar buscando y comenzando a leer mis textos para los finales, pero faltan 20 días, meh(?).
Decidí aprovechar esta racha milagrosa en la que termino escenas/capítulos para finalizar y publicar este. Lo tenía abandonado por la mitad desde junio o julio.
Si leyeron So many words never said, lamento decepcionarlos con este tipo de narrativa. No sé porqué ese one-shoot me sale tan fácil, la verdad, pero no es la forma en la que suelo escribir.
Aún así, me puse las pilas e intenté mejorarlo todo lo que pude. Y creo que me gustó el resultado final :).
Casi me olvido, cabe aclarar que hay trigger warning que si la detallo hago tremendo spoiler. Todo implícito y bastante sutil, pero bueno si no escribo gente con muchos problemas no soy yo, en verdad lo digo jajaja.
Espero que les sea de su agrado y cualquier cosa, saben que me pueden hablar cuando quieran, je.
A Twilight Sparkle nunca se le cruzó por la cabeza pensar que el destino sería tan cínico y retorcido a la hora de buscar distintas formas de burlarse de ella, o que las cosas terminarían de ésta manera, siquiera.
La Celestia que ahora ingresaba a la habitación, con una taza de té entre sus manos, no era una Princesa, ni la autoridad máxima del lugar, ni una semidiosa inmortal. Ni era una pony venido el caso. Era la versión (contraparte) humana de su mentora, su ídolo, de quien le había dado la espalda en defensa de una pony desconocida sin pensarlo dos veces. Podía ser que las acusaciones de Twilight también habían sido algo atolondradas en su ejecución, pero no ameritaba el gesto.
¿O sí?
—Es té de lavanda endulzado con miel, te ayudará a conciliar el sueño y poder descansar mejor—. Celestia se sentó al pie de la cama, luego de que Twilight aceptara la bebida con un pequeño asentimiento de cabeza como gesto de gratitud.
En un principio, entre el torbellino de emociones en el que se encontraba y el hecho de que no había demasiada luz, no notó la principal característica física que las distinguía: su cabello no poseía ese brillo característico de chispas radiantes, o la ondulación suave y constante, impregnado con magia tan fuerte que sólo posee quien tiene la capacidad de mover un cuerpo celeste. Sino que era un arcoíris de tonos pastel, sólido y con ondas, luminoso por estar sano y bien cuidado, carente de magia alguna.
"Como todo este universo".
La menor sólo se dedicó a beber del té caliente con la esperanza de que el sueño la atacara lo más rápido posible. Estos habían sido los peores días de su vida entera, y no podía esperar a que se convirtieran en recuerdos lejanos ubicados en lagunas mentales al fondo de la inconsciencia.
—Sé que tal vez no es la mejor pregunta, pero, ¿cómo te sientes?— Celestia se mantenía impasible pero atenta, suave, medida, tal como Twilight recordaba de la Princesa. Quizás sí compartían más similitudes que meras apariencias. Lo cual hacía inevitable buscar la respuesta más adecuada. ¿Era en un sentido estrictamente médico o abarcaba más que el sólo hecho de su estado físico? ¿Debería dar una respuesta ambigua y a la vez concreta como brevedad de su estado general?
¿Quería ella, siquiera, brindar algún tipo de contestación?
Su vista bajó a la taza de cerámica, medio vacía. Ningún hechizo de levitación, ni cascos la sostenían, sino que se trataba de dedos, de falanges, conectados a una palma que en su conjunto constituían las muy nombradas manos.
Dedos que con sus uñas podían arañar en un vano intento de defensa, manos que podían cerrarse en puños furiosos y dejar más hematomas que los que alguna vez creyó posibles tener.
Dado todo lo que ésta Celestia había hecho por ella hasta ahora, la ex-unicornio resolvió que a pesar de sus incomodidades debería dar una contestación mínima, en espera de compensar las inquisiciones por parte de la mayor.
—Un poco mejor, creo—. Comenzó despacio—. Los analgésicos están haciendo efecto y ya casi no siento el dolor de cabeza…
Según los especialistas que la habían atendido en el hospital, tenía la suerte de no tener ninguna contusión demasiado grave, sólo hematomas significativos y ligeros raspones que tomarían alrededor de un mes en desaparecer por completo. Sin embargo, dados los hechos, Twilight realmente no estaba segura si llamarle suerte o fortuna el tener el lado izquierdo del rostro hinchado y con cinco tonos más oscuros que su pigmentación original. O tal vez eran diez, las diferencias entre variantes de color por la combinación de pigmentos nunca habían sido su fuerte, probablemente Rarity o Pinkie Pie tendrían una idea más acertada de ello.
— ¿Segura que eso es todo?— Volvió a inquirir Celestia, de tal forma que le hizo acordar a esos psicólogos cuya intensión es generar introspección sobre el tema abordado, suave y a pesar del uso de ciertas palabras, sin meter presiones.
Sin embargo, otra vez, era otra pregunta que no estaba segura si quería responder, porque tenía demasiadas sensaciones dándole vueltas como para explicarlas de una forma tan sintética y ligera. Había atravesado el portal por error ya cargando un torbellino de emociones negativas, y al caer en éste mundo se aferró a la idea estúpida y positivista de que en cualquier momento saldría el sol cual la lógica indica. Pero se olvidó por completo que las lógicas y ciencias siempre suelen tener excepciones o múltiples variantes para llegar a un mismo resultado, dependiendo del paradigma o sus teorías especulativas. Sin contar que el hecho de que se tratara de un mundo paralelo no garantizaba que también las cosmovisiones lo fueran.
Twilight logró entender esto en el momento en que se dio cuenta que los humanos no poseían la capacidad de controlar el clima, sino de predecirlo y actuar en consecuencia, y todo lo que pudo hacer fue gritar e intentar buscar la salida más rápida.
Lo único que logró fueron más golpes y una garganta áspera.
Por ende decir que se sentía mal, angustiada, humillada, o culpable era una gran mentira imprecisa. De hecho eran tantas cosas, tantas sensaciones, tantos adjetivos que se le venían a la mente para autocalificarse, que de alguna forma, al evocarlos terminaban por anularse solos en una presión angustiante en el pecho. Una que intentó deshacer en vano con lo que quedaba de la miel tibia que no se había disuelto del todo en el fondo de la taza y con lo poco del té. Una que no la dejaba respirar con regularidad. Una que al intentar tomar un gran bocanada de oxigeno para relajarse, obtuvo como único resultado sílabas incompletas y mejillas mojadas a pesar de los intentos de secarlas y eliminar rastros de lágrimas rebeldes.
Aún cuando Celestia la envolvió en sus brazos, llenándola de suaves palabras de aliento acompañadas de caricias en el pelo, no pudo evitar aferrarse a ella con fuerza y romper en llanto. Por más frío que le provocara ese cosquilleo en la zona de la espalda.
¿Qué tan cínico era el destino para que la más infausta figura para darle la espalda se convirtiera en la única que se había atrevido en darle una oportunidad?
—Sé es difícil verlo ahora, pero te aseguro que dentro de poco todo va a estar bien, ¿sí?— Celestia hablaba en un tono bajo y suave, cuando la menor pareció conseguir una respiración regular varios minutos después.
Twilight terminó por responderle de manera afirmativa por lo bajo, aún sin perder el agarre alrededor del torso de la mayor o levantar la cabeza apoyada sobre su hombro. Los movimientos humanos ya se sentían completamente naturales de realizar, y aunque no era muy partidaria de la interacción física, debía de admitir que de alguna manera se sentía mucho más cálido y reconfortante que las alas de la Princesa sobre el pelaje. Si bien no estaba del todo segura si esa opinión en realidad se debía por la exposición continua a los vientos fríos de otoño desde que atravesó el portal.
Aún así, la seguridad con la que expresaba sus palabras hacía que la ex-unicornio se sintiera un poco menos insignificante, un poco menos reducida de tamaño en una habitación que no era la propia, dentro de un mundo extraño y completamente ajeno que hasta el momento le había brindado tanto fascinación como desdicha plena. Le hacía pensar que los malos sentimientos eran pasajeros, momentáneos, y que esta vez los rayos de sol que se asomaban por entre las nubes perdurarían hasta lograr un día soleado.
—Gracias… por todo—. Musitó Twilight, una vez deshecho el abrazo y un poco más calma. La angustia no se había ido, no, pretenderlo era absurdo. Pero los descargos siempre ayudaban a aliviar un poco el peso que llevaba encima—. Significa mucho.
La mujer enfrente de ella podía no ser una Princesa, ni su ídolo a quien soñó con parecerse alguna vez, o una pony venido el caso. Era su versión humana, quien a primera vista confundió con la ecuestre creyendo que había atravesado el portal para llevarla de vuelta a su hogar. Pero era la versión que no dudó un segundo de la validez de sus palabras y se encargó de que recibiera la atención médica adecuada. Incluso le ofreció hospedaje en su casa cuando se enteró de que no tenía a donde ir, hasta que consiguiera otro lugar donde quedarse.
—De verdad, cariño, no es nada—. Celestia le ofreció una sonrisa que no llegaba del todo a los ojos, pero el simple gesto bastaba para que ella intentara espejarlo—. Ahora sólo trata de descansar, ¿ok? Ha sido un día bastante agitado.
Celestia se comportó tal como Twilight hubiera esperado de la Princesa, que siempre solía decir que se preocupaba por el bienestar de todos sus habitantes. Y a pesar de que no podía enojarse del todo por la reacción de ésta última en la boda de su hermano, el sentimiento amargo que le había dejado todo ese fiasco perduraba incluso hasta ahora, ya varios días después, y definitivamente no ayudaba.
Luego de otro abrazo fugaz y otra infusión más de lavanda endulzada con miel para terminar de machacar los nervios, Twilight se encontró finalmente cayendo en la realidad del mundo de los sueños. Esperando a que cuando los volviera abrir, los recuerdos de los últimos días ya se encontraran dispersos tras la neblina de su inconsciente.
Twilight se despertó con un sonido fuerte que apenas pudo distinguir como madera contra algún tipo de marco, y abrió los ojos con pánico al entender de donde provenía.
El temor magnificó su omnipresencia dormida en una corriente de electricidad helada, calando huesos y poniendo pelos de punta en meros segundos, dominando cualquier forma de pensamiento lógico que pudiera haber surgido como su rival. Su primera orden fue intentar protegerse de su atacante, que dados los tiempos y circunstancias, resultó en Twilight tratando de hacerse lo más pequeña posible. Ignorando los quejidos mudos de su espalda, colisionó ésta última contra la cabecera de la cama y la esquina de la pared, en esperanza de mimetizarse con la habitación como un simple bulto debajo de las sábanas.
"No otra vez, no otra vez, no otra vez. Por favor, por favor no…"
— ¡Aaahhh!
El bulto paró en seco. ¿Fue eso una voz femenina, o ya había empezado a delirar?
— ¿T-te encuentras bien?
Definitivamente era una voz femenina, una que no estaba segura de reconocer pero que parecía al borde del nerviosismo. Sea como fuere, el simple hecho de que no se tratara del sexo contrario logró que su ritmo cardiaco disminuyera lo suficiente como para cesar de oírlo galopar sobre sus oídos
La ex-unicornio abrió los ojos, que ya habían comenzado a doler de lo fuerte que los había cerrado (el izquierdo aún pulsando gracias al maldito moretón que tenía allí), e inspiró cuanto aire le permitieron los pulmones para tomar el coraje necesario y espiar de quién realmente se trataba.
Pestañó un par de veces gracias a la súbita luz en la habitación, y entre las pequeñas manchas negras sobre la visión las cosas a su alrededor tomaron su respectiva forma y color. La cama sobre el lado izquierdo, un escritorio perfectamente ordenado que ocupaba la mayor parte de la pared adyacente dada la forma rectangular del dormitorio, una librería en la pared contigua siguiendo a la puerta de ingreso y para terminar la figura humana de una chica apoyada contra el armario insertado en la pared con una mano en el pecho, su rostro una mezcla de preocupación, confusión, curiosidad y alivio.
Las memorias de los hechos ocurridos en las últimas horas volvieron a la superficie tan rápido como se habían ido, así como esa mínima sensación de seguridad suficiente para devolver el temor otra vez a la subconsciencia. Sin embargo, ahora también resurgía la incomodidad al poseer conciencia completa de la situación.
Ésta no era su habitación, ni su mundo, ni su cuerpo original, hasta la ropa de cama que estaba utilizando ahora era prestada. Porque éste no era su cuarto, sino de la chica que seguía mirándola atenta esperando una respuesta a menos de dos metros de distancia, de la hija de Celestia. La había mencionado en una pequeña conversación sobre las normas que tendría que seguir si se quedaba con ella, las cuales eran básicas y lógicas y Twilight pretendía seguirlas todas al pie de la letra, porque, bueno, era una desconocida. A pesar de que en un principio Celestia la había confundido con su aparente contraparte humana.
—L-lo siento, creí que… estaba… en otro lugar—. Murmuró al recordar que le había hecho una pregunta, sin saber a dónde mirar más que a las (ahora) interesantes líneas de colores del cuadrillé en el edredón.
Se encontraba en el cuarto de Summer… ¿Streamer? No, eso no sonaba del todo bien. Pero estaba temblando cual potrilla asustada debajo de las sábanas de su cama. Decir que se sentía totalmente fuera de lugar, era quizás un término demasiado ligero.
La otra chica negó con la cabeza, restándole importancia con un gesto de la mano.
—Está bien. Creo que, uh, ambas nos asustamos—. La chica de cabellos rojizos con mechones dorados soltó una pequeña risa por lo bajo que a Twilight le pareció un tanto nerviosa, a decir verdad—. ¿Segura que te encuentras bien? Sonó como si doliera.
Los analgésicos ya le habían hecho efecto en la mayoría del cuerpo, pero por alguna razón su espalda seguía quejándose del dolor como si no hubieran tenido ningún tipo de acción. ¿O es que tenía un moretón y no se había dado cuenta? De todas formas con éste último golpe seguro le quedaría la marca. Detestaba lo fácil que se le marcaban los hematomas, más allá del cuerpo que poseyera, y el hecho de que se sintiera más torpe en el actual no ayudaba en lo más mínimo.
Aún así asintió, para no pasar más vergüenza de lo necesario.
—Sí, no… no pasa nada…—. El edredón no era interesante sólo en color, sino también en textura. No se sentía tan suave al tacto, ¿estaría hecho con algodón, como los de Equestria? Twilight se tragó las ganas de bufar, ya no entendía para qué intentaba pretender que le quedaba algo de dignidad. Era la hija de Celestia, sí, y ya había hecho el ridículo lo suficiente frente ella—. Estoy ocupando tu espacio, ¿no? L-lo siento, ya me v-
— ¡No, no, para nada!— La pelirroja rápidamente hizo un ademán con las manos, en pos de reforzar su idea—. Fue mi sugerencia, de hecho. Puedes quedarte, de verdad.
Una pausa.
— ¿…Segura?— Twilight recibió un gesto de afirmación con bastante resolución como para objetarlo una segunda vez—. Wow, eso es, un muy buen gesto de tu parte, quiero decir, apenas me conoces y, uh, bueno, gracias.
Twilight se mordió la lengua, para intentar dejar de balbucear cosas y hundirse más en la vergüenza, ya ni siquiera entendía el rumbo de sus propias acciones, tal vez las contusiones no habían sido tan ligeras como los médicos creían y le estaban afectando la actividad cerebral. O quizás era el cansancio horrible en conjunto con los efectos secundarios de la cantidad de pastillas que había tenido que tomar. O tal vez eran todas las opciones juntas.
Tomó nota mental de buscar algún libro de anatomía y de psicología humanas. Allí de seguro encontraría mejores respuestas. Chequear algunos prospectos de los medicamentos tampoco sería mala idea.
La chica frente a ella se cruzó de brazos, y luego de unos segundos en los que pareció estar pensando con detenimiento, se relamió los labios antes de hablar por fin.
—Digamos que conozco bastante bien a la Twilight Sparkle de este mundo. Técnicamente es mi prima.
Una pausa.
Una pausa muy grande. Estaba segura que el corazón se le paró durante un segundo, al igual que la respiración.
Definitivamente no esperaba esa respuesta.
Twilight nunca había dicho su nombre en lo que iba de la conversación y aunque Celestia se lo hubiera mencionado, cosa bastante probable dado el comentario de haber ofrecido su cuarto, era imposible que supiera que en realidad era Sparkle en vez de Twinkle. Al confirmar que ella también tenía una contraparte humana, mintió en ese pequeño detalle en un intento de evadir cualquier tipo de confusión. Ya tenía demasiados problemas encima como para agregar algo extra como sus padres, por ejemplo.
Además de que la mención explícita de "este mundo" implicaba que existían otros, ¿no? Por lo menos, Equestria era una versión paralela (y bastante vaga en comparación) a este mundo. No tenía idea si existían otros, en cuanto a portales se trataba era imposible acceder a información debido a que estaba todo resguardado en la sección prohibida de la biblioteca en el castillo de Canterlot.
Si sabía eso, entonces querría decir que-
— ¿C-cómo sabes de…?— Por alguna razón la voz le salió bastante más baja de lo que pretendía, pero decidió dejar la frase sin terminar para no dar información innecesaria.
La pelirroja, que ahora que se daba cuenta había estado mirándola expectante todo ese momento, se reacomodó contra el armario. Por alguna razón parecía mucho menos segura que hace cinco minutos atrás, o de lo que su apariencia podía sugerir, con chaqueta de cuero y jeans negros.
— Supongo que te refieres a Equestria, ¿no?— Inquirió por lo bajo. Twilight asintió despacio, al parecer ambas estaban tanteando la situación—. Digamos que até algunos cabos, como que te confundiste a Celestia con la Princesa, y, uh, le mencionaste el espejo. Así que supuse que… eras de allí.
Ante eso último, la ex–unicornio volvió a responder con el mismo gesto anterior, si ya lo sabía entonces no había caso en ocultarlo. No estaba segura de qué más decir o hacer, exactamente. En una parte de su cabeza se estaban apelotonando preguntas sobre qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué. Que la otra parte, la más racional y lógica (dentro de lo permitido en tales condiciones) comenzó a silenciar a toda costa. En otra etapa de su vida de verdad habría estallado a preguntas, en su necesidad de obtener información sobre éste mundo, ante la idea de aprender algo nuevo.
Ahora, dados los hechos, lo mejor que podría hacer era cerrar la boca. Tampoco es que tenía demasiado derecho a preguntar, ya habían tenido hospitalidad suficiente como para encima aguantarse a alguien que no tenía por qué meter el hocico donde no le incumbía. Eh, nariz, la nariz.
—También vine de Equestria—. Comentó, respondiendo un par de preguntas y a la vez generando unas cuantas más, porque Twilight sin cuestionamientos constantes no era ella en sí.
— ¿De verdad?— Soltó, tal vez con más rapidez de la necesaria.
—Sep. Hace unos… cinco años—. La pelirroja pareció no notarlo, optando por colgar la campera en el perchero detrás de la puerta que Twilight no recordaba desde cuándo es que estaba cerrada, exactamente—. Es una larga historia. Pero supongo que puedo decir que entiendo esa primera sensación de, bueno, sentir todo ajeno y a la vez de alguna forma no.
Más preguntas curiosas se le venían a la cabeza, decidió por tragárselas.
La pelirroja le daba la espalda, buscando algo entre los cajones y los estantes en la mitad abierta del ropero. Había una cantidad moderada de prendas, todas dobladas en forma ordenada, al parecer por tipo o función. Twilight seguía sin entender demasiado todavía la diferencia entre una ropa de cama y una normal. ¿Qué no eran para cubrir el cuerpo y protegerlo, nada más?
—Sí es… Es raro, a decir verdad—. La ex –unicornio se permitió elevar apenas las comisuras de los labios, el moretón había dejado de pulsarle hace rato, pero aún dolía—. Pero, creo que ya me acostumbré.
No tenía idea de cuántos días exactamente había estado deambulando por la ciudad, por lo menos unos ocho o diez, quizás quince. No obstante, para el tercero se sentía mucho más cómoda, como si hubiera tenido esta forma toda la vida.
Tan natural era la sensación, que incluso, en un momento se le cruzó la idea fugaz de que en verdad todo lo anterior era nada más que un producto de su imaginación.
Borró ese pensamiento tan pronto como vino.
La otra chica en la habitación cerró la puerta corrediza del armario, con un sonido de madera contra un marco muy parecido al mismo que la había despertado. Hizo un comentario antes asintiendo la última acotación de Twilight, mientras buscaba otro par de cosas en la habitación. Twilight no dejaba de sentirse fuera de lugar, y estuvo a punto de volver a decirle otra vez que se iría de no ser porque seguramente le habría vuelto a insistir que no.
—Voy a darme una ducha. Cualquier cosa que necesites, estamos en el cuarto de al lado—. Dijo, señalando con el pulgar detrás de ella, ya con toalla al hombro y mano en la perilla de la puerta—. Oh, y uh, creo que nunca te dije mi nombre. Soy Sunset Shimmer.
Intercambiaron un simple saludo, Twilight intentó otra vez levantar las comisuras más de lo que le era permitido sin que doliera para tratar de ser lo más educada posible. Podía no quedarle dignidad alguna pero todavía podría aparentarla, supuso.
Hizo otra nota mental de tratar de trabajar la memoria en cuanto a nombres se trataba, porque no había caso en que se aprendiera libros enteros pero no pudiera recordar el nombre de la mitad de las ¿personas? ¿ponys? Lo que fuere.
Una vez más, la luz apagada, la oscuridad plena de la noche, y una ola de cansancio la obligaron a cerrar los ojos en un intento de descanso. Tenía demasiado estrés encima, demasiadas emociones, demasiadas preguntas, la cabeza le iba a estallarle en cualquier momento si seguía despierta.
El destino parecía burlarse cada vez más de ella, con su risa maníaca y sus coincidencias imposibles. No sólo, quien le había dado la espalda en un lado del espejo le daba una gran cantidad de oportunidades en el otro, sino que además tenía una hija (adoptiva, al parecer) que provenía del mismo lugar, que venía de Equestria. Era una chance en un millón, sin embargo luego de tanta mala racha, supuso que no necesariamente debía significar algo malo.
Con eso en mente, entonces, cuando Twilight se encontró otra vez cayendo en la realidad del mundo de los sueños, lo hizo con una pizca extra de seguridad. Con la pequeña idea de que tal vez, después de tantos infortunios, después de tantos días nublados, por fin saldría algo de sol.
